A través de dos disposiciones publicadas hoy en el Boletín Oficial se introdujeron modificaciones en el Manual reglamentario que incluyen ajustes en los cálculos de nutrientes críticos y restricciones en la publicidad
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) introdujo modificaciones en el Manual de Aplicación de la Ley de Etiquetado Frontal, que desde mayo pasado se encuentra completamente en vigor. La medida, —que se introduce a partir de dos disposiciones publicadas hoy en el Boletín Oficial— afecta el cálculo de agregados de grasa, azúcares y sodio y la publicidad de los productos. La norma se verá reflejada en los próximos días, cuando las fábricas comiencen a distribuir los alimentos rotulados según las nuevas pautas.
Fuentes oficiales aseguraron a Infobae que con las disposiciones 11378/2024 y 11362/2024, que modifican el Manual de Aplicación de la Ley N°27642 y el Decreto 151/22, se busca “adaptar” la normativa a estándares internacionales y “mejorar la información nutricional” disponible para los consumidores.
Los mismos voceros dijeron a este medio que la nueva reglamentación continúa basada en el perfil nutricional establecido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), pero introduce un cambio clave: el cálculo de nutrientes excesivos, como grasas, azúcares, sodio y calorías, indicados únicamente los ingredientes añadidos durante la producción, no los intrínsecos de los alimentos.
Así, por ejemplo, los alimentos con numerosos componentes, como una mermelada de naranja deberá informar cuánto azúcar se incorpora en su elaboración, más allá del azúcar presente de forma natural en la fruta. La fuente consultada por Infobae sumó otro ejemplo: en el caso de los frutos secos envasados, dijo, que antes podían tener etiquetas de advertencia debido a sus grasas naturales, con la nueva normativa, alimentos como almendras o maní podrían recibir sellos de “exceso de sodio” o “exceso de grasas” si contienen ingredientes adicionales, como sal o aceites añadidos. Al contrario, productos como la manteca, pese a su alto contenido de grasa intrínseca, evitarían sellos si no incluyen aditivos como sodio.
Además, dijo el vocero consultado, las empresas no contarán con plazos para adaptar los rótulos de sus productos, ya que la normativa está plenamente implementada. Asimismo, admitió que es una medida que va en sintonía con lo que venía expresando la industria alimentaria, ya que algunos sellos se aplican por exceder los límites establecidos por márgenes mínimos y señalan que su intención de ajustar las fórmulas de ciertos productos sería evitar etiquetas de advertencia por productos que forman parte natural de los alimentos.
Restricciones publicitarias y supervisión de la ANMAT
En cuanto a la publicidad, la ANMAT reforzó las restricciones para productos con sellos de advertencia, especialmente los dirigidos a niños y adolescentes menores de 16 años. Según la nueva Disposición 11362/2024, queda prohibida la promoción de alimentos y bebidas envasadas que utilicen elementos atractivos para esta franja etaria, como colores llamativos, personajes infantiles o bandas sonoras diseñadas para captar su atención.
Por otro lado, la normativa exige que toda publicidad destinada al público general incluya información clara y veraz sobre los sellos de advertencia, edulcorantes o cafeína que puedan contener los productos. También se establece que las promociones deben propender al consumo responsable, y evitar engaños o ambigüedades en la presentación de los alimentos.
Los productos etiquetados bajo la normativa podrán mantenerse en circulación hasta agotar existencias, pero las nuevas adaptaciones serán obligatorias para toda producción futura, según las autoridades.
Según la norma, la intención es fortalecer el derecho de los consumidores a acceder a información nutricional transparente, promoviendo hábitos alimenticios más saludables, medidas y alineados con estándares internacionales.
Según el Indicador de Precios en Origen y Destino (IPOD) elaborado por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en septiembre los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,4 veces del campo (origen) a la góndola (destino). Es decir, el consumidor pagó $ 3,4 por cada $ 1 que recibió el productor.
