La rebelión de la estrella solitaria
Una imagen inusitada para el mundo comenzó a forjarse en las últimas horas. La gran potencia norteamericana, Estados Unidos, enfrenta un conflicto interno con el potencial de transformarse en una guerra civil.
Texas se levantó, así como lo hizo entre 1835 y 1845, años en donde supo ser una república independiente. En ese entonces se rebeló ante México y pasó por la posterior adhesión a Estados Unidos, dando fin a la precoz experiencia libertadora. Hoy en día, el espíritu rebelde de Texas parece tomar fuerza. Abbott, el gobernador de ese Estado, se declaró en total diferencia con Biden y el poder federal.
En este caso, el problema son los migrantes. Hay dos versiones en el medio que se disputan una solución a un tema verdaderamente preocupante para la gran frontera norte.
Por el lado de Washington, la Corte Suprema falló a favor de que Texas se vea en la obligación de quitar los alambres de púas de las vallas fronterizas por el dote inhumano que representa para los migrantes.
Texas hizo todo lo contrario, en lugar de quitarlas, colocó más y le mojó la oreja al poder concentrado en los estrados de la Casa Blanca.
El gran estado sureño redobló la apuesta al hacer sentir a Washington que desconocen en absoluto la situación fronteriza, pidiendo que dejen a Texas que resuelva sus problemas. El tema dejó de lado los simples comentarios en redes sociales para ser un debate político y de secesión, inclusive. El gobernador texano aclaró que están preparados para cualquier conflicto con el poder centralizado, forzando una movilización espectacular de la Guardia Nacional de Texas, y sacando a relucir sus tanques y armamentos.
La situación es tensa, ya que, más allá de que los agentes están destinados a cuidar las fronteras, puede interpretarse como una muestra de poder verdaderamente imponente. A eso hay que sumarle que es algo nunca visto, al menos por nosotros.
Pero, ¿qué hay detrás? ¿podría separarse Texas de Estados Unidos? La primera lectura entrelíneas es que esto es un asunto ideológico, por un lado, y una declaración de principios por el otro. El asunto es así, demócratas y republicanos están como perros y gatos en Estados Unidos, y Abbott es uno de los mayores detractores de Biden, con una gran crítica hacia su gestión, y más aún en este 2024, siendo un año electoral para su país. Por otro lado, es una declaración de principios, ya que demuestra la idiosincrasia meramente rebelde de la histórica Texas, además de marcarle la cancha sobre su importancia.
Entiéndase lo siguiente, si Texas se separa de Estados Unidos, tendrá uno de los PBI más grandes del mundo, entrará en la cúpula de los estados productores de petróleo y tendrá una extensión digna de una potencia, en términos de superficie. A esto habría que sumarle que tendría de los habitantes mejores pagos en el mundo, viendo esto de manera per cápita en un promedio, además de tener la ventaja de ser bilingüe, ante la amplia extensión del español y el inglés.
El shock petrolero sería abrumador para Washington, y también en el marco de la producción de armas, en donde Texas pica en punta.
Más allá de eso, las probabilidades de una guerra civil son bajas aunque nunca nulas. Un enfrentamiento de esta categoría permitiría hablar del fin definitivo de Estados Unidos como hegemonía mundial.
Tener una guerra civil mientras se pretende mantener sometido a los mercados internacionales a la par de una serie de conflictos en otras zonas del mundo, con el mero fin imperial de obtener control y recursos, sería devastador para Estados Unidos.
Por otro lado, mantener absolutamente sometido a Texas podría ser contraproducente, entendiendo la generación de un incipiente movimiento separatista que podría formar generaciones, y con ellos la idea de plantearse la posibilidad diplomática de dejar de ser parte de Estados Unidos. Aunque no es para nada fácil, intentar generar cohesión en un territorio roto de confianza es dramático, sobre todo con el apoyo de 26 estados, quienes le dan su visto bueno a Texas, en un mensaje contundente a Washington, idea que podría repetirse.
Asimismo, el estado texano se suma a un sentimiento internacional. El separatismo tiene grandes movimientos en el mundo que podrían servirnos de ejemplo para hablar de un síntoma más que de una enfermedad. Desde Río Grande do Sul, pasando por Escocia y Cataluña, las latitudes marcan un fuerte descontento ante el poder centralizado. Pensar en modelos de federalismos hoy lleva a saber en cuando levantar el pie y cuando bajarlo, Estados Unidos lo sabe, ante la rebelión de Texas, la estrella solitaria.