El especialista financiero Diego Hartfield analizó la salida del cepo cambiario como una decisión audaz y sorpresiva, aunque respaldada por la convicción del Gobierno en su programa económico. En diálogo con Economis, destacó que la medida apunta a liberar definitivamente el mercado financiero y establecer una política cambiaria más transparente, con un tipo de cambio flotante guiado por la escasez de pesos y una expectativa de fortalecimiento a mediano plazo.
“En principio fue una medida que, creo yo, el mercado no esperaba. Por lo menos yo no lo esperaba hace un par de semanas o meses atrás. Realmente no creía que iban a salir del cepo. Pensaba que podían hacerlo recién después de las elecciones”, reconoció Hartfield.
Sin embargo, explicó que tras averiguar los fundamentos detrás de la decisión, comprendió la lógica oficial: “El Gobierno se siente muy confiado en el plan estructural, en la no emisión de pesos. Va a ser bien escaso el peso y van a dejar flotar. Creen fervientemente que puede haber volatilidades, pero que confían mucho en el plan, que no debería haber mayores sobresaltos en el tipo de cambio. La tasa será un poco la guía también, yendo un poco para arriba al principio y, de a poco, se van a ir acomodando las variables”.
Desde esa óptica, Hartfield interpretó la política monetaria como el eje fundamental de la estrategia: “En el mediano y largo plazo se tiene que seguir confirmando la teoría de que la inflación es en todo lugar un fenómeno monetario. El Gobierno no está emitiendo nuevos pesos y, tarde o temprano, eso tiene que converger a cero. Con esta estructura, la apuesta es que, más allá de algunas turbulencias -también vivimos en un mundo donde hay turbulencias-, el plan está sólido y el peso debería fortalecerse en el mediano y largo plazo”.
El economista también valoró el efecto que la medida puede tener sobre el sistema financiero argentino: “Me parece una buena medida, porque la verdad es que todo el mundo financiero todavía tenía un montón de trabas y regulaciones. Y realmente es muy complicado operar, a pesar de que se fueron desregulando muchas cosas. Todavía quedaba mucho, y ahora con esto se libera”.
En ese sentido, subrayó que la decisión oficial implica una señal de confianza hacia el mercado: “Es increíble que la gente a veces se sorprenda, pero esto es básicamente cómo funciona el resto del mundo: con libertad, donde uno puede operar libremente. Ese salto también el Gobierno tenía que hacerlo en algún momento, de alguna manera decir ‘yo confío en mi plan, ahí tienen, el que quiere comprar dólares que lo compre’”.
Por último, anticipó que el nuevo esquema podría generar, incluso, un efecto psicológico positivo: “Eso seguramente puede llegar a tener el efecto contrario. Si el Gobierno está confiando en su plan, el mercado puede también salir a confiar. Vamos a ver… seguramente el tipo de cambio tendrá su volatilidad al principio, hasta que encuentre un punto de equilibrio, y a partir de ahí ir acomodando todas las variables”.
El inicio del año estuvo marcado por tensiones cambiarias y movimientos en el dólar que generaron preocupación tanto en el gobierno como en los mercados. A esto se sumó la rápida reacción de las principales figuras del gabinete económico, incluido el ministro Luis Caputo, quien buscó calmar las aguas descartando la posibilidad de una corrida cambiaria. En ese contexto, el corredor de bolsa y especialista financiero Diego Hartfield analizó el panorama y consideró que, más allá de las fluctuaciones, el escenario actual no muestra señales de crisis inminente.
“Coincido con la lectura que hace el gobierno, no tengo dudas de que los ruidos son fundamentalmente políticos. Son ruidos normales, pero exacerbados por el contexto externo”, explicó Hartfield en diálogo con Open1017. Recordó que Argentina suele atravesar estos movimientos en años electorales, y agregó: “No es nada nuevo. Pasó en las PASO de Macri y en cada elección. El problema es que tenemos un mercado débil, chico, y eso agrava todo”.