En promedio, la participación del productor explicó el 24,7% de los precios de venta final, un 20,1% menos con respecto al mes anterior. La mayor participación la tuvieron los productores de pollo (49%), mientras que la menor fue nuevamente para los de limón (6,9%).
Durante el mes de septiembre, fruto de la falta de convalidación de precios por parte del consumidor, se observó una caída de demanda de alrededor del 35%. Al ser, por lo general, productos perecederos, la situación forzó a distintos eslabones de la cadena de valor (mayoristas y minoristas) a resignar parte de la renta. Además, debe considerarse el fuerte incremento de costos, tanto en insumos dolarizados y tasas municipales, como también en transporte, logística, arrendamientos y salarios, por mencionar algunos.
A su vez, se está viviendo cierta incertidumbre –natural de la época del año–, donde algunas regiones ingresan con su producción al mercado, mientras otras están en retirada.
Por último, tras las fuertes heladas que habían mermado la oferta, este mes se incrementaron los niveles de producción y, como consecuencia, se observó una disminución significativa en los precios de varios productos de la canasta IPOD, lo que explicó el descenso en la participación del productor. Sin embargo, los cítricos escaparon a esta tendencia general y, más precisamente en el caso de la producción de Entre Ríos, fue impactada por condiciones climáticas adversas (fuertes vientos y reciente granizo).
La brecha en los productos frutihortícolas y en los de origen animal
IPOD frutihortícola: del campo a la góndola, los precios de las 19 frutas y hortalizas que integran la canasta IPOD se multiplicaron por 4,8 veces en septiembre, lo que representó un incremento del 17,1% con respecto al mes anterior.
Con respecto al precio final de góndola, la canasta de frutas y verduras tuvo una caída del 6% con relación a agosto.
IPOD de origen animal: por los cinco productos y subproductos de origen animal que componen la canasta IPOD, el consumidor abonó 2,9 veces más de lo que recibió el productor. No se registraron variaciones con respecto al mes anterior.
Mayores y menores brechas IPOD de septiembre
Productos con mayores brechas IPOD mensuales
El limón (14,5 veces), la mandarina (9,5), la lechuga (8,7), la manzana roja (6,2) y la pera (6,1 veces), fueron los cinco productos que presentaron mayor diferencia entre los precios de origen y destino.
El limón, que aumentó 25,6% en origen y 16,7% en destino, sigue atravesando una situación crítica. Ante la falta de ventas algunos productores decidieron no cosechar, porque el precio que pagan las industrias no llega a cubrir los costos de producción.
Por su parte, los precios de la mandarina también se incrementaron en ambos extremos de la cadena: 15,2% al productor y 4,5% al consumidor. La cola de zafra de cítricos en Entre Ríos no sólo se redujo entre un 50% y un 70% debido al reciente granizo, sino también la producción fue impactada por los fuertes vientos.
En el caso de la lechuga disminuyó tanto al productor (48,1%) como al consumidor (21,9%), por un incremento en las cantidades ofrecidas.
Por último, las frutas de pepita. Tanto la manzana como la pera presentaron incrementos en destino (9,5% y 3,5%, respectivamente), mientras que en origen presentaron comportamientos disímiles. La manzana no mostró variaciones, pero la pera aumentó 16,3% mensual por la escasa cantidad de fruta en circulación, pese a la existencia de stock almacenado en cámaras de frío.
Productos con menores brechas IPOD mensuales
De los cinco productos que presentaron menor diferencia entre el precio que recibió el productor y el que pagó el consumidor, tres forman parte de la canasta frutihortícola y dos de la de origen animal.
Con 2 veces, el pollo fue el producto con menor brecha en el mes de septiembre, aumentando sus precios en góndola (1,4%) y disminuyendo 4,8% al productor. Debido a su precio, cabe destacar que este producto está siendo consumido en reemplazo de las carnes vacunas. Los huevos (2,1), por su parte, incrementaron sus precios tanto en origen (7,5%) como en destino (14,6%).
