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Reelección con final abierto en Paraguay

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El anuncio del presidente Horacio Cartes, de no buscar un segundo mandato, no desactivó sin embargo el proyecto de Enmienda para incluir la figura de la reelección en la Constitución paraguaya, que viene agitando una tormenta política desde al año pasado, y que se cobró ya la vida de un dirigente juvenil en la violenta noche del 31 de marzo pasado.
Esta semana, el cartismo hizo valer sus votos en Diputados, y junto a sus aliados coyunturales, el luguismo y la disidencia liberal, ingresaron el cuestionado proyecto y lo remitieron a la Comisión de Asuntos Constitucionales, que lo revisará el martes próximo. 
Todo el mundo esperaba que, tras la famosa carta de Cartes al arzobispo de Asunción, y el posterior mítin partidario, donde el Presidente se reafirmó en su decisión de no ir por el rekutú (reelección, en guaraní), el proyecto de Enmienda constitucional no viera la luz del día siguiente, pero sus parlamentarios lo acogieron como si nada hubiera pasado.
 
A lo “López Piolita”
De hecho, lo de Cartes hasta ahora es visto como una “renuncia con piolita”, como cuando el súper ministro de Fernando Lugo, Miguel López Perito, renunció a la Jefatura de Gabinete argumentando que no quedaba hilito que lo conectara con el gobierno, pero regresó unos días después, convertido ya en “López Piolita”, el mote con que lo bautizaron los medios por el acto fallido. 
Esta semana, en la Junta de Gobierno del Partido Colorado, frente a una audiencia que colmó el local, Cartes ensayó un discurso que tuvo, por momentos, frases por lo menos llamativas, como cuando insistió con la idea de que el próximo Presidente saldría de ahí, y que sean quienes fueran sus opositores, tendrían que vérselas con él en las elecciones del año que viene.
Es cierto, el cartismo no muere con Cartes, y sea él o no el candidato, es casi un hecho que vencerá en las internas partidarias y dará batalla en las elecciones generales de 2018. 
El trámite dado al proyecto reeleccionista en Diputados, describe un escenario incierto. El final, puede ser todavía distinto de lo que la oposición quisiera. La votación del martes en Diputados, fue una demostración de fuerza: 44 a favor, y 28 en contra, más dos abstenciones. Todavía puede pasar cualquier cosa, incluso que el repliegue de Cartes en el tema sea cierto, y que solo estén buscando una salida decorosa.
Hay voces, incluso del mismo bloque enmiendista, que adelantan que el proyecto está muerto y que mandarlo a comisión fue nada más que seguir la formalidad. Desde el luguismo, nucleado en el Frente Guasú, prácticamente tiraron también la toalla. El senador Carlos Fillizola, vocero importante, señaló que acompañar la Enmienda fue un “reaseguro” para la candidatura de Lugo, pero que el ex presidente “no tiene impedimento constitucional” para volver a postularse en 2018.
La mitad de la opinión ventilada en relación al tema, sostiene que el artículo 229 de la Constitución es muy claro y que ningún ex presidente puede volver a postularse “en ningún caso”. La otra mitad, atrincherada detrás de la denominada “Tesis Fariña”, en alusión al abogado de Lugo, Marcos Fariña, opina que la Carta Magna se refiere a mandatarios en ejercicio, lo que no alcanza a Fernando Lugo, ni a ningún otro ex presidente, como su antecesor Nicanor Duarte Frutos, e incluso Cartes si renunciara, por lo menos, seis meses antes de las elecciones.
 
Realismo guaraní
En un escenario político como el paraguayo, hasta podría ser probable que Cartes no descarte echar mano de la sui generis interpretación constitucional de Fariña, después de todo su validez, o no, lo decidirá la Corte Suprema de Justicia. Y la Corte siempre ha sido incondicional al oficialismo, y más si ese oficialismo y sus aliados tienen los votos suficientes para descabezarla. Es una visión que suena a ficción política, pero que en Paraguay podría ser realismo guaraní.
Un acercamiento, si es que ya no lo hay, entre el luguismo y el nicanorismo, la vertiente “progresista” colorada de Duarte Frutos, podría sumar respaldo al aventurado Plan B que el Frente Guasú se ve obligado a seguir frente a la popularidad de su máxima figura, el ex obispo de San Pedro, una región campesina emblemática en la lucha por la tierra en Paraguay, a quien todas las encuestas le dan una intención de voto del 50% para las elecciones del año que viene. 
Duarte Frutos, ya intentó reelegirse en su momento y, paradójicamente, fue el mismo Lugo quien lideró la oposición a la iniciativa en 2006, y venció al Partido Colorado en abril de 2008. No se descuenta que Duarte Frutos esté entusiasmado con la idea de regresar al poder. 
Lógicamente, que esta estrategia volverá a tropezar con los sectores que hoy se oponen a la Enmienda constitucional, el oficialismo liberal y el puñado de agrupaciones nucleadas en la concertación Avanza País. Y es probable que otra vez sea Horacio Cartes quien decida, sea o no candidato. La Corte, fallará en su dirección. La última vez que lo hizo, hace muy poco, lo habilitó para una nueva emisión de bonos de deuda, sin necesidad que el tema pasara por el Parlamento, un fallo que ha sido visto como “anticonstitucional”, puesto que estaría violentando el principio de la división de poderes consagrado en la Constitución. 
También, es probable que nada de esto ocurra, que por fin Cartes haya despertado a la realidad, advirtiendo que todos los sondeos de intención de voto lo ubican muy abajo, y que contra Fernando Lugo no tendría oportunidad. Esto es lo más desconcertante de la enmienda reeleccionista impulsada por Cartes: sus pocas posibilidades de ganar. Según las encuestas, Lugo les gana a todos. Por eso, se entiende también la desesperación del liberal Efraín Alegre y sus aliados. El escenario que los favorece necesita dejar afuera a Lugo. 
 