El especialista destacó que la incertidumbre internacional también influye. “Hoy Donald Trump, con sus amenazas de aranceles, genera nerviosismo global. Y cuando el árbol se sacude, a la Argentina, como eslabón más débil, le pega más fuerte”, sostuvo.
Ante la consulta sobre si las intervenciones oficiales lograron contener la tensión, Hartfield respondió: “El mercado tiene sus momentos de temor. Yo hablo todos los días con cientos de clientes y el pánico o la euforia son permanentes. Pero si uno mira más allá del ruido, se ve que la estructura del plan es consistente. No se están emitiendo pesos nuevos, la base monetaria es fija y el gobierno logró respaldo con reservas que superan los 50.000 millones de dólares. Eso es más que en la época de la convertibilidad”.
Sin embargo, advirtió que la clave sigue siendo la confianza. “El punto crítico es la demanda de pesos. Lo importante es cuántos pesos la gente quiere tener en su billetera. Hoy, con inflación al 2% mensual, algunos vuelven a confiar en la moneda, algo que no pasaba hace un año”, graficó.
Consultado sobre el uso de reservas para intervenir en el mercado y sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Hartfield afirmó que lo que realmente ha cambiado es la estructura económica: “Hay superávit fiscal prácticamente todos los meses, algo que no veíamos hace mucho tiempo. Lograron reducir la inflación, aunque todavía falta. Pero transformar un país que venía de una cuasi hiperinflación y pobreza estructural no se consigue de un día para el otro”.
A pesar de las señales positivas en indicadores macroeconómicos, Hartfield remarcó que el riesgo principal sigue siendo político: “En un año electoral, si no hay continuidad del rumbo económico, el mercado reacciona. Ya lo vimos en las elecciones de 2019. No tengo dudas de que hoy la principal amenaza no es económica, es política”.
Por último, hizo un paralelismo con su pasado como tenista profesional: “Cuando venís mal por una lesión, no te podés recuperar de un día para el otro. Lleva tiempo, rehabilitación y constancia. Lo mismo pasa con la economía. Pero si el proceso sigue, la Argentina puede empezar a crecer de verdad”.
(Forbes Argentina) La vida no puede ser siempre la misma, en una vida hay que vivir varias: esa parece ser la máxima de Diego Hartfield, que en la primera década de este siglo se medía a Roger Federer en los grandes escenarios del tenis mundial y hoy, desde uno de los rincones más tropicales de Argentina, maneja inversiones de clientes que confían en él para maximizar sus ahorros.
“Tengo diez años de finanzas y 13 de ex tenista. Lo extraño de esto es que la del tenis me parece una historia demasiado lejana”, dice Diego Hartfield a Forbes Argentina durante una entrevista en la que habla, también, de su apoyo a Javier Milei: “Estamos yendo por un rumbo adecuado”.
Hartfield, de 43 años, llegó a ser número 73 del ranking mundial en las temporadas 2007, 2009 y 2010, aunque en aquellos años había tantos jugadores argentinos de calidad que no pudo cumplir su sueño de jugar la Copa Davis.
En 2006, el sorteo le deparó a Roger Federer en la primera ronda de Roland Garros, y dos años más tarde sucedió lo mismo en el Abierto de Australia. En ninguno de los partidos logró arrebatarle un set al suizo, que estaba en los mejores años de su carrera, aunque lo llevó al tie break en dos parciales en París.
Hoy, instalado en su oficina en Oberá, en el calor de Misiones, mira hacia atrás y hace una reflexión. “Uno tiende a normalizar las cosas cuando está ahí, ¿viste? Uno tiende a creer que lo que te está sucediendo es lo normal. Entonces llegás al top 100 y bueno, vos laburaste toda tu vida para estar ahí y todo es tan progresivo que se te hace difícil decir ‘¡uauh, mirá dónde estoy!'”.