En lo que respecta a los productos hortícolas, la papa (2,9) no mostró variación en los precios de góndola, pero disminuyó un 0,7% al productor; mientras que el repollo (3,1) presentó una disminución en sus precios tanto de origen (34,5%) –por incremento de oferta– como de destino (17,1%).
Por último, la frutilla, la única fruta que se ubicó entre los productos con menor brecha campo-góndola del mes. Con 3,1 veces, disminuyó su precio en ambos extremos de la cadena (46,4% en origen –por un gran aumento de oferta– y 19,6% en destino).
El sector agroalimentario argentino se encuentra en un momento de inflexión para reclamar su posición como líder global y afianzar su rol de generador de ingreso, empleos y seguridad alimentaria.
Argentina es el tercer exportador mundial de alimentos, y el sector agrícola representa el 15,7% del producto bruto interno (PBI) y el 10,6% de los ingresos tributarios de 2021. Sin embargo, en los últimos años el país ha ido perdiendo participación en los mercados internacionales, lo que genera preocupación por la competitividad del sector.
“Mantener la competitividad global del sector agroalimentario argentino es una inversión en la sostenibilidad económica del país”, estimó Irene Wasilevsky, especialista en agricultura del Banco Mundial y co-autora del informe “Hacia un sector agropecuario más competitivo, inclusivo y resiliente”. “Con un entorno normativo más previsible y consensuado, el sector agroalimentario puede generar beneficios compartidos entre las provincias, los consumidores, los productores y el medio ambiente”, agregó.
El reporte identifica tres claves para impulsar la recuperación, reforzar la seguridad alimentaria y promover la sustentabilidad:
Apoyar a productores familiares
Desarrollar un marco regulatorio estable para el sector
Mejorar la resiliencia y acelerar la innovación tecnológica
1. Apoyar a productores familiares
El contexto: De 334.000 productores agropecuarios que hay en Argentina, 251.000, o tres cuartas partes, son familiares. Las explotaciones agropecuarias familiares proporcionan aproximadamente la mitad de los alimentos que consume la población local y a la vez contribuyen a las exportaciones del país — en 2021, exportaron USD10.800 millones.
Sin embargo, 172.000 de esos productores familiares no disponen de suficientes recursos –tierra y capital– para poder vivir de su producción, y dependen de otras fuentes de ingresos.
Cerca de un tercio de la población rural, en particular los pueblos indígenas, tiene necesidades básicas insatisfechas, con acceso inadecuado a la educación, a la atención de la salud, a internet e incluso a la telefonía.
Las explotaciones familiares son menos resilientes a los riesgos del cambio climático y al contexto macroeconómico. En parte por esos motivos, la cantidad de explotaciones familiares se redujeron alrededor de un 40% entre 1988 y 2018.
Estrategias diferenciadas: Para proteger mejor a los productores agropecuarios familiares, el informe destaca como prioridad desarrollar estrategias de apoyo diferenciadas en función de sus necesidades:
Abordar las vulnerabilidades de los productores de subsistencia con programas de asistencia social, servicios de salud, educación y capacitación, así como oportunidades de trabajo alternativas.
Para los productores con capacidad de transitar hacia la producción comercial, promover una mayor integración horizontal y vertical en las cadenas de valor, de la mano de un mayor acceso a financiamiento.
Fomentar el papel de la mujer en la fuerza laboral del sector, apoyar sus capacidades técnicas en la producción, la gestión y la comercialización.
2. Desarrollar un marco regulatorio estable para el sector
El contexto: Según el análisis, el magro desempeño del país en la producción y exportación agroalimentaria en relación con su potencial puede atribuirse a las políticas que han gravado y limitado fuertemente al sector.
En 2021, Argentina ocupó el segundo lugar entre los países con la tasa más alta de recaudación impositiva por derechos de exportación (el 2,1% del PIB).
La inversión pública de apoyo al sector ha sido menor en comparación con la carga tributaria que aporta el sector, por ejemplo, entre 2019 y 2021, el sector aportó USD8.700 millones más que las inversiones que recibió, lo que representa el 2,12% del PIB.
