Las muertes de Irrazábal y Ayrault: 50 años de misterios y sospechas

La selva, un avión, los máximos mandatarios de Misiones y sus familias, la sombra de la Triple A y una tragedia que marcó a la provincia, son los ingredientes de una historia llena de sospechas y misterios que cumple cinco décadas sin esclarecerse. Una investigación periodística busca echar luz sobre los hechos con la publicación de un libro digital de distribución gratuita.

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El 30 de noviembre es una fecha muy importante para la historia misionera. No solo por el recordado nacimiento de nuestro gran prócer General Andrés Guacurarí y por ser el día de la bandera de Misiones, si no por la muerte de dos figuras políticas muy importantes en la provincia. 

Estamos hablando del 30 de noviembre de 1973, cuando el Gobernador Juan Manuel Irrazábal y el vice, César Napoleón Ayrault perdieron la vida al precipitarse a tierra el avión en el que viajaban hacia Iguazú. En este vuelo también perecieron las esposas de los gobernantes, Susana Claro de Irrazábal y Ana Ofelia Reca de Ayrault, el piloto Jorge Pirovani y, dos meses después, la hija menor del Gobernador, María Susana Irrazábal que había sobrevivido milagrosamente a la caída del avión. Una tragedia que aún hoy continúa sin esclarecerse y sobre la que aparece la sombra de la Triple A como posible perpetradora de un atentado contra los mandatarios por su perfil desarrollista y de defensa de los pequeños productores. 

¿Por qué al avión le cambiaron la pista de aterrizaje a último momento?; ¿Por qué obligaron a Pirovani a volar a pesar del mal estado de la nave?; ¿Por qué viajaron juntos el gobernador y el vice?; ¿Por qué estuvo custodiada por militares la única sobreviviente en los dos meses de internación? Son algunas de las preguntas que siguen rodeando al caso. 

Una historia que merece y necesita ser contada nuevamente desde otra perspectiva, aportando testimonios y documentos que ayuden a formar un nuevo relato sobre este hecho que dejó a una Misiones acéfala, convulsionada por hechos del pasado, con partidos políticos frágiles e inestables a merced de los planes militares que asestaron un golpe mortal a la democracia argentina en 1976.

Un contexto político convulsionado

El escenario político de Misiones desde su provincialización en 1953 era muy diferente al actual. La democracia sólida, pacífica y de concordia que vive hoy la provincia, solo era una utopía en ese momento de la historia. 

Desde que fue declarada provincia, Misiones había sufrido los embates de los golpes militares, la proscripción del peronismo, constantes intervenciones federales y diferentes enfrentamientos políticos internos que propiciaban una situación de constante inestabilidad institucional. Los gobernadores electos Claudio Arrechea (junio-septiembre 1955), César Napoleón Ayrault (1960-1962) y Mario Losada (1963-1966) habían visto interrumpidos sus mandatos de forma abrupta.

En diciembre de 1972, en el marco del regreso de las elecciones y el levantamiento de la proscripción al peronismo, el candidato a gobernador Francisco Victorino Ripoll fue asesinado de cuatro disparos en plena avenida Mitre de Posadas durante un congreso peronista. En el medio de las reuniones que se realizaban para definir a los candidatos que sucederían al recientemente fallecido es que Juan Manuel Irrazábal pronuncia la frase Levanto la bandera de mi hermano caído y se postula oficialmente como candidato a Gobernador. 

Desde un primer momento el nombre de Ayrault sonó como compañero de fórmula, lo que configuraría una importante alianza, emulando lo hecho a nivel nacional entre Cámpora y Solano Lima. 

Al igual que a nivel nacional, en Misiones las elecciones se celebraron el 11 de marzo de 1973. El FREJULI se impuso a la UCR y Tercera Posición, pero debió ir a un balotaje el 15 de abril, cuando finalmente se consagró la fórmula Irrazábal-Ayrault. Los mandatarios asumieron el 25 de mayo, en un recordado acto en la Plaza 9 de Julio de Posadas. 

El último vuelo

Las altas temperaturas ya se apoderaban del termómetro ese 30 de noviembre de 1973, el verano suele llegar mucho antes del 21 de diciembre a la tierra colorada. Era mediodía, y el Gobernador Juan Manuel Irrazábal salía caminando con apuro de la Casa de Gobierno, lo esperaban un almuerzo con su familia y algunas reuniones por la tarde antes de emprender un importante viaje.

