Glifosato en debate: especialista advierte que el modelo agrícola argentino atraviesa una crisis sanitaria y ambiental
El pediatra y neonatólogo Medardo Ávila Vázquez, referente de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, visitó Posadas para alertar sobre los riesgos del glifosato y el impacto del modelo de producción vigente en la salud y el ambiente. Con cifras alarmantes y estudios científicos recientes, planteó que el sistema actual “no solo enferma a la población, sino que además atraviesa una crisis ambiental sin precedentes”.
Un modelo en cuestionamiento
El especialista participará este martes 23 de septiembre en un conversatorio en la Plaza San Martín de Posadas bajo el lema “Soberanía Alimentaria sin Glifosato”, en el marco de los 10 años de la Ley de Agricultura Familiar, el Mes de la Agroecología y el Día de la Soberanía Alimentaria.
Durante una entrevista en el programa El Periodista de Canal 12, Ávila Vázquez advirtió que Argentina utiliza más de 600 millones de litros de agroquímicos por año, lo que equivale a 15 litros por habitante. Solo una fracción mínima permanece en los cultivos, mientras que “el 80% termina en el agua, el aire, la tierra y los alimentos que consumimos”.
La investigación del equipo que coordina comenzó en 2007 en Córdoba, cuando detectaron que en un barrio lindero a campos de soja los casos de cáncer se triplicaron, aumentaron los abortos espontáneos y crecieron las malformaciones congénitas. Desde entonces, se documentaron efectos similares en distintas regiones agrícolas, incluida la presencia de residuos por encima de los límites internacionales en soja de exportación, frutas y verduras de consumo interno.

Impacto sanitario: la niñez como población más vulnerable
Uno de los hallazgos más preocupantes se vincula al efecto neurológico en los niños. “Las neuronas en presencia de estas sustancias no se ramifican, no se intercomunican, pierden su capacidad de funcionamiento”, explicó el pediatra. Esto deriva en dificultades de aprendizaje, aumento de casos de autismo y un retroceso en la capacidad intelectual infantil.
En los denominados pueblos fumigados, los estudios arrojan cifras alarmantes: 7 de cada 1000 personas tiene diagnóstico de cáncer. El 50% de los chicos necesita broncodilatadores. Las familias de trabajadores rurales presentan tres veces más casos de cáncer que la media.
Ávila Vázquez subrayó que estas consecuencias afectan sobre todo a los sectores populares, que viven y trabajan expuestos de manera directa. Pero aclaró que el consumo de alimentos contaminados impacta en toda la población: niños, mujeres embarazadas y adultos mayores.
Producción y ambiente: un modelo en jaque
El especialista fue categórico al señalar que “usar venenos para cultivar alimentos es un sinsentido”. En su visión, el modelo de agronegocios genera una guerra química contra la naturaleza que compromete la salud, degrada los suelos y contamina los ríos.
Citó un estudio realizado en el río Paraná que demuestra cómo los niveles de glifosato en sedimentos aumentan de manera progresiva desde el norte del país hasta Buenos Aires. “Es tanto lo que se aplica que es lo que más se encuentra”, puntualizó.
Asimismo, rechazó los intentos de las empresas del sector por minimizar estos impactos: “Tenemos pruebas científicas de que esto es así y no debemos dejarnos tapar la boca por las industrias que hacen marketing o fake news”.

Hacia un debate por soberanía alimentaria
La conferencia en Posadas buscará reforzar la discusión sobre alternativas agroecológicas y soberanía alimentaria. Para Ávila Vázquez, el desafío principal es visibilizar la evidencia científica y convertirla en política pública, con la participación activa de profesionales de la salud, universidades y organizaciones sociales.
“Esto no es solo un problema económico ni productivo. Es una violación a los derechos de la salud y la vida de las personas”, concluyó el especialista.