Realinear los incentivos: El informe afirma que realinear los incentivos agrícolas, permitiendo a los productores tener mayor previsibilidad para el desarrollo de su negocio, puede ayudar a reducir la vulnerabilidad económica a largo plazo.
Aunque la reducción de los impuestos es fundamental para el desarrollo sostenible, para lograr un crecimiento continuado de toda la economía es urgente recuperar la sostenibilidad fiscal en términos generales.
El informe recomienda avanzar en la eliminación gradual de los impuestos a las exportaciones y una sustitución del impuesto a los ingresos brutos de las actividades primarias por impuestos menos distorsivos a nivel subnacional, entre otras medidas para incentivar a los productores a invertir en tecnologías más avanzadas y ambientalmente sostenibles.
3. Mejorar la resiliencia y acelerar la innovación tecnológica
El contexto: La competitividad de Argentina en la producción y exportación de alimentos se sustenta tanto en su riqueza de recursos naturales como en su inversión en innovación. Sin embargo, hoy en día, este modelo se encuentra en peligro.
El ecosistema de innovación ha apoyado al crecimiento de la productividad impulsado por la tecnología, lo que ha aumentado la eficiencia en el uso de los recursos.
Desde 1990 Argentina ha reducido en un tercio las emisiones de GEI por unidad de producto, gracias a la adopción de prácticas de intensificación sostenible, especialmente en la producción de cereales y semillas oleaginosas. Un elemento clave ha sido la incorporación generalizada de prácticas de labranza cero: actualmente, la siembra directa abarca el 90% de las áreas de cultivo de cereales.
Sin embargo, las sequías e inundaciones cada vez más frecuentes hacen que la adaptación para mejorar la resiliencia del sector frente al cambio climático sea esencial.
Hoy, la disminución del financiamiento público está amenazando las innovaciones para el bien común que son fundamentales para la competitividad.
Buenas prácticas e inversión en innovación: La vulnerabilidad a los daños ocasionados por el clima puede reducirse con la adopción generalizada de buenas prácticas agropecuarias climáticamente inteligentes, capaces de mejorar la gestión del suelo, el almacenamiento del agua y la cubierta forestal.
El reporte indica la importancia de sostener un sistema de innovación pública para dar soluciones que la innovación privada no abarca, como la generación continua de información, un sistema regulatorio actualizado y el acceso para los pequeños productores agropecuarios que no se benefician con los desarrollos del sector privado.
Por otro lado, Argentina podrá aprovechar las opciones para llegar a los mercados mundiales de financiamiento del carbono para solventar bienes públicos mundiales como la reducción de los GEI.
Al implementar estas medidas, Argentina puede revitalizar su sector agropecuario como motor de crecimiento económico y desarrollo sostenible.
La Dra. Georgia Ede una psiquiatra titulada en Harvard, afirmó que es necesario el consumo de carne, para mantener una buena salud mental. La profesional abrió el debate en redes.
La psiquiatra, Dra. Georgia Ede planteó que el consumo de carne es necesario para una buena salud mental, lo que provocó una ola de mensajes en redes, debatiendo sobre las expresiones de la profesional.
El interés de la profesional, se ve reflejado en los números que son cada vez más alarmantes de casos de jóvenes que de manera frecuente presentan síntomas de depresión y ansiedad, los cuáles recurren a consulta por sus comportamientos autolesivos, o intentos de suicidio. Así como ataques de pánico, psicosis, anorexia nerviosa. Además de las cifras en crecimiento de trastornos mentales, que se espera se tripliquen para el 2050 en todo el mundo. De allí, que la profesional centra sus estudios a la influencia de la dieta en estas afecciones mentales.
