No’oxonec: producción de algodón chaqueño sin pesticidas
En 2017, a partir de la incorporación de semillas de algodón no transgénicas, familias campesinas qom de Campo Medina y Campo Nuevo (parajes rurales ubicados entre Presidencia Roca y Pampa del Indio, en el noroeste de la provincia del Chaco, a 175 kilómetros de su capital) dieron origen a No’oxonec. Esta iniciativa se centra en la elaboración de productos textiles, alineándose con un proceso de recomposición de sistemas productivos previamente dañados por el uso de pesticidas. Actualmente, 41 familias forman parte del proyecto.
En lengua qom, No’oxonec significa entramado, entrelazado o hecho con las manos. Su eslogan, “Agroecología de frontera”, refuerza la esencia del proyecto, destacándolo como el primero en el país que trabaja íntegramente con algodón agroecológico, desde la semilla hasta la producción de textiles. La idea de «frontera» alude a los pueblos que han sido relegados a la exclusión debido al avance del agronegocio.
Las familias campesinas involucradas en este proyecto algodonero han incorporado en sus chacras variedades de semillas de algodón no transgénicas, de primera generación y producción propia. Estas semillas, denominadas Guazuncho III-INTA y Gualok INTA, son provistas por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la localidad de Sáenz Peña.
La Red de Salud Popular Ramón Carrillo, a través de su fundación homónima, desempeña un rol fundamental en el desarrollo de No’oxonec. Esta entidad acompaña a las familias campesinas en el proceso de recuperación de suelos productivos dañados por las pulverizaciones aéreas con biocidas realizadas en campos vecinos. Además, participa en la gestión de valor agregado para la iniciativa algodonera y respalda a las familias en la presentación de denuncias por fumigaciones.
Así lo señala Alejandra Gómez, abogada e integrante de la Red desde 1986, en diálogo con Nota al Pie.
Para relatar la gestación de No’oxonec, es esencial destacar las luchas contra el avance del agronegocio. En este sentido, Alejandra Gómez detalla que los daños ocasionados por las fumigaciones con pesticidas se evidencian desde 2006. En 2012, lograron una medida cautelar que restringió las fumigaciones, consolidada posteriormente con la sanción de la Ley Provincial de Biocidas 2026, que amplió las distancias de prohibición para fumigaciones aéreas y terrestres en Chaco.
En el marco del proceso de recuperación de territorios contaminados, las familias comenzaron a sembrar nuevamente sus propios alimentos. Para 2016, iniciaron la multiplicación de semillas no transgénicas en sus chacras agrobiodiversas. Estas semillas fueron provistas por el INTA de Sáenz Peña gracias a la iniciativa de ingenieras agrónomas, entre ellas Julieta Rojas.
La cronología de los acontecimientos continúa en 2018, con la primera cosecha manual de un lote de algodón libre de biocidas. En el proceso de hilado participó la hilandería Citertex SRL, de Sáenz Peña, mientras que la cooperativa Inimbó, de Resistencia, se encargó del tejido.
En 2019, la Red No’oxonec siguió creciendo con la creación del Grupo Gualok, integrado por familias del pueblo qom de Pampa del Indio y Presidencia Roca, y la incorporación de familias de Las Palmas y La Leonesa. A partir de 2020, mediante un acuerdo con la Asociación de Pequeños Productores del Chaco (APPCh), se logró articular institucionalmente la fase inicial del proceso productivo, aprovechando la experiencia de esta asociación en la producción de algodón agroecológico.
Cronología de las advertencias y los grupos económicos detrás del veneno
«Argentina ocupa el primer lugar en el mundo en cantidad de litros de glifosato aplicados por hectárea». Este dato proviene del informe “Los plaguicidas agregados al suelo y su destino en el ambiente”, publicado por el INTA en 2015. “Competimos con Chile, pero a esta altura ya debemos estar primeros en la lista”, actualiza Alejandra Gómez.
