Se recibió en Misiones, trabajó con un premio Nobel y patentó un enorme avance en regeneración hepática

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Matías Caldéz es cordobés, pero se siente tan misionero como cualquiera. Aquí se formó y la tierra colorada se le quedó pegada en el alma. Hizo la licenciatura en Genética en la Universidad Nacional de Misiones y esa carrera le abrió las puertas al mundo. Un día después de recibirse ya estaba viajando a Singapur, donde inició una brillante carrera.

“Siempre me gustó la investigación desde niño. Me eduqué en las escuelas públicas de Marcos Juárez, fui a la primaria y a la secundaria allí, cuando estaba en tercer año me empezó a interesar la investigación. Buscando en aquel momento vi en internet, que era más rudimentario que ahora, la carrera de Licenciatura en Genética, que yo sabía que existía en Argentina, aquí en Posadas y en Morón. Hablando con mi papá y mi mamá decidimos que venga acá, porque la de Morón era privada y yo vengo de una familia de escasos recursos. Entonces ellos no podían pagar la facultad privada de Morón. En el 2004 vine a rendir el preingreso y me mudé en el 2005 para empezar Genética”, recuerda.

Y ahí empieza tu vida en el laboratorio…

Sí, inicialmente yo quería estudiar genética para un sueño de joven…, Cuando no se tiene mucha experiencia, uno se enfoca en uno mismo: Quería generar un transgénico en una compañía internacional y quería volverme millonario y tener mucho dinero. Pero después conocí a una profesora de química orgánica, que es la ingeniera Nelly Valdez, que hace muchísimo trabajo de actividad comunitaria y un día me llevó a un barrio, donde la gente había sido relocalizada del río. Después hicimos mucho trabajo en el hospital de Pediatría. Un caso muy importante que cambió mi vida para siempre, fue el de un niño que tenía meningitis y era de Oberá, los padres medio que lo habían abandonado y el cuidador de un campo lo había traído aquí a curar. Cuando vi ese amor de una persona que no conocía a este niño dije: ‘Esto es lo mío, voy a dedicarme toda mi vida a tratar de resolver enfermedades como la de ese niño’. Ahí decidí cambiar eso de ser un millonario, quería vender todo mi potencial para que la humanidad salte a ese nivel que necesitamos.

Pasa tu vida académica, lograste el título, que ahora volviste a buscar. ¿Ahí empiezan a sonar los teléfonos?

No, no, creo que siempre, creo que el camino se construye, una persona busca lo que quiere y lo construye. En 2011 yo quería tener una experiencia internacional y mucha gente viaja generalmente a los Estados Unidos o Europa. Para mí, en ese momento no compartía con Estados Unidos las ideas políticas internacionales y con Europa me parecía que era muy similar, quizás muchos tenemos familias que vinieron de generaciones de Europa y me imaginaba que era lo mismo. Entonces, contacté la embajada de China, a través de un programa de inspiración que mostraba a Hong Kong, de edificios muy bonitos de Discovery Channel, así que contacté a la embajada china porque quería irme a China. Ellos me respondieron que hubiese sido mejor viajar a un país que tenga cultura asiática, pero que tenga habla en inglés, porque me dijeron ‘venir acá, acostumbrarte a la comida, al lenguaje, a la vida es muy distinto, así que anda a donde hablen inglés’. Ahí busqué y ellos me recomendaron viajar a Hong Kong o Singapur. Hong Kong medio que se conocía por lo que pasó en 97 que devolvió, pero de Singapur no tenía la más pálida idea de dónde estaba. Busqué en internet literalmente: “Singapur Molecular and Cell Biology”, qué es biología celular y molecular y me salió el Instituto Molecular y Celular de Singapur, así que vi todos los profesores que estaban y había un profesor que se llamaba Philiph Caldéz, y como mi apellido es Caldés, en aquel entonces dije bueno las estrellas se están alineando. Así que mandé un mail y el me dijo que Singapur ofrecía becas para estudiantes para que pasemos una pasantía de 6 meses, que después podíamos seguir nuestro doctorado ahí. Mandé esa beca, me pasó lo mismo con Hong Kong, con una profesora que se llama Nancy Ip, que es muy reconocida, que trabajó en Harvard, así que pensó que la interacción era muy similar. Me ofrecieron ambas becas. Cuando viajé, fui a Hong Kong a ver cómo se vivía y viajé a Singapur para ver cómo se vivía, decidí quedarme en Singapur porque había menos gente, en Hong Kong estaba superpoblado, había muchísima gente, yo pensé literal que si vivía un año ahí mi expectativa de vida ahí se iba a reducir 5 años. Así que en Singapur estuve 6 meses primero con esa beca de pasantía que se extendió 3 meses más, que fue en el 2012, en el 2013 empecé el doctorado y allá estoy.

