Ha llegado la era del horno global en el planeta, alerta Guterres

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Por Abigail van Neely de IPS Noticias – “La humanidad está hoy en ebullición”, dijo a los periodistas el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, mientras el mundo asimilaba los datos oficiales que confirman que este julio es el mes más caluroso jamás documentado.

Ello incluye el periodo de tres semanas más caluroso jamás registrado, tres días más calurosos jamás registrados y las temperaturas oceánicas más altas de la historia para esta época del año. Trabajadores, niños y familias de todo el mundo han sentido el efecto «abrasador» del cruel verano boreal mientras luchan por respirar y soportar el calor, dijo Guterres.

“Las consecuencias son claras y trágicas”, remarcó el secretario general, en su imprevista comparecencia ante los periodistas en la sede de la ONU en Nueva York con el objetivo de remarcar la necesidad de que los humanos y sus líderes tomen en serio “la urgencia” de atender la crisis climática.

«La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”: António Guterres.

“Para los científicos, es inequívoco que la culpa es del ser humano. Todo esto es totalmente coherente con las predicciones y repetidas advertencias. La única sorpresa es la velocidad del cambio”, remarcó el máximo responsable de la ONU.

Insistió en que «el cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo»

«La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”, puntualizó con dramatismo.

Guterres consideró que la inacción y las excusas “son inaceptables”, ante un planeta que se abrasa. Para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados C, es necesario acelerar la acción para la contención climática. Esto es especialmente cierto para las mayores economías del mundo, dijo.

“Los líderes, y en particular los países del G20 (Grupo de los 20) responsables de 80 % de las emisiones mundiales, deben dar un paso al frente en favor de la acción climática y la justicia climática”, afirmó el secretario general.

Para alcanzar este objetivo, Guterres pidió a los países del Norte industrial que aspiren a cero emisiones para 2040. Las economías emergentes deberían alcanzar el mismo objetivo para 2050 con el apoyo de los países desarrollados.

También instó a empresas, ciudades, regiones e instituciones financieras a crear planes creíbles para la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables.

“No más lavado verde, no más engaños, y no más distorsión abusiva de las leyes antimonopolio para sabotear las alianzas neto cero”, dijo Guterres.

Cuando se le preguntó cómo pensaba responsabilizar a los países de la acción por el clima, Guterres dijo que solo podrían acudir a la Cumbre de Acción por el Clima, que ha convocado para el 20 de septiembre en Nueva York, aquellos que hubieran asumido compromisos claros.

También advirtió a los países que protejan a su población de los fenómenos meteorológicos extremos, que se están convirtiendo en la norma. Señaló que esta carga recae especialmente sobre los países en desarrollo y las pequeñas naciones insulares.

“Los países que se encuentran en primera línea, que son los que menos han contribuido a provocar la crisis y los que menos recursos tienen para hacerle frente, deben contar con el apoyo necesario para ello”, afirmó.

La financiación de los esfuerzos de protección del ambiente también sigue siendo insuficiente, a juicio del secretario general.

Guterres expresó su preocupación por el hecho de que solo dos países del Grupo de los 7 (G7) de los países más ricos, Canadá y Alemania, se hayan comprometido a reponer sus Fondos Verdes para el Clima.

En ese punto, pidió cambios drásticos en el sistema de financiación mundial que apoya la acción por el clima.

“El cambio climático ya está aquí. Es aterrador. Y es solo el principio. La era del calentamiento global ha terminado, y ha llegado la era de la ebullición global”, dijo Guterres.

Y concluyó: “ Debemos convertir un año de calor abrasador en un año de ambición abrasadora y acelerar ya la acción por el clima”.

Abigail van Neely periodista de Inter Press Service (IPS)
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Cumbre de París sobre finanzas climáticas: ¿un salvavidas para América Latina?

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Escribe Tais Gadea Lara de Dialogo Chino – Gobiernos, especialistas y sociedad civil de la región reclamaron un incremento en los fondos climáticos y repensar la estructura de los organismos multilaterales

“Hace nueve meses nadie estaba hablando de cláusulas por desastres naturales (…) Hace nueve meses nadie hablaba sobre el desarrollo multilateral, sobre la reforma del Banco Mundial a escala (…) Hace nueve meses no estábamos preparados para discutir temas de deuda (…)”.

