Rodrigo Yelin, el argentino que trabaja en Estados Unidos en una nueva súper vacuna contra el Covid

Su primera carrera fue Ciencias Biológicas. Después hizo un doctorado y master en bioquímica y empezó a trabajar en biotecnología en Israel, adonde pasó casi 30 de sus 49 años, se casó y fue padre de dos varones

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Suma Politice – Dice que decidió lucir a lo Kojak desde muy joven, a los 23 o 24 años, cuando una calvicie heredada de un tío materno lo amenazó cada vez más decididamente. Para ese entonces ya hacía varios años que vivía en Israel, adonde fue a estudiar ni bien terminó el Poli en Rosario, su ciudad natal, cuando tenía apenas 17. “No, no era el típico bocho —dice el científico Rodrigo Yelin en una entrevista con Suma Política por zoom desde Estados Unidos, donde vive ahora—. Creo que me aburría en prescolar y les hacía demasiado lio, así que después de unos meses me pasaron a primer grado y  egresé un año antes”.

Su primera carrera fue Ciencias Biológicas. Después hizo un doctorado y master en bioquímica y empezó a trabajar en biotecnología en Israel, adonde pasó casi 30 de sus 49 años, se casó y fue padre de dos varones: Elai (12) que es un nombre bíblico, uno de los soldados del rey David y Agam (9) que significa “Lago”.

Pero el destino y el deseo de su mujer —también científica— de hacer un postdoctorado en neurobiología en los Estados Unidos lo llevaron a San Diego, al sur de California, donde al tiempo de llegar se empleó en Arcturus Therapeutics, una empresa especializada en biotecnología. Cuando surgió la pandemia, la empresa inició el desarrollo de una vacuna contra el covid-19 que promete aportar al menos tres características diferenciales respecto de las ya conocidas: será una única dosis (ya que con una cantidad mucho menor de las que se utilizan en otras vacunas promete lograr una respuesta inmune igual o mayor); será un polvo liofilizado, seco, que demandará el frío de un freezer común para su mantenimiento y se podrá adaptar más fácilmente a las nuevas variantes que aparezcan del virus.

Rodrigo Yelin, que nació cerca del Parque Independencia, explica que la vacuna en investigación está próxima a iniciar la fase 3 de los ensayos clínicos y su eficacia se testeará en distintos países sobre más de 15.000 participantes. La empresa que la produce emplea a 130 personas y tiene acuerdos con otras firmas en EE.UU. y Europa para llevar adelante la elaboración y distribución. Todo indica que verá la luz después de mediados de año.

Autoreplicante y monodosis

Mientras Rodrigo Yelin relata aspectos de la investigación que lo entusiasman muchísimo, dice que está muy cerca de Rosario a pesar de la distancia. Allí viven tíos, primos y amigos. Los compañeros del Poli comparten un grupo de WhatsApp donde hablan de sus andanzas, logros y problemas, y el biotecnólogo asegura que también él recibe mucho afecto y apoyo cuando relata en qué andan sus investigaciones o cómo está su vida, tan lejos.

Compartió con sus ex compañeros los resultados de un trabajo recientemente realizado en ratones, en el que la vacuna de Arcturus mostró lograr altos niveles de anticuerpos y fuerte respuesta celular. Particularmente, de los anticuerpos que se unen con más fuerza a la proteína spike, que es la que cubre la superficie del SARS-CoV-2, se “pega” a una enzima presente en muchos tejidos humanos (llamada ECA2) y facilita así la entrada del virus a sus células. Los ratones sobre los que se realizaron las pruebas están genéticamente modificados y tiene el mismo receptor ECA2 que las personas. La vacuna que desarrollaron protege completamente a los ratones transgénicos cuando éstos son expuestos a altos niveles del virus SARS-CoV-2. También se han publicado trabajos similares en monos, con muy buenos resultados.

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“La vacuna no utiliza el virus sino un desarrollo biotecnológico que requiere una cantidad muy pequeña de este ARN autorreplicante —añade— y con eso generás mucho más. Con la vacuna de Pfizer-BioNTech o de Moderna, el ARN desaparece a las 24 o 48 horas, por eso causa una reacción inmunológica pero hace falta que unas semanas después se aplique un refuerzo para reimpulsar una reacción mucho más fuerte. En este caso, como es autorreplicante, la proteína spike queda más tiempo en el cuerpo y logra una poderosa reacción que permite que con una sola dosis se consiga un alto nivel de inmunidad. La tecnología que usamos se llama Self Transcribing and Replicating RNA, cuya sigla es STARR”.