¿Cuántos idiomas hablas?

En Singapur hablan inglés, inicialmente es el idioma inicial, hablan un inglés modificado con lo local que se llama singlish, pero todos hablan en inglés, sobre todo en el área de la ciencia. Pero cuando estaba en Singapur empecé a estudiar chino-mandarín, sobre todo porque yo creo que es el idioma del presente futuro. El inglés quedó como en la década pasada, las personas ahora están buscando hablar chino, por el crecimiento de China el conocimiento del idioma es muy beneficioso. Ahí estudié chino, que no hablo fluidamente pero sé la comunicación básica. En 2018 cuando terminé mi doctorado, me fui a especializarme a Japón, entonces aproveché que conocía chino y empecé a estudiar japonés, más de supervivencia, porque en Japón no se habla en inglés. En Singapur tienen cuatro culturas, así que hablan en inglés, chino, malayo y tamil, que es de la India. Dependiendo de qué familia tienen su linaje hablan inglés y ese otro, inglés y chino, inglés y malayo.

¿Cómo fue la reacción de tus padres cuando dijiste me voy a Singapur? 

Mi papá es gomero, mi mamá es maestra. Mi mamá…Creo que uno de los valores más importantes de los padres es apoyar a los hijos desde el amor y la libertad. Mi mamá lo primero que me dijo fue ‘¿Singa qué?’Ahí le comenté que era un lugar del sudeste asiático, que estaba en crecimiento y que tenía una oportunidad y me dijo ‘¿Qué hay que hacer?’ y se arremangaron todos, porque la beca no me cubría el pasaje. Así que, entre tías, tíos, vecinos, abuelos pusieron todos un poquito y me fui para allí. Después fue a visitarme en 2017, cuando me recibí de doctor y ahí entendió por qué había elegido.

Lográs el Philosophical Doctor, tenés patentes. Te especializaste en el hígado, en ese contexto ¿cuándo empezás a estudiar este órgano?

En 2013 cuando empecé la beca del doctorado, el laboratorio había tenido un subsidio muy importante para regeneración hepática. Un 30 por ciento del hígado puede regenerarse. La regeneración hepática, la regeneración del hígado es diferente a otro tipo de regeneración por muchas cosas que llevan mucho tiempo de explicar. Lo importante es que estábamos estudiando qué es esencial para que el hígado se regenere, entonces yo descubrí unas moléculas muy importantes para que se regenere el hígado y eso se presentó en muchos lugares científicos importantes y tuvimos muchos premios importantes. Pero mis estudios iniciales fueron en la licenciatura en genética. Entonces cuando yo supe cuáles eran esas moléculas, dije cómo puedo modificar esas moléculas para que una persona que tiene el hígado enfermo pueda regenerar su hígado sin la necesidad de una cirugía. Cuando viajé a Japón, tuve una beca para estudiar ese aspecto, en el cual todo lo que descubríamos en el laboratorio teníamos que diseñar un producto para ayudar al paciente. Eso era lo que yo quería hacer desde chico, así que para mí era el momento más especial para demostrar todo el potencial.

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Una cosa no menor, es que vos estás en países donde la salud pública no existe.

Sí, la salud pública es difícil, es verdad.

Entonces ¿Ahí entra lo humanitario?