La Red de Salud Popular Ramón Carrillo fue creada en mayo de 1989. Uno de sus fundadores, Santiago Montaldo, era médico especialista en medicina laboral. En 1987, recibió el caso de intoxicación de unos niños que vivían en Machagay, Chaco, un hecho que marcaría el inicio de la lucha de la Red contra los impactos de los agroquímicos.
Alejandra Gómez recuerda que, a raíz de aquel trágico episodio, se sancionó la primera Ley de Biocidas en la provincia. “Esos chicos fallecieron, y el doctor Montaldo había actuado como perito en medicina laboral”, señala.
La cronología continúa con el primer taller sobre el uso de plaguicidas y sus efectos en la salud de los trabajadores rurales, realizado en Sáenz Peña en 1991. En este encuentro participó María del Carmen Seveso, médica especializada en cuidados intensivos, farmacología clínica, bioética y derechos humanos, y actual vicepresidenta de la Fundación Ramón Carrillo.
Las conclusiones del taller fueron contundentes: se emitieron advertencias sobre el futuro impacto de los plaguicidas. “Si no se tomaban medidas a tiempo, las siguientes generaciones enfrentarían los problemas de salud que hoy estamos observando”, subraya Gómez.
A finales de los años 90, se introdujo el algodón transgénico en la provincia del Chaco, lo que obligó a muchas familias a abandonar su cultivo. Esto ocurrió debido a la llegada de empresas que comenzaron a sembrar soja, algodón transgénico y otros cultivos, acompañados de intensas fumigaciones.
Entre las empresas denunciadas por estas fumigaciones destaca el establecimiento Don Panos, perteneciente a Unitec Bio, parte del holding Corporación América Internacional. Este conglomerado opera bajo diferentes nombres según la región y las actividades que desarrolla, que incluyen desde una planta industrial de biocombustible en Santa Fe, hasta extensas superficies de producción agropecuaria y ganadera en Chaco, con presencia también en Formosa.
En la página web de este grupo económico se detallan las propiedades de la corporación liderada por Eduardo Eurnekian. En la provincia del Chaco, las tierras incluyen La Surpina, con 27.331 hectáreas, y Don Panos, ambas ubicadas en el Departamento Libertador General Don José de San Martín, en el noreste de la provincia, según se describe en su sitio oficial.
De acuerdo con el ranking mundial de millonarios elaborado por la revista estadounidense Forbes, Eurnekian posee una fortuna estimada en 1.500 millones de dólares.
Del veneno a la esperanza
«El pueblo es mi vida», expresa Natividad Blanco, integrante de la APPCh y una de las productoras de algodón libre de pesticidas. Natividad vive en el paraje El Salvaje, a 20 kilómetros al norte de Pampa del Indio, donde nació. «Toda mi vida está en el campo, una vida tranquila, trabajando todo el día y descansando cuando hace calor. Me levanto y veo esa chacra que me llena el corazón: zapallo, maíz, de todo sembrado», detalla con orgullo. Y añade: «Todas nuestras producciones son saludables para nuestra salud; verduras de huertas donde no hay contaminación ni contagios, gracias al trabajo que hacemos».
La Fundación Ramón Carrillo gestiona el agregado de valor de estas producciones, destinando los recursos obtenidos a fortalecer la etapa primaria del proyecto. Algunas familias incluso realizan el desmote de manera manual. Por su parte, la Red No’oxonec busca resultados sociales, ambientales y económicos sostenibles, basados en una cadena de producción agroecológica.
Frente al inventario de pueblos envenenados por el uso de pesticidas, casos de malformación, aumentos de cáncer y enfermedades poco frecuentes y la pregunta de cómo dar batalla, Alejandra Gómez reivindica la preexistencia de los pueblos originarios. “Nuestro legado son sus 500 años de resistencia”, resalta, ante la pregunta de cómo dar batalla y no declinar frente al avance del agronegocio.