
Julia Roberts no ha cambiado. Pero Hollywood sí
Por David Marchese, Ilustración de la foto por Bráulio Amado. Julia Roberts es una de esas pocas actrices que han alcanzado un estrellato que nunca se desvanece: siempre está en el firmamento de la cultura pop, exhibiendo su famosa sonrisa. Por ello, resulta un poco sorprendente saber que su papel como la denunciante del Watergate Martha Mitchell en “Gaslit”, la nueva miniserie de Starz que se estrena el 24 de abril, es su primer trabajo como actriz en cuatro largos años. Como si estuviera recuperando el tiempo perdido, Roberts ha encontrado en el papel de Mitchell —esposa de John N. Mitchell, ex fiscal general y confidente de Nixon, interpretado en la serie por Sean Penn— un personaje que le brinda la oportunidad de ofrecer la ‘experiencia Julia’ al máximo. Los momentos más brillantes de Martha le permiten a Roberts exudar el carisma y el descaro que iluminaron sus primeras y más ligeras películas. Luego, cuando la historia se adentra en un territorio más sombrío, recurre al trabajo de carácter más oscuro y fino que ha definido los últimos años de su carrera. Es un retorno bienvenido. “No ha sido a propósito”, dice Roberts, que tiene 54 años, sobre su reciente perfil bajo, “sino porque no encontraba algo que me interesara. Me sorprendió lo rápido que parecían pasar los años”.
La historia de Martha Mitchell trata en gran medida del poder y la influencia y de cómo reaccionan los hombres ante una mujer que intenta ejercerlos. Tú eres alguien que ha experimentado tener poder en tu mundo.1
Creo que podría encontrar puntos en común con Martha en el sentido de que, a primera vista, es una mujer segura de sí misma, que se siente cómoda entre los caballeros y los puros y que sabe cómo persuadir a la gente. Lo interesante es que su perdición, en mi proceso mental al retratarla, fue que ella no quería salir y apoyar firmemente a Nixon, pero la gente respondía a ella. Así que la empujaron a que saliera a representar a Nixon, y creo que empezó a gustarle. Pero no sucedió sin una enorme cantidad de engatusamiento. Tenía problemas con sus nervios y su ansiedad y con estar delante de la gente, lo que puedo entender completamente; tienes que ocultar todo eso. No sé si eso responde a tu pregunta. Siento que, en última instancia, podría más bien apreciarla que aportar a ella.
El asunto con tu respuesta… ¿Mi divagación? [Risas].
Roberts fue la primera actriz en cobrar un sueldo de 20 millones de dólares, por “Erin Brockovich” (2000). Por “La sonrisa de la Mona Lisa” (2003), esa cifra fue de 25 millones de dólares. ¿Aportaste algo de eso a Martha?
Puedes divagar. Está bien. Pero te saltaste la parte de la pregunta que aludía a tu experiencia con el poder.
Bien, ¿cuál es mi experiencia del poder? Bueno, el dolor de cabeza siempre va a ser la persona, hombre o mujer, que no sabe lo que está haciendo o no tiene confianza en lo que está haciendo. Incluso cuando seguro que no soy la persona más inteligente o poderosa en el lugar, si me siento segura al estar ahí, entonces me siento bien cuando digo: “Lo siento, ¿qué estamos haciendo?”. Eso se convierte en colaboración, que es lo que más me gusta. Sam Esmail2 es un gran colaborador porque trae un equipo muy fuerte, y Dios sabe que he esperado toda mi vida adulta para trabajar con mi amigo Sean Penn. Las escenas de John y Martha, cuando las leímos por primera vez, Sean y Matt Ross3 vinieron a mi casa, e hice el almuerzo, y le dije a Sean: “No sé —por el tipo de intérprete que soy— si podría interpretar estas escenas con alguien que no conozco muy bien”. Porque es algo complicado. Especialmente cuando empiezas a golpear al otro. No soy una actriz de método, pero alguien que te golpea es alguien que te golpea.
Roberts apareció por última vez en la primera temporada de “Homecoming”, que, como “Gaslit”, de mentalidad igualmente conspirativa, fue coproducida por Esmail, quizá más conocido por haber creado la serie tecno-thriller “Mr. Robot”.
¿Qué tipo de intérprete eres?