Las palabras de Mia Mottley, primera ministra de Barbados, pronunciadas en la reciente Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial celebrada en París, parecieron tocar la fibra sensible de su audiencia. En muchos sentidos, estaba en lo cierto.

En septiembre del año pasado, el lanzamiento de su iniciativa Bridgetown marcó un antes y un después. La iniciativa, que plantea la necesidad de discutir una reforma del sistema financiero mundial que ayude a los países más vulnerables, ha contribuido a los debates sobre el alivio de la deuda y la movilización de más fondos para políticas climáticas.

En noviembre, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP27 ―un evento en el que Mottley fue una voz destacada― el acuerdo final entre las naciones reconoció, por primera vez, la necesidad de “una transformación del sistema financiero y de sus estructuras y procesos” para cumplir los objetivos de descarbonización. Ahora, la cumbre sobre financiación climática de París, de dos días de duración y que concluyó el 23 de junio, buscó dar pasos a favor para que ello comience a ser realidad.

Organizado por el gobierno de Francia, el evento buscó dar un espacio de conversación y debate para llegar a consensos sobre cómo modificar un sistema financiero que, estructurado luego de la Segunda Guerra Mundial, hoy no está respondiendo a las crisis simultáneas de la pobreza, las deudas financieras y el cambio climático. Fue una jornada y media de reuniones bilaterales y grupos de trabajo a puertas cerradas, y mesas redondas abiertas al público.

Aunque en la cumbre se hicieron declaraciones ambiciosas, entre ellas la del presidente francés Emmanuel Macron, y se avanzó en algunas reformas, muchos observadores se sintieron decepcionados por la falta de compromisos firmes, aunque otros reconocieron un impulso de cara a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de este año.

¿Qué significa todo esto para una región como América Latina y el Caribe impactada por el cambio climático, en crisis económica y bajo deudas financieras, que intenta responder a otros problemas como la pobreza y la desigualdad? Aquí un resumen con lo más destacado y la voz de sus protagonistas.

¿Dónde está el dinero prometido?

La mayoría de los participantes, especialmente los de países en desarrollo, llegaron a París con una expectativa clara: tener alguna novedad ―por más mínima que fuera― de la promesa de los países desarrollados de movilizar a los países en desarrollo US$100 mil millones anuales en financiamiento climático para 2025. Es una promesa que fue realizada en 2009 y reforzada en 2015 con el Acuerdo de París, pero que aún está incumplida.

La expectativa se acrecentó con las dos semanas previas de negociaciones en Bonn, Alemania, donde el financiamiento fue el tema pujante entre un mundo desarrollado que quiere enfocar las discusiones en incrementar la ambición en mitigación ―es decir, mayor reducción de emisiones― y un mundo en desarrollo que también quiere eso, pero sabe y reclama que sólo puede hacerlo si a la par se discute el aumento de la ayuda económica.

“Delegados, ¿estamos dispuestos a hablar de los US$100 mil millones? ¿Estamos dispuestos a hablar de esto?”, expresaba enojado el jefe de delegación de Cuba Pedro Luis Pedroso Cuesta en un plenario en las negociaciones climáticas en Bonn, una reunión preparatoria para la próxima COP28. “Está tan claro que no hay intención de hablar de financiamiento”, agregó. Con ese malestar llegaron los países en vías de desarrollo a París. Con ese mismo resultado de escasa novedad se han ido también de París. 

En la cumbre en París sí se avanzó hacia otro objetivo de 100.000 millones de dólares: el compromiso adquirido en 2021 por los países ricos de redirigir parte de sus derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI) no utilizados para ayudar a los países más vulnerables.

La propia directora del FMI Kristalina Georgieva describió que, de esos US$100 mil millones, 60 mil millones ya están en el fondo trabajando para los países en desarrollo y los otros 40 mil millones ya han sido comprometidos por los países más ricos.

Las fuentes de financiamiento climático

De los distintos temas debatidos en la cumbre de París, varios fueron prioritarios para los delegados de América Latina y el Caribe, como los cambios en las organizaciones multilaterales, la incorporación de nuevos actores a la mesa para movilizar financiación, el aumento del flujo de financiación climática hasta el nivel necesario y la búsqueda de métodos innovadores para responder a las crisis actuales. Entre las fuentes de financiamiento destacadas por las voces de la región figuran:

 Canje de deuda. Bajo el consenso de que ningún país debería tener que elegir entre luchar por terminar con la pobreza y actuar ante el cambio climático, en París se conversó sobre cómo empezar a aliviar las deudas financieras de los países en desarrollo para que puedan, a la par, implementar políticas climáticas.

