El efecto del Coronavirus limita aún más la economía Argentina

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La consultora Analytica realizó el siguiente análisis sobre el impacto del Coronavirus en la economía global y Argentina.

El “Efecto Coronavirus” supone desafíos adicionales para la flamante administración: la caída en el comercio genera menos superávit externo, aumentando la dependencia de un buen acuerdo con los tenedores de deuda. En tanto, las firmas asociadas al mercado interno enfrentarán el mismo problema que en Europa, la crisis por falta de oferta asociado al cese de operaciones logísticas.

Muchos países están aplicando medidas de expansión monetaria y fiscal. En este informe te contamos por qué nos inclinamos hacia medidas que contengan el mercado laboral y aumenten la protección social, similares a las que están aplicando los Estados Unidos. En el caso de la Argentina, además, los márgenes de maniobra no son los mismos que durante la Gran Recesión de 2008-2009.

• El Coronavirus implica una amenaza imprevista para la estrategia pensada por el gobierno nacional para salir de la crisis.
• Este shock afecta los precios de las materias primas, el comercio mundial, los mercados financieros y la re-negociación de deuda.
• En este informe analizamos los canales de transmisión que impactan sobre nuestro país respecto de la naturaleza de esta crisis: el “efecto Coronavirus” afecta de manera transitoria la cadena de producción de las firmas; aunque en forma muy distinta a un clásico shock de oferta (OPEP 1973) o de riqueza (crisis sub-prime 2008). En esta ocasión, nos enfrentamos a una caída abrupta, muchas veces a cero, de los ingresos corrientes de las compañías que deben seguir afrontando sus costos operativos, especialmente salarios.
• De este diagnóstico surgen las primeras recomendaciones de política en los países centrales. Estados Unidos comenzó con una lectura inadecuada moviendo a través de la FED. Ahora migró a una intervención directa del Tesoro sobre la nómina salarial de las firmas, al igual que Japón. Este es el camino correcto. Europa, en tanto, anunció un paquete de recompra de bonos y mayor flexibilidad regulatoria para las entidades financieras. Otros bancos centrales, acompañaron medidas de carácter monetario (Australia, Canadá, México, Hong Kong, Turquía, Sudáfrica).
• A su vez, la crisis en China, el epicentro del virus, parece estar controlada. Los casos nuevos han mermado y la vida retoma su cauce normal.
• Se abre entonces un nuevo desafío para la Argentina: conseguir los dólares para que la economía reaccione exclusivamente a través de las exportaciones luce ahora más complicado. Las tasas internacionales seguirán en niveles mínimos y quizás haya que pensar en una salida más amigable con los mercados. Este escenario supone un tipo de cambio algo más bajo, lo que en un contexto de alta inflación incrementa el salario real y por ende estimula el mercado interno.
• En paralelo, la Argentina deberá implementar medidas de estímulo a la oferta para aliviar el peso de las firmas que genere el freno a los ingresos en sus flujos de caja a través de reducciones en las cargas impositivas para evitar profundizar la recesión, ya que las medidas de carácter monetario
tienen poco espacio en este contexto de tensión cambiaria.

UN SHOCK TRANSITORIO
• Aunque, excepto en Japón, la curva de nuevos casos es exponencial, la tasa de crecimiento promedia los 1.000 casos cada 10 días por país afectado. Hasta ahora existe un total de 120.000 casos (80.000 en China) con 4.200 muertes (3.200 en China).
• Para poner en perspectiva, la “Gripe A” tuvo su auge en el primer semestre de 2009, cuando se descubrió la vacuna, totalizando 18.000 muertos y caídas del índice S&P de niveles menores a los registrados en esta semana (-20%).
• En perspectiva, la reacción global al “efecto Coronavirus” luce desmedida.

La enfermedad está generando una caída abrupta de las ventas de las compañías, mayormente debido a problemas logísticos. Mientras tanto, deben seguir afrontando sus erogaciones corrientes, principalmente los gastos de personal.