Si acabara de conocer a alguien y tuviéramos una semana de ensayos y luego empezáramos con estas escenas, tendría curiosidad por ver cómo habría acabado esa actuación. El primer día que Sean filmó, nuestros personajes llegan a un hotel procedentes de un evento. Estamos vestidos muy elegantes y entramos en la habitación y nos damos cuenta de que el tipo del Servicio Secreto está allí. Dice: “Señor Mitchell, necesito hablar con usted” o algo así. Es bastante sencillo. Pero Sean dice: “Tengo una idea. Confía en mí”. Así que salimos por la puerta, Matt dice “acción” y Sean se pone de rodillas detrás de mí. Puso sus manos en mis caderas y dice “Rawr rawr rawr rawr” hacia la parte trasera de mi vestido mientras entramos en la habitación. Solo un amigo podría ser tan loco de entrada. No podría ser: “¡Encantado de conocerte; tengo una idea!”.
Cuando te pregunté por los paralelismos entre tú y Martha Mitchell, dijiste que podías “apreciarla más que aportar a ella”. Se me ocurrió, mientras revisaba viejas entrevistas que has hecho, que a menudo parecías resistirte a establecer vínculos entre tú y tus personajes. ¿Se debe a que no piensas en la actuación —como hace mucha gente— como un proceso de extracción de las experiencias y emociones más íntimas de uno? ¿O tal vez es porque tienes una aversión a hablar de tu yo interno con los periodistas?
Si parece que me resisto, creo que es porque me has investigado a fondo. Así que escucharme decir lo que sea que haya dicho antes puede parecer que estoy marcando un gran argumento cuando solo eran un puñado de pequeños argumentos. Pero si examinara esto como me pides, decir que demasiado viene de mi interior es negar toda la caza y recolección que llevo a cabo para crear algo. Quiero encontrar cosas y examinarlas fuera de mí e inventarlas. Porque una vez que empiezas la actuación, todo lo que está dentro de uno, esa alquimia que nos hace individuos, siempre va a salir a la superficie de la manera que sea necesaria.
“Gaslit” es otra de esas piezas de elenco con gran carga emocional que has hecho en los últimos 20 años. Pero antes de eso, hacías más películas de comedia romántica basadas en personajes, películas que requerían un tipo de actuación diferente a la de “Gaslit” o “Regresa a mí”44De 2018, en la que Roberts interpretó a la madre de un hijo drogadicto interpretado por Lucas Hedges. o “Las vueltas del destino”.55Una adaptación cinematográfica de 2013 de la obra de teatro de Tracy Letts, ganadora del Premio Pulitzer, sobre una familia muy disfuncional de Oklahoma. ¿Pasar a un material más pesado te hizo pensar de forma diferente sobre el tipo de intérprete que eres o puedes ser?
Lo que he aprendido es que siempre quieres hacer lo que no estás haciendo. Siempre que estoy en una comedia, pienso que quiero estar en una mesa con una taza de té sollozando por algo. Luego estás haciendo eso, y piensas: Ay… cómo sería estar con un vestido bonito y riendo. La gente a veces malinterpreta el tiempo que ha pasado sin que haya hecho una comedia romántica como que no quiero hacerla. Si leyera algo que me pareciera del nivel de Notting Hill o del nivel de “La boda de mi mejor amigo” en cuanto a diversión alocada, lo haría. No existían hasta esta película que acabo de hacer y que Ol Parker escribió y dirigió.6
Pero incluso con eso, pensé: Bueno, desastre, porque esto solo funciona si es George Clooney. Y oh sorpresa, George sintió que solo funcionaba conmigo. De alguna manera, ambos fuimos capaces de hacerlo, y allá fuimos. Pasar de John y Martha Mitchell, interpretar estas escenas con el mejor actor dramático, creo, de mi generación, Sean Penn, y luego correr por Australia con George interpretando estas escenas tan divertidas: estoy viviendo mis sueños de actriz.
¿Me estás diciendo que no hiciste una comedia romántica en 20 años porque no había un solo guion bueno? ¿Ni uno?
Sí. No pueden ser 20 años, ¿verdad?
Sí son.
¿Qué fue hace 20 años?
