Misionerismo, luces de la última frontera

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Desde hace por lo menos tres décadas que la historiografía local suele hablar de Misiones como un territorio de fronteras, una manera de reflejar las complejidades propias de una provincia que se construyó a lo largo del tiempo y a partir de procesos históricos cambiantes. La definición responde, además, a una lógica lectura de la realidad: Misiones ES un territorio de frontera, no solo por sus límites internacionales sino por las múltiples influencias socio-culturales que nos conforman como sociedad. 

El largo proceso electoral vivido este año por los argentinos nos dejó un mapa político inédito y desesperanzador. Frente a él, el misionerismo asoma como la última frontera en la cual refugiarse para sostener un proyecto innovador, federal y de desarrollo que nos represente a todos y todas. En esta frontera encontramos luces brillantes, pero también luces de alarma. A saber. 

Luces brillantes en la última frontera

Ya durante la campaña presidencial se postuló a Misiones como un ejemplo a imitar a nivel nacional. En especial en cuanto al carácter ecuménico que tiene el proyecto que conduce Carlos Rovira. La Renovación Neo es mucho más que un partido político o un frente de partidos, se trata de una propuesta integral que sí, obviamente, tiene a la agrupación o agrupaciones como herramientas de construcción y participación electoral, pero no se queda solo en ello. Tampoco refleja una ideologización extrema en sus planteos. Sí hay un marco de ideas general, entre las que podemos resaltar al humanismo y sus raíces cristianas, tan propias del pueblo misionero; al capitalismo social, que identifica a las democracias modernas; y a la innovación permanente como camino de acción para el siglo XXI. Todo lo demás se puede discutir y se puede amoldar con sentido práctico y pragmático bajo el lema de: “Primero Misiones”. En síntesis, el modelo ecuménico que expresa la Renovación Neo pretende ser un gran paraguas que cobije a todos los habitantes de este suelo, más allá de sus preferencias partidarios o sus concepciones ideológicas. En un país cegado por la grieta, las injusticias y la manipulación mediática, el misionerismo brilla con luz propia. 

El paso anunciado por Rovira, de dejar la presidencia de la Cámara en manos del gobernador saliente Oscar Herrera Ahuad, causó sorpresa en algunos y fue poco sopesado por la mayoría. En la provincia nadie duda de la conducción del ingeniero, cuyas características son absolutamente disruptivas para las prácticas tradicionales imperantes en la región, en donde prima un fuerte personalismo propio de los regímenes presidencialistas. Por el contrario, en Misiones, el líder político no gobierna la provincia desde hace 16 años y, desde el domingo pasado, tampoco preside la Cámara de Representantes. Frente a tanto ego y mesianismo que se observa en la política nacional, lo que ocurre en nuestra provincia es una luz de esperanza.

 Por último, y tal como pasó con la anterior experiencia neoliberal entre 2015 y 2019, Misiones se encuentra en una situación macroeconómica estable y lo suficientemente sólida como para morigerar las devastadoras consecuencias que tendrá (ya tiene) la aplicación del modelo de ajuste sobre el pueblo que votó… el propio pueblo (aquí stiker de la persona pegándose con la palma de la mano en la cara en señal de “e’ lo paitema”). Claro que los contextos son diferentes, en el 2015 veníamos de años de crecimiento, inversión pública, bajo endeudamiento y niveles de pobreza e inflación que hoy serían para celebrar cual tercera estrella. Este 2023 no es igual, por lo que el punto de partida para las políticas de ajuste es más cercano al estallido social que a otra cosa. Veremos qué ocurre. En ese marco, que Misiones tenga menos del 1% de su presupuesto destinado al pago de deudas o que el superávit de las cuentas públicas sea una metodología de administración y no una excepción permiten avizorar que la crisis tendrá un impacto menor en nuestro territorio. La forma de conducir el Estado por parte de la Renovación es un elemento nodal del misionero, uno de los aspectos en los que, indudablemente, es más brillante la luz del proyecto provincial.