La figura del canje de deuda por acción climática es liderada en la región por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, presente en la cumbre en París. Petro dijo a Diálogo Chino: “El canje de deuda liberaría presupuestos para dedicarlos exclusivamente a mitigación o adaptación a la crisis climática. Sumado a escala mundial, sería un incremento de la liquidez monetaria que no iría en un incremento de precios sino a una inversión productiva hacia lo que más importa hoy que son soluciones ante la crisis climática”. Petro pidió la creación de un grupo de expertos que se dedique a estudiar la figura del canje de deuda y genere una propuesta para ser llevada a la COP28.

● El Banco Mundial. Ajay Banga, el nuevo presidente del Banco Mundial, anunció la iniciativa Cláusulas de Deuda Resilientes al Clima. Cuando un país esté ante un evento climático extremo, se pausarán sus pagos de deuda y/o se le dará mayor flexibilidad. En una primera etapa, la iniciativa será implementada con los países más vulnerables, y luego se buscará ampliar a más actores necesitados. En cuál de ambas categorías ingresarán los países de América Latina y el Caribe es aún un detalle por conocerse.

Sobre el funcionamiento del Banco Mundial y del FMI, el presidente brasileño Lula da Silva se mostró crítico durante el evento: “Lo que se creó después de la Segunda Guerra Mundial ya no funciona. Tengamos muy en claro que el Banco Mundial deja mucho que desear cuando se trata de lo que esperamos de él, que el FMI deja mucho que desear en cuanto a las expectativas de la gente frente a la institución”.

● El sector privado. En sus discursos durante la cumbre, el presidente Macron subrayó repetidamente la necesidad de movilizar y aumentar la financiación privada para el cambio climático, considerada por muchos como el punto en el que los gobiernos de los países desarrollados están poniendo el foco en las negociaciones sobre financiación. Macron dijo que “por cada dólar de dinero público que se destine a la acción climática, se tiene que destinar un dólar de dinero privado”.

El texto de conclusión de la conferencia de Paris menciona que, desde 2016 a 2019, la filantropía privada ha destinado US$42 mil millones al desarrollo. Para Mottley no es sólo una cuestión de movilizar cantidad de dinero, sino también de ver a dónde se está movilizando: “Le agradecemos a la filantropía lo que hace, pero no puede ser que pongan el dinero en lo que ellos quieren sino en lo que el mundo necesita”.

Rumbo a la COP28

El financiamiento fue el protagonista de una cumbre que en su lanzamiento iba a estar organizada por Francia y Barbados de forma conjunta, y que terminó bajo el liderazgo del país europeo. El financiamiento fue también el tema en disputa entre países en Bonn al punto tal de casi hacer peligrar el trabajo realizado durante dos semanas. Y ahora el financiamiento quizás sea el mayor desafío en la próxima COP28.

La Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial dejó un documento de 10 páginas que recopila las conclusiones abordadas y que se resumen en cuatro resultados: “ganar la batalla contra la pobreza y las vulnerabilidades” a través de, por ejemplo, nuevos métodos que suavicen las deudas financieras; “mantenerse unidos en incrementar la solidaridad internacional” para cumplir con los compromisos financieros; “proteger el planeta y los bienes comunes” con un posible futuro precio al carbono internacional; y “movilizar recursos financieros adicionales especialmente desde el sector privado”.

Estos resultados no son legalmente vinculantes. Serán revisados cada seis meses a través de un reporte y habrá una segunda edición de la cumbre en dos años. Mientras tanto, los observadores seguirán de cerca cómo estas conversaciones “que hace nueve meses no se daban”, pasan a acciones concretas que respondan a las necesidades de los países más afectados, entre ellos los de América Latina.

Mientras que el Caribe se está ahora viendo afectado por la tormenta tropical Bret como un anticipo de una temporada de tormentas cada vez más intensas por el cambio climático, Mottley fue contundente: “Si no actuamos hoy a escala, no estaremos a tiempo de salvar a más personas. No sólo hagamos lo correcto, sino hagámoslo en el momento correcto y por la razón correcta”.