Fue la época de “La pareja del año”. También hiciste esas películas de Garry Marshall, pero tus papeles eran pequeños.77Marshall, que dirigió a Roberts en “Mujer bonita”, la incluyó en sus comedias románticas de elenco “Día de los enamorados” (2010) y “Enredadas… pero felices” (2016).
Esta es la cuestión: si hubiera pensado que algo era lo suficientemente bueno, lo habría hecho. Pero también tuve tres hijos en los últimos 18 años. Eso sube el listón aún más porque entonces no es solo: ¿Es bueno este material? También es la ecuación matemática del horario de trabajo de mi esposo y el horario escolar de los niños y las vacaciones de verano. No es solo: ‘Oh, creo que quiero hacer esto’. Me siento muy orgullosa de estar en casa con mi familia y de considerarme una ama de casa. Durante gran parte de la vida de mis hijos, ellos veían a su padre salir y yo trabajaba un poco, pero casi no se daban cuenta. Era como si solo me hubiera ido cuando ellos dormían la siesta o algo así. Pero a medida que crecen, y sobre todo con mi hija, tengo la responsabilidad de mostrar a mis hijos que puedo ser creativa y que eso es significativo para mí, tan significativo que durante períodos de tiempo elijo centrarme en eso casi más que en mi familia, lo que me ha resultado difícil de aceptar. Por poco y no hago “Las vueltas del destino” porque iban a empezar a rodar justo cuando nuestro hijo pequeño empezaba el jardín de niños, y me dije: ¿Cómo voy a perderme esto? Recuerdo que hablé con Danny8 de ello, y me dijo: “En algún momento ibas a tener que dejarnos para ir a trabajar. ¿No preferirías arriesgarte en una situación como esta, en la que tienes un buen conocimiento de lo que vas a hacer y de la gente con la que vas a trabajar?”.9 Hizo bien en presionarme, porque si hubiera dicho: “No estoy seguro”, yo habría dicho: “¡Yo tampoco! No voy”. Esa es la difícil situación femenina. Ese sentimiento de irse es duro.
¿Y desde el punto de vista de negocios, no de familia? ¿Cómo decides si lo que estás haciendo es lo correcto?
Nunca he puesto el trabajo en un lugar de: “Al hacer este papel, ¿qué pensará la gente?”. Lo leo. Lo quiero o no lo quiero. Así es como he tomado mis decisiones para 50 películas o las que sean.
Pero, ¿fue así en películas como, por ejemplo, “Mary Reilly” y “Michael Collins”, que han sido vistas como un esfuerzo de tu parte para salir de algún encasillamiento y en ambos casos se consideró que no funcionaron bien? ¿Dices que no influyeron en las decisiones que tomaste después? ¿No te acobardaste entonces o buscaste papeles en los que estuvieras más segura?
No. Tu desempeño, obviamente hay gente que te ayuda a lograr este objetivo. Pero cuanto más te alejas de ello, más solo te encuentras. Cuando estás solo en el mundo —el mundo de “Mary Reilly”, de hace 100 años—, miras esa actuación y piensas: soy totalmente responsable de ella. Tengo que ser totalmente responsable de mi decisión. Si hoy me dices “Mary Reilly”, ¡no estoy nada mal en esa película! Creo que se me dio poca atención. Puedo respaldarla felizmente porque fue mi decisión. Así me siento con todo: ¿quiero ser esa persona que puede respaldar esto para siempre? Porque la suma de mi alegría se acaba el día que terminamos la filmación. Esa es toda la diversión que tendré en una película.
Básicamente estás diciendo que no quieres protagonizar un fracaso.
Sí, no quiero protagonizar un fracaso. Pero si lo hago, quiero ser capaz de decir: ese es mi fracaso.
Si un joven actor o actriz te pidiera consejo sobre cómo construir una carrera o navegar por Hollywood ahora, ¿qué le dirías?
Mi primera respuesta es que no acepten consejos de los actores. Porque la experiencia de cada uno es única, debería ser única. Además, ahora estoy menos calificada para dar consejos porque el negocio ha cambiado por completo. Es un poco triste, porque cuando empecé, me parecía que si hacías una película y te iba bien, te ofrecían un par de películas más y podías tener más opciones y te pagaban un poco más en la siguiente. Había cambios graduales en las oportunidades, y tenía más sentido. Ahora está hecho más de aire; quizás no se siente tan sólido cuando se está avanzando. Me sentía muy segura de las decisiones que tomaba. Ya no tienes esos marcadores progresivos, no parece.