La profesional, realizó sus planteos en base a varios estudios científicos, afirmando qué, hay dos tipos de dieta que la preocupan como dañinas y que están de moda. Una es “la dieta occidental”, que tiene una fuerte presencia de carbohidratos, grasas refinadas procesadas, alimentos ultraprocesados, edulcorantes, colorantes, la cual es bastante deficiente y produce mucho daño. Sin embargo las personas que prefieren una dieta mediterránea, mejoran notablemente los síntomas de depresión y ansiedad.
La dieta occidental, o “dieta triste” como la llama, con sus componentes profundiza la oxidación y la inflamación, por lo que tendría que ver con ciertos trastornos -aunque la especialista sostiene que aún la psiquiatría es niña con respecto a la relación entre la dieta occidental y sus efectos en la salud mental-, están aprendiendo sobre ella. Pero, algo que está comprobado es que los carbohidratos desestabilizan la química cerebral por una subida y bajada de la insulina en sangre, por una montaña rusa hormonal, que causa entre otras cosas el insomnio, la ansiedad, la necesidad de consumir más carbohidratos -adicción-, estrés, nerviosismo.
Otra de las dietas que preocupa a la especialista, es la dieta vegetariana, dieta vegana o dieta basada en plantas. Sosteniendo que las comparaciones con las dietas que consumen alimento animal, no tienen un asidero, ya que estás incluyen carbohidratos y alimentos refinados. Lo justo al comparar este tipo de dieta basada en plantas, con una que incluye carne sería que la segunda sea saludable y sin aditivos, ni carbohidratos, ni azucares refinados. Una dieta omnívora sana, como la mediterránea, o la cetogénica.
La psiquiatra sostiene que si uno quiere gozar de buena salud mental, debería pensar en todos los micronutrientes que los alimentos de origen animal poseen. Además, las plantas poseen muchos antinutrientes, afectando la síntesis de otros alimentos que se consumen junto con ellos. La soja, que es la base de la alimentación a base de plantas, es un ejemplo de ello, ya que suele ser perjudicial para la absorción del yodo, además de afectar a la función tiroidea, la cual es imprescindible para una buena salud mental. Por ello la importancia de conocer cómo se comportan en el organismo el consumo de alimentos, más que nada de la síntesis de minerales y nutrientes claves para la salud mental, como el hierro, el zinc, el magnesio y la DHA (que se produce por grasas sanas).
En resumen, la psiquiatra expresa “Las plantas pueden darnos buenas proteínas, pero otros nutrientes esenciales es imposible obtenerlos de los vegetales”. Y apunta que el consumo de carne es saludable, no necesariamente tiene que ser carne roja, cualquier tipo de carne animal puede aportar los nutrientes que el cerebro necesita.
El público que más le preocupa, es el femenino, porque es el culturalmente predispuesto a privarse de consumir carne y grasas, por cuestiones estéticas por sobre la salud, por compasión a los animales y al planeta. Pero resalta que esto es un riesgo, ya que las mujeres son las que alimentan los cerebros de la siguiente generación. Enfatizando la necesidad de conocer qué proporciona cada alimento, dejar de lado lo estético y pensar en la salud y el bienestar general.
Afirmando, además, que no consumir carne podría entre otras cosas favorecer a las afecciones mentales., no solo la depresión y la ansiedad, sino trastornos como el alzheimer, la esquizofrenia, etc. “La carne es el único alimento que contiene todos los nutrientes que necesitamos en su forma adecuada y es el más seguro para mantener los niveles adecuados de azúcar e insulina”
Pero ¿Qué dicen los estudios, que utilizó la psiquiatra?
La mayoría y los estudios más confiables relacionaron dieta sin carne con depresión, ansiedad y comportamientos auto lesivos. En general, la evidencia sugiere que evitar la carne puede no ser una estrategia para mejorar la salud mental.
Otra investigación realizada en Brasil, que investiga la relación entre la dieta vegetariana y la depresión en adultos brasileños, con más de 14.000 participantes, encontró que Quienes no comen carne experimentan el doble de episodios depresivos que los consumidores de carne (razón de prevalencia entre 2.05 y 2.37).