En paralelo, empieza a verse una clara merma de casos nuevos en China (está décima en la última semana a escala mundial) como así también a reactivarse la actividad económica, a juzgar por los índices de congestión de tráfico que tuvieron un marcado repunte en la semana, lo que sugiere que la gente empieza a salir de sus casas.

Todo indica que:
• El shock es de naturaleza transitoria, lo que requiere que las firmas afectadas tomen deuda.
• La interrupción de la cadena de producción implica una caída en la productividad debido a la escasez de insumos o el reemplazo de algunas piezas por sustitutos de menor calidad.
• El impacto sectorial del shock es muy disímil dependiendo del grado de exposición al comercio exterior de cada uno de ellos; siendo las empresas asociadas al transporte internacional de pasajeros, de logística y de bienes las más afectadas.
• Cómo es un evento nuevo, sin precedentes, la incertidumbre juega un rol central, afectando la aversión al riesgo global y generando tasas de interés en mínimos en los países centrales.

Y sobre llovido, mojado: por motivos que no están del todo claros, la OPEP decidió aumentar la oferta de crudo, generando la mayor caída en el precio de los últimos 30 años. Algunas versiones responsabilizan a Arabia Saudita que decide, influenciada por Estados Unidos, bajar el precio y contrarrestar la recesión que induciría el virus en un contexto en el que Donald Trump busca su reelección. Otras a Rusia, que decidió barrer a los productores de petróleo no convencional ubicando el precio debajo del equilibrio de rentabilidad para ese tipo de crudo, más caro que el petróleo convencional. De cualquier forma, la caída del precio del petróleo contagió todavía parcialmente al resto de los commodities, lo que implica una seria amenaza para las economías latinoamericanas con una estructura de exportaciones concentrada en este tipo de productos.

LOS EFECTOS SOBRE ARGENTINA
1) Para la negociación de la deuda, el impacto del efecto Coronavirus sobre la economía argentina supone al menos tres decisiones básicas para la gestión económica. Por un lado, las tasas bajas juegan a favor de una mayor aceptación de la propuesta. Sin embargo, la ralentización del comercio mundial complica la salida planteada por el ministro Guzmán de conseguir los dólares necesarios para que la economía vuelva a crecer. A su vez, el sendero fiscal se torna más frágil debido a la mayor recesión inducida por el “efecto Coronavirus”.
2) La fuerte desaceleración del comercio mundial debería implicar naturalmente una mayor apuesta al mercado interno. 3) La caída en el precio del petróleo fuerza al Gobierno a tomar una decisión difícil entre el bolsillo de los consumidores y el desarrollo de una industria en el sector energético que se perfilaba como exportadora neta.

Bajo la premisa de que el “efecto Coronavirus” es de carácter transitorio, es necesario evitar una corrección cambiaria que equilibre el sector externo en un mercado internacional convulso. En particular durante el tiempo que tome la renegociación de la deuda. Además, con menos margen de maniobra por indicadores económicos y sociales, es también necesario atender el mercado doméstico en cuanto el Coronavirus golpee sus puertas.

Los mecanismos residen en medidas de carácter fiscal, pero dirigida. Es decir, orientadas a las firmas para mantener el empleo durante el tiempo que dure el efecto recesivo, porque es a través del consumo que la economía se ve más afectada. ¿De dónde saldrían los recursos? del Sistema financiero y algo de emisión monetaria, que la situación amerita. Hoy las entidades financieras dejaron de cumplir su función de intermediación financiera y colocan prácticamente la totalidad de su liquidez en Leliq. El sector además tuvo en 2019 rentabilidades altísimas pese a la caída de préstamos, salida de depósitos en dólares. El resultado sobre el patrimonio neto fue de 44% y aumentó 107% i.a. en 2019 (se duplicó pese al contexto).

El nuevo escenario impuesto por el efecto Coronavirus, con tasas bajas, caída en el flujo de comercio exterior y menores precios de las materias primas, sugieren que el gobierno nacional debería apostar algo más al mercado interno. El vehículo para hacerlo es la negociación de la deuda. Una salida amigable descomprime la presión sobre las exportaciones y puede habilitar algo de financiamiento voluntario. Ergo, más dólares.

