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“La economía del derrame nunca funcionó. Es hora de hacer crecer la economía de abajo hacia arriba y del medio hacia afuera”. La frase de Joe Biden, está destinada a cambiar de raíz el debate económico global. Aunque su matriz de pensamiento sea demócrata, nunca antes un presidente de Estados Unidos había expresado con tanta contundencia un revulsivo que golpea de lleno los cimientos de la meca del capitalismo. 

No es apenas un discurso de diferenciación con el legado desesperanzador de Donald Trump, sino un cambio de paradigma de la política de Estados Unidos que tendrá una enorme influencia en la economía global. Biden se propone implementar un paquete económico con el Estado como protagonista de la reconstrucción y de la asistencia de millones de estadounidenses hundidos en una pobreza que no aparece en las películas de Hollywood. 

El rol del Estado en medio de la crisis es central. Brasil, donde Jair Bolsonaro se hizo el desentendido de las consecuencias dañinas de la gripezinha con la premisa de “proteger la economía”, se está hundiendo sin pausa en un lodazal de pobreza del que más de 30 millones de brasileños habían emergido gracias a las medidas tomadas por el gobierno de Lula Da Silva, el veterano que todavía revolotea una eventual candidatura presidencial.

Con más de 400 mil muertos en su espalda, Brasil observa cómo las clases más favorecidas están comenzando a estabilizar o mejorar sus ingresos, mientras que las clases bajas, cada vez más numerosas, pueden sufrir un nueva caída de casi el 15 por ciento en sus ingresos este año. La paradoja es que eso no solo aumentará la desigualdad brasileña, sino que ralentizará la recuperación económica. 

En la Argentina de la deuda eterna legada por Mauricio Macri, la apuesta es tratar de tapar la mayor cantidad de agujeros mientras se piensa en alguna estrategia efectiva para recuperar el crecimiento. La pandemia agudizó los problemas y dejó al desnudo las inequidades educativas y sanitarias en un país que de federal apenas tiene el concepto. 

En Misiones esa discusión está zanjada. El Estado es protagonista del rumbo económico desde hace años y por eso mismo, Misiones pudo avanzar en medio de la parálisis provocada por la pandemia. No es casual que el gobernador Oscar Herrera Ahuad haya tomado ese concepto apenas comenzado su mensaje a los misioneros en la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura. “En el marco de la llegada de la pandemia, se debatía sobre salud versus economía. Este reduccionismo refleja una grieta que nada tiene que ver con los misioneros, ni con el proceso social y político que construimos en los últimos años, que nos permite poner a la gente primero, siempre”, reflexionó el mandatario en su segundo discurso ante los diputados, el segundo en pandemia. 

“Misiones respondió con la fuerza de su cohesión social, su organización institucional y su capacidad de trabajo, demostrando que ni aún la existencia de una pandemia detuvo la generación de políticas públicas de alto impacto que consolidan la transformación que venimos realizando”, marcó Herrera Ahuad. 

No fue el único párrafo en tono político. Hubo varios mensajes con destinatarios varios. Internos y externos.  

Nunca antes quedó en evidencia con tanta claridad la importancia de la construcción de un sistema político institucional que pone en primer lugar a nuestra gente. El ingeniero Carlos Rovira sentó las bases de una transformación enorme, que atraviesa todos los niveles y articula lo público con lo privado. Y sostiene un principio indiscutible: Primero Misiones!”, sentenció a tono con la campaña.

El Gobernador remarcó que esa construcción-proyecto ya en una etapa de madurez, trasciende nombres y personas, y se consolida como “la hoja de ruta hacia el desarrollo” para “multiplicar el bienestar de nuestra población, y convertir a la prosperidad en la condición del disfrute de los derechos elementales”. 

La trascendencia es vital para sostener en el tiempo el rumbo, más allá de los avatares de la política. Por eso, Herrera apuntó a los propios, quienes circunstancialmente ejercen un cargo: Que nadie se confunda, porque el poder viene de la gente, y nuestro deber es servir, y trabajar las 24 horas del día para nuestro pueblo. Esa es la razón de ser de la función pública, y la esencia del misionerismo”.

Ese 24 horas va de la mano con el ¿en qué puedo ayudar? que lanzó Rovira hace algunas semanas, cuando reunió a la tropa antes de que se conociera la lista de candidatos. Nadie debe estar cómodo en su sillón, mucho menos en tiempos donde las demandas se multiplican y todo esfuerzo resulta escaso ante las urgencias de quien la está pasando mal.

La grieta -corsé de la política- de la que se desentiende Misiones, permite atender la urgencia mientras se piensa a largo plazo. Misiones presentó esta semana su propio plan de empleo, con subvenciones de once mil pesos para los desocupados que además podrán formarse en oficios y no tendrán que desprenderse de algún otro beneficio social que reciba. La inversión es de 200 millones al año. Al mismo tiempo, Misiones planifica inversiones en el Silicon y espera abrir, en un año, las dos plantas forestales más modernas de Argentina, con sistemas robotizados e inteligencia artificial aplicada. 