Luces de alarma en la última frontera

Claro que no todo es brillo. Como siempre hay claro oscuros, grises, matices y, en este caso, luces de alarma. En las tres elecciones presidenciales en Misiones no ganó el candidato que impulsaba la Renovación, algo inédito desde el 2003 a esta parte. No solo ganó otro candidato, sino que triunfó uno que expresa ideas diametralmente opuestas a las del proyecto misionerista. Desde el rol del Estado hasta el concepto distributivo de la coparticipación, desde la igualdad de oportunidades hasta la defensa de los sistemas públicos de educación y salud, todo es diferente entre aquello que plantea Javier Milei y lo que postula la Renovación NEO. Sin embargo, en Misiones, ganó el libertario.

En esta columna no se pretende analizar los motivos del voto misionero, sino llamar la atención sobre esa luz de alarma que el resultado enciende. La población no termina de entender qué es el misionerismo. O, en todo caso, lo entiende solo en su dimensión local, cuando se trata de elegir autoridades provinciales, pero no lo termina de proyectar más allá de las fronteras de nuestro territorio. Fruto de años de maduración, en esta elección, como en ninguna otra, el misionerismo presentó su programa a todo el país con la idea de la Innovación Federal que, de hecho, es el nombre del bloque parlamentario al que se sumaron nuestros representantes en Buenos Aires. Desde Misiones queremos reconstruir el federalismo, no ya con las formas del siglo XIX, sino como la manera de articular las relaciones entre provincias y la Nación a partir de las necesidades y los desafíos del siglo XXI. 

De todas formas, lo más preocupante es otra cosa. La ciudadanía no dimensiona la correlación directa que existe entre el proyecto de provincia que tenemos y un proyecto de país específico que nos permita desarrollar todo el potencial de las y los misioneros. No es lo mismo administrar en el marco de un ajuste, de feroces procesos de endeudamiento y de fuga de capitales, que hacerlo en el contexto del impulso a la obra pública, la construcción de miles de viviendas y la generalización de beneficios sociales y previsionales que llegan al bolsillo de miles de misioneros. Reitero, no es lo mismo. Claro que el misionerismo puede y debe gobernar con cualquier gobierno nacional. Así lo ha hecho a lo largo de estos 20 años. Somos nosotros, los habitantes de este suelo, los que tenemos que ser capaces de interpretar qué proyecto de país es el más apropiado para nosotros, para nuestra gente, para nuestra provincia y para nuestra amada Misiones. 

El futuro es nuestro. Esta allí para que lo abracemos venturosos. Ese futuro puede ser brillante o dramático, de cada uno de nosotros depende. En esta última frontera en la que nos encontramos, bajo el cobijo ecuménico del misionerismo, queda mucho por hacer. Entender e interpretar lo que nos pasa como pueblo es parte del desafío de la innovación y del trasvasamiento generacional. Primero Misiones, ahora y siempre. 

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Misiones y Malvinas, más cercanas que la distancia

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Dos mil setecientos nueve kilómetros en línea recta separan a la ciudad de Posadas, capital de Misiones, de Puerto Argentino, la capital de las Islas Malvinas. La distancia no es la única diferencia entre nuestra provincia y las islas usurpadas por el imperio británico. En términos climáticos y ecológicos son espacios prácticamente antagónicos. Clima sub-tropical en Misiones frente a la gélida temperatura del extremo sur del planeta. Exuberante vegetación y la mayor biodiversidad del país por estos lares frente a la tundra y la piedra de Malvinas. Calor ante el frío. La selva en contraste con el horizonte extendido.

Pese a esta aparente lejanía entre Misiones y el archipiélago austral, la realidad es que entre ambos espacios existe una cercanía dada por la historia. En primer lugar, por una historia común en torno a la idea y el ejercicio de la soberanía. En segundo término, por la presencia de un personaje clave en este pasado, un personaje oriundo de la tierra roja.