“Capaz que ahora es más fácil decir, ‘wow, mirá dónde estuve’. Aunque uno no deja nunca de compararse, porque en mi mejor momento yo fui el número 8 del país y en ese momento éramos 13 top 100. No estuve ni cerca de jugar la Copa Davis. ¿Pero hoy soy el número ocho del mundo de las finanzas en Argentina? No, no, ni cerca”.
Retirado a los 30 años, el tenis nunca fue su pasión, admite Hartfield. Las finanzas, en cambio, sí.
“Lo vi a mi viejo sufrir mucho en los 2000. Papá es odontólogo y mamá es docente. Y a papá le fue muy bien cuando apenas se recibió, en los ’80. Y después a partir de la hiper y todos los 90, bueno, ya fue un poco más complicado. La crisis del 2001 le pegó muy fuerte…”.
Al joven Hartfield, apodado “Gato” en sus años de jugador, le sucedió lo mismo que a Milei: una gran crisis argentina disparó su interés por la economía y las finanzas.
“No sé si usar la palabra pobreza, pero supe vivir en la escasez. En las malas supe estar y no me pasó nada. Tengo, por eso, cierta capacidad de animarme a los riesgos. Aún cuando me considero un tipo conservador, mi posición es que la vida sigue. He perdido guita, he ganado. En los partidos de tenis he perdido guita y he ganado. Entonces, me gusta mucho el dinero, pero no me vuelve loco”.
Ser un tenista profesional exitoso en los primeros años del nuevo siglo le permitió a Hartfield ayudar a su familia mientras Argentina salía de la grave crisis de 2001.
“Le pagué el cumpleaños de 15 a alguna de mis hermanas, y yo tenía una casa acá en Buenos Aires y ellas vivieron conmigo cuando estudiaron”.
“Nosotros éramos una familia de clase media luchadora en la crisis del 2001. Y yo, honestamente, con el tenis vi una chance de ganar plata, de tener una salida laboral. Y me gustaba esa idea y le puse todas las pilas ahí. Ahora… ¿Qué hubiera pasado si estudiaba la carrera de economía en vez de ser tenista? Hoy, con 20 años de profesión, sería otra historia. No lo sabemos”.
No sería, de eso está seguro, ministro de Economía de Milei, dice Hartfield riendo.
“No creo. Yo no soy un tipo muy técnico. Pero bueno… Cuando jugaba al tenis tampoco era un tipo muy técnico. Trataba de ser más del lado del sentido común y de la percepción”.
Diego Hartfield
Hartfield se siente identificado con el ministro de Economía, Luis Caputo, por ser también “un trader“.
“Soy agente productor de Bolsa, me dedico a abrir cuentas en sociedades de Bolsa a personas físicas y jurídicas y los ayudo a administrar sus finanzas a través del mercado de capitales”, explica.
Tras años como socio de Net Finance, Hartfield volvió a trabajar en soledad, y dice que no le va nada mal: “Tengo unos 20 millones de dólares en cartera para unos 100 clientes. Mayoritariamente argentinos, pero abro cuentas también en Uruguay y Estados Unidos”.
El esfuerzo es la marca de su vida, mucho más que el talento, asegura.
“El tenis no me salía para nada fácil, todo lo hice con muchísimo esfuerzo, no tenía las facilidades que tenían tipos de mi nivel”, recuerda.
“Creo que la fortaleza mía venía por el lado de la cabeza, por un esfuerzo muy grande, por una convicción muy grande y por una búsqueda constante de mejorar. Pero no tenía tiros que me salvaran. Y eso también me ayudó a tomar la decisión de retirarme. Me retiro tras una lesión que me envió al puesto mil del ranking, y yo no tenía los tiros, el juego para volver tan ràpidamente como lo hicieron Willy Cañas, Juan Chela o el mismo Guillermo Coria tras sus casos de doping”.
El tenis no era la pasión de Hartfield, pero eso no significa que sus recuerdos de aquellos años sean malos.
“Tengo muy buen recuerdo. No tengo grandes amigos. Sí, muy buenos conocidos y buenos contactos. En su momento éramos muchos jugadores y éramos super solidarios en los viajes. Podías tener rispideces como con cualquiera, pero nos enfrentamos muchas veces en la cancha con amigos. Y muchas veces nos tocaba hasta entrar en calor con el que tenías que jugar después”.