Si ese fuera el caso, habría menores presiones sobre el tipo de cambio y, por ende, los salarios reales serían algo más altos. Se estimularía el consumo interno en un contexto de menor tracción de demanda de China y los países centrales donde la crisis tiene su epicentro.

Resulta imposible aún definir la duración del shock. De todos modos, el gobierno deberá tener en carpeta diferentes instrumentos de política (monetarias, fiscales, comerciales, de protección social y del empleo) a fin de ponerlas sobre la mesa si el cuadro se profundiza. No existen los mismos grados de libertad del 2008-2009, cuando se atravesó la Gran Recesión global. El espacio fiscal es prácticamente nulo, la elevada inflación restringe el canal financiero y monetario para eventuales estímulos. Pero los niveles de pobreza y vulnerabilidad son superiores que entonces. El dilema está instalado.

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La economía mundial: Desaceleración sincronizada, perspectivas precarias

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Por Gita Gopinath – La economía mundial se encuentra en una desaceleración sincronizada y, una vez más hemos recortado la proyección de crecimiento para 2019, a 3%, el ritmo más lento desde la crisis financiera internacional. El crecimiento sigue viéndose debilitado por las crecientes barreras comerciales y la agudización de las tensiones geopolíticas. Estimamos que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China reducirán acumulativamente el nivel del PIB mundial en un 0,8% para 2020. El crecimiento se ve frenado por factores específicos de cada país en varias economías de mercados emergentes, y por fuerzas estructurales, como el bajo aumento de la productividad y el envejecimiento demográfico en las economías avanzadas.

En la edición de octubre de Perspectivas de la economía mundial proyectamos una leve mejora del crecimiento mundial, a 3,4% en 2020; es decir, otra revisión a la baja de 0,2% con respecto a nuestras proyecciones de abril. Ahora bien, a diferencia de la desaceleración sincronizada, esa recuperación no es generalizada y sigue siendo precaria.

Esta debilidad del crecimiento obedece a un brusco deterioro de la actividad manufacturera y el comercio mundial; el aumento de los aranceles y la persistente incertidumbre en torno a la política comercial han asestado un golpe a la inversión y la demanda de bienes de capital. Asimismo, la industria automotriz se está contrayendo también como consecuencia de una variedad de factores, como los trastornos causados por las nuevas normas sobre emisiones en la zona del euro y China que han producido efectos duraderos. En general, en términos de volumen, el crecimiento del comercio internacional se redujo a 1% en el primer semestre de 2019, el nivel más bajo desde 2012.

En contraposición a la debilidad de la actividad manufacturera y el comercio, en la mayor parte del mundo el sector de los servicios conserva el vigor, gracias a lo cual los mercados de trabajo de las economías avanzadas se mantienen firmes y el aumento de los salarios, saludable. Sin embargo, se observan algunos indicios iniciales de que el sector de los servicios se está enfriando en Estados Unidos y la zona del euro.

La política monetaria ha desempeñado un papel significativo como sostén del crecimiento. Ante la ausencia de presiones inflacionarias y el debilitamiento de la actividad económica, los grandes bancos centrales han adoptado apropiadamente medidas de expansión para conjurar los riesgos a la baja para el crecimiento e impedir que las expectativas inflacionarias se desanclen. Según nuestra evaluación, si ese estímulo monetario no se hubiera producido, el crecimiento mundial sería 0,5 puntos porcentuales más bajo tanto en 2019 como en 2020.

Las economías avanzadas continúan enfriándose, en dirección a su potencial a largo plazo. La previsión de crecimiento también se ha revisado a la baja, a 1,7% en 2019 (en comparación con 2,3% en 2018) y se proyecta que se mantendrá en ese nivel en 2020. La firmeza de las condiciones en los mercados de trabajo y el estímulo proporcionado a través de las políticas están contribuyendo a contrarrestar el impacto negativo del debilitamiento de la demanda externa en estas economías.

El crecimiento en las economías de mercados emergentes y en desarrollo también se ha revisado a la baja, a 3,9% en 2019 (en comparación con 4,5% en 2018) debido en parte a la incertidumbre en torno al comercio mundial y las políticas internas, y a la desaceleración estructural en China.

