Los otros son mis hermanos

Escribe Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 1° domingo de Cuaresma [21 de febrero de 2021]

El tiempo de cuaresma que empezamos, siempre es una oportunidad que nos regala Dios para volver a Él. Durante varias semanas nos preparamos desde la conversión y la penitencia, pero sobre todo con esperanza, para celebrar el misterio de la Pascua. Es un tiempo para que acompañemos a Cristo el Señor en su vida y misión, en su pasión y sufrimiento, y en su entrega sin límites por amor para nuestra redención. Es el misterio de la Pascua donde el Señor da su vida, muere y resucita. La Pascua hace consistente nuestra esperanza porque la vida triunfa sobre la muerte. La liturgia, sobre todo en tiempos fuertes como la cuaresma que iniciamos, nos permite actualizar la fe de lo que celebramos e internalizar sus gestos y palabras a través de los sacramentos, con la ayuda de la gracia para poder volver a Dios. La liturgia es la fuente de espiritualidad más importante que tiene la Iglesia. Los invito a que desde este miércoles de ceniza vivamos intensamente el don que Dios nos da y que con esperanza nos introduzcamos en este tiempo litúrgico.

El propósito de esta carta es ofrecer algunos aportes para realizar un examen de conciencia donde con humildad podamos revisar nuestra vida tanto en la dimensión personal como en la social y eclesial. Es obvio que el camino espiritual y la búsqueda de conversión no es en orden a una mera perfección individual, sino que desde la virtud de la humildad buscamos convertirnos al amor misericordioso de Dios. Y desde Él, ser puentes de su amor para nuestros hermanos. Para con todos, pero sobre todo con los más pobres y excluidos. En esto nos podrá ayudar la última encíclica del Papa Francisco «Fratelli tutti».

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Es bueno que desde el inicio señalemos algunos elementos bíblicos y antropológicos sobre el amor como fundamento de toda dignidad humana. El amor es la clave de comprensión de la propuesta que el Señor nos hace como Camino, Verdad y Vida. Dios es amor (1 Jn 4,8) cita el Papa Benedicto XVI en su primera encíclica llamada justamente «Deus Caritas est». Esto es clave porque teniendo ese puerto claro evitaremos desviarnos o desorientarnos en falsos caminos de perfeccionismo voluntarista o bien, lo contrario, que puede llevarnos a una teologización de la realidad en donde se diluye nuestra responsabilidad y compromiso en la realización y transformación de la historia que requiere del corazón y las manos del hombre. Si Dios es amor y el hombre está hecho a imagen y semejanza suya, sólo se plenifica y realiza en el amor. Desde aquí podremos hacer nuestro examen de conciencia cuaresmal y plantearnos aquello que nos señala el Papa Francisco en «Fratelli tutti» citando algunos textos del Nuevo Testamento: «Toda la Ley alcanza su plenitud en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5,14). «Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está y camina en las tinieblas» (1 Jn 2,10-11). «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte» (1 Jn 3,14). «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).

Estos textos nos ayudan a comprender mejor el misterio pascual, la propuesta del Señor como Camino. Él, por amor y para redimirnos, dio su vida y resucitó.

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En la Pascua fuimos redimidos. Pero también en ese gran misterio comprendemos que el amor que se dona y que da la vida es el camino donde nos plenificamos en nuestra dignidad humana.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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