“Compartir hotel en los momentos de pobreza o de no riqueza, podemos decir. Aprendimos desde abajo, valorábamos las cosas de cada partido. Tengo un gran recuerdo de lo que fue mi época de tenista”.
Como apasionado que es del mundo de las finanzas, Hartfield tiene puesta una particular atención en el gobierno de Milei.
“Están haciendo todo lo que tenían que hacer para ir corrigiendo errores macroeconómicos muy serios y salvar una crisis tremenda, gestionaron un país prácticamente en quiebra”, analizó.
“El gran desafío siempre está en lo social, porque todavía se están pagando los platos rotos de muchos años de desmanejos. Todas estas transformaciones llevan tiempo, hay que ver cuánto apoyo político pueda haber en el mediano plazo, pero estamos yendo por un rumbo adecuado”, añadió el ex tenista.
Hartfield dice no estar sorprendido por la evolución de las variables económicas, al tiempo que elogia a Caputo.
“Yo creía que el dólar iba a estar bastante quieto, que iba a haber escasez de pesos, que la inflación iba a bajar mucho más violentamente de lo que preveía el mercado. Y es lo que sucedió. Caputo y compañía operaron consecuentemente”.
Milei tiene algo muy especial, cree Hartfield. “El presidente es economista, y hay muy pocos casos en la historia del mundo en los que un economista llegó a la presidencia. Un economista no le da tanta prioridad a lo político, y eso es bueno para hacer los ajustes necesarios. Después, obviamente, hay un montón de cosas que no me gustan de Milei, pero el énfasis en el superávit fiscal es muy positivo”.
“Yo no me hubiera peleado con Lali Espósito como hizo Milei, pero eso no quiere decir que esté bien o mal”.
Cuando se le pregunta por el futuro de Argentina, Hartfield va lejos. “Soy muy optimista, muy. Si yo hubiera elegido una manera de hacer las cosas hoy, sería de esta manera. Siempre lo dije. Hay que ser un comunicador muy fuerte con un alto convencimiento popular, alguien que sea capaz de meter la hoja del cuchillo para la cirugía y que la gente diga ‘ok, esta me la banco’. Si no, era muy difícil”.
Diego Hartfield, CEO de NetFinance, habitualmente comparte su mirada sobre temas económicos y financieros destacados a través de las redes de su empresa (en Instagram: @netfinance_). Y en particular en éstos últimos días viene describiendo los bruscos movimientos cambiarios. Este jueves volvió a brindar su punto de vista, indicando que ayer, miércoles, fue “un día más de pánico”.
“En realidad, un poco volver a lo que éramos antes. Tuvimos demasiada tranquilidad, vamos a decirlo, pero lo cierto es que son tres días seguidos de saltos del tipo de cambio bruscos, y eso en la moneda del país, que se devalúe tan fuerte en tres días, obviamente no es una buena noticia”, consideró Hartfield.
Fantasmas del Pasado
De todos modos, reflexionó el financista que “tenemos que ver dos cosas. Primero el tipo de cambio subió en lo que va del año sólo un 25%, pero con cimbronazos. Un arranque muy fuerte, que después se calmó. Bajó a principios de año, y luego otra vez otro cimbronazo, estos días en donde la gente enseguida vuelve a la historia de siempre, el pasado: ¿dónde vamos a ir?, ¿cuánto va a valer?, ¿qué está pasando?, miedos, muchos llamados telefónicos”, describió. Siguiendo la línea del análisis, el ejecutivo consideró que “obviamente llevará un tiempo largo generar una credibilidad y la estabilidad de la moneda”, y que no tiene “dudas de que el gobierno está apostando a que el ancla fiscal brinde esa estabilidad cambiaria, y la consiguiente confiabilidad”. Igualmente, el empresario reconoce que “si uno mira el dato duro (el dólar) subió muchísimo éstos días, y eso no es una buena noticia”, pero dando un vistazo más al mediano o largo plazo “quizás la suba no fue tan fuerte y en lo que va del año el dólar no fue la mejor inversión. Pero estos cimbronazos llaman mucho la atención” agregó.