Entonces, sobre esta nueva película que has hecho con George Clooney: ¿Fue fácil volver a estirar los músculos de la comedia romántica?
La buena noticia es que sí. Me encanta reírme y ser divertida. Entras en ese modo de endorfinas que se disparan cuando eres astuta y la gente dice: “¡Oh!”. Entonces eso se convierte en algo automático en donde siempre estás pensando en crear diversión. Es un placer jugar en esa cancha. Ha pasado mucho tiempo.
¿Todavía puedes hacer los gestos característicos de Julia Roberts —la gran sonrisa y la gran carcajada— sin cohibirte?
Si algo es gracioso, me voy a reír. Si algo no es gracioso, nada me hará reír. Probablemente llegaría mucho más lejos en mi carrera si tuviera más control sobre esas cosas.
Es cierto, no has llegado muy lejos.
[Risas]. ¡Todavía!
¿Es correcto que tu sonrisa está asegurada?121
No. ¿Contra qué la aseguro? ¿Cómo lo harías?
No lo sé. Pensé que era como cuando escuchas que las piernas de Tina Turner estaban aseguradas.
Oh, he oído eso. Quiero decir, si mi sonrisa estuviera asegurada, habría alguien en mi casa cada noche diciendo: “Tienes que usar más el hilo dental”.
Es interesante para mí oírte hablar de tu sonrisa porque cuando muestro mi gran sonrisa, la gente dice cosas como “¿Estás bien?” y “¿Has visto a un médico?”.
[Risas]. Ay, basta.
Me dicen que lo compenso sobre todo con mi personalidad ganadora. De todos modos, antes te pregunté por los papeles que has asumido durante la parte más reciente de tu carrera. ¿Hay razones personales por las que te atraen cosas más pesadas?
Tengo 54 años. La verdad de lo que ves y cómo lo entiendes y el peso de las cosas se hace evidente. Quieres ser capaz de contar eso. Además, puede ser una respuesta a tener una vida feliz. Piensas: ¿Por qué iba a dejar una vida feliz para ir a fingir una vida feliz? También hablabas de que estoy más en filmes de elenco: no he puesto un mapa geográfico sobre la carga de trabajo para ver dónde están las fronteras de lo que he hecho. Apuesto a que en el análisis de la misma hay probablemente cantidades iguales de trabajos a dos manos, cuatro manos, seis manos, ocho manos.
Lo siento, ¿si superpusiéramos a los de ocho manos en el mapa geográfico?
Estoy arrojando mucha nomenclatura aquí, David. Intenta seguir el ritmo. [Risas]. Pero, ¿qué significa todo esto? Dímelo tú.
Bueno, si miras ese mapa, dejaste de hacer grandes papeles de estrella de Hollywood después de 2001, 2002, y tengo curiosidad por saber qué te llevó a ello, aparte de la dinámica familiar. O déjame decírtelo de esta manera: una vez entrevisté a Brad Pitt. Él, como tú, tuvo una demarcación similar en su carrera, después de la cual los papeles cambiaron. Cuando le pregunté por ello, me dijo que tuvo una epifanía en la película “Troya”, cuando se dio cuenta de que no podía salir del centro del encuadre y que ya no quería hacer de héroe.1313“ Me pregunto si tuviste algún punto de inflexión similar.
No. Pero sí recuerdo haber visto “Troya” y pensar que Brad no debía seguir siendo el centro. Tuve ese momento de claridad para Brad. Para mí, puede haber habido algo subconsciente. Pero no puedo decir que tomé la decisión de hacer algo diferente.
Volviendo a “Gaslit”: ha habido una tendencia a volver a contar las historias de mujeres que fueron juzgadas con severidad y rapidez por el público en su época, personas como Monica Lewinsky o Tonya Harding. El tratamiento de Martha Mitchell en “Gaslit” encaja con ese tema cultural de relato-redención. ¿Pensaste en ella en esos términos? ¿Y existen riesgos al interpretar una figura histórica a través de una perspectiva contemporánea?