César Napoleón Ayrault, el “Chango” como se referían a él sus allegados, también había tenido una mañana ocupada. Las reuniones no se detenían y con el Gobernador habían decidido distribuirse las tareas y encuentros con funcionarios para lograr concretar todo lo propuesto antes de la llegada de 1974. Ayrault planeaba asistir a un cumpleaños familiar por la noche, para luego, cerca de la medianoche, viajar hacia Puerto Iguazú en auto con su chofer. Planes que cambió a último momento por la insistencia del Gobernador Irrazábal. 

Los viajes que debían hacer ambos mandatarios el 30 de noviembre tenían una misma razón y destino: la visita de la Vicepresidente de la Nación, Estela Martínez de Perón y del Ministro de Bienestar Social de la Nación, José López Rega a Puerto Iguazú el 1º de diciembre. 

Luego de varias discusiones entre el avezado piloto Jorge Pirovani (quien estaba allí solo por pedido expreso de Ayrault, que no viajaba con otro piloto) y el director de Aeronáutica de Misiones por el estado de la nave, un avión tipo Cessna modelo Beechcraft Queen Air, el viaje hacia la ciudad de las Cataratas partió a las 19.45 del Aeropuerto de Posadas con los gobernantes, sus esposas y la hija del Gobernador a bordo. 

Alrededor de las 20.30, Pirovani comienza a realizar las maniobras de aproximación a la pista principal del Aeropuerto de Iguazú. “El ‘Gordo’ podía aterrizar con los ojos cerrados en Iguazú”, recuerdan varios de los entrevistados, y sobrevuela la zona de Puerto Península, a cuatro kilómetros de la cabecera de la pista, una reserva natural de más de 15.000 hectáreas, utilizada para ejercicios militares y explotación maderera sustentable, entre otras actividades. 

A las 20.35, el controlador aéreo José Zenón Miño (hombre que luego del hecho desapareció y jamás se lo pudo encontrar) intenta comunicarse con la aeronave para confirmar las aproximaciones a pista, pero no recibe respuesta. A los pocos segundos, la torre de control recibe una comunicación con mucha interferencia de parte de Pirovani, quien informa tener fuego en la cabina desconociendo su origen. Dichas estas palabras el contacto se pierde por completo. Luego de varios intentos infructuosos por volver a comunicarse, la torre de control decide informar con urgencia a las autoridades policiales y de inmediato se declara “en estado de emergencia” el vuelo que transportaba a los mandatarios.

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Quienes estaban en la pista, entre ellos el ministro José López Rega que ya había llegado con una fuerte custodia, afirmaron ver un resplandor rojizo detrás de un cerro y algunos incluso reconocen haber escuchado una explosión. El misterio, las conjeturas y las versiones cruzadas comienzan a ser protagonistas del siniestro.

Luego de una primera salida interrumpida por falta de visibilidad en la oscura noche, el helicóptero de la provincia partió desde el Aeropuerto de Iguazú a las 4.30 del 1° de diciembre y desde el aire se estableció que el lugar del siniestro se encontraba a 1500 metros al oeste de la flamante Ruta Nacional Nº 12, a unos 4 kilómetros de la cabecera del aeropuerto de  Iguazú, en Puerto Península. 

El hallazgo

El ruido producido por el encuentro entre el acero y la madera hacía eco en el monte misionero que recibía las primeras luces del amanecer. A fuerza de machete, los diferentes grupos buscaban ganarle metros a una vegetación selvática que parecía impenetrable. 

Eran las 6.30. Casi dos horas tardó el grupo liderado por el Comisario, Abdón Férnandez y el Intendente de Puerto Iguazú, Domingo Balatorre, en dar con los restos de la aeronave y sus tripulantes. La imagen era terrible: se divisan cinco cadáveres tendidos sobre el suelo, que a primera vista resultaban imposibles de identificar, y se encuentra a la única sobreviviente del hecho María Susana Irrazábal, quien estaba parada al lado de un árbol, con la mirada perdida, inmóvil, en la que probablemente haya sido su posición durante toda la noche, observando y conviviendo con el dantesco panorama que la rodeaba por interminables horas. 