El ajuste por factores sociodemográficos y de estilo de vida no modifica la asociación. Este resultado es Independiente de otros factores como el socioeconómico y el estilo de vida.
1/ Esta semana se incendiaban las redes con las declaraciones de una psiquiatra titulada en Harvard quien afirmaba que comer carne es esencial para mantener una buena salud mental. Qué hay de cierto en ello? Qué dice la bibliografía? Veámoslo. Abro hilo:https://t.co/axj8J5QMto
La ciencia, sostiene además que hay una correlación entre una dieta sin carne y riesgo de ictus. Un estudio, que se llevó adelante durante 18 años de seguimiento, estableció que los vegetarianos tenían un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular hemorrágico (sangrado en el cerebro) en comparación con los consumidores de carne. El riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular total (incluido el accidente cerebrovascular isquémico) también fue ligeramente mayor en los vegetarianos que en los consumidores de carne, un hecho sin duda alarmante.
Otra investigación realizada por 20 años en el Reino Unido, habla de la tendencia de las mujeres vegetarianas a sufrir fracturas de cadera. En este estudio, se muestra una mayor predisposición de aquellas mujeres vegetarianas a las fracturas de cadera, mientras que las que consumen carne o pescado, reducen significativamente este suceso. Un factor podría ser el menor peso corporal de las vegetarianas, que provocaría un mayor riesgo. Otro punto importante a destacar, es la edad, ya que las fracturas se producían a una edad más temprana que lo esperado, por ello esta investigación sugería realizar cambios en la dieta, para evitar riesgos futuros.
Otra de las fuentes utilizadas por la psiquiatra, establece que la anemia inducida por la falta de hierro está más presente si se obvia la carne de la dieta. Esta deficiencia afecta al 30% de mujeres en edad fértil del mundo y al 14% en España.
Otro estudio, demuestra que la capacidad de las personas para sobrevivir sólo comiendo vegetales tienen que ver con factores genéticos que afectan al metabolismo y a la función cerebral. Por este motivo, este tipo de dieta podría servir para algunas personas que tienen más tendencia genética a asimilar todos los micro y macro nutrientes de manera justa, para equilibrar sus necesidades, pero otros individuos no.
Si bien, elegir una dieta es una decisión personal, la psiquiatra advierte sobre los riesgos, la responsabilidad individual al elegir lo que se consume y la necesidad que a la hora de recurrir a estas dietas lo hagamos con la mayor información posible, así evitar enfermedades futuras.
¿Quién es la Dra Georgia Ede?
La Dra. Georgia Ede, es una psiquiatra formada en Harvard con certificado de especialidad y afincada en Northampton, Massachusetts, Estados Unidos. Esta psiquiatra se volcó a investigar sobre la nutrición surgió después de descubrir una nueva forma de comer que corrigió varios problemas de salud que desarrolló al principio de la cuarentena, incluyendo fibromialgia, migrañas, síndrome de fatiga crónica y síndrome del intestino irritable.
Ede obtuvo su grado en Biología en Carleton College en Minnesota. Por otro lado, trabajó durante siete años como asistente de investigación en los campos de la bioquímica, diabetes y curación de heridas. Se licenció en medicina en la Universidad de Vermont y realizó la residencia en psiquiatría general para adultos en el Hospital Cambridge en 2002.
Después de cinco años de medicina de familia, se unió a los Servicios Médicos de la Universidad de Harvard de 2007 a 2013 como personal de psicofarmacología y fue la primera psiquiatra allí en ofrecer consultas de nutrición como opción a los estudiantes, profesorado y personal con preocupaciones por la salud mental.
De 2013 a junio de 2018 fue la psiquiatra para el Smith College en Northampton, Massachusetts, donde proporcionó consultas nutricionales, además de medicación y servicios de psicoterapia a los estudiantes de Smith.
Con una vasta experiencia, la doctora dedica todo tu tiempo a la psiquiatría nutricional y dirige sus esfuerzos a estudiar, escribir y hablar sobre la fuerte conexión científica entre la comida y la salud del cerebro.
