Diseñando la yerba del futuro
La sequía del verano pasado provocó una pérdida estimada en el 30 por ciento de las plantaciones jóvenes de yerba mate y provocó daños en otras plantaciones. Nadie se anima a aventurar que haya sido el peor verano. Las cerealeras estiman una pérdida de 34,8 por ciento en los volúmenes de producción del trigo por efecto del calor, las sequías y las heladas del invierno. El cambio climático llegó para quedarse y hay que prepararse para enfrentarlo. En eso está la empresa Pindó SA, que comenzó a diseñar de plantines resistentes a condiciones adversas, principalmente los relacionados al clima. Para llegar a los objetivos propuestos, los profesionales de la empresa seleccionaron plantas de diferentes puntos de la cuenca yerbatera que cumplen altos estándares de rendimiento y calidad de producto. La ciencia al servicio de la producción.
“En el vivero de Pindó nos hemos propuesto trabajar, dentro de nuestro programa de mejoramiento genético en yerba mate, en seleccionar dentro de nuestros materiales, las plantas que resulten tener más resistencia a condiciones adversas, principalmente del clima”, explicó a Economis el responsable del vivero de la empresa, el ingeniero Luis Bóveda.
Esta propuesta surge, en parte, en respuesta a la problemática de sequías que sufre el sector yerbatero durante los veranos de la región. Es por esto que, esta selección de individuos resistente a la sequía, pasó por una última revisión durante el período estival correspondiente al 2021/21. “La selección se hizo dentro de nuestros materiales selectos y también en plantaciones comerciales, observando principalmente cuales eran las plantas que no perdían hojas y que no mostraban síntomas de deficiencia hídrica”, indicó el ingeniero.
“Consideramos que este comportamiento podría estar relacionado con una posible resistencia al estrés por sequía”, agregó y señaló que estas plantas serán evaluadas en rendimiento durante los próximos años, algo que les permitirá determinar otros comportamientos ante situaciones climáticas desfavorables.
La selección genética de los materiales se realizó en cinco puntos de toda la cuenca yerbatera, seleccionando un número de hectáreas determinado y una selección de una determinada cantidad de plantas en cada uno de los sitios. “La características que los mejoradores observaron en cada una de las regiones eran calidad y rendimiento en kilos de hoja de verde de estas plantas selectas”.
Los mejoradores contaban con una grilla donde registraron el número de ramificaciones, cantidad de brotación por ramificaciones, el diámetro y el largo de los brotes dominantes, la cantidad de brotaciones por brote dominante, además de una serie de características que consideraban que apuntaban a altos rendimientos en kilo. También se observó las características de las hojas, tomaban muestras y hacían el pesaje de las mismas, para tener otros parámetros que apunten principalmente, que es el objetivo principal, al rendimiento en kilos de hoja verde.
“Al haber seleccionado materiales en diferentes zonas de la cuenca yerbatera, es decir, al norte de la Provincia, en el centro, en el sur y al norte de Corrientes, tenemos diferentes morfotipos de plantas en nuestros materiales. Hay plantas que tienen hojas más grandes, con buen peso, hay otras que tienen menor tamaño de hojas, pero mayor cantidad de hojas. Pero uno de los principales puntos que se observaron, fue la cantidad de brotación que generaban estos materiales”.
El trabajo de ensayo sobre los materiales duró unos 15 años, donde se evaluaron año a año, observando el rendimiento de cada planta. A su vez esto permitió también evaluar resistencia a diferentes condiciones agroecológicas y de manejo de plagas, enfermedades, exceso de lluvias, sequías. Entonces, se fueron eliminando y quedaron los mejores materiales que han resistido a todas estas situaciones y que permiten hoy tener, después de quince años, los mejores materiales dentro del programa de mejoramiento genético en yerba mate.
“Durante los quince años de ensayos que nos hemos propuesto seguir a cada uno de nuestros materiales, evaluando la cantidad de kilos de rendimiento por planta, hemos llegado a un valor anual de siete kilos y medio por planta”, detalló Bóveda y agregó además que, durante estas observaciones identificaron materiales que están por encima de este valor, por lo que tomaron la decisión de avanzar en una segunda etapa del programa de mejoramiento con el armado de un huerto semillero. “Con esto, en el mediano o largo plazo, podremos tener materiales superiores a los que obtuvimos en esta primera etapa del programa”.
Los productos mejorados, obtenidos a través del trabajo realizado en los últimos años, tendrían como destino a todos los productores de la cuenca yerbatera que se abastecen de los viveros de Pindo SA. Es por esto, que el programa no se limita en el mejoramiento del crecimiento de la planta, sino que también en la detección del comportamiento de las plantas a diferentes métodos de cosechas.
“Lo que observamos en nuestros materiales bajo estos dos métodos (manual y mecanizado), es cómo responden después de la cosecha a la brotación y qué volumen de follaje generan luego, qué forma toma la copa. Es decir, en la cosecha mecanizada buscar que la copa tome una forma más ancha y así identificar estos morfotipos que mejor se adapten a los diferentes tipos de cosecha que se usan en nuestros yerbales y así cubrir las necesidades o los objetivos de cada uno de los clientes”.
Al haber hecho quince años de seguimiento en estos materiales seleccionados fue posible observar muchos comportamientos, no sólo rendimientos, sino cómo pasaron a diferentes condiciones durante varios años, a diferencia de cultivos anuales que normalmente los procesos suelen ser muchos más cortos, o sea que su tiempo de producción es mucho más corto.
Pasado este tiempo, se seleccionaron de los cinco puntos de toda la cuenca yerbatera, una cantidad de 443 plantas que conformaron la población inicial seleccionada. De esta población base, realizaron diferentes selecciones de las mejores familias, donde fueron elegidas las 39 mejores, para llevar adelante los ensayos instalados en tres lugares diferentes de la cuenca yerbatera y que estuvieron bajo seguimiento durante quince años, observando principalmente el rendimiento en kilo de hoja verde por planta, por año.
“En este tiempo que determinamos nuestro ensayo de progenie se midió el rendimiento de cada individuo y obtuvimos el resultado de 7,5 kilos de hoja verde por planta, por año en promedio”, reiteró Bóveda.
El vivero de Pindó SA trabaja, actualmente, en una segunda etapa del programa, donde tienen como base a los resultados obtenidos durante estos años. “Se seleccionaron 159 genotipos que rindieron en promedio diez kilos de hoja verde por año, con estos ejemplares seleccionados, se conformó un área productora de semillas, para lograr la obtención de plantines para ofrecer al mercado en un futuro, plantines con un potencial genético mucho mayor que el programa anterior”, finalizó Bóveda.
Fotos: Gentileza Pindo SA