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BRICS, G20, G7, OTAN, Asean, Mercosur… son algunos de los tantos bloques que dan cuenta de la complejidad actual del mundo. Pero, ¿Quién manda? ¿Hay un único líder? Parece que el mundo gira hacia un nuevo concierto internacional. 

La frase “Nuevo Orden Mundial” es casi un cliché, cuando se habla de conspiraciones y demás hierbas. Sin embargo, hay una realidad y es ineludible. A medida que avanzan las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales, se va modificando el armado geopolítico, y consigo nace una nueva era de alianzas y dominios globales. 

Estamos en una era rupturista. La desglobalización comenzó a plantearse desde la crisis subprime del 2008, que arrancó en Estados Unidos y se terminó decantando a todo el mundo. Desde ese entonces, y a medida que pasaron los años, grandes bloques fueron encolumnándose para formar un nuevo orden. Esa conformación política actual recibe el nombre de multipolaridad o multilateralismo. Significa el fin de la globalización como entramado político y estadio del capitalismo. Más allá de eso, el multilateralismo no significa un retorno al comunismo o a ese tipo de confrontación propia del siglo XX. Esta es la era del “todos comercian con todos”, donde la impersonalidad política interna no significa barreras de comercio o tratados bilaterales. Por ejemplo, no hay problema que Bolsonaro, un anticomunista confeso, haya establecido lazos estrechos con la China pseudo comunista de Xi Jinping y viceversa. Ese ejemplo da cuenta del multilateralismo. 

La superación de la globalización también significó el fin de la hegemonía estadounidense en cada parte del globo. Esto no significa que Estados Unidos siga siendo la economía más grande e influyente del mundo, con el ejército más grande e imponente. Sino que abre caminos hacia un nuevo sistema de alianzas. Por citar un caso, el BRICS con las nuevas incorporaciones de Argentina, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto, Irán y Emiratos Árabes Unidos ya acumula un aproximado al 30% del PBI mundial. Este es el caso del gran bloque contrahegemónico que, tras la caída del Unión Soviética, nunca pudo hacerle competencia al monstruo del Tío Sam, referenciado por el G7 y la OTAN.

Asimismo, actualmente se está llevando a cabo una nueva cumbre del G20 en India. El anfitrión es uno de los líderes del BRICS y una de las economías emergentes de mayor crecimiento en el último tiempo. En este caso, es un G20 polarizado. Justamente, el crecimiento del BRICS y la falta de manejo férreo en las potencias occidentales genera rispideces a la hora del nuevo concierto geopolítico mundial. Estados Unidos cuenta con algunas falencias económicas y con una política exterior muy cuestionada de la mano de Joe Biden, más el opositor Trump que está siendo acusado legalmente de haber manipulado el resultado de las elecciones 2020. A eso se le suma la Unión Europea que perdió a Gran Bretaña en el Brexit y con la salida de Angela Merkel del poder, parece ser que no consigue un representante a la par de las potencias orientales. 

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El G20, en este Nuevo Orden Mundial, tiene la misión de revelar los pergaminos para una nueva economía mundial. La misma, según dictan las experiencias recientes, dista de la polaridad capitalismo – comunismo. Sino mas bien, se trata aquí, de economías mixtas, con un Estado fuerte pero que privilegie la generación de excedentes por sobre una intervención exhaustiva, sacando de plano la experiencia de China. Las asimetrías también son parte del nuevo concierto. Países africanos comenzaron un proceso de primavera anticolonial, principalmente golpeando los intereses de Francia. Si esto decanta en gobiernos proteccionistas y que puedan nacionalizar sus recursos, el sur global cuenta con nuevos grandes aliados y el posible resurgir de una zona históricamente postergada. 

El “miedo” de Francia está a la vista de todos. En realidad, el de Occidente en sí, por no poder controlar este Nuevo Orden Mundial. Desde las tierras de Macron salió a la luz la teoría de un “nuevo Yalta” que deja a las potencias occidentales afuera del panorama, poniendo el eje en Brasil, China y Rusia. A eso hay que sumarle un artículo que salió hace algunos días de Dugin, el asesor y filósofo del Kremlin, muy cercano a Putin. El mismo se titula “Escatologías de un mundo particular” y habla de una división en 7 grandes regiones: 1) Occidente (EE.UU., la UE y sus vasallos, entre los que se encuentra, por desgracia, el otrora orgulloso y original Japón); 2) China (+Taiwán) con satélites; 3) Rusia (como integrador de todo el espacio euroasiático); 4) India y su zona de influencia; 5) América Latina (con un núcleo de Brasil+Argentina); 6) África (Sudáfrica+Etiopía, con Malí, Burkina Faso, Níger, etc., saliendo de la influencia colonial francesa, etc.). 7) Mundo islámico (en ambas versiones, Irán chiíta, Arabia Saudí suní y EAU). 

En base a estas regiones propuestas por Dugin, el mundo se enfrenta a un nuevo tablero geopolítico. Esta atención también se posó sobre la delegación China en Asean quien habló directamente en una nueva Guerra Fría. ¿Qué de cierto tiene esto? El enfrentamiento en mercados y definiciones geopolíticas entre Occidente y el BRICS ya puede estar en marcha, sumado a la guerra en Ucrania donde las potencias se juegan sus intereses de manera indirecta y el pueblo ucraniano es el rehén, parece ser el Vietnam del siglo XXI.  Sin embargo, China llamó a evitar esta reedición de la Guerra Fría que, en su momento, enfrentó a EEUU y la URSS por sus modelos políticos y económicos (capitalismo vs comunismo). Hoy en día la disputa es por quien acepta y puja por un Nuevo Orden Mundial y por quien se aferra a la globalización. 

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Antes de terminar, me parece interesante tomar una reflexión de Dugin acerca de Argentina. El apartado dice lo siguiente: “… Además, junto con Brasil de habla portuguesa, Argentina de habla hispana, otra potencia fuerte e independiente, se unió a los BRICS7 Incluso a mediados del siglo XX, los teóricos de la unificación sudamericana en un gran espacio consolidado -principalmente el general argentino Juan Perón y el presidente brasileño Getúlio Vargas- consideraban que un acercamiento decisivo entre Brasil y Argentina sería el primer acorde de este proceso. De lograrse, el proceso de integración de la ecumene latinoamericana sería irreversible. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora en el contexto de la adhesión de las dos principales potencias de Sudamérica, Brasil y Argentina, al club multipolar.”

Es este el momento en que los leones dormidos o adormecidos por su verdugo puedan rugir en este Nuevo Orden Mundial, el cual, lejos de ser una conspiración, es una realidad. Esto está sucediendo y es geopolítica en estado puro, 

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