Competitividad Industrial

Desindustrialización: SKF deja de producir en el país y traslada su operación a Brasil

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SKF cierra su fábrica en Argentina tras 118 años de presencia y se reconvierte en importadora.

La multinacional sueca, líder en rodamientos industriales, deja de producir localmente y despide a 145 trabajadores en Tortuguitas. La medida se enmarca en la apertura de importaciones del gobierno de Javier Milei y marca un nuevo golpe para la industria metalúrgica nacional.

Un cierre histórico: fin de una era industrial en Tortuguitas

La empresa sueca SKF, referente mundial en la fabricación de rodamientos y soluciones industriales, confirmó el cierre definitivo de su planta en Tortuguitas, provincia de Buenos Aires, tras 118 años de presencia ininterrumpida en la Argentina. La decisión implica el despido de 145 trabajadores y el cese de toda producción local, poniendo fin a más de medio siglo de operaciones industriales en el país.

La compañía, fundada en 1907 en Gotemburgo, había desembarcado en la Argentina en 1917, apenas una década después de su creación, y se consolidó como proveedor estratégico de la industria automotriz, agropecuaria y energética. Desde 1972, mantenía producción nacional en Tortuguitas y Rosario, con más de 650 empleados en su momento de mayor expansión.

En un comunicado oficial, la empresa explicó que la medida responde a una “reestructuración global para asegurar la competitividad”, aunque reconoció que mantendrá operaciones en el país bajo un nuevo modelo de importadora y distribuidora. En adelante, sus productos llegarán desde Brasil, donde la firma posee una de sus plantas más grandes en la región.

La noticia se produce en un contexto de mayor apertura comercial y flexibilización de importaciones impulsadas por el Gobierno nacional, en el marco de la política económica encabezada por el presidente Javier Milei, que busca reducir costos internos y eliminar trabas al comercio exterior.

Impacto en el empleo industrial y reacción sindical

La decisión de SKF generó una fuerte reacción por parte del movimiento obrero. El secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán, expresó su rechazo al cierre y advirtió sobre las consecuencias del nuevo escenario económico. “Mientras el mundo cuida su producción, Argentina abre sus puertas a todo lo importado. SKF se va a reconvertir en importadora y perdemos puestos de trabajo”, sostuvo.

El cierre se suma a una tendencia preocupante para el sector. De acuerdo con la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), la producción metalúrgica cayó 5,2% interanual en septiembre, mientras las importaciones industriales alcanzaron niveles históricos.

Un trabajador de SKF, en una carta difundida en redes sociales, denunció que la empresa no atraviesa una crisis financiera, ya que facturó más de 9.300 millones de dólares en 2024, sino que aplica “una política deliberada de ajuste patronal y reconversión industrial” orientada a países con menores costos laborales.

El caso de SKF refleja una problemática estructural de la industria argentina: la dificultad para competir con los costos internacionales y la pérdida de densidad manufacturera ante escenarios de liberalización comercial.

De ícono industrial a importadora: el cambio de modelo

Durante décadas, SKF Argentina fue una de las fábricas más modernas y diversificadas del país. Además de producir rodamientos, sellos, sistemas de lubricación y componentes mecatrónicos, la empresa brindaba servicios de mantenimiento industrial y monitoreo de condición para sectores estratégicos como energía, minería, transporte, automotriz y agroindustria.

En 2015, había inaugurado en Tortuguitas su Centro de Soluciones (Solution Factory), destinado a la fabricación de sellos mecanizados y la asistencia técnica a clientes industriales. La reconversión hacia la importación marca el fin de esa línea de producción local y el desmantelamiento de uno de los polos metalmecánicos más relevantes del conurbano bonaerense.

A partir de ahora, SKF concentrará su operación argentina en distribución, servicios y soporte técnico, mientras los productos serán importados desde Brasil. La estrategia busca reducir costos y adaptarse a un nuevo escenario regional caracterizado por mayor integración de cadenas productivas dentro del Mercosur, pero también por asimetrías competitivas entre los países miembros.

El cierre de la planta deja un vacío no sólo laboral, sino también simbólico: SKF fue durante más de un siglo un emblema del desarrollo industrial argentino, acompañando el crecimiento de sectores clave como la automotriz, el agro y la energía.

