Gorbachov, el hombre que terminó con el siglo XX

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El emblemático historiador británico, Eric Hobsbawm, afirmaba que el siglo XX fue un siglo corto. Para el intelectual, el suceso creador de época del siglo pasado fue el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 y el proceso histórico que le puso fin a una convulsionada época, fue la caída de la Unión Soviética en 1991. Y hay un nombre propio de este momento: Mijaíl Gorbachov.

El día que el mundo recordó a la URSS

El 30 de agosto pasado fue la fecha en que se apagó la última vela que quedaba prendida del festín soviético, y el recuerdo del primer gran Estado socialista que tuvo el mundo. Gorbachov falleció con 91 años, tras acarrear una serie de problemas que aquejaban su salud, sin embargo, su vida fue una de las más importantes de la historia de la humanidad. Esa preponderancia se la hicieron sentir los líderes del mundo que despidieron los restos del último líder soviético. 

Mijaíl Gorbachov gobernó la Unión Soviética, desde diversas categorías de la estructura gubernamental y estatal desde 1985 hasta 1991. Este hombre cortó con la tendencia gerontocrática que tenía la URSS, y el PCUS buscaba, en la figura de Gorbachov, una bocanada de aire que le de una vida más a un deteriorado régimen comunista impartido desde Moscú. Más allá de toda polémica, Gorbachov sí provocó un cambio que ya no tuvo retorno y que marcó el fin de una época, ya que sus reformas fueron claves para estampar el fin de la Guerra Fría. 

Gorbachov, el reformador 

Mijaíl asumió el máximo cargo en la URSS con la promesa de remontar la delicada situación económica que estaba padeciendo el país, como así también, de recuperar gran parte de la confianza de la población soviética. Un ala del politburó pujaba por el hecho de que Gorbachov realice una transición hacia un modelo de economía de libre mercado de manera gradual (al estilo chino), y otro bando apuntaba a una radicalización por completo del cambio de rumbo económico de Moscú. Finalmente, Mijaíl aceleró el proceso y sacó dos reformas trascendentales: la perestroika y las glasnost. La primera consistió en una apertura acelerada hacia la economía de libre mercado. Esta política no fue recibida con malos ojos por la población soviética, pero indudablemente demostró la falta de planificación cambiaria que no pudo evitar el derrumbe de una economía debilitada. 

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Con la perestroika, llegaron grandes marcas, dólares y prácticas vanguardistas propias de Occidente

Por otro lado, la glasnost fue la apertura hacia la libertad de expresión, que le permitió a diarios, radios y medios opositores, poder publicar y comunicar sin censura, como así también generando discursos que fueron los que terminaron cimentando el fin del gobierno de Gorbachov. La conjunción de dos medidas de ampliación económica y de prensa tuvieron el rebote impensado para el líder soviético. 

Por otra parte, Gorbachov tuvo que danzar con lobos, en materia de política exterior. A un imperante cambio económico, social y cultural, se le sumó un fracaso militar que no pudieron soportar los soviéticos. 

La derrota de la URSS en Afganistán fue un determinante que generó mucho descontento en el seno de la población soviética, desde ambos bandos: lo repudiaron quienes estaban en contra de la guerra y lo repudiaron quienes estaban a favor, pero se vieron decepcionados por una derrota vergonzosa. Afganistán fue el Vietnam de la Unión Soviética. 

En esta coyuntura internacional, Gorbachov tuvo que poner sus ojos en los “primos” de la Guerra Fría. 

Mientras se descomponía el modelo soviético, el modelo estadounidense no pasaba por un gran momento económico, pero de la mano de Ronald Reagan y la implantación del neoliberalismo, Estados Unidos tomó fuerza y más influencia en términos de política externa, quienes con una batalla propagandística que involucraba el arte, la industria y las casas de comidas rápidas, le “coparon la parada” a la Unión Soviética. 

Como si fuera poco, Gorbachov tuvo que soportar, políticamente hablando, uno de los momentos más emblemáticos de la historia mundial. En el año 1989, el muro de Berlín fue derrumbado, y con él se comenzó a resquebrajar el mundo bipolar. Alemania fue noticia en todo el mundo, miles de personas volvieron a abrazar sus afectos y familiares que fueron separados por un muro, y con esta situación, Gorbachov tuvo que hacer frente a un contexto insostenible. El fin de la Unión Soviética estaba a la vuelta de la esquina. 

De 1989 a 1991, la URSS soportó un clima intenso a nivel de política interna, con figuras opositoras que ya hablaban del fin del comunismo, y con ello también el incipiente proceso independentista de algunas repúblicas que formaban parte de la Unión Soviética. 

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Finalmente, el 25 de diciembre de 1991, media hora después del discurso de renuncia de Mijaíl Gorbachov, la bandera soviética con el martillo y la hoz, fue arriada por última vez en el Kremlin. Un día después, el 26 de diciembre de 1991, se declaró la disolución de la Unión Soviética, que ahora quiere recuperar esplendor de la mano de Vladimir Putin.

Gorbachov, una “estrella pop” 

“Mi héroe es la gran bestia pop” dice una canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y pareciera ser que, en materia histórica, el último líder soviético se transformó en eso. Luego de su renuncia y la caída del gigante comunista, Mijaíl Gorbachov participó en un comercial de Pizza Hut, una de las franquicias norteamericanas más grandes de fast food que se encuentran diseminadas en el mundo. Asimismo, el último presidente del Sóviet Supremo tuvo una breve participación en el videojuego Street Fighter II e inclusive una recordada y cómica aparición en Los Simpson, donde Gorbachov le acercaba un regalo a George Bush (padre), pero lo encontró al expresidente estadounidense peleando con Homero Simpson. 

Inclusive, Mijaíl recibió el premio Nobel de la Paz en el año 1990. Pero, ¿qué motiva a esa afición por Gorbachov? Indudablemente, para Occidente, su figura simboliza el fin de ese “demonio” llamado comunismo. Gorbachov es la cara del fin de un modelo que puso en jaque y en discusión al capitalismo y al modo de vida occidental. Gorbachov tuvo una imagen política positiva en Occidente porque representaba al político comunista flexible, aquel que podía cambiar de idea, aquel que fue acaparado por las ideas del libre mercado, aquel que podía dar el brazo a torcer. Gorbachov fue querido en Occidente porque su modelo político fracasó y él fue “corrompido”, caso contrario al de Fidel Castro, quién se mostró inquebrantable hasta el día de su muerte. Con Gorbachov, se fue el último bastión de una época que cambió la historia de la humanidad para siempre. 

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