Es verdad, claro. Cuando yo estaba en Japón trabajaba la mitad de mi tiempo en la sala de cirugía con los pacientes, con todo lo regulado y la mitad del tiempo en el laboratorio, llevaba las células de los pacientes al laboratorio y trabajaba allí. Es verdad, que la salud pública es de otro sentido, pero buscaba terapias más económicas para los pacientes que quizás era la motivación.

Ese sentido humanitario que te despertó esa profesora acá en la UNAM. ¿Cómo llega a tu vida ese premio nobel con quien trabajaste?

Shih Tzu Akida, es uno de los profesores más conocidos, él es inmunólogo en Osaka. Nosotros nos encontramos en Singapur en una conferencia. Yo quería viajar a Japón porque es uno de los centros de investigación más cercanos a Singapur. Le comenté mi trabajo, así que él me ofreció esta beca de entrenamiento para hacer que me contrataran como investigador, porque era una beca muy particular. Fue todo muy rápido, lo conocí en noviembre de 2017, él me mandó los papeles, fui a visitarlo en diciembre de 2017 y en el 2018 viajé a Japón para empezar a trabajar. Su laboratorio era gigante, eran como 50 personas, la gran mayoría obviamente japoneses, pero había algunos chicos de otros países. Con él trabajamos en producir el producto para sanar estos hígados, lo que hicimos es agarrar un montón de japoneses, sacar sus biopsias del hígado y las analizamos. Soy genetista inicialmente, entonces vimos cuáles eran los genes que eran característicos en un japonés enfermo y cuáles eran las características en un japonés que no tenía el hígado enfermo. Entonces, una vez que supimos cuáles eran esos genes, lo que hicimos fue ver dónde estaba enfermo el gen. Y generamos un gen que era sano dentro de un virus, sacamos la parte viral para que no infecte al paciente y el gen sano lo inyectamos a ese virus. Entonces, cuando inyectamos ese virus a un paciente, el virus por la sangre viaja, se mete al hígado y cura ese gen que está enfermo a través del gen nuevo. Eso es lo que se llama terapia génica. Eso está todo en preclínico, por supuesto que no lo pasamos eso al paciente primero, hay toda una metodología, utilizamos modelos de animales como ratones, ratas. Y quedé como descubridor de todo ese mecanismo y ellos están haciendo toda la parte de comercialización y trabajo. Es importante que se empiece a trabajar en Argentina también, porque muchos de los centros más relevantes del mundo, los investigadores cada descubrimiento que hacen tratan de generar un producto, porque muchos de los fondos provienen de los fondos públicos, no solamente en Argentina, sino en todo el mundo. Por lo tanto, es una ética o una moralidad del investigador generar un producto que se comercialice, una vez que ese producto se comercialice, el Estado va a generar un montón de dinero que se devuelve a la investigación. 

Es una manera de devolver el dinero que el Estado puso para la investigación…

Sí, eso es lo que se conoce como economía del conocimiento, generar productos de mucho valor agregado, para generar una cantidad de valor económico elevado.

¿Qué te trae a Misiones nuevamente, a propósito de la economía del conocimiento? ¿Con qué Misiones te encontraste después de tanto tiempo, de tantos años?

Yo siempre digo que me considero 60% misionero y 40% marcosjuarense, pero que no me escuchen los de Marcos Juárez porque me matan.

Ni la tonada cordobesa te quedó…

Tengo una tonada totalmente destruida pero no importa, de todas maneras en Marcos Juárez no hablamos como en Córdoba Capital. Encontré a un Posadas hermoso, me considero una persona que prioriza las relaciones humanas y de todos los lugares donde estuve, me parece que en Posadas la gente tiene una afectividad muy importante. Vine principalmente a visitar a mis amigos, y tengo una amiga muy especial que se llama, la doctora Daiana Sanabria, que cuando ella supo que venía me preguntó si podía motivar a los estudiantes a seguir una carrera científica. Y trabajamos con ella desde la Agencia de Innovación Misionera.

¿Qué recomendarías a un chico que está frente a la decisión de qué estudiar?