¿El dólar seguirá subiendo?
Hartfield opina que “todavía sigue va a seguir habiendo presión vendedora”, teniendo en cuenta que “todas las exportaciones están liquidando el 20% a través del CCL. Eso va a generar una oferta de dólares seguramente en estos precios, en este proceso de cosecha gruesa”, y luego “una demanda natural de pesos que suele haber siempre durante el mes de junio por los aguinaldos.También puede por eso generarse una presión vendedora”.
A la pregunta de cuándo “pasará el susto” cambiario, el ex tenista considera que “el pánico uno nunca sabe dónde se frena, y no sabemos si el techo está en $1250, $1350 o $1400… es difícil adivinar”. Pero invitó a no quedarse en la foto, sino mirar la película entera. “En estos momentos no hay que quedarse tanto en lo que está pasando en estos tres días sino más bien en un rango mayor de tiempo”.
Existe un instrumento novedoso llamado Factura de Crédito Electrónica creado por la ley 27440, Ley de Financiamiento Productivo, sancionada en el 2018 que ayudará a las Pymes que venden sus productos o servicios a “Empresas Grandes” a poder cobrar a través del Mercado de Capitales.
Dicha Factura de Crédito va a permitir el cobro anticipado de los créditos y de los documentos por cobrar de las MiPymes, emitidos a sus clientes y/o deudores “Empresas Grandes” definidas en un listado confeccionado por la AFIP en base a su facturación del año 2017.
En todas las operaciones comerciales que existan entre una MiPyme y una “Empresa Grande” será obligatorio emitir una FCE que constituye un título ejecutivo y valor que podrá ser negociado a través de la bolsa. Para ello, las voluntades de ambas partes deberán expresarse de manera electrónica y la MiPyme deberá tener una “cuenta comitente” y registrar un CBU.
Una vez que la pyme carga la Factura de Crédito Electrónico, en ese momento la Empresa Grande recibe la notificación de dicha factura y tiene 4 opciones: la rechaza por algún error en lo pactado, la acepta expresamente, la acepta tácitamente una vez pasados los 30 días de emitida y la 4ta opción es pagarla por transferencia o cheque. Una vez aceptada la FCE pasa a Caja de Valores donde se convierte en un título ejecutivo que se puede esperar al vencimiento o negociarla en el mercado de capitales por un pago anticipado similar al descuento de un cheque de pago diferido.
¿Cuáles son los beneficios?
La gran ventaja es que abre la puerta a todas las Pymes que operen con empresas grandes, a trabajar con el mercado de capitales como un elemento tan importante como el banco, mercado que para muchas es completamente desconocido. Dichas facturas se podrán negociar tanto en pesos como en dólares.
Además, como las receptoras de dichas facturas son empresas con muy buena facturación, el trámite de aprobación crediticia queda totalmente anulado, ya que dichas facturas se negociarán por bolsa sin aval alguno, ni cupos.
Queda por verse cuestiones impositivas de dicho instrumento, que existan compradores fuertes en el mercado que permitan regular la tasa y un correcto funcionamiento de la plataforma del Mercado Argentino de Valores para una correcta implementación.
Por lo pronto todavía no hubo negociaciones de este tipo ya que el monto mínimo para facturar era de $6.000.000 pero a partir de julio ya es de $2.000.000 para la mayoría de los casos y dicho monto mínimo seguiré reduciéndose hasta facturas de $100.000 para fines de este año.
Resta anticipar a las pymes que negocian bienes o servicios que acudan a una sociedad de bolsa y tener dicha cuenta comitente activa para poder negociar las facturas. Tenemos un Mercado de Capitales muy chico y necesitamos hacerlo crecer para que haya más competencia y mejores beneficios para nuestras pymes.