Tais Gadea Lara periodista especializada en ambiente y cambio climático

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La carrera por la Inteligencia Artificial y su huella de carbono

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Los investigadores de Google sostienen que el 10 y el 15% del consumo energético en su empresa, tuvo que ver con la IA:

La nueva carrera tecnológica está orientada hoy a la inteligencia artificial, que se espera transforme sectores que manejan miles de millones de dólares, desde la venta al por menor hasta la salud. Pero, la elaboración de cada nuevo chatbot y generador de imagen necesita mucha energía eléctrica, lo que acarrea que la tecnología podría ser la causante de una enorme y cada vez mayor cantidad de emisiones de carbono que calientan la Tierra.

Las grandes empresas Microsoft, Google y OpenAI, creador de ChatGPT, utilizan sistemas de computación en la nube que emplean miles de chips alojados en servidores de gigantescos en centros de datos distribuidos por todo el mundo para adiestrar algoritmos de inteligencia artificial llamados modelos, que analizan información con el fin de facilitarles el “aprendizaje” de tareas. Gracias al éxito de ChatGPT, otras compañías se precipitan a sacar al mercado sus propios sistemas de inteligencia artificial y chatbots rivales, o a desarrollar nuevos productos que usen extensos modelos de inteligencia artificial para ofrecer funcionalidades a todo el mundo.

La inteligencia artificial utiliza más energía que otros tipos de herramientas, y el proceso de entrenamiento de un solo modelo puede requerir más energía eléctrica de la que emplean 100 familias estadounidenses durante un año. El desarrollo del sector es tan acelerado y la transparencia tan escasa que no se conoce con precisión el consumo total de energía eléctrica y la cantidad de emisiones de carbono que pueden atribuírsele.

Además, las emisiones también podrían diferir considerablemente en función de la electricidad que utilicen: por ejemplo, un centro de datos alimentado por una central de carbón o gas natural generará muchas más emisiones de carbón que uno que funcione con energía solar o eólica.

Aunque los especialistas han inventariado las emisiones derivadas de la elaboración de un solo modelo y ciertas compañías han facilitado información sobre su consumo energético, no disponen de estimaciones globales sobre el volumen energético total que utiliza esta tecnología.

La investigadora Sasha Luccioni, de la empresa de IA Hugging Face Inc, elaboró un documento en el que calculaba el impacto en las emisiones de carbono de BLOOM, el competidor de GPT-3 creado por OpenAI. Asimismo, ha tratado de calcular lo mismo para el éxito viral de OpenAI, ChatGPT, partiendo de un volumen limitado de datos a disposición del público. “Estamos hablando de ChatGPT y no sabemos nada al respecto”, dijo.

Transparencia de las herramientas de IA

Investigadores como Luccioni dicen que necesitamos transparencia sobre el uso de energía y las emisiones para los modelos de IA. Con esa información, los gobiernos y las empresas pueden decidir si usar GPT-3 u otros modelos grandes para investigar curas contra el cáncer o preservar las lenguas indígenas, valen la pena por el costo la electricidad y las emisiones.

Una mayor transparencia también podría traer más consciencia; la industria cripto podría proporcionar una historia de advertencia. Bitcoin ha sido criticado por su enorme consumo de energía, utilizando tanto anualmente como Argentina, según el Índice de Consumo de Electricidad de Cambridge Bitcoin. Ese apetito voraz por la electricidad llevó a China a prohibir la minería y a Nueva York a aprobar una moratoria de dos años sobre nuevos permisos para criptominería impulsada por combustibles fósiles.

El entrenamiento de GPT-3, que es un único programa de inteligencia artificial de propósito general que puede generar lenguaje y tiene muchos usos diferentes, tomó 1.287 gigavatios hora, según un artículo de investigación publicado en 2021, o casi tanta electricidad como consumirían 120 hogares estadounidenses en un año. Ese entrenamiento generó 502 toneladas de emisiones de carbono, según el mismo documento, o aproximadamente lo que emiten 110 automóviles estadounidenses en un año. Eso es solo para un programa o “modelo”.

El entrenamiento de un modelo tiene un enorme costo inicial de energía, pero a pesar de ello los investigadores encontraron, en algunos casos, que es solo alrededor del 40% de la energía consumida por el uso real del modelo, con miles de millones de solicitudes de programas populares. Además, los modelos son cada vez más grandes.

