¿Superliga? Un torneo que baja la calidad cada semestre

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Los clubes exportan jerarquía, pero no se refuerzan de la misma manera. México fue la liga desde la que más jugadores llegaron. Los que vinieron desde España lo hicieron desde la segunda división. El mercado de pases cristaliza la realidad del fútbol argentino.
Desde el partido entre River y San Lorenzo que cerró la última temporada hasta que Vélez y Newell’s vuelvan a abrir el viernes la Superliga habrán pasado 88 días de receso. No sólo hubo un Mundial en el medio. También un mercado de pases que cristaliza la realidad del fútbol argentino: cada seis meses los equipos se devalúan. La balanza comercial entre lo que los clubes venden al exterior y lo que deciden incorporar da, a primera vista, un resultado negativo en cuanto a la calidad de los futbolistas.
El viernes 14 de junio, justo antes de que Rusia y Arabia Saudita pusieran en marcha el Mundial, el dólar se disparó: subió casi dos pesos y pasó el límite de los 28. Eso marcó las negociaciones de los clubes argentinos en los últimos dos meses: 107 de las 159 incorporaciones que hubo hasta este fin de semana en los 28 planteles fueron de jugadores que ya estaban en clubes nacionales. “El mercado está muy raro. Jamás me imaginé que Racing iba a ofrecer hasta 7 millones de dólares por un jugador (Lucas Zelarayán) y no iba a alcanzar. No es fácil convencer a un jugador que venga a Argentina. No hay que olvidarse que hubo una devaluación muy fuerte”, contó el entrenador Eduardo Coudet la última semana. Las cinco ligas que más futbolistas aportaron entre los que llegaron desde el exterior son México (12), Paraguay (8), España (6), Chile (5) y Uruguay (5). Con una aclaración: de los seis que llegaron de España, cinco llegaron de Albacete, Málaga, Granada y Almería, equipos de la Segunda División.
Si a modo de ejemplo se armara un equipo con las mejores ventas al exterior y otro con los mejores que llegaron al fútbol argentino, la diferencia de jerarquía queda clara. Por un lado: Juan Musso (Udinese, Italia); Martín Nervo (Santos Laguna, México), Germán Conti (Benfica, Portugal), Nehuén Paz (Bologna, Italia), Marcelo Saracchi (Leipzig, Alemania); Santiago Cáseres (Villarreal, España), Iván Marcone (América, México), Brahian Alemán (Al-Ettifaq, Arabia Saudita); Ignacio Pussetto (Udinese, Italia), Lautaro Martínez (Inter, Italia) y Nicolás González (Stuttgart, Alemania). Por el otro: Gabriel Arias (Unión La Calera, Chile); Iván Piris (Monterrey, México), Guillermo Burdisso (León, México), Carlos Izquierdoz (Santos Laguna, México), Lucas Rodríguez (Veracruz, México); Emanuel Cecchini (Málaga, España), Marcelo Díaz (Pumas, México), Pablo Hernández (Celta de Vigo, España); Ezequiel Cerutti (Al Hilal, Arabia Saudita), Gustavo Bou (Tijuana, México) y Zé Turbo (Inter, de Italia).
El promedio de edad del primer equipo es de 23,4 años. El del segundo, de 27,2. En líneas generales los clubes exportan sus mejores productos e incorporan lo que pueden: cuando eligen élite, muchas veces son jugadores que ya pasaron la barrera de los 30 años, como el caso de Pablo Hernández en Independiente y Marcelo Díaz en Racing. “Cada club saca sus conclusiones, si es mejor o peor el mercado de pases. Nosotros estábamos obligados a vender para equilibrar las finanzas del club y eso condiciona. Cuando un club está con deuda -explica Pablo Cavallero, ex arquero de la Selección y actual mánager de Vélez- sale un jugador de 10 millones y no podés reinvertir lo mismo hoy por hoy. Eso va condicionando”. El club de Liniers, además de perder a Mauro Zárate, vendió al mediocampista Santiago Cáseres en casi 10 millones de euros al Villarreal de España. Se reforzó pero sin nombres de mucho peso: Jonathan Ramis (Belgrano), Alexander Domínguez (Colón), Lucas Hoyos (Instituto), Gastón Giménez (Estudiantes) y Pablo Galdames (Unión Española, Chile). “Desde que llegamos nosotros hemos vendido por 20 millones y hemos incorporado. Pero la idea es disminuir la deuda del club y ordenar las finanzas”, explica Cavallero.
Huracán fue otro de los clubes que vendió bien en este receso: Pussetto se fue al Udinese a cambio de 10 millones de dólares, cifra récord para el club, y Nervo al Santos Laguna, por 2,5. “Cuando uno vende al exterior, lo que tiene que hacer es tratar de capitalizarse con jugadores que después tengan valor de reventa. Obviamente un jugador del exterior gana más y es más complicado traerlo. Nosotros estamos en un proceso de consolidación del fútbol y apostamos ahí. No será así a largo plazo”, explica Luis Sasso, vicepresidente de Huracán, que se reforzó a préstamo con Carlos Auzqui, Iván Rossi, David Drocco y Lucas Gamba y compró el pase de Omar Alderete, Juan Garro y Saúl Salcedo. El Globo jugará la Copa Libertadores 2019.
No será fácil el regreso al fútbol doméstico después de lo que fue la aventura del Mundial de Rusia. Volverá la pasión, tal vez el sabor de sentir que lo que se vea en los estadios sea más cercano, más real. Pero la calidad de juego será otra. Ni siquiera estarán Lautaro Martínez, Pussetto o Nicolás González, algunos de los que aportaron su cuota de talento en la última temporada. Queda el consuelo de que hace algunos años ellos aún no asomaban en Primera. Como parte del ciclo, aparecerán nuevos talentos que también durarán poco.

River toma prevenciones

David Martínez -central, zurdo, 20 años- renovó el contrato en River con una cláusula de rescisión de 15 millones de euros. Todavía no jugó ni un minuto en Primera: fue al banco solo una vez en la Superliga, ante Talleres, por la fecha 7. No es un caso aislado, sino que es una política del club, una modalidad para proteger a sus jugadores. O, cuanto menos, de revalorizarlos ante la chance de una venta al exterior.
Martínez acaso es el nombre menos conocido entre los que extendieron el vínculo con el club y, a la vez, establecieron un monto alto de rescisión. Gustavo Montiel fue el último en prolongar el contrato hasta junio de 2021 y con una cláusula de salida de 20 millones de euros. Lo firmó el viernes. Antes del Mundial, Gonzalo Martínez, Ignacio Fernández y Lucas Martínez habían renovado bajo la misma lógica. La decisión de blindar a los jugadores se tomó después de la ida de Lucas Alario al Bayern Leverkusen. Fue el caso que marcó un mojón en River.
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