Es probable que la seguridad alimentaria siga siendo uno de los desafíos críticos a los que se debe enfrentar el mundo 2024. Por ello, el Banco Mundial ha incluido la seguridad alimentaria y nutricional (i) entre los ocho problemas globales que deben abordarse a gran escala, y ha movilizado financiamiento por un monto de USD 45 000 millones para proteger los medios de subsistencia en todo el mundo, superando su compromiso inicial de USD 30 000 millones anunciado en mayo de 2022.
Anticipar y comprender la evolución de la seguridad alimentaria y sus reacciones ante las tendencias futuras es esencial para la formulación eficaz de políticas y la preparación de planes con capacidad de respuesta. El informe World Food Security Outlook (WFSO) (Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo) del Banco Mundial, actualizado tres veces al año y por última vez en octubre de 2023, es uno de los recursos integrales que se elaboraba para respaldar este esfuerzo. Este blog tiene como objetivo sintetizar las ideas principales del informe y sus implicaciones en la seguridad alimentaria en 2024 y posteriormente.
Las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo: Una herramienta integral de análisis En octubre de 2023, el Banco Mundial dio a conocer una actualización de las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo (i). Este informe, publicado tres veces al año, es una serie de datos innovadora que se basa en modelos. Se diseñó para monitorear y analizar la seguridad alimentaria mundial, y proporcionar información esencial para complementar las estadísticas oficiales y ayudar a comprender la evolución del panorama en este ámbito. La publicación contiene datos históricos, preliminares y de previsión, al igual que información sobre la inseguridad alimentaria grave en todo el mundo, por lo que colma lagunas críticas de conocimientos. Los temas clave del informe son la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave, las estimaciones para los países que carecen de datos oficiales, el tamaño de la población de personas que sufren inseguridad alimentaria grave y el financiamiento necesario para las redes de protección social.
Se utiliza principalmente para complementar los datos oficiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicados en el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, subsanando la falta de datos no informados por los países. Además, proporciona una visión prospectiva basada en un modelo de aprendizaje automático (i) que aprovecha la base de datos de los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial y el informe Perspectivas de la economía mundial del FMI. Las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo incluyen estimaciones de las necesidades de financiamiento para las redes de protección social sobre la base de enfoques anteriores de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) que se utilizaron originalmente en 2020 (PDF, en inglés).
Los datos de la edición de octubre de 2023 de las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo se han utilizado en la información actualizada sobre seguridad alimentaria del Banco Mundial de diciembre de 2023 para analizar las principales tendencias de la seguridad alimentaria mundial, y también se han incluido en el Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i). En este blog se resumen las conclusiones. En pocas palabras, las últimas proyecciones sugieren que las condiciones de seguridad alimentaria mundial se están estabilizando lentamente en 2024, pero que las disparidades entre los grupos de ingresos van en aumento .
Las condiciones de seguridad alimentaria mundial se están estabilizando lentamente La recuperación mundial después de la COVID-19 y de la invasión de Rusia a Ucrania es lenta, lo que afecta la estabilidad económica. La inflación elevada, las políticas monetarias más restrictivas, la reducción del apoyo fiscal y los fenómenos meteorológicos extremos contribuyen a la presión constante sobre el crecimiento económico mundial. Como resultado, en el informe de octubre de 2023 se indica, provisionalmente, que se alcanzó un nivel máximo mundial en la prevalencia de inseguridad alimentaria grave, del 11,9 % entre 2020 y 2022, y que se redujo levemente a corto plazo a 11,8 % (2021-23) y a 11,6 % (2022-23). Las variaciones entre regiones y grupos de ingresos fueron significativas. Sin embargo, las mejoras a corto plazo en la inseguridad alimentaria pueden estancarse, planteando el riesgo de que se alcance un nuevo récord de 943 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria grave para 2025. De cara a 2028, se prevé que la población mundial que sufre inseguridad alimentaria grave alcanzará los 956 millones, evitando por poco llegar a los 1000 millones de personas en un escenario económico a la baja si los bancos centrales no logran controlar la inflación y responden con nuevas restricciones, lo que conduciría a una supresión del crecimiento.
