Que florezcan mil flores: la nueva rebelión universitaria en Estados Unidos, de Vietnam a Palestina

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Un día pasó, casi sin esperarlo, casi de sorpresa, pero con la certeza de que el mundo está cambiando. Los universitarios de Estados Unidos volvieron a reclamar a su país que no se meta más en guerras. 

Estudiantes y militantes de la Universidad de Columbia en Nueva York y de la Universidad de California en Los Ángeles, encabezaron una protesta que atrajo los ojos del mundo. Cientos de ellos decidieron tomar el campus de las casas de estudios. Portando banderas de Palestina y slogans en contra de la guerra en Gaza, estos jóvenes elaboraron un “plan de lucha” contra las premisas internacionalistas del gobierno de Joe Biden en el marco de un apoyo rotundo a Israel.

Por más de una semana, las cámaras de medios estadounidenses y de otras partes del mundo fueron testigos de un movimiento que no sucedía hace años en esas latitudes. La respuesta de las autoridades fue tajantemente represiva. 

En ese sentido, el accionar policial fue escalonado, desde pedir el abandono del sitio y de las protestas hasta el desalojo de las instalaciones educativas, intentando devolver el control a las autoridades. 

Está claro que la situación es de vital importancia para el estado centralizado. El hecho de repeler estas manifestaciones tiene un eje clave. No solamente el de aminorar la proliferación de discursos anti Israel, sino además el de evitar un efecto dominó. Esto quiere decir, que la búsqueda de no replicar estas situaciones en otras universidades es una de las claves de esta decisión.

Gaza, una causa mundial

Algo que demuestra esta situación en las universidades estadounidenses es que los conflictos geopolíticos nunca son exclusivamente de las regiones en puja y, además, que la información en categoría instantánea es el motor para generar movimientos un tanto inesperados en zonas donde no suele suceder. 

La situación de la extensión de este conflicto simbólico por Gaza no es algo nuevo. Desde hace más de 200 días, cuando comenzó este conflicto, distintas partes del mundo comenzaron a posicionarse. Marchas pro Palestina tuvieron lugar en Europa, América y Asia, la mayoría de ellas autoconvocadas. Por otra parte, hubo posicionamientos oficiales. Turquía, de la mano de su mandatario Erdogan fue crítico con Israel y no paró de ahondar en apoyo al pueblo palestino. Esta dinámica fue replicada en gran parte de países árabes y musulmanes. Paralelamente, y de manera más reciente, Colombia, representado por su presidente, Gustavo Petro, decidió romper relaciones diplomáticas con Israel. Estas acciones son claves para comprender el movimiento de las alianzas geopolíticas. También en defensa de Tel Aviv hubo manifestaciones y pronunciamientos oficiales, entre ellos el de Estados Unidos, quizás el más importante y determinante de todos.

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Esta situación habla de ambas partes. Por un lado, de la importancia de los acontecimientos globales, los cuales ya tienen protagonismo en cada parte del mundo, por la cuestión simbólica o ideológica e inclusive por la económica. Todo conflicto que se arrastre por Medio Oriente puede ser un punto de debilidad absoluta para el resto del mundo. Gran parte del comercio marítimo pasa por esa zona y lo que es aún más sensible, el petróleo. Gasoductos, oleoductos y la producción petrolera en general, se ubica por allí. Cuando tocan los bolsillos, todos gritan.

Además de ello, está la situación mediática. Las redes sociales son grandes armas de propalación de discursos, así como también de formas de mostrar, inmediatamente, lo que sucede en cualquier parte del mundo, con un acceso libre, casi en su totalidad. Plataformas como X (Twitter) han colaborado enérgicamente para que nos enteremos casi en tiempo real lo que sucede en Gaza, y allí también, anexado, la proliferación de discursos. Jóvenes occidentales que apoyan a Hamás sin conocer en profundidad sus acciones terroristas contra el pueblo israelí y el palestino, y otros negando en absoluto la presencia invasiva israelí en Gaza contra los civiles. Posiciones opuestas que solo encuentran fanatismo. 

La síntesis de esta situación es que nadie es ajeno ni neutral de manera total a lo que sucede en el mundo.

¿Nuevo Vietnam?

No, no tiene que ver con una guerra que pierda Estados Unidos ni con la popularidad de tremendas canciones de The Rolling Stones, sino con la manifestación como motor joven. Durante la década de los 60’s y parte del principio de los 70’s, la población juvenil estadounidense se mostró sumamente contraria a la decisión de política exterior belicista de su país en el sudeste asiático. Los verdaderos “hippies” mostraron su descontento con la guerra mediante la música, diversas intervenciones sociales y desde el “flower power” en las universidades. En esos años, los estudiantes de nivel superior, en gran parte, dejaron de lado el terror del macartismo y uniéndose en un grito de paz.

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Quizás los hippies no cambiaron en su totalidad el rumbo político de Estados Unidos, como si lo hicieron con el arte, pero dejaron sembrado una semilla que a la Casa Blanca hasta el día de hoy le hace ruido. Las protestas “pacíficas” o protestas positivas, teniendo como slogan la anti – guerra es producto de la década de los 60’s y que no se había visto con tal impacto en otros momentos.

La comunidad educativa organizada y sobre todo los jóvenes, son la preocupación mayor de Estados Unidos. La extensión de estas protestas son un peligro para la construcción del poder político en esa parte del mundo. Una población poco politizada como fue la estadounidense en las últimas décadas es algo propicio para la construcción del poder bipartidista que tiene la Casa Blanca. La politización de las nuevas generaciones puede decantar en una crisis de ese sistema que jamás cuestiones el occidentalismo, siendo EEUU, el gran bastión occidental en cuanto a lo político, económico y cultural. 

Hoy en día, el mundo tiene muchas inquietudes. Las redes sociales ayudan a que esas dudas no se disipen con facilidad y obtengan versiones múltiples de un mismo hecho. El cambio es tan brusco que se puede llevar puesto a la propia idiosincrasia de un país que pareciera inquebrantable, como lo es Estados Unidos. Sin embargo, la ruptura ya está en marcha y la batalla cultural ya está dada. Mi intención no es decirles que está bien o que está mal, sino que el mundo de la globalización total que conocíamos desde hace 30 años, no solamente cambió, sino que las nuevas generaciones se están devorando a la vieja globalización y con ella, cambios profundos de parecer. En donde las universidades tomadas por movimientos pro Palestinos ya no están en Latinoamérica, exclusivamente, sino que la lucha organizada parte de Estados Unidos.

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