La soberanía, pasado y futuro

Si hay un concepto que une a estos extremos geográficos es el de soberanía. Tanto la historia del proceso de conformación jurisdiccional de la actual provincia de Misiones como la de Malvinas están íntimamente relacionadas a la cuestión de la soberanía. La primera, por encontrarse en la zona limítrofe entre los espacios coloniales de España y Portugal y, la otra, por la usurpación realizada por Gran Bretaña, en 1833, lo cierto es que ambos territorios han tenido en la lucha por la soberanía un elemento identitario.

El espacio misionero se conformó en torno a la lucha del pueblo guaraní frente a los conquistadores lusitanos y españoles y, ya en tiempos independentistas, ante lusitanos y unitarios porteños. Algo similar se proyecta sobre la larga lucha por la recuperación del carácter institucional de provincia para Misiones, pugna que se inició en la década de 1910 y que recién se materializó en 1953.

En el caso de Malvinas la cuestión de la soberanía adquiere una doble dimensión, ya que no solo se trata de una región estratégica a nivel mundial, sino que, más importante aún, se trata de un territorio usurpado por un imperio colonial. Desde la ocupación británica de 1833 la Argentina ha reclamado la restitución de las islas, siempre basado en argumentos sólidos e internacionalmente reconocidos. ¿Cuáles son esos argumentos? Los veremos a continuación.

El más evidente, es el geográfico. Basta con mirar un mapa físico de la Argentina para dimensionar la cercanía de las islas al continente. De hecho, las Malvinas forman parte de la plataforma continental argentina, espacio marítimo en el cual “el Estado ribereño ejerce derechos de soberanía”, según lo establecido por el Derecho del Mar sancionado por Naciones Unidas. Lo mismo se podría enfatizar en torno a las distancias, menos de 2.000 kilómetros entre Buenos Aires y Puerto Argentino y más de 13.000 entre la capital isleña y Londres.

De todas formas, el elemento más consistente del reclamo soberano argentino es el histórico. Por un lado, por la aplicación del principio de herencia denominado uti possidetis juris, una expresión en latín que significa que “poseerás lo que poseías”. Ese principio es el que usaron todos los países americanos para definir sus límites luego de sus independencias, al considerarse herederos de España y, por ende, con derechos soberanos sobre los territorios que pertenecieron a aquella. 

Por otro lado, por la acción de ocupación efectiva del territorio realizada por la Argentina a partir de la década de 1820. En esos años, el gobierno de la provincia de Buenos Aires sancionó leyes de pesca para el sur argentino y, además, otorgó permisos de explotación sobre Malvinas a la sociedad empresaria conformada por Jorge Pacheco y Luis María Vernet.

Esta política de ejercicio pleno de la soberanía se profundizó en los años siguientes con la designación del propio Vernet como Gobernador de la comandancia de las Malvinas e islas adyacentes del Atlántico Sur, en 1829. Esto quiere decir que, al momento de la usurpación británica, las Malvinas eran ocupadas plenamente por Argentina que además, le había dado un rango institucional y jurídico a esa presencia con la creación de una gobernación específica.

Misioneros en el tiempo

 A partir de las licencias otorgadas a Pacheco y Vernet es que aparece un misionero en esta historia. Cuando el gobernador bonaerense Martín Rodríguez entregó los permisos de explotación, la dupla de empresarios se dirigió a él para anunciarle el pronto envío del primer contingente de trabajadores y equipamiento. En la nota, que obra en el Archivo General de la Nación, solicitan la designación con el “título de Comandante de Malvinas” al capitán retirado Pablo Areguatí.

Según la nota, “Areguatí piensa formar de los mismos peones una compañía de Cívicos con sus Cabos y Sargentos, para darle a esta operación toda la representación posible en obsequio de una propiedad de la Patria, llevando las armas y municiones de cuenta de la negociación”.

