Piratas, ¿go home?

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Malvinas es ese tema sensible del que todos hablan o escudan como artefacto nacional, pero que poco indigna cuando sucede un atropello diplomático o geopolítico, algunos hasta inclusive lo desconocen. Argentina volvió a ser rehén de esto.

El nefasto David Cameron, canciller británico, visitó las Islas Malvinas con casi ninguna crítica o reproche de las autoridades nacionales argentinas. Más que una simple ironía de Mondino, el intento de ministro de relaciones exteriores que tiene nuestro bello país, y nada más. Claro está que hubo comentarios de gobernadores y políticos de la otra parte del arco ideológico, pero el silencio ante semejante burla diplomática es condenatorio. 

Cameron, además, se paseó como “pancho por su casa”. El político de mucho expertise habló con la prensa, con los lugareños e inclusive dejó arreglos florales. Asimismo, dejó una frase dolorosa y contundente: “Las islas serán británicas por siempre”. Un verdadero baldazo de agua fría a las pretensiones de soberanía nacional y a quienes amamos nuestra patria. 

Un dato que no se puede dejar pasar por alto es que desde el 2016, no hubo un canciller británico que ponga sus ilegales pies en Malvinas. ¿Es casualidad que haya sido durante el gobierno de Macri eso? En la geopolítica no existen dichas casualidades, todo es interés. Si hay algo que hay que saber reconocerle a los británicos es que tiene un olfato para oler la sangre cipaya y apátrida. En ese sentido, son especialistas. Y claramente, el gobierno de Milei es de su paladar. De hecho, el actual presidente tuvo odiosas alabanzas a la asesina Margaret Thatcher, la premier que encabezó la ofensiva británica en Malvinas y que dejó 649 muertos en total, contabilizando prácticamente la mitad en el hundimiento del ARA General Belgrano. Su (ex)amigo, José Luis Espert, declaró en varias oportunidades que el asunto Malvinas no está en su agenda y que sería un gasto innecesario, como si se tratase de una simple partida presupuestaria, que, dicho sea de paso, también desprecian desde el oficialismo. 

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Con todo este panorama, es imposible pensar, primero en los familiares de quienes perdieron la vida en las islas, de los ex combatientes, de los movilizados y de quienes perdieron la vida tras su paso por la guerra, debido a traumas y heridas psicológicas sociales. Además de eso, en la injuria a la cual incurren al darle la espalda a nuestra historia y sobre todo a entregarse en bandeja de plata a las pretensiones imperiales. Es cierto, no vamos a ir a una guerra nueva contra Gran Bretaña por las islas, pero el reclamo y el posicionamiento como representantes del Estado es necesario, ¿por qué? Básicamente porque no hay ningún país que haya podido crecer o concentrar el poder internacional sin el respeto a su soberanía y sus territorios. Los mexicanos continúan reclamando por Texas, los españoles por Gibraltar, los irlandeses por la reunificación, y así sucesivamente. Eso, sumado a conflictos que tienen al territorio como punto fuerte: Ucrania con el Donbass e Israel y Palestina con Gaza. Además de la creciente tensión entre China y Taiwán por la autonomía o no de la isla.

Hay que sumarle que el territorio de Malvinas y las islas del sur son la puerta de ingreso a la parcialidad argentina en la Antártida, como así también el comodín para la exploración marítima. Ese amplio territorio no fue explorado en su totalidad, ni por asomo. Lo que nos lleva a la duda de entender que quizás es una futura zona de explotación productiva. 

Este panorama es triste pero verdadero. Al gobierno nacional no le importa una agenda nacional por y para los argentinos. El presidente Milei se interesa en un conflicto que no es nuestro y que, rezando a todos los santos, deseamos que no lo importe a Argentina: el conflicto palestino – israelí. Mientras, pasea a funcionarios estadounidenses por el balcón de la Casa Rosada y busca importar recetas de control social, su pueblo se empobrece por su propia decisión y los gobernadores aúnan fuerzas para evitar un cataclismo social.

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Por otro lado, pensar en que los carroñeros británicos continúen poniendo sus ojos sobre Malvinas y que, cada vez que haya un gobierno sin ansias de construcción nacional, refuercen su presencia, es la respuesta más clara para saber donde se encuentran posicionados nuestros representantes en la brújula ideológica. No hace falta un máster para denotar eso, simplemente basta con el simple hecho de saber que en los intereses no hay mentiras, allí se desnudan las verdades, por más duras que sean. 

Si desde unas simples líneas en una nota, uno puede denotar esta situación, ¿por qué hacen oídos sordos los representantes de la Nación? Alguien que no ama a su patria no puede amar a nadie, o simplemente, ¿no la ven?

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