La recuperación del crecimiento mundial en 2020 está impulsado por las economías de mercados emergentes y en desarrollo, para las que se proyecta un repunte del crecimiento a 4,6%. Alrededor de la mitad de esa mejora es atribuible a la recuperación o a recesiones menos profundas en mercados emergentes sometidos a tensiones, como Argentina, Irán y Turquía, y el resto, a la recuperación de países cuyo crecimiento en 2019 fue significativamente inferior al de 2018, como Arabia Saudita, Brasil, India, México y Rusia. Sin embargo, estas recuperaciones están sujetas a un considerable grado de incertidumbre, especialmente dado que se prevé que grandes economías como Estados Unidos, Japón y China se desaceleren aún más en 2020.

Agudización de los riesgos

Asimismo, el crecimiento está sujeto a varios riesgos a la baja. La intensificación de las tensiones comerciales y geopolíticas, incluidos los riesgos relacionados con el brexit, podrían trastocar aún más la actividad económica y hacer descarrillar una recuperación que ya es frágil en las economías de mercados emergentes y la zona del euro. Esto podría provocar un cambio abrupto en la actitud frente al riesgo, causar trastornos financieros y revertir los flujos de capitales de las economías de mercados financieros. En las economías avanzadas, la baja inflación podría arraigarse y acotar aún más el margen de maniobra de la política monetaria en el futuro, limitando su eficacia.

Políticas para estimular el crecimiento

A fin de revitalizar el crecimiento, las autoridades deben desmantelar las barreras comerciales mediante acuerdos perdurables, poner freno a las tensiones geopolíticas y reducir la incertidumbre en torno a las políticas internas. Estas medidas pueden contribuir a reforzar la confianza y revitalizar la inversión, la actividad manufacturera y el comercio. A ese respecto, esperamos con interés más detalles sobre el reciente acuerdo provisional alcanzado entre China y Estados Unidos. Consideramos que todo paso que se dé para reducir las tensiones y revertir las recientes medidas comerciales es positivo, en especial si conduce a un acuerdo integral y duradero.

A fin de conjurar otros riesgos para el crecimiento y estimular el producto potencial, la política económica debería respaldar la actividad de manera más equilibrada. La política monetaria no puede ser la alternativa única; debe ir acompañada de respaldo fiscal si se dispone del margen de maniobra fiscal necesario y si la orientación de dicha política no es de por sí excesivamente expansiva. Países como Alemania y Países Bajos deberían aprovechar los bajos niveles de las tasas de interés pasivas para invertir en capital social e infraestructura, incluso desde el punto de vista puramente de costos-beneficios. Si el crecimiento desmejorara más, posiblemente resultaría necesaria una respuesta fiscal coordinada a nivel internacional y adaptada a las circunstancias de cada país.

Aunque la distensión monetaria ha apuntalado el crecimiento, es esencial desplegar hoy una regulación macroprudencial eficaz para evitar que los riesgos se valoren incorrectamente y que se acumulen excesivas vulnerabilidades financieras.

Para lograr un crecimiento sostenible es importante que los países emprendan reformas estructurales que aumenten la productividad, mejoren la resiliencia y reduzcan la desigualdad. Las reformas en las economías de mercados emergentes y en desarrollo también son más eficaces cuando ya existe una buena gestión de gobierno.

En resumen, las perspectivas mundiales siguen siendo precarias ante una desaceleración sincronizada y una recuperación incierta. Con un crecimiento de 3%, no hay margen para políticas erradas y es urgente que las autoridades actúen para respaldar el crecimiento. Es necesario mejorar el sistema de comercio mundial, no abandonarlo. Es necesario que los países trabajen mancomunadamente porque el multilateralismo sigue siendo la única solución para hacer frente a los grandes problemas, como los riesgos derivados del cambio climático, los riesgos de ciberseguridad, la evasión y la elusión de impuestos, y para abordar las oportunidades y desafíos de las nuevas tecnologías financieras.