Sobre el margen del escrito, con fecha 18 de diciembre de 1823 y con la firma del gobernador, se resuelve que “ha tenido a bien conceder al suplicante en gracia, los bienes que solicita (…) y proveer así sobre esto como sobre todos los demás puntos que solicita el representado”. De esta forma, el guaraní Pablo Areguatí se convirtió en la primera autoridad argentina designada en Malvinas.

Areguatí pertenecía a una familia de linaje del pueblo de San Miguel Arcángel, antigua misión guaraní-jesuítica actualmente en Brasil. Las fuentes indican que estudió en Buenos Aires y que, durante la década de 1810, enfrentó a las ideas federales que habían surgido en el Litoral. Es por ello que optó por radicarse en la capital, en donde entró en vínculo profesional con Pacheco y Vernet, quiénes confiaron en él para la difícil misión de representar sus intereses comerciales en las lejanas islas Malvinas. 

En febrero de 1824 partió el grupo rumbo al sur, en donde permanecieron unos 6 meses, con las previsibles dificultades para afrontar el duro clima malvinero.

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Congelan distinción literaria a presunto agente civil de la dictadura

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Tras la polémica desatada por el caso de Marcelo Moreyra, después de recibir un Premio literario por parte de la Sociedad de Escritores de Misiones por su trayectoria como novelista y gestor cultural, y de difundirse su presunta participación como agente civil de la última la dictadura, la Sadem definió que su caso quedará como un Premio Observado por Derechos Humanos, hasta que se expida la Justicia sobre el tema.
 
De esta forma la Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones pretende dar un cierre institucional a la cuestión, que generó posturas controvertidas entre los afiliados, algunos de los cuales llegaron a renunciar a la entidad.
 
 El titular ad honorem de Sadem, Anibal Silvero, manifestó hacerse responsable de la decisión, que tiene el respaldo de la Comisión Directiva. “Seguramente, podemos seguir discutiendo eternamente si está bien o está mal entregar un premio literario a Moreyra en estas condiciones, por lo que decidimos dejar el premio en observación, hasta que tengamos alguna resolución judicial”, indicó.
 
Silvero manifestó estar en consonancia con la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia: “Valoramos mucho el trabajo que realiza el ministerio de Derechos Humanos, es sumamente importante enjuiciar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad y sus colaboradores, y de ser cierta la acusación que pesa sobre Moreyra, repudiaríamos indudablemente sus acciones y evaluaríamos inmediatamente retirarle el premio”, comentó.
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Pablo Camogli presentó en la Legislatura su último libro

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En el Salón de las Dos Constituciones de la Cámara de Representantes de la provincia de Misiones, se realizó la presentación del libro “Pueblo y guerra. Historia social de la guerra de la independencia”, de Pablo Camogli, que “plantea nuevas preguntas, anécdotas y relatos, sobre una temática conocida”.

La diputada provincial Claudia Gauto dio la bienvenida a los asistentes al lanzamiento. Expusieron con el autor el miembro por Misiones de la Academia Nacional de la Historia y coordinador de la Maestría en Cultura Guaraní-Jesuítica de la Universidad Nacional de Misiones, Alfredo Poenitz; y el escritor y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores de Misiones, Aníbal Silvero. El acto contó con la presencia del vicegobernador Oscar Herrera Ahuad.

También estuvieron presentes diputados provinciales, autoridades legislativas municipales y provinciales, funcionarios del Ejecutivo provincial, docentes y estudiantes.

Gauto consideró que la apertura de este Poder del Estado a realizaciones de este tipo “tiene que ver con el contenido del libro, y de toda la obra de Camogli, imbuida del mismo espíritu que la Cámara: el protagonismo de las clases populares”.

En el mismo sentido destacó “la reivindicación de la historia misionera como nunca se ha hecho, en tanto decisión estratégica desde un Poder del Estado, y en esto, que la construcción de las decisiones y de las políticas miren siempre para atrás, como ejercicio de memoria colectiva donde la historia para nosotros es un espejo”.

Este proceso, expuso, “tuvo su génesis en 2012, cuando por iniciativa de Carlos Rovira, se sancionó la Ley VI número 155 que declara a Andrés Guacurarí y Artigas prócer misionero”.