GPT-3 de OpenAI utiliza 175.000 millones de parámetros, o variables, que el sistema de IA ha aprendido a través de su entrenamiento y reentrenamiento. Su predecesor usó solo 1.500 millones. OpenAI ya está trabajando en GPT-4, además, los modelos deben volver a capacitarse regularmente para mantenerse al tanto de los eventos actuales.

Otro dato relativo proviene de Google, donde los investigadores encontraron que la inteligencia artificial representó del 10 al 15% del consumo total de electricidad de la empresa, que fue de 18,3 teravatios hora en 2021. Eso significaría que la IA de Google quema alrededor de 2,3 teravatios hora al año, casi la misma cantidad electricidad cada año que todos los hogares en una ciudad del tamaño de Atlanta.

Emisiones GPU: “Una locura”

La mayoría de los centros de datos usan unidades de procesamiento de gráficos (GPU) para entrenar modelos de IA y esos componentes se encuentran entre los que más consumen energía en la industria de chips. Los modelos grandes requieren decenas de miles de GPU, y el programa de capacitación dura de semanas a meses, según un informe publicado por analistas de Morgan Stanley a principios de este mes.

Según Luccioni, uno de los misterios de las IA son las emisiones totales de carbono asociadas con las GPU. Nvidia, el mayor fabricante de GPU, dijo que cuando se trata de tareas de IA, pueden completar la tarea más rápidamente, haciéndolas más eficientes en general.

“El uso de GPU para acelerar la IA es mucho más rápido y eficiente que los CPU: por lo general, 20 veces más eficiente energéticamente para ciertas cargas de trabajo de IA y hasta 300 veces más eficiente para los modelos de lenguaje grande que son esenciales para la IA generativa”, sostuvo la empresa.

Si bien Nvidia ha revelado sus emisiones directas e indirectas relacionadas con la energía, no ha revelado todas las emisiones a las que responde indirectamente, dijo Luccioni, quien solicitó esos datos para su investigación.

Cuando Nvidia comparta esa información, Luccioni cree que las GPU quemarán tanto como las emisiones totales de un país pequeño. Ella dijo: “Va a ser una locura”

Compromisos netos cero

Las empresas de IA también trabajan constantemente en mejoras que los hagan funcionar de manera más eficiente. Microsoft, Google y Amazon, las compañías de nube más grandes de EE.UU., tienen compromisos de carbono negativo o neutral. 

Google afirmó en un comunicado que está buscando emisiones netas cero en todas sus operaciones para 2030, con el objetivo de operar su oficina y centros de datos completamente con energía libre de carbono. La compañía también ha utilizado IA para mejorar la eficiencia energética en sus centros de datos, con la tecnología controlando directamente el enfriamiento en las instalaciones.

OpenAI citó el trabajo que ha realizado para hacer que la interfaz de programación de aplicaciones para ChatGPT sea más eficiente, reduciendo el uso de electricidad y los precios para los clientes. “Nos tomamos muy en serio nuestra responsabilidad de detener y revertir el cambio climático, y pensamos mucho en cómo hacer el mejor uso de nuestra potencia informática”, dijo un portavoz de OpenAI.

Y continuó, “OpenAI se ejecuta en Azure y trabajamos en estrecha colaboración con el equipo de Microsoft para mejorar la eficiencia y nuestra huella para ejecutar modelos de lenguaje grandes”.

Microsoft señaló que está comprando energía renovable y tomando otras medidas para cumplir con su objetivo previamente anunciado de ser carbono negativo para 2030. “Como parte de nuestro compromiso de crear un futuro más sostenible, Microsoft está invirtiendo en investigación para medir el uso de energía y el impacto del carbono de la inteligencia artificial mientras trabaja en formas de hacer que los sistemas grandes sean más eficientes, tanto en capacitación como en aplicación”, sostuvieron de la empresa.

“Obviamente, a estas empresas no les gusta revelar qué modelo están usando y cuánto carbono emite”, dijo Roy Schwartz, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien se asoció con un grupo de Microsoft para medir la huella de carbono de una gran modelo de IA.

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Datos para salvar vidas y guiar la recuperación

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Escribe Haishan Fu – Necesitamos datos de desastres para salvar vidas y guiar la recuperación.