“Hay casos en humanos, como mostraron varios trabajos, de personas que se superpusieron a la enfermedad sin desarrollar anticuerpos —agrega—. Por eso un aspecto clave es la respuesta celular. En ratones la vacuna tiene una acción muy fuerte sobre la estimulación de esta respuesta celular inmune, es decir, en el desarrollo de células que reconozcan a su vez células infectadas, que parece tanto o más protagónica que la respuesta de los anticuerpos neutralizantes frente a la inmunidad”.

Rodrigo Yelin dice que siempre le apasionó viajar. De muy jovencito, recorrió toda Sudamérica con un par de remeras, un par de jeans y algunas mudas de ropa en la mochila. “Pase un año viajando. Argentina de punta a punta, Bolivia, Ecuador, Chile, Brasil, Perú —recuerda—. Después, ya casado, nos fuimos con mi esposa a África, India, Nepal, Camboya, Tailandia, Vietnam, Laos. Los dos somos muy andariegos. El año pasado Laura, mi mujer, pasó de la neurobiología a las artes plásticas. Empezó a pintar y hace cosas muy pero muy buenas”.

Nuevamente traído desde el amor conyugal al terreno de la vacuna, el científico explica que las pequeñísimas nanopartículas de ARN “viajan” dentro de un lípido que tiene una doble función: proteger al ARN e ingresar dentro de las células para cumplir con su acción. El sistema de delivery desarrollado por la compañía se llama Lunar y tiene una característica más: es redosable, es decir, se adapta a contener distintas dosis. Apenas hacen falta 5 microgramos de vacuna para lograr lo que en el caso de la de Moderna se consigue con dos dosis de 100 microgramos o con dos dosis de 30 microgramos en el caso de la vacuna de Pfizer. Eso permitirá con mucha menos cantidad de principio activo inocular a más personas y sólo hará falta una dosis.

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“Además, continuamente hay nuevas variantes del virus, y es un tema que preocupa a los investigadores —añade el experto rosarino—. Por eso esta tecnología también nos permitirá adaptar con mayor facilidad nuevas versiones de la vacuna que protejan contra variantes desconocidas. En el mercado existe una vacuna monodosis, que es la Johnson & Johnson, pero difícilmente pueda lograr una respuesta inmune apropiada si hubiera que adaptarla a una variante diferente del SARS-CoV-2, algo que no sucedería con nuestro ARN autorreplicante”.

De Polonia a Villa Trinidad

Rodrigo Yelin admite que se considera más israelí que argentino porque pasó más de la mitad de su vida viviendo en ese país. Como todos, o la gran mayoría, hizo el servicio militar y después formó parte de Defensa Civil. “Sí, claro, participé de momentos muy complejos —recuerda—. En Israel, estar en el frente o en Defensa Civil es prácticamente lo mismo, con algunos kilómetros de distancia. Los misiles van y vienen. La batalla es cotidiana y está al nivel de la población en general. ¿Si es difícil? Seguro. Pero hay una canción que se pregunta cómo pueden existir esos pueblos que viven a la vera del volcán. Y… la gente se acostumbra. Cada uno se acostumbra a su realidad”.

Además, agrega, Israel es un país muy pujante, ”hay mucha solidaridad, hay un proyecto de país. Estamos todos en el mismo barco. No es que se salva uno, es un país pequeño y todos van al ejército, te toca a vos, le toca al hijo del otro. Todos conocemos a alguien que perdió a alguien, un hermano, un hijo, un primo, cualquier persona, eso te hace más parte de la comunidad como país”.

Cada vez que vuelve a Rosario regresan las viejas historias del primer ascendiente que llegó al país, su abuelo, que en ese momento venía de Polonia pero que hoy lo haría desde Bielorrusia, porque las fronteras del este europeo se han corrido con frecuencia. “Mi abuelo fue a vivir a Villa Trinidad, el pueblo donde nació mi papá. Allí viven ahora el hermano de mi papá y su familia. Cada vez que vuelvo a la Argentina voy allí. Mi abuelo vino a trabajar en un negocio que con el tiempo fue suyo. Era un almacén de ramos generales que vendía desde aceite pasando por botas, harina y azúcar por peso. Había latas enormes. Para mí es un oasis dentro de la Argentina. Para mi esposa son San Juan y Mendoza, porque es cuyana”.

Lo que sí asegura Rodrigo Yelin es que los rosarinos, fuera del país, son rosarinos antes que argentinos. Y se ríe. “Hay mucho orgullo por la ciudad y por la gente. Yo me acuerdo que de pronto iba la selección de fútbol a Israel y además de la camiseta argentina siempre aparecían también la de Newell’s y la de Central. Así somos los rosarinos: una clase aparte”.

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