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Todo lo que trae el Festival del Litoral: música, danza, gastronomía y simposio cultural en Posadas

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Posadas presentó la grilla del 56° Festival del Litoral y 18° del Mercosur, un evento gratuito que busca impulsar cultura, turismo y economía regional

El municipio anunció oficialmente la programación del 56° Festival Nacional de la Música del Litoral y 18° del Mercosur, que se desarrollará del 5 al 7 de diciembre en el Parque La Cascada. Con entrada libre y gratuita, el evento reúne figuras nacionales, referentes del Litoral y una amplia agenda paralela que refuerza la identidad cultural y dinamiza la actividad turística y gastronómica de Posadas.

Un festival histórico que refuerza identidad y genera impacto económico

La ciudad de Posadas confirmó este viernes la grilla artística de la 56ª edición del Festival Nacional de la Música del Litoral y 18° Festival del Mercosur, que tendrá lugar los días 5, 6 y 7 de diciembre, desde las 19 horas, en el Parque La Cascada de la Costanera. El encuentro se posiciona como uno de los principales festivales culturales del NEA y un atractivo estratégico para el turismo interno en plena temporada alta.

La secretaria de Cultura y Educación, Mariela Dachary, destacó que la edición 2025 será con entrada libre y gratuita, reforzando el carácter inclusivo del evento. Además, agradeció el acompañamiento del Gobierno de Misiones y de diversas firmas privadas que participan como sponsors.

“Es un evento muy importante para nuestra ciudadanía. Un encuentro emblemático que refuerza nuestra identidad, nuestra cultura local y la memoria colectiva”, afirmó.

El festival combina artistas de renombre nacional con referentes históricos y voces emergentes del Litoral. Según Dachary, la propuesta apunta a fortalecer la participación comunitaria en un contexto económico complejo. “Queremos que sea un lugar para compartir emociones, más aún en este contexto tan difícil que estamos atravesando desde lo económico”.

Tres noches de música y cultura con figuras nacionales y referentes locales

La presentación incluyó una parte de la programación oficial, con una grilla que combina artistas consagrados y representantes tradicionales del litoralismo.

Viernes 5 de diciembre

  • Destino San Javier
  • Catherine Vergnes
  • Artistas locales: Los Núñez, Guitarreada

Sábado 6 de diciembre

  • El Indio Lucio Rojas
  • Los Alonsitos
  • Lira Verá
  • Los Menchos del Chamamé

Domingo 7 de diciembre

  • Juan Fuentes
  • Christian Herrera
  • Pato García y Familia
  • Roy Bernal y Peralta, entre otros.

Además, habrá propuestas de danza, un patio gastronómico ampliado, artesanos locales y espacios recreativos. Dachary invitó al público a acercarse “con silletas, mate o tereré” para disfrutar de tres noches al aire libre en la Costanera posadeña.

Simposio, artesanos y gastronomía: el festival como plataforma cultural integral

El director general de Cultura, Matías Klein, profundizó sobre las actividades que acompañan al festival y que buscan consolidar una agenda cultural más amplia y sostenida en el tiempo.

Un espacio de reflexión: el Simposio del Litoral

El 3 de diciembre, a las 18 h, en el Salón Mayor del Palacio Almarte, se realizará el tradicional Simposio, con acceso libre. El espacio reúne a artistas, especialistas y vecinos para debatir sobre la evolución de la música y la danza litoraleña.

En esta edición, la artista Verónica Fedeli homenajeará a María Helena, a 60 años de su consagración en el festival. Klein destacó: “Fue una de las grandes mujeres de la música del Litoral y una embajadora de nuestra cultura en el mundo”.

Artesanos, gastronomía y emprendedores

Klein señaló que el Camino de los Artesanos sumará este año mayor integración entre artesanía y gastronomía regional, incluyendo food trucks y productores cerveceros. El objetivo es potenciar el movimiento económico local y ofrecer una experiencia cultural completa.

“La grilla refleja la identidad del Litoral con una fuerte presencia de nuestra música, conjugada con el folklore nacional”, subrayó el funcionario.

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Murió Raúl Barboza, el embajador mundial del chamamé

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El autor y compositor había nacido en Buenos Aires el 22 de junio de 1938 y estaba radicado en París, Francia, desde 1987. La noticia de su fallecimiento fue dada a conocer por su productor artístico, Alberto Felici.