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Lo confirmó la OCDE: el mundo se dirige hacia el mayor freno económico desde 2008

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El crecimiento de la economía mundial se ralentizará al 2,9 % en 2019 y al 3 % en 2020, estimó este jueves la OCDE, que rebajó sus previsiones anteriores y advirtió de que es el aumento anual más débil desde la crisis financiera de 2008.

En su informe de perspectivas interinas, que revisa las previsiones semestrales lanzadas en mayo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recortó tres décimas su proyección para este año y otras cuatro para el que viene, en línea con una tendencia que se extiende en las mayores economías.

Esos mismos descensos se aplican al G20, el grupo de grandes países desarrollados y emergentes, con un crecimiento previsto del 3,1 % y del 3,2 %, mientras que en la eurozona el ajuste es más leve, de una y cuatro décimas, hasta una subida respectiva del 1,1 % en 2019 y del 1 % en 2020.

Tras un ascenso de la economía mundial del 3,6 % en 2018, sus conclusiones para el corto plazo son tajantes. El panorama se ha vuelto «cada vez más frágil e incierto», atizado en gran parte por las tensiones comerciales y políticas, que minan la confianza y la inversión.ç

En mayo ya había rebajado sus perspectivas, y en este nuevo informe la organización con sede en París ratifica que, según los últimos acontecimientos económicos y financieros, la ralentización durará más de lo previsto.

El peso de la incertidumbre reinante recae sobre todo en la guerra comercial entre Estados Unidos y China y en la perspectiva de un «brexit» (salida del Reino Unido de la Unión Europea) sin acuerdo.

La introducción de tarifas bilaterales entre Washington y Pekín desde principios de 2018 seguirá arrastrando la actividad y el comercio global en los próximos dos años y «podría reducir el incremento global del producto interior bruto (PIB) en entre 0,3 y 0,4 puntos porcentuales en 2020 y entre 0,2 y 0,3 en 2021».

Aunque esos dos países anotan dos de los incrementos más elevados para los próximos dos años, la OCDE subraya que también serán los más afectados.

De momento, el organismo calcula que la economía estadounidense crecerá un 2,4 % en 2019 y un 2 % en 2020, cuatro y tres décimas menos que en las previsiones de mayo, y que la china avanzará un 6,1 y un 5,7 %, lo que supone un recorte de una y tres décimas.

La posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea (UE) sin acuerdo es otro de los factores más desestabilizadores, con costes sobre el comercio y un impacto sobre la economía británica que podría hacer que el país cayera en la recesión.

La OCDE solo revisa de forma detallada en estas perspectivas la situación de los países del G20: mantiene por ejemplo su proyección para 2019 para Francia (+1,3 %) y le quita una décima para 2020 (+1,2 %), mientras que en Alemania el ajuste es de dos y seis décimas (+0,5 % y +0,6 %).

No se libran de su pronóstico a la baja otros como México, cuya economía se prevé que crezca un 0,5 % este año (-1,1 puntos) y un 1,5 % en 2020 (-0,5), ni Brasil, con recortes respectivos de seis décimas, hasta el +0,8 % y el 1,7 %.

El impacto de esta coyuntura sombría se deja sentir también en la calidad de vida de los ciudadanos. Las perspectivas de una mejora continuada de los ingresos a medio plazo es más débil que antes de la crisis financiera, y el crecimiento per cápita en los últimos años también se ha mantenido por debajo.

La OCDE subraya que la necesidad de políticas macroeconómicas adicionales ha crecido en la mayor parte de economías y concluye que deben aplicarse con urgencia políticas que fortalezcan la confianza, calmen las tensiones comerciales, estimulen la inversión e impulsen el crecimiento potencial.

