Paz en Ucrania, ¿utopía o realidad?
El ocaso de una guerra que puso los ojos del mundo en Europa del este podría comenzar a visualizarse. Al menos, el máximo líder de Rusia, dejó a entrever que esta posibilidad está latente.
Putin fue claro, y aclaró que existe una vía para que las hostilidades entre rusos y ucranianos en suelo de los últimos, principalmente, llegue a su fin. El mandamás del Kremlin fue tajante al declarar que, si Ucrania acepta las nuevas fronteras post guerra que pretende Rusia. El famoso territorio en disputa, el Donbás, concentrado precisamente sobre el este ucraniano, es el sitio que desvela a Putin hace poco más de dos años, cuando esta “operación militar especial” comenzó y se transformó en el conflicto que mantiene en vilo a gran parte del mundo.
Esas nuevas fronteras comprenden a zonas de vital importancia como Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Cabe destacar que estas regiones pasaron por un proceso de anexión mediante un referéndum por de más dudoso, en cuanto a sus cifras, amedrentamiento o inclusive tendencia hacia la amenaza para que los pobladores voten a favor de Rusia. Este hito tuvo lugar a finales de septiembre de 2022, dando como resultado más del 90% a favor de unirse al país dirigido por Putin.
Además de esto, según el lado ruso, el conflicto tuvo como una de sus génesis a la protección de los ruso – parlantes en la zona del Donbás. De hecho, desde 2014, cuando se da la anexión de Crimea a Rusia, Ucrania comenzó un proceso de extensión de su presencia coercitiva a través de instituciones y de las fuerzas armadas y de seguridad en el este. Según Rusia, la consecuencia de esto fue la persecución y el aumento de hostilidades contra los ucranianos que adoptaron costumbres rusas, su idioma, y otras cuestiones que hacen a la identidad, y que rozan las diferencias entre Estado y Nación.
Sea como sea, la salida de Putin, aparentemente, es que reconozcan a esos territorios como rusos, achicando la geografía ucraniana. Si eso pasa, según el líder ruso, será el fin de la guerra.
La opción de la paz
Zelenski fue severo en varias ocasiones, durante el transcurrir de este conflicto. Para Ucrania no hay nada que negociar en cuanto al territorio y la partición de su país. Lo que plantearon desde un principio fue por la defensa legítima de las regiones en disputa, con fuerte incentivo económico y bélico de países occidentales, puntualmente de Estados Unidos.
Uno de los panoramas, el principal para los ucranianos es, inclusive con la recuperación de territorio. No solamente la defensa del Donbás, sino que agregar la posibilidad de una fuerte incursión en Crimea para poder tomar nuevamente el control de esta zona clave en cuanto a la movilidad estratégica y económica de la zona. En 2014, Rusia se apoderó de Crimea, despojando a Ucrania de esta región prioritaria. Con el transcurso de los acontecimientos, parece que esto es prácticamente imposible.
Otro de los puntos es volver a las fronteras previas a la incursión militar rusa en 2022. Significa que Crimea seguirá en manos de Rusia, pero el Donbás, actualmente en disputa, seguiría siendo ucraniano. Este plano es bastante considerable, entendiendo las partes que se puedan acordar, inclusive manteniendo una posible tutela compartida por las cuestiones étnicas que hacen a la particularidad de esta zona, como el lenguaje o el sentido de pertenencia por un país u otro.
Si termina la guerra, ¿Quién gana?
En el juego de dominador y dominado, entre narrativas de vencedores vencidos, siempre hay lugar para comprender cuales son los intereses ampliamente conseguidos por un lado y por otro. Si Rusia consigue la anexión del Donbás, no solo gana territorio, sino que amplia su zona de influencia con Ucrania. Además de eso, en términos económicos, la Unión Europea podría ganar. Esto se expresa por la posibilidad de restablecer lazos comerciales con el gran emporio energético ruso, el cual padeció desde el arranque del conflicto por las multas y sanciones internacionales ejercidas. Si esto se levanta, la Unión Europea vuelve a tener gas ruso.
En términos políticos la cosa cambia. Si Rusia consigue la anexión del Donbás como fin de la guerra en Ucrania, Europa demuestra su faceta de mayor debilidad y sumisión, ante una guerra desgaste que evidentemente funcionó para la Kremlin, y que llevó a que el viejo continente se arrodille ante sus proclamas. Políticamente, incluso, puede marcar el principio del fin de la hegemonía europea y marca el proceso del dominio ruso del poderío en esa zona del mundo.
Para Estados Unidos, si esto termina como planteó Putin, tampoco sería algo bueno. Primero porque invirtieron un dineral tremendo para el ejército ucraniano y todo para perder el territorio en disputa. Luego, en cuestiones meramente políticas, se lleva puesto al Partido Demócrata. Biden basó la mitad de su gestión en una política internacional que desde el vamos fue fallida, acrecentando el descontento popular en el seno estadounidense por los propios problemas internos y fronterizos del país norteamericano. Esto allanaría el camino para que Trump se lleve un triunfo más cómodo en las elecciones de lo que podrían plantear previamente.
Esta situación nos lleva rápidamente a pensar en Ucrania. La pérdida de territorio y de la guerra en si, podría arrastrar a Zelenski y sus jerarcas al ostracismo de la historia, como el mandatario que mandó a morir a los ucranianos contra un ejército de elite como el ruso, que además contaba con mercenarios de guerra y armamento nuclear. Abre también el camino a una posible investigación interna y externa sobre los manejos de la cúpula bélica, cuestionada en varios momentos por corrupción. Sin embargo, no todas son pálidas.
Hay una posibilidad de sacar algo bueno de una hipotética derrota, según el planteo de Putin. Ucrania deberá afrontar tiempos de profunda reestructuración política y sobre todo económica, entendiendo que tiene un mega endeudamiento con Estados Unidos. Si arreglan esto y reafirman las instituciones democráticas, Kiev podría, en unos cuantos años, estar presto a ingresar a la Unión Europea y a la OTAN, si Rusia no lo impide nuevamente.
El fin de una guerra es un hito festejable, sin lugar a dudas, pero abre un duro camino de reconstrucción que dejará heridas que no sanarán jamás. Rusos y ucranianos de a pie que fueron a combatir por intereses de sus jefes. Algunos de ellos no perdieron la vida, pero perdieron todo lo que hace a la vida: familia, amigos, hogar y paz. Si esto se termina bajo el panorama que sea, Europa deberá replantearse si seguir considerando un enemigo acérrimo a Rusia o si la cooperación es algo innegable, y, por otro lado, Estados Unidos quizás deba pensar que el Destino Manifiesto ya no opera con total claridad en un mundo multipolar como el que actualmente vivimos.