Opinó que “el autor viene a ser un abanderado de esta gesta, para entender ese pasado cruento y despegarse un poco del relato de la historia al que estamos acostumbrados, a partir de rescatar otros valores”, agregó.

Camogli agradeció “al presidente del cuerpo, Carlos Rovira, que es gran responsable de toda esta reivindicación de la historia”.

“Poder dar a conocer el libro en la Casa  del Pueblo prestigia esta presentación, porque es el mejor ámbito para generar un intercambio que trascienda, perdure y del que participemos todos los misioneros”, mencionó.

“Este libro viene a transitar la senda de hacernos preguntas nuevas sobre una temática conocida: la guerra de la independencia”, explicó.

El autor expuso que “la historia social es un nuevo enfoque”, y en ese contexto se explica el abordaje de “la guerra de la independencia con el foco en los contextos; este libro es de historia militar pero que no se sitúa en el campo de batalla”.

Poenitz destacó que con 40 años este es el octavo libro del autor, y que en esta oportunidad, narra “una historia de las guerras de la independencia, donde reivindica el papel de la historia misionera desde la época jesuítica hasta la de Andresito”.

Mencionó la profunda “vocación por la historia y la disciplina para el trabajo” que caracteriza a Camogli. Y manifestó que “la historia social es la clave para entender este libro, que desarrolla el contexto socio cultural que rodea a un conflicto bélico”, y con eso, “las experiencias vividas por la sociedad involucrada en estos conflictos”.

Silvero adhirió a los postulados de la publicación y a “esta lucha por reivindicar nuestra historia, como algo que nos pertenece a todos, con la que estamos involucrados y comprometidos en lo literario y en lo histórico, con recuperar los factores que han quedado olvidados en la historia oficial argentina, de Andresito, de Artigas, y de las luchas guaraníes”.

El autor

Pablo Camogli además de licenciado y profesor de Historia por la Universidad Nacional de Cuyo, es técnico superior en Periodismo. Fue corresponsal del diario El Territorio, trabajó en medios gráficos y digitales de Misiones, Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, y escribió artículos para diversas publicaciones, entre otras, la revista especializada Todo es Historia.

Redactó los contenidos para la serie Batallas de la libertad, realizada por el canal Encuentro. Recibió el tercer premio en el Concurso Cátedra Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano en 2007, y una mención en el Concurso de Historia Nacional organizado por el gobierno de la provincia de San Luis en 2008.

Participó en la investigación y redacción del libro Misiones, de Silvia Torres (1994), y es autor de Batallas por la libertad (Aguilar, 2005), Batallas de Malvinas (Aguilar, 2007), Batallas entre hermanos (Aguilar, 2009) y Nueva Historia del cruce de los Andes (Aguilar, 2011).

Sobre la obra

Cuando se han cumplido ya dos siglos de las luchas que lograron la independencia, hay preguntas que siempre se renuevan. ¿Quiénes eran, de dónde provenían, a qué aspiraban los que las emprendieron? ¿Qué papel jugaron en ellas los hombres y las mujeres de esa región que aún no era la Argentina? ¿Qué cambios introdujeron en sus vidas los largos años de guerra?

Pablo Camogli aborda esos interrogantes con un enfoque que toma en cuenta los múltiples aspectos de las batallas libradas para alcanzar la independencia. En “Pueblo y guerra” despliega su formación académica y las anécdotas y los relatos menos conocidos. Los antecedentes de movilización política y militar de los pueblos originarios y de la población urbana porteña a fines del período colonial; los componentes socioeconómicos, políticos y culturales del conflicto en cada región; las relaciones entre élites y sectores populares y sus distintas motivaciones; la participación de las mujeres y el papel cumplido por los distintos liderazgos son algunas de las muchas cuestiones tratadas para ofrecer una visión integral de los procesos históricos que dieron origen a la Argentina y que, en más de un aspecto, se proyectan hasta el presente.

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