Elegir una carrera es parte de la pasión, es difícil poder estudiar algo por lo que no sentís pasión. Cuando uno toma algo que no es de la pasión en la vida, tiene que hacer como un gráfico, en el que uno es el esfuerzo que se necesita, el otro es el beneficio. Lo mejor es el mayor beneficio, con el menor esfuerzo, porque eso es parte de tu pasión, lo haces naturalmente. A mí me gusta ayudar mucho, por eso todo lo que sea humanitario es innato, la pasión es un valor innato mío, cuando uno estudia algo tiene que hacer ese cuadrante. Es el mayor beneficio, con el menor esfuerzo. 

¿Qué opinás del auge de la Inteligencia Artificial?

Ls robots pueden reemplazar absolutamente todo el conocimiento, porque le da ese conocimiento. Hoy en internet hay un acceso al conocimiento muy grande, pero las emociones nunca van a ser reemplazadas. Entonces desarrollar la inteligencia emocional, cómo hablar a un amigo nuevo, cómo hablarle a un amigo en distintos ambientes, cómo respetar, cómo detectar los sentimientos y las emociones, trabajarlas y expresarlas, ese es el desarrollo más importante para cualquier profesional, no importa la carrera.

¿Y considerás que desarrollar esas habilidades blandas desde la niñez, entiendo que significa un cambio de paradigma en la educación tradicional porque yo no sé si en la escuela te enseñan que tu salud mental esté tan bien como tu salud, tu psiquis, en las matemáticas, en la lengua?

Claro, lamentablemente yo no soy un profesional con conocimientos que me avalen, pero desde mi experiencia creo que hay que normalizar hablar de temas de salud o inteligencia emocional, especialmente para ayudarnos a nosotros y crear una comunidad más saludable, limpia y con condiciones higiénicas. Porque si no estamos entrenando a niños y niñas que son muy inteligentes, hablan lenguas, saben ciencias, hablan lenguas y después no saben cómo aplicar eso y realmente es como un desperdicio del potencial humano. Porque todo eso lo puede hacer un robot, pero cuidar al prójimo, un robot no lo puede hacer. Entonces, eso es lo que hay que priorizar. Enseñar la compasión, la empatía, creo que desde las escuelas, no quiero ser como un gurú que da consejos, sino que hablar desde la experiencia, normalizar ese tipo de diálogos creo que es muy saludable para los niños.

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¿Considerás que el robot va a reemplazar al trabajo, al empleo?

Ya lo está reemplazando, no a todos. Los procesos se pueden automatizar muy fácilmente, desde la administración de un hotel, hasta los bancos, todo eso se puede automatizar. Ahora, ¿cómo hace una persona para hacerse relevante en una industria? A través del aprendizaje continuo y nuevamente, brindar ese extra que el humano tiene que no lo puede reemplazar una máquina, que es el conocimiento emocional.

Ahora tenemos un montón de accesos a la información, un montón de accesos al entrenamiento constante, si una persona lo quiere hacer lo hace, desde dónde sea. Yo ahora estoy estudiando francés, después del título más alto que se recibe en la academia, porque a mí me gusta la cultura, me gusta hablar, me gusta comunicarme. Entonces es el entrenamiento continuo y es lo que ayuda a las personas a estar en un estado más elevado. En países como Singapur utilizan eso, porque en inicio era un país muy muy pobre, que tenía los índices muy bajos, entonces lo que ellos hicieron es pasaron por fases, a medida que pasaban las fases, pasaron por la fase de producción, trajeron muchas fábricas. Entonces las personas eran técnicos en las fábricas. Después utilizaron toda esa estructura o el avance económico que trajeron las fábricas y empezaron a entrenar a sus profesionales. Entonces ahora en vez de ser técnicos ya eran licenciados o ingenieros, después los siguieron entrenaron. Entonces a medida que avanza la economía, las personas siguen siendo relevantes porque se entrenan. Entonces, hoy Singapur es uno de los ejemplos como países de la economía del conocimiento, que sobrepasó a países como los Estados Unidos. Singapur es una isla estado muy chiquita, comparado con un país de 500 millones de personas. Entonces, eso es cómo las buenas políticas pueden ayudar al avance de la sociedad.