Disparidades entre los grupos de ingresos: Ampliación de las brechas En la edición de octubre de 2023 de las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo se señala que existen marcadas disparidades entre los grupos de ingresos, y esto revela que la estabilización general de la seguridad alimentaria mundial oculta problemas subyacentes. Mientras que los países de ingreso mediano alto muestran mejoras prometedoras, las naciones de ingreso mediano bajo solamente experimentan avances a corto plazo, y los países de ingreso bajo se enfrentan a un nuevo aumento de las poblaciones que padecen inseguridad alimentaria. Los datos muestran el aumento de las diferencias en comparación con las perspectivas anteriores, y se prevé que los países de ingreso bajo solo experimentarán una ligera mejora en las tasas de inseguridad alimentaria grave para 2027-29. Además, los países pobres muy endeudados son particularmente vulnerables, ya que enfrentan desafíos económicos y elevados niveles de inseguridad alimentaria.
Las necesidades mundiales de financiamiento se desplazan continuamente hacia los países de ingreso bajo A medida que evolucionan las condiciones de seguridad alimentaria en el mundo, aumentan los requisitos financieros para establecer redes de protección social. Según proyecciones de las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo, se necesitarán USD 41 000 millones anuales en los países clientes de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y USD 47 000 millones en los países que reciben recursos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), casi el doble de las estimaciones antes de la pandemia. El desplazamiento hacia los países de ingreso más bajo se intensifica, lo que pone de relieve la urgencia de reforzar las medidas de protección de las poblaciones vulnerables. Las proyecciones indican un aumento continuo de los costos de las redes de protección social para los países de ingreso bajo y los países de ingreso mediano bajo, lo que subraya la necesidad de contar con políticas monetarias y fiscales eficaces para restablecer la estabilidad.
¿Qué se necesita para abordar la seguridad alimentaria a nivel mundial? Para proporcionar una red básica de protección social que cubra el 25 % de las necesidades calóricas diarias de las personas que padecen inseguridad alimentaria aguda, de acuerdo con las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo, las necesidades de financiamiento mundiales serán de aproximadamente USD 90 000 millones anuales desde ahora hasta 2030, sobre la base de proyecciones hasta 2027-2029. Se asume que no habrá cambios significativos más allá de estas proyecciones. Sin embargo, en escenarios de mayor inflación, menor crecimiento económico y altos precios de los productos básicos, estas necesidades podrían aumentar considerablemente y llegar a 1,3 veces las estimaciones actuales. Esto elevaría las necesidades financieras anuales a alrededor de USD 120 000 millones. Además, se calcula (i) que abordar la malnutrición entre las mujeres y los niños tendría un costo de más de USD 11 000 millones anuales, en tanto que transformar el sistema alimentario mundial podría requerir entre USD 300 000 millones y USD 400 000 millones al año. En conjunto, estos gastos podrían ascender a USD 500 000 millones anuales, el monto necesario para abordar la seguridad alimentaria y nutricional en todo el mundo. Esta cifra, si bien es considerable, representa aproximadamente el 0,5 % del PIB mundial. Es importante señalar que esta estimación es quizás conservadora, ya que no refleja plenamente las necesidades calóricas completas ni la nutrición adecuada, ni tampoco revierte los impactos a largo plazo de la malnutrición actual. Además, la carga de estos costos es desproporcionadamente pesada para los países de ingreso bajo, donde, en cambio, el financiamiento necesario equivale a alrededor del 95 % de su PIB total. Esto pone de relieve la necesidad de una responsabilidad mundial compartida para hacer frente a estos desafíos.
Agradecemos profundamente el financiamiento otorgado por el Fondo Fiduciario de Múltiples Donantes Sistemas Alimentarios 2030 (i) del Banco Mundial para la realización de la labor presentada en este blog.