El mundo de la música argentina despide a una de sus figuras más emblemáticas: Raúl Barboza, acordeonista y compositor que llevó el chamamé a escenarios de todo el mundo, falleció a los 87 años en París, ciudad en la que residía desde 1987. La noticia fue confirmada por su productor artístico, Alberto Felici.

Nacido en Buenos Aires el 22 de junio de 1938, Barboza comenzó a tocar el acordeón a los seis años y pronto fue apodado “Raulito El Mago” por su virtuosismo precoz. Con el tiempo se convirtió en el embajador internacional de la música litoraleña, llevando el sonido del chamamé más allá de las fronteras argentinas.

Barboza compartió escenarios y grabaciones con Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, Jairo, Richard Galliano, Ramón Navarro, Cesaria Evora, Peter Gabriel, Juanjo Domínguez y Ariel Ramírez, entre muchos otros artistas de renombre mundial.

Su talento fue reconocido a lo largo de su vida con múltiples premios

-Premios Atahualpa en tres oportunidades.

-Premio Konex, que lo distinguió como “una de las cinco mejores figuras en la historia de la música popular” en la categoría Instrumentista de Folklore.

-Premio SADAIC “Francisco Canaro”, por su labor en la difusión del chamamé en el exterior.

-Premio Clarín al Mejor Artista del Año, entre muchos otros reconocimientos.

Un legado para la música popular

Instalado en Francia desde fines de los años 80, Barboza se transformó en un puente cultural entre Europa y el litoral argentino, donde sus composiciones y versiones fueron celebradas como parte de la identidad musical del país.

Defensor incansable del chamamé, género que ayudó a visibilizar en el mundo, Raúl Barboza deja una huella profunda en la música popular argentina y un legado artístico que trascendió fronteras.

Su partida enluta al folklore, pero su obra seguirá resonando en los acordeones, guitarras y voces que mantienen viva la tradición litoraleña.

Raúl Barboza fue un destacado acordeonista de chamamé y música litoraleña de Argentina. Comenzó a tocar el acordeón a los 6 años.

Compartió escenarios con Atahualpa YupanquiAstor PiazzollaMercedes Sosa, entre otros. Recibió premios como Premios AtahualpaPremios KONEX y Premios Clarín, entre otros. Es reconocido como embajador del chamamé a nivel mundial.

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Chango Spasiuk en la Rolling Stone: “Soy un chamamecero, no necesito que el mainstream me legitime como tal”

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Rolling Stone, Facundo Arroyo, foto Yonathan Adamchuk. El guaraní es una lengua que flota sobre lo específico porque en la base hay metáfora. Puede pasar que la palabra que explica lo que es la orilla del río signifique, en la literalidad, labios de río. Puede pasar, también, que esa metáfora sea el puerto de partida hacia algo más profundo. Un significado en movimiento. El nuevo disco del Chango Spasiuk se llama Eiké! y, por supuesto, el significado guaraní está en movimiento. Porque si bien Eiké expresa de arranque el verbo “entrar”, lo que sigue llega hasta el corazón. El acordeonista necesitaba una palabra que refleje tanto el proceso de su disco gestado en pandemia como la unión de otros encierros dispuestos a entrar a su casa. A su corazón. Desde Río de Janeiro, por ejemplo, Jaques Morelenbaum (el gran arreglador de Caetano Veloso y el chelista más importante de la MPB) recibió el track de “Mi pueblo, mi casa, mi ciudad” y lo que pasó después es una nueva disrupción en la carrera de uno de los músicos populares de Argentina que permanecen a la vanguardia. Eiké! como título y “Entrar en el alma” como bajada para que el piano del Chango Spasiuk reelabore su propia obra.

Este nuevo disco contiene doce tracks que revisan la obra de Spasiuk más las canciones “Siete higueras” (Isaco Abitbol), “Puestero lobizón” (de su maestro Luis Ángel Monzón) y “Puerto Tirol” (Heraclio Pérez). Después de cruzarse con Gustavo Santaolalla en 2019 y de anhelar durante varios años trabajar con él, a Chango se le prendió una luz. Desde la soledad de su piano, y el silencio “aterrador” del confinamiento, lo llamó y le preguntó si quería grabar algo sobre la pista de “Pynandí”. Santaolalla, que también estaba encerrado como todos los demás, finalmente aceptó y así Eiké! se volvió un disco colectivo. Algo contrario a lo planeado porque Spasiuk se sentó en pandemia para componer en el piano y lo primero que salió fue “Improvisación para Juana”, dedicada a su hija menor y encapsulada en una resonancia de mil caminos.

