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Nuevos registros de cóndor en el Pleistoceno de Buenos Aires

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Los materiales de este animal fueron encontrados por una expedición conformada por personal del Museo Paleontológico de San Pedro “Fray Manuel de Torres”, que incluyó a José Luis Aguilar, Julio Simonini, Javier Saucedo, Matías Swistun, Bruno Zarlenga y Bruno Rolfo. En una pequeña lomada,  en el Establecimiento la Paloma, ubicado en la costa del Río Paraná en las cercanías de San Pedro, Bruno Rolfo llegó a avistar los restos del antebrazo, en rocas cuya antigüedad ronda los 30.000 años antes del presente.
Los cóndores hoy en día se encuentran restringidos a dos especies: el cóndor andino (Vultur gryphus) y el cóndor de California (Gymnogyps californianus), que se encuentran en peligro de extinción y sobreviven en áreas montañosas de Norte y Sudamérica. Los fósiles del cóndor de San Pedro se suman al hallazgo de otros cóndores extintos como Pampagyps imperator y Geronogyps reliquus, que indican que este grupo de aves presentaba una distribución geográfica pasada mucho más amplia que la actual, incluyendo las pampas, las selvas brasileñas y ambientes costeros a lo largo de América.  
Hace aproximadamente 10.000 años, la mayor parte de esas especies de cóndores se extinguieron, y las que aún sobreviven quedaron restringidas a los ambientes andinos. La súbita extinción de estas aves ha sido adjudicada a su vez a la extinción de la megafauna, cuyos cadáveres proveían de alimento a estas aves carroñeras. Sin embargo, los investigadores creen que otros factores pudieron ayudar a dar el puntapié final que culminó en la extinción de los cóndores gigantes que dominaron los cielos en la Era del Hielo.
La imagen muestra todos los huesos encontrados del nuevo cóndor.
En primer lugar, los investigadores aún no están de acuerdo con qué factor extinguió a los grandes mamíferos de la Era del Hielo, hace unos 10.000 años. Posiblemente los cambios climáticos, y la acción conjunta de los primeros cazadores humanos hayan sido los responsables de esa extinción. Los grandes mamíferos, más vulnerables que los pequeños a los cambios ambientales, habrían sufrido de manera drástica cualquier cambio climático. Las aves de gran tamaño, al igual que los megamamíferos, tienen varias limitantes: requieren más alimento, por lo tanto necesitan mayores territorios, tienen densidades poblacionales naturalmente bajas, y una menor cantidad de crías pero con mayor tiempo de cuidado por parte de sus progenitores. Asimismo, son especies de desarrollo y crecimiento lentos. Todas estas características posiblemente hicieron a las aves gigantes del Pleistoceno más frágiles ante cambios drásticos en sus ambientes.
La imagen muestra en detalle fragmentos de la ulna (A,B) y el radio (C,D).

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