“Cuca”, la hija menor del Gobernador Irrazábal, casi no se inmutó ante la llegada del grupo de búsqueda, quienes se acercaron corriendo a la joven para asistirla. Lo único que atinó a decir cuando le preguntaron qué había pasado fue “Mamá y papá están muertos, pero hay que tener esperanzas. Trátenme con cuidado porque me duele todo el cuerpo”, para luego caer en un profundo estado de shock. De inmediato la joven fue trasladada con una camilla improvisada con tacuaras y telas hacia la ambulancia que la llevaría al Hospital SAMIC de Iguazú. 

De vuelta al lugar de la tragedia, el personal de la Policía de Misiones y Gendarmería Nacional iniciaría las primeras indagaciones. Al analizar con más detenimiento la nave, se establece que se habría partido en dos ya que la parte trasera, donde viajaba la única sobreviviente, se encontraba al lado del resto del avión pero completamente separada. Lo que indicaría que el fuego y la mayoría de los impactos se originaron en la parte delantera del fuselaje.

En 2013 se exhumaron los cuerpos de los mandatarios para realizar autopsias nuevamente. A pesar del estado de los restos, en todos se destacó una fractura a la altura de la cadera lo que indica que iban en sus asientos en posición de emergencia, confirmando la versión de que Pirovani informó que el avión tenía fuego en la cabina. 

Existen muchas hipótesis que tratan de explicar la caída del avión. Entre ellas podemos mencionar un sabotaje a los instrumentos y la bomba de combustible y la posibilidad de haber recibido disparos desde tierra. Revisando actas del Ejército y Gendarmería del día del hecho se encontraron numerosas comisiones movilizadas a Puerto Península pocas horas antes de la caída del avión. 

La única sobreviviente

La internación y muerte de María Susana Irrazábal es un misterio en sí mismo. 

Luego de las primeras curaciones en Iguazú se decide su traslado primero a Posadas y luego al Instituto del Quemado de Buenos Aires por la complejidad del caso.  Cerca de las 20 del 1° de diciembre aterrizaba en el Aeroparque Jorge Newberry el avión sanitario (enviado especialmente por José López Rega) que transportaba a la única sobreviviente y era recibida por una importante guardia militar. Su ingreso al Instituto del Quemado se registra a la 1 de la mañana del 2 de diciembre, generando un inexplicable lapso de cinco horas en las que se desconoce por completo lo sucedido. Una vez en el centro médico especializado se repite el diagnóstico emitido en Misiones y se comienzan con los tratamientos respectivos.

Luego de casi 65 días de internación, María Susana Irrazábal falleció el 6 de febrero de 1974, a las 14.05. Según su acta de defunción, la muerte se debió a un paro cardiorrespiratorio producido por una septicemia. 

El médico que hace las primeras observaciones afirma que la joven presentaba quemaduras cicatrizadas y que por ello solicita hacer la autopsia pertinente para determinar las causas reales de la muerte. Este informe se presentó a las 22 del día de la muerte de María Susana Irrazábal. ¿Qué era lo lógico? Hacer la autopsia solicitada al día siguiente. Eso jamás sucedió.

El 7 de febrero, a las 4 de la mañana, se llama por teléfono a su domicilio particular al juez Esteban González Bonorino, Magistrado Interventor, para interiorizarlo sobre la marcha del caso. Bonorino, a las 4 de la mañana y por teléfono, dispone que la necropsia solicitada por el especialista “no es muy necesaria” (textual del expediente) y que se entregue de inmediato el cuerpo a sus familiares. María Susana fue sepultada junto a sus padres en el cementerio “La Piedad” de Posadas, al día siguiente, en una ceremonia privada. En 2007 se comprobaría que las firmas en el acta de defunción también fueron falsificadas.

¿Cuál era el apuro? ¿Por qué un juez en medio de la madrugada decide por teléfono que no debe hacerse una autopsia?

La investigación y la sombra de la Triple A

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Desde el momento en que los medios locales comenzaron a informar sobre el hecho, se sucedieron incontables versiones que buscaban explicar lo sucedido, versiones y misterios que aún hoy persisten en la memoria de algunas personas y buscan ser escuchadas. Versiones que apuntan a un atentado perpetrado por la Triple A debido a las políticas de desarrollo llevadas adelante por Irrazábal y Ayrault. Políticas que ponían en jaque a grandes terratenientes y pooles de siembra que se abusaban de la producción en tierras misioneras, intereses económicos tan grandes que podrían  haberles costado la vida a los gobernantes. 