A medida que el calentamiento del clima aumenta la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, debemos estar mejor preparados que nunca para salvar vidas y medios de subsistencia, especialmente en los países de ingreso bajo. Un desafío tan extraordinario requiere una respuesta extraordinaria y colectiva. Y con los datos correctos, podemos hacerlo bien.

Me han horrorizado las noticias e imágenes desgarradoras provenientes de Turquía y la República Árabe Siria después de que los terremotos más mortíferos del siglo dejaran decenas de miles de heridos y muertos.

Estos terribles terremotos han sido particularmente devastadores dada la magnitud de la destrucción que dejaron a su paso.  Pero, desafortunadamente, catástrofes como estas están lejos de ser raras. Durante la última década, los desastres naturales han provocado la muerte de casi medio millón de personas en todo el mundo.

Si bien es posible que no podamos prevenir muchos de estos desastres en los próximos años, podemos mitigar su impacto salvando vidas y haciendo que los esfuerzos de recuperación sean más eficaces.  Y para eso, necesitamos datos oportunos y eficaces en función de los costos con altos niveles de granularidad.

A continuación se presentan tres maneras en que podemos garantizar que tales datos de desastres estén disponibles en situaciones de crisis:

  1. Necesitamos enfocarnos tanto en los fundamentos como en la frontera

Los datos de los gobiernos, como los datos de censos, encuestas, registro civil y sistemas administrativos, continúan brindando la base para estadísticas críticas relacionadas con desastres. Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías y fuentes de datos producidas por entidades privadas, como el uso de teléfonos móviles, la actividad en las redes sociales, las consultas en línea, las plataformas de crowdsourcing y las tecnologías de detección remota, pueden ayudarnos a ahorrar tiempo, aumentar la exactitud y mejorar la precisión, que son de suma importancia en situaciones de emergencia.

Para crear sistemas eficaces de reducción de desastres basados en datos, debemos reconvertir los datos privados y combinarlos con los datos públicos para responder mejor a las emergencias.  

Hemos visto que tales esfuerzos han tenido éxito en el pasado. Por ejemplo, después del terremoto de 2014 en Napa, California, la semántica relacionada con el desastre fue extraída de Twitter mediante un algoritmo de aprendizaje automático y se combinó con datos de geolocalización para evaluar con rapidez la escala y el impacto del desastre. De manera similar, los datos de ubicación móvil proporcionados por una empresa privada se han usado para comprender los patrones de movimiento de la población y las tendencias de recuperación después de desastres históricos en la Ciudad de México y Mumbai.

Solo estamos rascando la superficie de lo que es posible a través de la integración de diferentes tipos de datos, pero los impresionantes resultados obtenidos hasta ahora nos obligan a continuar con estas exploraciones.

  1. Debemos invertir en nuestra “disponibilidad de datos” colectiva

La combinación de fuentes de datos innovadoras, plataformas en la nube y el procesamiento rápido y eficiente que posibilitan estas tecnologías permiten a los formuladores de políticas locales, nacionales e internacionales comprender el alcance y la escala de los desastres, estimar la cantidad de personas afectadas y entender la situación en cualquier parte del mundo a partir de datos confiables y objetivos de terceros en cuestión de minutos u horas.  Esto es crucial en situaciones de crisis donde cada segundo cuenta.

El verano pasado, se le pidió al Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo del Banco Mundial que realizara una evaluación rápida de daños por satélite de las inundaciones en Assam y Meghalaya, India, mientras las inundaciones aún continuaban. Usando datos de radar de apertura sintética y algún procesamiento en la nube basado en un código que pusimos a disposición del público, pudimos cuantificar la escala del área afectada y la cantidad de personas afectadas en menos de dos horas para ayudar a guiar una acción rápida y adecuada.

Gran parte de esto comienza con la inversión en lo que llamo “preparación de datos”, es decir, sistemas de recopilación y difusión de datos, gobernanza de datos, uso y alfabetización de datos, y la preparación de información fundamental antes de que ocurra un desastre. Para habilitar la preparación de datos de manera más amplia, necesitamos formar nuevas colaboraciones para la innovación, así como unir fuerzas para invertir en la capacidad de datos y los sistemas de datos de los países para que puedan anticipar y responder mejor a los desastres. 