Volviste después de años a Misiones, insisto con esta pregunta, y te encontraste con que Misiones es la primera provincia start up del país, con que, apuesta a la economía del conocimiento, que tiene una escuela secundaria de innovación, con una escuela de robótica, creo que hasta a mí me sorprende y no me fui a ningún lado ¿Te sorprendió, consideró que es normal que debería haber ocurrido, o que es atípico a lo que ocurre en la Argentina?

No, no me sorprendió para nada porque la gente de Misiones tiene una calificación muy alta, tienen universidades, tienen estructura, quizás la infraestructura está en desarrollo, la comunicación está en desarrollo, no la comunicación entre las personas, sino con los otros centros, no solamente nacionales, sino internacionales. Todos los países que han tratado hacer esos hub del conocimiento, una de las cosas más importantes que se enfocan es en la conexión internacional, cómo atraemos el talento foráneo que vengan a entrenarnos o los retenemos. Eso hablábamos ayer, esto es importante, porque es algo que quizás Misiones tendría que sentirse orgullosa. Yo soy cordobés, pero me siento más misionero que cordobés, eso es algo que muchos países no pueden hacer y eso es innato acá. Porque la persona de Misiones tiene ese qué sé yo, que nos hace sentir tan conectados. La licenciatura en genética trae chicos de todo el mundo, esos chicos quieren volver siempre, tan siquiera a visitar, eso no pasa ni siquiera en Singapur, qué es un país muy evolucionado económicamente, que tienen que invertir un montón para atraer recursos humanos y retenerlos. Misiones, al menos Posadas lo hace sin ningún esfuerzo. Eso creo que ustedes tienen que capitalizar ahora, para para evolucionar esa sociedad del conocimiento.

Dejamos la educación y nos vamos al ámbito laboral, las Start up, estas formas de ganarnos la vida, este cambio también si se quiere en el paradigma laboral del mundo, porque dejamos de querer pertenecer a una gran compañía a fundar nuestra propia start up, a ser nuestro propio jefe, cómo ves esa realidad en el mundo, ¿Cómo la ves acá?

El mundo está pasando por una crisis interesante, no solamente la económica, sino de la estructura, de cómo se trabaja, a partir del Covid, muchas estructuras que conocemos se empezaron a desarrollar. Y es bueno, para las generaciones futuras para que puedan descubrir su potencial. Ahora cuando vienen al emprendedurismo, yo creo que los emprendedores siempre son innatos, yo creo que Argentina tiene particularmente muchísimos emprendedores, se ve desde el chipero, que es un emprendedor que quiere estar mejor, hasta los CEO de compañías importantes. Entonces, empezar un emprendimiento nuevo necesita un montón de soporte, no solo de soporte a la persona de conocimiento, sino a la infraestructura y al conocimiento. Yo pienso que el emprendedor es innato, es una persona que quiere estar mejor siempre va a buscar las maneras de hacerlo. Pero hay técnicas que pueden hacer que una comunidad sea emprendedora, hay muchos modelos, hay muchas economías han tratado muchos modelos, eso está en internet, así que las personas que quieran empezar una compañía pueden hacerlo. Pero creo que la infraestructura y el soporte de la legislación es esencial.

¿En algún momento te gustaría volver?

Me gustaría volver a la Argentina, me quedan muchos años todavía, yo me considero un ciudadano global, pero de Argentina son mis raíces. A mí me gusta llevar eso argentino y mezclarlo con otras cosas, con otras culturas a dónde voy. Así que creo que volver, acá tengo mi pasaporte así que en algún momento tendré que volver.

¿Cómo haces con el mate?

Antes de venir a Misiones no tomaba mucho mate, pero acá me hice muy matero y tererero. Allá es difícil conseguir yerba, pero hay una compañía australiana que distribuye una yerba, pero es brasileña. Entonces, en vez de tomar porque es muy caro, tomo mate una vez por semana. Así lo estiro, o lo mezclo mucho con lavanda, para relajarme y así lo estiro, porque puedo comprarme 300 gramos como mucho, porque es muy caro. 

Entrevista, Francesco Magri.

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