
Jubilaciones: del desfinanciamiento del sistema previsional a la construcción de un plan de rescate
Luego de la nefasta experiencia de las AFJP, el país decidió volver a un sistema jubilatorio solidario: lxs trabajadorxs activxs registradxs pagamos las jubilaciones de lxs pasivxs a través de los aportes que hacemos al ANSES. El haber se calcula mediante el monto total aportado durante la vida activa: básicamente es un sistema meritocrático porque cuanto más éxito hayas tenido económicamente, mayor será tu paga. Sin embargo, el incremento en la esperanza de vida, algo que es muy positivo, también constituye un enorme problema para un sistema pensado hace 80 años. No es un inconveniente que afecta sólo a nuestro país, sino que es generalizado. En casi todo el mundo que cuenta con estos esquemas la solución consiste en financiar parte de las jubilaciones con fondos públicos de impuestos generales.
La crisis de empleo, la disminución de los salarios reales y el aumento de la informalidad laboral durante el período macrista generó que los fondos para pagar a lxs jubiladxs se redujeran doblemente. El volumen de aportes y la recaudación tributaria son menores. El Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) que tendría que haber servido para amortiguar este efecto, se encuentra diezmado y perdió el 70% de su valor desde 2015. El macrismo utilizó el FGS para financiar irresponsablemente el endeudamiento y en la actualidad se encuentra compuesto en gran parte por bonos de deuda pública cuya cotización disminuyó sustancialmente.
Hablar de jubilaciones, por su magnitud, es hablar de política macroeconómica: hay 5,8 millones de jubilados y el financiamiento en ANSES insume 60% del gasto público. Si la economía está quebrada, el sistema jubilatorio también. No es posible brindar una solución sin resolver las inconsistencias macroeconómicas. Mientras tanto es un problema de la manta corta: la decisión que tomó el gobierno actual no dejará conformes a todos.
A partir de marzo de 2020, por medio de un decreto del poder ejecutivo lxs jubiladxs percibirán un incremento de $1500+2,3% del haber de febrero. Esto es un aumento de 13% para lxs que cobran la mínima. Para los hogares beneficiarios de la AUH se aplicará el mismo porcentaje. La fórmula de Macri (que ajustaba los haberes a la inflación pasada) representaba 11,56%, con lo cual en estos casos hay una mejora en términos reales. Sin embargo (y es aquí donde aparece la controversia) para lxs jubiladxs que cobran más de $16.700 el incremento resultante es menor que la fórmula inflacionaria y si el haber es de $25.000 va a representar el 8,3%. El aumento se va licuando en tanto se consideren haberes superiores.
¿Vale justificar esta decisión en que la mayor parte de los jubilados cobran el haber mínimo y en que el 86% de los beneficiarios de ANSES tendrá una mejora real? ¿Vale afirmar que en términos agregados no hay ajuste? Sí, todo esto es cierto: pero es muy poco empático y realista negar que dentro del 14% restante sólo una pequeña minoría percibe realmente beneficios “de privilegio”. Unx jubiladx que cobra menos de $30 mil (menos de 2 canastas alimentarias) no tiene un buen pasar ni mucho menos. Si bien un objetivo político inclusivo es generar una pirámide jubilatoria “achatada” donde se tiendan a compensar las desigualdades surgidas durante la vida laboral, esta discusión puede darse sólo para haberes mucho más elevados y cobrará sentido real cuando en el futuro mejoren las condiciones económicas y los recursos disponibles. A pesar de todo esto, unx jubiladx que percibe una jubilación de $30.000 se encuentra infinitamente en mejor situación que con un haber mínimo o un hogar con menores de edad imposibilitado de cubrir la nutrición básica. Cualquier argumento cae por tierra cuando se toma en cuenta que la responsabilidad primaria del Estado es atender la alimentación de lxs niñoxs y adultxs mayores.
Si bien no se incrementó el gasto total, se optó por no disminuirlo en un contexto de serias restricciones financieras, a contramano de la experiencia histórica y el pasado reciente cuando en contextos de crisis se ajustó a lxs jubiladxs. Tomar este camino no solo hubiera sido reprobable éticamente, sino que hubiera profundizado la recesión. En términos agregados las medidas referidas al universo cubierto por ANSES, como afirmó Alejandro Vanoli, titular del organismo, son neutras en términos fiscales ya que se deben destacar varios elementos: en diciembre de 2019 y enero de 2020 se abonó un pago extra que significó elevar transitoriamente la jubilación mínima a $19 mil. Para gran parte de lxs jubiladxs que cobraban un haber de $14.000 representó una sustancial inyección de recursos (en total $30 mil millones) después de varios meses de inflación galopante. A los hogares que perciben la AUH se le otorgó dos bonos de $2.000 por cada menor que se sumó a lo anterior. Asimismo, el PAMI agregó una canasta de 170 principios activos que cubrirán el gasto de lxs jubiladxs en medicación. Considerando que entre el 20% y el 30% de sus ingresos se destinan a la compra de remedios, constituye una mejora significativa que se irá notando a medida que se instrumente. Por último, se lanzaron líneas de créditos Argenta a tasas mucho menores que permiten el desendeudamiento de quienes perciben la AUH, jubiladxs y pensionadxs. Las tarifas congeladas de transporte y energía, aunque en niveles elevados, también son un dato que aporta en este mismo sentido.
En definitiva, la solución de redistribuir los escasos recursos entre lxs jubiladxs probablemente deja gusto a poco y disconforme a varixs: necesariamente debe ser transitoria. Hay que aspirar a mejorar los recursos de la ANSES. Pero dolorosamente, hoy por hoy se trata de lo posible y la responsabilidad es puramente de quienes dejaron un país devastado. Lo que sí corresponde a la dirigencia actual es explicar a la ciudadanía claramente la relación entre el desfinanciamiento del sistema previsional y un modelo económico neoliberal que propició el deterioro económico y social, en favor de la valorización financiera por sobre la producción. Un camino que no sea para justificarse, ni sólo para investigar irregularidades, sino fundamentalmente para impedir su repetición.
En tanto la economía dé señales de mejora (como el dato de inflación de 2,3% para el mes de enero) se irán reconstituyendo los haberes reales y será más probable una solución de fondo que mejore los recursos totales y confiera un aumento significativo tanto a lxs jubiladxs de la mínima como a lxs de haberes más elevados. El objetivo debe ser trabajar en este vector. Discutamos como hacerlo, cuáles son las medidas adecuadas y los grados de libertad reales con los que se cuenta para implementarlas. Todo lo demás, si no contempla esto último, resulta una discusión vacía, sesgada y propiciada políticamente para desgastar y desviar la atención.