Iberá: los oficios locales cobran valor con el ecoturismo
SAN MIGUEL, Corrientes.- “Juanita me convidó unas chipas que estaban riquísimas, pero más allá de lo rico tenían algo que me hacían identificarlos con la naranja aunque no lo fueran. Le pregunté qué tienen, entonces me mostró la fuente y vi que las chipas estaban puestas arriba de hojas de naranjo. Su mamá no tenía fuentes, ponía hojas de naranjo en el horno de barro y sobre eso apoyaba la masa para que no se quemen”, recuerda Hada Irastorza, coordinadora del equipo de Comunidad de la fundación Conservation Land Trust (CLT) cuando conoció a Juana Canteros, una codiciada cocinera de San Miguel que prepara almuerzos y viandas para turistas que pasan por el camino de su casa para ir a San Nicolás o la isla San Alonso.
En eso consiste el trabajo del equipo de Comunidad de CLT y Fundación Flora y Fauna Argentina, una fundación cuyo objetivo es la reintroducción de fauna extinta en el Parque Iberá y que además trabaja con las comunidades y municipios vecinos a los Esteros para incentivar el desarrollo de prestadores turísticos locales como una manera de frenar la migración de los más jóvenes y ganar aliados para la conservación del ambiente. Entre quienes apoyan el trabajo de CLT está Volkswagen que cedió en comodato una camioneta Amarok para que este pueda recorrer cada rincón del Parque.
Y de eso se trata el trabajo de este equipo de CLT, una fundación que impulsa una labor integral de reintroducción de fauna extinta para restablecer el ecosistema de Iberá. “El trabajo que hacemos desde el equipo de Comunidad es identificar quiénes son los líderes de cada grupo, escucharlos y ver si ellos realmente tienen un interés en trabajar en el ecoturismo”, dice Hada y asegura: “Juanita es una de ellas”.
Un cartel escrito con tiza que dice Ko’e Mimbí, amanecer brillante en guaraní, indica que se está en la puerta de la casa de Juanita. Sonriente aparece desde el fondo de la propiedad para recibir a un grupo de turistas que viene a almorzar luego de hacer un paseo en lancha. Cálida, Juanita invita a sentarse a la mesa mientras convida sus famosas chipas. “Para almorzar tenemos tarta de verduras que preparé con los vegetales de mi huerta”, anuncia.
La prosperidad de sus almuerzos, meriendas y viandas hicieron que el negocio crezca y Juanita cuente ahora con Georgina, su primera ayudante en la cocina, una joven de 20 años. Esa mañana ambas habían preparado una torta de naranjas, muy famosa en la zona, para enviar a un asado en San Alonso organizado por CLT para darle la bienvenida a Isis, una yaguareté que se incorpora al proyecto de reintroducción del felino.
“Nuestro trabajo es mostrarles que lo que ellos tienen y hacen vale mucho”, recalca Hada cuando habla de los casos puntuales como el de Juanita o el de Raimundo Aguilar, un artesano que construye canoas en San Miguel.
Iberá, la pequeña Venecia que necesita canoas
Raymundo Aguilar tiene 69 años y se destaca por ser el mejor constructor de canoas de San Miguel. “Hacer una canoa me lleva veinte días”, dice. A su lado está su mujer y madre de sus ocho hijos, ella también contribuye a la tarea. Se los puede ver en acción terminando el último encargue. Madera timbó, chapa y brea aún fresca tomaron la forma de una canoa perfecta ya casi lista para navegar por una de las reservas de agua dulce más grande del mundo.
“El acompañamiento a emprendedores es clave. Tratamos de rescatar al mejor canoero, o al que sabe hacer esa comida que ya en otro lugar no se prepara, eso hace la diferencia. Creemos que tienen potencial porque tienen el conocimiento del lugar y nos convertimos en un facilitador para que desarrollen su oficio como una fuente de trabajo propia”, concluye Hada.