Lugo, sí
Mientras tanto, el luguismo articula desde esta semana la campaña “Lugo, sí”, con la pretensión de terminar de instalar la candidatura del ex presidente. El año pasado, la oposición y el oficialismo colorados consiguieron que el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) fallara contra el Frente Guasú, considerando “publicidad engañosa” a las publicaciones y mítines donde se hacia referencia a la reelección del ex mandatario. El luguismo, apeló a la Corte, y el tema todavía está ahí.
El fallo de la justicia electoral fue categórico en señalar como “anticonstitucional” la reelección. Debió haberle mostrado lo endeble de la teoría de su abogado, pero Lugo siguió haciendo “campaña”, con agenda propia y visitando reuniones de la oposición liberal, donde aparecía junto a Blas Lanzoni, Gobernador del Departamento Central, a quien se presentaba como su acompañante en una eventual chapa, de una eventual alianza opositora para 2018.
Su condición de “favorito” en la preferencia del electorado, su origen campesino, su ministerio católico en una zona que conoce de persecución y muerte en la lucha por la tierra, y que lo encontró muchas veces acompañando protestas; su gobierno, que si bien no fue “revolucionario” en los términos “bolivarianos” que muchos de sus seguidores hubieran querido, tuvo una clara impronta de inclusión social y soberanía; su destitución, resultado de una conspiración que, incluso, orquestó una masacre campesina, cuya trama se mantiene oculta hasta hoy, hacen de Lugo el enemigo más cercano de los grandes grupos económicos dueños del país.
La batalla contra la Enmienda, lo tiene como blanco principal de los medios hegemónicos y figuras mediáticas opositoras, incluidos viejos aliados suyos, como el mismo Alegre, el pemasista Camilo Soares, y el socialdemócrata Rafael Fillizola, todos ministros de su gobierno, y todos con causas pendientes por supuestos hechos de corrupción. 
Los tres, además, tienen sus propias aspiraciones políticas. Alegre, quiere ser Presidente. Ya lo intentó en 2013, contra Cartes, con Fillizola justamente como compañero de chapa. Soares, busca imponer al intendente de Asunción, el periodista Mario Ferreiro, que también perdió contra Cartes en 2013, como cabeza de una alianza opositora, en una jugada destinada también a la supervivencia de su propio espacio político, sin posibilidades en un escenario con Fernando Lugo de candidato.
 
Yankis come home
La visita de Francisco Palmieri, secretario adjunto para asuntos hemisféricos del Departamento de Estado norteamericano, sobre quien teóricamente recayó la “decisión” de Cartes de renunciar a la reelección, fue una clara “señal” de la intervención norteamericana en la crisis política paraguaya. No se dijo, por supuesto, que la preocupación estadounidense no es la Enmienda, ni la reelección, sino la posibilidad cierta de que Lugo pueda volver al poder, tal como señalan observadores mentados en la materia, como el reconocido politólogo, escritor y periodista argentino, Atilio Borón, que estuvo esta semana en Asunción y además se manifestó a favor de la enmienda constitucional.
Lo curioso del caso, es que ninguno de los referentes de la izquierda opositora a la Enmienda constitucional, especialmente los nucleados en el Pmás, que se declara “marxista leninista antiimperialista”, hayan considerado injerencista la visita del diplomático norteamericano en medio de la crisis política, más aún cuando sus referentes condenan a diario el “intervencionismo norteamericano” en Venezuela, Siria y Afganistán.
Seguramente, lo que pase con el proyecto de Enmienda la semana que viene en Diputados, servirá también para terminar de ubicar la agenda de Palmieri en Asunción. En cualquier caso, un hombre del Departamento de Estado no viene porque sí al patio trasero del Imperio. Y mucho menos en un ambiente de convulsión, donde está en juego una parte del proyecto que Estados Unidos tiene planeado para la región.

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