Comenzó, entonces, el desfile de nombres trascendentales de todas partes del mundo. Esa etiqueta volverá todo el tiempo sobre la charla que ROLLING STONE mantuvo con el músico en su hogar de Villa Urquiza, en la misma habitación donde se hizo Eiké!. “Esta es la alfombra del arte, esa es la puerta de la tapa y este es el piano en el que grabé, mal, el tema para mi hija”, dice Spasiuk. Para hacer Eiké! aprendió a grabarse y en esa primera prueba borró tres de los cuatro micrófonos de “Improvisación para Juana”. “Después hice varias tomas más pero ninguna fue como la primera, así que decidí que al disco vaya esa toma a pesar de que sólo esté registrada por un micrófono. Es una pena porque este piano suena mejor, pero no hubo caso”, dice el músico, que confía más en la energía de la inspiración que en la perfección técnica.

“Ahora tengo experiencia en producción pero, de alguna manera, volví al punto técnico inicial porque este disco lo grabé con mi compu. Obvio que trabajar con Ian AndersonBob TelsonPopi Spatocco y grabar un montón de discos con el portugués Da Silva y con Amílcar Gilabert me enseñaron a producir. Pero cuando llegó la pandemia yo no sabía grabar, y con Nacu Berneri, que es con quien hice Pino Europeo (el disco que revisa sus polcas junto a Chancha Vía Circuito), me mandé. Él me instaló el programa y después con unas videollamadas me fue enseñando”. Con la técnica lista, después fueron cayendo los nombres: Carlos Núñez (flauta), Sixto Corbalán (arpa), Erik Truffaz (trompeta), Boubacar Cissokho (kora), Per Einar Watle (guitarra), Steinar Raknes (contrabajo), Majid Bekkas (laúd) y Gonzalo Arévalo (bendir), entre otros colaboradores habituales de su música como el gran guitarrista Marcelo Dellamea. Como si fuera un Playing for change pero con el centro gravitacional en el chamamé.

Chango cuenta dos de las experiencias. La primera es “Puestero lobizón”, con el foco en el homenaje. El autor de este chamamé es Luis Ángel Monzón y fue alguien importante en la formación de Spasiuk: “Cuando estaba en la secundaria pasaba siempre por mi casa, quería ver en qué andaba, también lo conocía a mi viejo. En su último disco de estudio (Gringo y guaraní, 1986), me invitó a grabar, me llevó a Buenos Aires. Toqué en los viejos estudios de CBS con 17 años, imaginate lo que significa él para mí. El tema es un chamamé muy metido en la radio de la infancia, muy del sonido de esa época. Es la segunda vez que la grabo, la primera lo hice con él en un disco donde el sonido no me gusta mucho (Bailemos y…, 1992)”.

La segunda experiencia es con “Mi pueblo, mi casa, la soledad”, una canción propia que grabó en su disco Tarefero de mis pagos (2004) y en este caso la hizo junto a Jaques Morelenbaum. Es uno de los grandes momentos de Eiké! Hay simpleza y profundidad, un cruce pacífico y amoroso entre acordeón y violonchelo y un aire de improvisación para una música que en términos tradicionales suele ir bien hacia adelante y no dar muchas vueltas. “Giré por Argentina con él y no grabamos nada. Increíble. Yo conocía su música de antes de que sea arreglador de Caetano Veloso, de su época junto a Egberto Gismonti. El proceso arrancó por Gustavo (Santaolalla), pero después empecé a tirar de mi hilo interno y llegué a él. Me mandó tres improvisaciones y yo no elegí una de las tres sino que armé una mixtura. Todas eran bellas pero uno termina eligiendo algo”, cuenta.

Chango Spasiuk presentó Eiké! en Buenos Aires el primer viernes de mayo. Eligió el Teatro Coliseo para adaptar el mundo sonoro del disco. Contó con algunos invitados internacionales como el arpista paraguayo Sixto Corbalán y el guitarrista noruego Per Einar Watle. “De hacer Eiké! algunos de ellos tienen que estar, si no se pierde un poco el sentido de estas uniones”, dice. Para lo demás armó un plan casi jazzero: lanzó la pista de los otros invitados y con su banda (por momentos sexteto, septeto y octeto) lo siguieron. “Por ser un músico de tradición popular parece que tengo que dar explicaciones de eso”, marca Spasiuk y compara la tecnología de la música urbana con la poca problematización por esos mismos modos.