Martha podría encontrarse hoy en la misma situación que hace 50 años, cargando con el muerto y con una campaña de rumores en su contra: “Está loca. Es una alcohólica”. No hay nada que te haga parecer más loca que ir por ahí gritando: “No estoy loca”. Dices que la cultura es rápida para juzgar. ¿Hay alguien lento para juzgar? No existe. Así que, por supuesto, cuando te dan tiempo para considerar a alguien o una situación, nueve de cada diez veces vas a dar con una interpretación más amable.
También está la cuestión de la brecha entre la autopercepción de un individuo y cómo es percibido por el público. ¿Qué sabes de esa diferencia?1414
Hace tiempo acepté que nunca entenderé realmente lo que la gente piensa de mí y que no necesito hacerlo. También siento que soy una persona neutral. No soy una de esas personalidades polarizantes, no lo creo. No lo sé. Debido a que mi trabajo está tan perfectamente posicionado en las prioridades de mi vida, no estoy invirtiendo tiempo en entender la relación entre lo que soy y lo que la gente podría percibir que soy.
¿Alguna vez pasaste tiempo pensando en ello?
Tal vez cuando pasaba más tiempo pensando ¿quién soy yo? Cuando tenía 22 años o algo así.
¿Qué pensabas entonces sobre quién eras? En esa época, sobre todo cuando no trabajaba,15no estaba segura de lo que buscaba, pero sí de lo que no buscaba. Por lo menos, tenía eso a mi favor. Podía leer un guion y decir: no estoy buscando eso. La gente suele preguntar a los actores cuál es el papel de sus sueños. No tengo ni idea. No lo puedo evocar.
Después de que su carrera despegó en grande, la actriz se tomó un descanso en 1991 y 1992 antes de rodar un papel de coprotagonista, junto a Denzel Washington, en la adaptación de “El informe pelícano” de John Grisham en 1993.
Ese periodo de búsqueda, ¿tuvo que ver con el hecho de volverte súbitamente tan famosa a una edad tan temprana?16
También tuvo que ver. Pero lo que significaba en 1990 es diferente a lo de ahora. O sea, no soy Grandma Moses, pero ha habido tanta innovación en estas últimas décadas que ha dado un giro tan diferente a la sociedad y a la forma de comunicarse de la gente. Es simplemente diferente.
Déjame preguntarte: durante uno de estos periodos en los que no estás trabajando, cuando tienes tiempo libre, ¿cómo es un día ideal?
Oh, no quiero sonar como un pavo. Podría decirlo, y entonces la gente diría: “Qué dulce” o “Ay, [improperio]”.
Pensé que no te importaba lo que la gente piense.
¡Pero soy de carne y hueso! Cuando la gente dice “ella es esto” o “ella es aquello”, no puedo hacer nada al respecto. Pero no quiero que la gente que lea tu bonito artículo que va a ser tan interesante diga: “Vaya, ella es interesante de una manera que nunca me había dado cuenta” —todo depende de ti, David—, creo que es como cuando los actores hablan de sus hábitos de alimentación y ejercicio. Hay dos personas dentro de mí: una que dice, OK, se ven estupendos. Comen estas cosas; no comen esas cosas. Luego la otra parte de mí dice: “Ay, [improperio]”.
Esta es una respuesta enrevesada a “¿Qué haces para divertirte?”.
[Risas.] Bueno, ahí va. Dicen que eres tan feliz como el menos feliz de tus hijos. Así que cuando hay armonía en la casa y te levantas y preparas el desayuno y acompañas a todos al colegio. Entonces emprendo alguna aventura con mi esposo. Damos un paseo en bicicleta o tomamos un café o comemos en algún sitio, y luego tengo tiempo para mí y ya son casi las tres. Voy a buscar a los niños al colegio. El entrenamiento de lacrosse. Empezar a hacer la cena. ¡Es aburrido! Por eso quieres decir: “Ay, [improperio]”. Pero es la alegría de los detalles de la vida a los que me puedo asomar porque tengo este trabajo genial. Si hubiera estado aquí durante los últimos 18 años haciendo eso todo el día, todos los días, probablemente no seguiría siendo mágico. Pero me voy, y lo echo mucho de menos. Luego regreso, y como que vuelve a brillar. No sé. No puedo ser la persona más chiflada con la que hayas hablado, David. ¡Dios sabe que no puedo serlo!