No hay plata for export

Getting your Trinity Audio player ready...
Compartí esta noticia !

Una de las tantas frases que catapultó al estrellato en los titulares de los medios internacionales al actual presidente Javier Milei, parece ser que no sólo resonó sino que caló hondo en las tierras de un aparente aliado político. Donald Trump tomó con un guante los dichos de Milei y parece demostrar poco a poco que está dispuesto a mostrar gestos de reformas estatales por las buenas o las malas. La motosierra de Elon Musk se fue pero la decisión de Trump sigue siendo la misma, sobre todo porque es una decisión política, no económica. 

Shutdown e incertidumbre 

El sistema estadounidense tiene un curioso sistema electoral, y sobre todo cuando se trata del tratamiento del presupuesto, en una evidente contraposición a la realidad argentina. Si las cámaras no se ponen de acuerdo y no se dan los votos necesarios, el ejecutivo entra en un shutdown o en un cierre de gobierno. Esto no significa que el gobierno tambalea o que procede a hacer cambios profundos en nombres de funcionarios ni tampoco a un llamado anticipado a elecciones, es sólo una crisis. Decir “sólo” es irónico. El shutdown es, literalmente, la paralización de las funciones del Estado, en pos de no haber alcanzado un acuerdo en común para el presupuesto del año venidero. 

Esta situación en la que se encuentra actualmente Estados Unidos se ha repetido durante 21 veces en su historia, al menos desde la aplicación de este sistema en la década de los 70. Estás 21 veces contemplan la crisis actual. La que más tiempo duró fue de 35 días entre diciembre de 2018 y enero de 2019, bajo la primera presidencia de Trump. Coincidencias si las hay. 

El funcionamiento de las partes esenciales del gobierno federal trae a colación el cese temporal de trabajo de al menos 800 mil personas. Estás no cobran su sueldo hasta que el país no salga del cierre de gobierno. Además de eso, se interrumpen los servicios en lugares como parques nacionales, atracciones como el museo Smithsoniano y monumentos y sitios tales como la Casa Blanca o el Capitolio. Además de ello, entes burocráticos que realizan controles como la FDA o el visado y demás departamentos también se ven afectados. Cabe destacar que la pérdida de productividad por un shutdown es de miles de millones por día, comprendiendo retrasos en pagos, suspensión de vuelos en aeropuertos y programas como préstamos estudiantiles. Literalmente es un golpe a la economía. 

Hasta ahora, la radiografía del shutdown, producto de falta de consenso partidario, no arroja indicio alguno que lo relacione con el famoso “no hay plata”. Sin embargo, la situación cambia de consideración cuando se filtra la información de supuestos pedidos de la Casa Blanca para preparar órdenes de despidos y cierre en distintas entidades u organismos del Estado estadounidense. Esta filtración por parte de medios internacionales ha puesto los pelos de punta a parte del sistema, entendiendo al shutdown no solo como el desenlace de un conflicto partidario en el Congreso, sino como el aprovechamiento para ejecutar un recorte pronunciado en el Estado. 

“No hay plata” pronunciaba Milei cuando recién había asumido y su popularidad brotaba a cada paso que daba, ¿y si ahora es Trump quien se está preparando para el ajuste? No es una novedad que al mandatario estadounidense le seduce la idea de achicar lo máximo posible a los gastos del Estado, no tanto inclusive para ganar dinero, sino para marcar un campo de batalla contra la idiosincrasia demócrata de la multiplicidad de organismos, los cuales, además de toda crítica válida hacia la burocracia, expresa representatividad para varios sectores sociales. De hecho, aunque en los papeles está asegurado, el mayor temor es comenzar a perder terreno en espacios como la seguridad social y la salud. De por si, esos paradigmas en EEUU suelen ser foco de discusión, si poco a poco pierden financiamiento, el país podría estar a las puertas de una profundización de la desigualdad y el acceso a oportunidades. ¿Un modelo Milei en EEUU? 

El fenómeno barrial 

Milei constantemente pretende generar la idea de que su figura tiene proyección internacional y, si tomamos como parámetro lo antes analizado de Trump y el shutdown, pareciera ser que sí, aunque en realidad forma parte de algo más grande. Hay un fenómeno global que muestra cierta predilección por líderes a los que no les interesa las formas sino la resolución. Hay una crisis evidente de la democracia liberal tal y como se la conocía al menos desde mediados del siglo XX que es digna de prestar atención. 

En la actualidad parece ser que hay un desgaste de los modelos democráticos con sus instituciones y un evidente hartazgo poblacional ante las fallas o grietas que presenta este sistema, ampliado por discursos que lo envalentonan. La constante necesidad de hablar de un Estado grande o un Estado chico, la cantidad de empleados, la funcionalidad de los organismos, el dinero que se destina a cada sector y la falta de compromiso de partidos tradicionales, está generando a nivel mundial una complicidad para aceptar a líderes cada vez con tintes más autoritarios. Y si, es cierto, el “no hay plata” no fue una explicación económica, fue una declaración de principios sobre cómo imponer por sobre consensuar. En una sociedad del hartazgo, dar meras esperanzas de estabilización económica y hablar con el lenguaje de los vecinos de a pie es suficiente para ganarse el voto y ahí es donde la democracia empieza a perder absoluta validez. Lo que lleva a la pregunta, ¿Vale una democracia que solo promete o un autoritarismo que intenta “resolver”? Aunque claro, detrás de esa “resolución”, siempre hay intereses y siempre está el lobby, esperando con el cuchillo y el tenedor en las manos. 

Autor

Compartí esta noticia !

Categorías

Solverwp- WordPress Theme and Plugin