En el contexto del Coliseo, y con las nuevas ideas de Eiké!, la música del Chango Spasiuk se revela. O se vuelve reveladora ante el miedo de la tradición, siempre crítica con su propuesta. Es una música con el centro gravitacional en el chamamé pero que se posiciona a la vanguardia. Como la de Astor Piazzolla o la de Luis Alberto Spinetta. Dos músicos también de referencia para Spasiuk, que cita como mejor lo sabe hacer: tocándolos. “Libertango” y “Seguir viviendo sin tu amor”, para aquella noche en el Coliseo. Para la canción del referente del rock argentino, Spasiuk ofreció su visión sobre la “world music” por la que debe pasearse (“porque para el chamamé no hay mercado”, dice). Ritmo de chamamé mientras un arpa describió la melodía y un guitarrista nórdico bancó la base.

Chango Spasiuk presentó Eiké! en Buenos Aires el primer viernes de mayo (Foto: Ignacio Arnedo)

Desde su casa de Villa Urquiza, que queda a dos cuadras de la que habitaba Luis Alberto Spinetta, dice: “El riesgo del límite es hacia afuera y hacia adentro. Es importante tener siempre en claro el mensaje de uno. ¿Por qué no puedo tocar Hendrix o Spinetta en el acordeón? Los chinos y los japoneses tocan la música de Astor… mirá si yo, que nací en el mismo país, no la voy a poder tocar. Además, ellos son mis espejos”. De repente Spasiuk da una vuelta sobre la misma base en la que está sentado y empieza a tocar el piano con el que grabó su nuevo disco. Cierra los ojos y sale la melodía de “Seguir viviendo sin tu amor”. La corta, hay otro silencio y sigue: “Mi centro de gravedad es mi tradición, pero parto desde ahí hacia otros lugares. Por peso propio esa música termina cayendo a mi mundo. Al menos cuando la búsqueda es honesta”.

Cuando uno ve y escucha a Chango Spasiuk por televisión (Canal Encuentro) o radio (Nacional Folklórica), descubre que su mundo simbólico se construye en la multidisciplina. Hay filosofía, literatura, sufismo, surfismo y antropología musical. Y también hay citas constantes de esos mundos, que son su universo, cuando habla de su música como la siguiente: “La música popular es como ver en el espacio. Es como cuando cocinás: saboreás aunque no lo estés probando. El olor y lo visual suman a lo tangible. En De lo espiritual en el arte (Vasili Kandinsky) se habla del color que da una sensación auditiva. Si hay una profunda conexión con el sonido, ese sonido tiene color, imagen y forma. Uno lo ve. Son cosas que me pasan cuando compongo en el piano. Después está la instancia del acordeón, que es la expresión pura. No hay tanta reflexión, ahí es más expresión”.

Antonio Tarragó Ros dice que el chamamé es para los chamameceros. Al Chango Spasiuk esa definición le encanta. “Yo soy un chamamecero. No necesito que el mainstream me legitime como tal. Es imposible ir hacia la vanguardia sin estar enamorado de la tradición. Si no, es una forma sin contenido que no va a ninguna dirección. Astor Piazzolla fue la persona más vanguardista y también la persona más enamorada de su lenguaje (el tango)”. Después el Chango cita al poeta Rainer Maria Rilke (1875-1926) mientras mira a su perrita Coca, que vigiló atenta la charla. “Ella me salvó de la pandemia”, dice Chango, que vuelve a demostrar qué significa Eiké!: de Rilke a Coca, pasando por el acordeón de Luis Ángel Monzón y la trompeta de Erik Truffaz.

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Feliz reencuentro de Raúl Barboza con el público misionero

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El acordeonista brindó un concierto memorable en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, en un festival a beneficio de las delegaciones artísticas que participarán de distintos festivales en la temporada de verano.