Ese contraste es posible cuando se asume la responsabilidad de plantear los debates. Hace algunos años Misiones comenzó a plantear la idea de que la materia prima forestal estaba muy barata y que eso iba a terminar dañando la economía de escala. Hubo enormes lobbys en contra de la fijación del precio del chip. Pero hoy la industria forestal correntina, prácticamente sin custodia estatal que además la “incentiva” con bajos impuestos, reconoce que uno de los problemas centrales que atraviesa la economía maderera de la vecina provincia son los bajos precios de la materia prima, que impulsan la exportación de la madera cruda e impiden la modernización de la tecnología adecuada para una industria ultra competitiva. En Misiones, mientras tanto, ya se fijó, por primera vez en la historia, el precio mínimo del rollo en una votación unánime, incluso con el visto bueno de la industria, objetivo que pocas veces logró, por ejemplo, la yerba mate, cuya cadena todavía espera la devolución del laudo nacional que fijará el precio de la hoja verde apenas por encima de los 30 pesos. 

El juego de equilibrio en la balanza implica subir el precio que reciben los productores, pero al mismo tiempo, evitar que se disparen los precios para el consumidor. En ese doble rol, Misiones reclama compensaciones a la Nación por las históricas asimetrías, pero no se queda en el lamento.  En 2020, los diferentes Programas Ahora canalizaron ventas cercanas a los 2.000 millones de pesos, generando un efecto a la baja, gracias a los reintegros que recibe el comprador. Eso genera una competencia positiva para el consumo y logró que la inflación, por primera vez en años, sea más baja que en el promedio nacional. 

Después de tanto batallar, la Nación pondrá su parte en ese programa, con un monto similar al que invierte Misiones, para lograr un reintegro del 35 por ciento y de este modo equilibrar los precios que se observan en Encarnación en una lista de productos que van desde el hogar hasta repuestos o neumáticos. No es tanto el esfuerzo que hará el Gobierno de Alberto Fernández: la Nación pondrá 120 millones de pesos anuales para fortalecer el plan de reintegros que ya está vigente en Misiones. 

Por eso lejos está de abandonarse la bandera del reclamo por la reglamentación del artículo 10 de la ley Pymes. “Seguiremos en el camino del diálogo para lograr la plena aplicación del artículo 10, con el objetivo de que nuestras industrias se vuelvan competitivas mediante políticas diferenciadas y de incentivo a la producción que trabajen en pos de saldar las disparidades con países vecinos. Las condiciones de inequidad del sistema de coparticipación federal argentino hacen que Misiones se encuentre entre las ocho provincias que más aportan al Estado nacional y en el puesto número 18º en el ranking de coparticipación. Queda en evidencia la necesidad de una estrategia fiscal inteligente, que nos permita generar los recursos económicos para que el estado contribuya a impulsar el desarrollo social y el crecimiento de la economía”, se quejó Herrera Ahuad.

Eso también trasciende nombres y tiempos. “Estos temas demandan una representación política comprometida con la agenda misionerista, y alineada a un único objetivo, que es defender los intereses de nuestra gente”, marcó el Gobernador. 

Ese concepto se cuela justo en tiempos electorales y debería dominar la agenda en el último tramo hacia el 6 de junio. La Renovación y sus aliados, incluso el peronismo, alzan esa bandera misionerista. Las oposiciones atienden sus propios juegos y obedecen a mandatos emanados bastante lejos de las fronteras locales.

Esos contrastes quedan en evidencia en el armado de las listas de candidatos a diputados y concejales. 

La Renovación ofrece un abanico de experiencia y territorialidad encabezado por el doctor Martín Cesino, secundado por la especialista en Educación, Sonia Rojas Decut, intendentes y ex intendentes, empresarios, emprendedores, jóvenes y no tanto, de Posadas y el resto del mapa. 

En Cambiemos hay una guerra fría entre macristas y radicales. A los primeros parece no importarles la lista provincial. Los segundos no logran encolumnar a todo el partido detrás del candidato a la reelección Ariel Pianesi, al que le brotaron inesperados rivales internos. Para el macrismo la elección que importa es la nacional, donde se pone en juego una banca que servirá para sostener la ilusión de volver en 2023. 

Sin embargo, el que más sufrió para poder armar una lista provincial es el frente Agrario para la Victoria. La fusión del espacio liderado por Héctor “Cacho” Bárbaro con las huestes del kirchnerismo, desacomodó al partido provincial que quedó relegado en el armado ante el avance de los jóvenes ligados a la diputada nacional Cristina Britez. Santiago Mansilla y Martín Braulio Sancho, ambos funcionarios de Anses y Migraciones serán los candidatos principales del acuerdo que bendijo Máximo Kirchner. 

Bárbaro directamente se desentendió de las negociaciones por los primeros lugares en la lista, que tuvieron a varios protagonistas durante las horas previas al cierre: se barajaron nombres de peso, como el de la propia Britez, pero finalmente el armado decantó por Mansilla, quien viene de Eldorado, al igual que la diputada nacional. 

En el camino quedaron varios heridos. Los referentes del Pays fueron relegados lejos en el reparto y la renovación de sus bancas está en riesgo: Giuliana Perini e Isaac Lenguaza están cuarta y quinto en la lista. 

El primero en dar el portazo había sido Punchi Rockenbach, a quien le habían prometido encabezar la lista. Cuando supo que podría ser segundo, abandonó el barco. Segunda iba a ser la periodista Mariquita Torres, una kirchnerista de la primera hora ligada a Nuevo Encuentro. Después fue cuarta. Después fue sexta. Al cierre, ni siquiera estuvo en la lista. Pegó el portazo en duros términos, aunque no abdica de su kirchnerismo. Pero los audios que circulan con su enojo, no dejan bien parado al armado.

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