Incluso Deolindo Bittel, Gobernador de Chaco en ese momento y hombre clave del peronismo, fue el primero en abogar por la teoría del atentado en explosivas declaraciones a la prensa. Quien luego sería candidato a Vicepresidente, afirmó que sus fuentes le informaron sobre la presencia de uniformados en la zona con claras órdenes de “bajar” a ese avión.

Al mismo tiempo, el “debut en sociedad” de la Triple A coincide, ya que ésta perpetró su primer atentado el 21 de noviembre de 1973 contra el diputado nacional Hipólito Solari Irigoyen, con una bomba en su auto. Milagrosamente el representante de Chubut logró salvar su vida. Esto demuestra que la organización liderada por José López Rega ya estaba activa y podría haber vuelto a la escena tan solo nueve días después. 

Las investigaciones realizadas en su momento están plagadas de errores e irregularidades. El expediente original de la causa (que se consideraba perdido y milagrosamente fue encontrado en 1996 en el Juzgado Federal de Eldorado) cuenta con una extensión menor a la de un accidente de tránsito, testigos sin nombre, entrega de pruebas claves a agentes del gobierno y un informe de la Fuerza Aérea que categóricamente culpa al piloto sin aportar ningún tipo de prueba física ni testimonial. También presenta un grave problema de jurisdicción ya que fue la Justicia provincial la que llevó adelante la causa cuando la ley establece que todo acontecimiento aéreo recae en la justicia federal. Esto sumado a la misteriosa muerte de la única sobreviviente del hecho, se suman como elementos claves que invitan a pensar que los gobernantes de Misiones podrían haber sido víctimas de un magnicidio. 

Una lucha de cinco décadas

Desde el primer día, las familias Ayrault, Irrazábal y Pirovani no confiaron en la versión del accidente. Luego de muchos años de olvido y ocultamientos una luz de esperanza llegó en 2006 cuando el juez federal Norberto Oyarbide sentó precedente al declarar de lesa humanidad a diferentes crímenes realizados por la Triple A. De esta manera las causas no prescriben y se puede continuar con las investigaciones sin apremios temporales. 

Gracias a esta disposición, en 2007 se abrió una nueva causa para investigar lo sucedido el 30 de noviembre de 1973 y que la justicia esclarezca el hecho por el que las familias llevan luchando más de cuatro décadas. 

En 2021 sucedió algo determinante: la justicia federal finalmente declaró nulo el polémico expediente original, por lo que se reiniciaron las actuaciones con más de cuatro cuerpos de investigación y testimonios aportados por las familias a la espera de encontrar la tan ansiada verdad cinco décadas después. 

“Nosotros entendemos que la historia está mal contada. A partir de ahí las tres familias hemos trabajado mucho y nos encontramos con un caudal de material impresionante”, concluye Pedro Pirovani, hijo del piloto.

Un libro digital y totalmente gratuito

La investigación completa realizada durante más de diez años por quien escribe este artículo puede encontrarse reflejada en el libro “Puerto Península: los misterios detrás de las muertes de los gobernantes de Misiones en 1973”. Una publicación digital, completamente gratuita, disponible para descarga en formatos PDF, mobi y epub. 

“Puerto Península” no es un punto final, es todo lo contrario. Esta investigación busca sumar un humilde aporte a lo realizado por las familias y dar a conocer el hecho al público en general, nada más ni nada menos.

Aún queda un largo camino por recorrer, muchos misterios e incógnitas sin resolver. La verdad aún está escondida en la selva y este libro busca emular esos primeros machetazos que se dieron en Puerto Península para crear el camino hacia el hallazgo.
*Martín Páez es Licenciado en Comunicación Social (UNaM), Diplomado en Comunicación Política y de Crisis (UBA), Maestrando en Comunicación Digital e Interactiva (UNR). Investigó el hecho durante más de una década y es autor del libro “Puerto Península: los misterios detrás de las muertes de los gobernantes de Misiones en 1973” que puede conseguirse en versión digital y de manera gratuita aquí.

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