Tras la tormenta del día anterior en la capital misionera, el domingo por la noche las condiciones climáticas acompañaron el festival solidario en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, que contó tal como se esperaba, con un cierre de lujo de la mano del inclaudicable Raúl Barboza, y que además sirvió para reunir fondos para las delegaciones artísticas que representarán a Misiones en festivales folklóricos de rango nacional.

Con los últimos rastros del sol sobre el Paraná, irrumpieron en escena las parejas de la Escuela Superior de Danzas de la Provincia de Misiones, que el 16 del corriente estarán presentes en el Festival de Cosquín. Abrieron la velada con “Sentires de mi tierra”, obra que exalta desde el baile y el vestuario, los rasgos característicos de nuestra región.

El ministro de Cultura, Joselo Schuap, tomó unos segundos la palabra, para agradecer la presencia del público, reconocer el trabajo de los técnicos y trabajadores que a pesar de las dificultades climáticas transitadas horas antes, lograron un escenario impecable, con un sonido de primer nivel. Así mismo, Schuap reconoció a la titular del Parque del Conocimiento, Claudia Gauto, “por el aporte fundamental del Parque del Conocimiento para que este evento pueda realizarse”, del mismo modo que se agradeció el apoyo del municipio local, junto a quien se seguirá trabajando para lograr una programación mensual en el remozado anfiteatro.

También estuvieron presentes, tanto en el estrado conduciendo el evento, como en distintos rincones del anfiteatro, atento a los detalles, miembros de la recientemente creada Asociación Misionera de Difusores del Folklore, co-organizadora del festival. Dos de ellos, Jorge Aquino y El “Negro ” Viana, recordaron de manera emotiva la gran cantidad de noches históricas vividas en el ahora remozado anfiteatro, de la mano de grandes figuras del folklore nacional.

Luego llegó el turno del arpista Milán Cardozo, quien junto a su grupo (Frodo Peralta y Darío Cardozo en guitarra, Richard Cantero en bajo y Cacho Bernal en percusión) – que también integra su hijo Darío – embelesaron al público con clásicos de la galopa, el infaltable “Pájaro campana” y la participación especial de la cantante Paola Leguizamón, quien entre otras canciones, brilló con una inspirada versión de “Recuerdos de Ypacarai”, dando por finalizada la aplaudida presentación del arpista de 81 años y su conjunto.

“Estamos acá por varias razones; somos de Entre Ríos, amamos el folklore, el río, y estamos de vacaciones en Posadas. Cuando nos enteramos que tocaba el maestro Barboza, no dudamos en venir. Pero no pensamos encontrarnos con un lugar tan hermoso, un escenario único. Y, además, con un fin solidario como es el de ayudar a los artistas. Disfrutamos muchísimo el festival” relató Silvia Maldonado (48), que también vibró con el primer espectáculo del año en el Manuel Antonio Ramírez.

El preludio al concierto de Barboza encontró al destacado bailarín Gustavo Escobar, presentando “Malambo Veterano”, reafirmando una vez más el nivel que lo llevó a representar a la provincia en los principales escenarios del malambo nacional. Con una gran recepción por parte del público, Escobar dejó el escenario ovacionado, dejando paso, minutos después, al esperado show de Raúl Barboza.

De camisa blanca y sonrisa amplia, haciendo gala de la sencillez que lo caracteriza, Barboza ingresó al escenario pasadas las 21 Hs. junto a los músicos que lo secundan hace más de veinte años, entre ellos el querido y talentoso percusionista local “Cacho Bernal”.

Fue un concierto para el recuerdo, en el cual el maestro desplegó su alquimia intacta, desplegando un repertorio ameno, que incluyó bellas interpretaciones de “Merceditas” y “La Calandria”, y que tuvo su cenit con una magnífica entrega de “Tren expreso”, obra en la cual el acordeonista expone la potencia singular de un estilo que lo catapultó hace décadas, al reconocimiento internacional.

Sobre el fin de la noche, Barboza dejó sentidas palabras de agradecimiento al público, y honró la memoria de un colega que ya no está: “hace 20 años estamos tocando con quienes hoy me acompañan en este escenario, veinte años respirando el mismo aire, las mismas risas, los mismos disgustos y las mismas melodías. Pero hoy quiero recordar con alegría, a un gran amigo y excelente músico que se nos fue hace diez años, el querido Horacio Castillo”.

Así, ovacionado y entre aplausos de pie, se despidió Barboza del escenario, concretando un sentido reencuentro con su público misionero.

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