Cierre por readecuaciones empresariales

La salida de SKF se suma a una serie de readecuaciones empresariales impulsadas por la apertura económica y la caída del mercado interno. Con una demanda industrial debilitada y un esquema de importaciones más flexible, varias multinacionales evalúan trasladar sus procesos productivos hacia países vecinos con menor carga tributaria y costos operativos más bajos.

A nivel institucional, el cierre reaviva el debate sobre el modelo de desarrollo y la competitividad estructural de la Argentina. Mientras el Gobierno apuesta a una economía más abierta y desregulada, los gremios y cámaras industriales advierten que el país puede perder capacidades productivas estratégicas si no se implementan políticas activas de fomento a la industria.

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Rappallini llamó a dejar de “correr atrás del dólar” y avanzar con reformas estructurales

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Rappallini afirmó que el dólar a $1.500 está en equilibrio y pidió avanzar con reformas laborales e impositivas para mejorar la competitividad.

El presidente de la UIA advirtió que Argentina no puede “vivir corriendo atrás del dólar” y reclamó reducir los costos internos para sostener la actividad industrial y el empleo.

El titular de la UIA planteó un “dólar de equilibrio” y un llamado a reformas estructurales

El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, afirmó que el dólar a $1.500 refleja un nivel de equilibrio para la economía, aunque advirtió que el verdadero desafío está en la reducción de los costos laborales e impositivos. El dirigente industrial consideró que el país debe “dejar de correr atrás del tipo de cambio” y enfocarse en transformaciones estructurales que devuelvan competitividad a la producción nacional.

“No podemos estar siempre corriendo atrás del dólar. Se tiene que realmente trabajar sobre los costos internos y así vamos a tener una Argentina mucho más competitiva. El foco tiene que estar puesto en las reformas estructurales”, expresó Rappallini en su cuenta oficial de X (ex Twitter).

En ese sentido, señaló que “el dólar en $1.500 está en equilibrio”, pero que “si tenemos un costo alto en términos laborales e impositivos, no hay dólar que alcance”. El titular de la UIA reiteró que la industria necesita previsibilidad macroeconómica, pero también un entorno regulatorio y fiscal que incentive la inversión productiva.

Reclamo por menor presión impositiva y reactivación del crédito

En declaraciones a Radio Mitre, Rappallini sostuvo que, en el corto plazo, es “necesario reducir las tasas de interés y reactivar la economía”, afectada por la turbulencia financiera y la caída del consumo en los últimos meses. “Si se logra estabilizar la economía y bajar las tasas, el empleo y la producción van a empezar a recuperarse”, aseguró.

El dirigente explicó que el freno del consumo en el último trimestre impactó con fuerza sobre distintas ramas industriales, especialmente las vinculadas al mercado interno. “Venimos de meses complejos, con una pérdida que había subido casi a 3.000 puestos de trabajo”, detalló.

En este contexto, la UIA insiste en que la competitividad no depende sólo del tipo de cambio, sino de un paquete integral de medidas estructurales, entre las que destacan:

  • Simplificación tributaria y reducción de cargas sobre la producción.
  • Modernización laboral, con esquemas que incentiven la contratación formal.
  • Recuperación del crédito productivo, hoy restringido por las altas tasas.
  • Estabilidad macroeconómica, como condición básica para la inversión.

“El dólar puede estar en equilibrio, pero si el entorno fiscal y laboral no cambia, la competitividad sigue siendo baja”, enfatizó Rappallini.

El costo argentino, eje de la agenda industrial

Las declaraciones del titular de la UIA se enmarcan en el debate sobre el “costo argentino”, un concepto que reúne la carga impositiva, los costos logísticos, la presión regulatoria y las rigideces del mercado laboral. La entidad fabril considera que estos factores restan dinamismo al entramado industrial y dificultan la generación de empleo formal.

De acuerdo con el planteo de Rappallini, el desafío para 2026 será alcanzar un modelo de estabilidad sostenida, con tasas de interés más bajas, incentivos al crédito productivo y reformas que reduzcan el peso de los costos internos. “El dólar no resuelve nada si no hay un marco que promueva la inversión y el trabajo”, sintetizó.

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