  1. Nuestros esfuerzos en torno a los datos sobre desastres deben basarse en el valor, la equidad y la confianza

A medida que exploramos cómo podemos usar estas nuevas fuentes de datos a través de asociaciones colectivas para mitigar los desastres y proteger a los más vulnerables entre nosotros, debemos ser muy conscientes de la necesidad de una gobernanza de datos sólida y salvaguardas contra el uso indebido de datos.

Crear sistemas de reducción de desastres basados en datos que funcionen bien solo es posible cuando los países pueden usar y volver a usar datos públicos y privados, y aprovechar las sinergias entre ellos para crear más valor.   También debemos asegurarnos de que todas las personas y todos los países puedan beneficiarse por igual de los datos.  Igualmente fundamental es crear confianza en la integridad del sistema de datos manteniéndose alerta frente a posibles daños, incluidos los delitos cibernéticos y la discriminación.

Fundamentalmente, debemos trabajar en pos de lo que el Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor llama un “nuevo contrato social sobre datos”, guiado por los principios de valor, equidad y confianza.

A medida que el calentamiento del clima aumenta la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales (i), debemos estar mejor preparados que nunca para salvar vidas y medios de subsistencia, especialmente en los países de ingreso bajo. Un desafío tan extraordinario requiere una respuesta extraordinaria y colectiva.  Y con los datos correctos, podemos hacerlo bien.

HAISHAN FU Jefa de Estadística del Banco Mundial y Directora del Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo

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Advierten por el impacto de heladas y la consecuencia en el ingreso de dólares

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Tras la sequía y la ola de calor, las heladas podrían podrían provocar un impacto en las cosechas de este año, limitando aún más el ingreso de dólares.

Los descensos de las temperaturas en la semana pasada, no solo marcan un récord: también afectarán a la cosecha que ya venía afectada por la sequía. De acuerdo a estimaciones preliminares podría implicar una merma de entre U$S1500 y U$S2000 millones. Los ingresos en dólares provenientes del agro carían este año entre U$S15000 y U$S16000 millones respecto de la cosecha anterior.

Salvador Vitelli, economista especializado en agronegocios explica que la semana pasada se combinaron distintos factores, para formar una tormenta perfecta. Según precisó: “existen distintos tipos de heladas: la más complicada, la que hace más daño, es la helada negra y esa fue la que cayó”.

“Es una combinación de temperaturas muy bajas, con baja humedad ambiente. Eso hace que la temperatura quede por debajo de la temperatura del rocío y es lo que más daño hace. Se vieron este tipo de heladas por el centro sur de Córdoba y de San Luis, el norte de La Pampa, parte de Santa Fe y de Buenos Aires”, expresó.

Además, el economista señaló que las heladas tempranas de este año se adelantaron un mes respecto del año pasado, e indicó que en esta oportunidad afectaría a la soja en lugar del maíz. Aún así, remarcó que “el año nos está anticipando que no podemos descartar algún otro evento de heladas, quizás para marzo”. Por todo ello, subrayó que “el partido todavía no terminó en absoluto”.

La falta de agua

Para Marina Barletta, ingeniera agrónoma de la Bolsa de Comercio de Rosario, “el gran cisne negro es la falta de agua”. Si bien indicó que se registraron bajas temperaturas, al menos las mismas no llegaron a los cero grados. De haber alcanzado ese nivel, explicó, el impacto en los cultivos hubiera sido mayor.

Barletta indica que, pese a que inicialmente se especuló con un impacto mayor, la información que fueron recibiendo en estas últimas horas los lleva a creer que “el impacto no será tan agresivo”. A pesar de ello, recordó que “si hay daños se van a empezar a ver la semana que viene”.

De acuerdo a la ingeniera, la helada no afectará a la llamada “soja de primera”, que es la que se siembra a mediados de octubre y se cosecha en marzo. Pero, no descarta que se vea el efecto en la “soja de segunda”, que es la que se siembra a mediados de noviembre.

Aún así, explica que si bien las temperaturas registradas la semana pasada, no son las que más afectarían al cultivo, “la situación se ve agravada por la falta de agua”, y un febrero de temperaturas extremas. Es que según explicó, durante el mes no solo hubo un déficit de lluvias, sino que en una misma semana se pasó de una ola de calor cercana a los 40 grados a una ola de frío con temperaturas cercanas a cero. “Con este febrero, que fue extremo climatológicamente, va a haber nuevas mermas en la producción”.

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