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Un momento delicado para la economía mundial: Tres ámbitos prioritarios de acción

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Discurso de Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI el 2 de abril del 2019 en la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Washington, DC
1. Introducción
Buenos días. Quisiera dar las gracias a mi amigo Tom Donohue y al Centro para la Competencia de los Mercados de Capital por invitarme a participar en este importante encuentro.
Cuando entré esta mañana a este magnífico edificio, me impresionó la potente imagen que forman las 12 banderas. Son las banderas de 12 grandes exploradores, que abrieron nuevas rutas de comercio y plantaron las semillas del crecimiento comercial e industrial en el Nuevo Mundo.
Ese mismo espíritu constituye la esencia de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que trabaja arduamente desde hace más de un siglo para ayudar a promover el sueño americano. La Cámara y el FMI tienen mucho en común.
Ambos defienden una perspectiva internacional; ambos abogan por una mayor colaboración entre el gobierno y el sector privado, y, por encima de todo, ambos están profundamente dedicados a promover el crecimiento, el empleo y las oportunidades para todos.
Es, por lo tanto, un lugar muy adecuado para debatir sobre cómo fomentar un crecimiento más sostenible e inclusivo; cómo reducir las tensiones comerciales, y cómo reforzar la credibilidad y la confianza, en la economía y las instituciones.
Son los mismos temas que analizarán los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales durante las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial que se celebrarán la próxima semana aquí en Washington.
Se enfrentarán a un panorama económico cambiante que requiere inexorablemente la aplicación de políticas adecuadas.
Como dijo una vez el Presidente Theodore Roosevelt: “ Hay muchas razones por las que debemos enfrentar en serio el futuro, sin esconder de nosotros mismos la gravedad de los problemas que tenemos ante nosotros, y sin temor a abordarlos con el propósito inquebrantable y firme de resolverlos correctamente ” [i].
Me gustaría centrarme hoy en cómo podemos aprovechar este “propósito inquebrantable” en beneficio de todos.
2. La economía mundial: Un momento delicado
Quisiera comenzar describiendo el mapa del tiempo de la economía mundial.
Hace un año, dije, “reparemos el tejado ahora que brilla el sol”. Hace seis meses, señalé que se avecinaban tormentas. Hoy el tiempo está cada vez más “inestable”. ¿Qué quiero decir con eso?
En enero, el FMI proyectó un crecimiento mundial para 2019 y 2020 de alrededor del 3½%— más bajo del que hemos visto en los últimos tiempos, pero que aún es razonable. Desde entonces, el crecimiento ha seguido perdiendo ímpetu, como recogen nuestras previsiones actualizadas que publicaremos la próxima semana.
Hace solo dos años, el 75% de la economía mundial experimentó un repunte. Este año, prevemos que el70% de la economía mundial experimente unadesaceleración.
Corresponde recalcar, sin embargo, que no vemos una recesión a corto plazo. De hecho, prevemos cierto repunte del crecimiento en el segundo semestre de 2019 y en 2020 .
Ven, por tanto, lo que quiero decir con “inestable”. De hecho, la economía mundial se encuentra en un “momento delicado”.
El crecimiento mundial ha estado desacelerándose, en gran medida debido al aumento de las tensiones comerciales y al endurecimiento de las condiciones financieras en el segundo semestre de 2018. Al mismo tiempo, se prevé que la actividad económica mundial se beneficie del actual ritmo más paciente de normalización monetaria por parte de los principales bancos centrales —liderados por la Reserva Federal de Estados Unidos— y de un mayor estímulo, por ejemplo, en China.
Estas respuestas de política han respaldado la distensión de las condiciones financieras y el aumento de los flujos de capital hacia los mercados emergentes, donde las monedas se han fortalecido frente al dólar de EE.UU.
Pero, nuevamente, corresponde recalcar que el repunte previsto del crecimiento mundial a finales de este año es precario . Es vulnerable a diversos riesgos a la baja, entre ellos, las incertidumbres relacionadas con los países, como el brexit, y las incertidumbres más amplias, como los elevados niveles de deuda en algunos sectores y países, las tensiones en torno a la política comercial y la sensación de intranquilidad en los mercados financieros.
Por ejemplo: si el endurecimiento de las condiciones financieras fuera más marcado de lo esperado, podría generar graves dificultades para muchos gobiernos y empresas en términos de refinanciamiento y servicio de la deuda, lo cual podría amplificar los movimientos del tipo de cambio y las correcciones en los mercados financieros.
3. Tres ámbitos prioritarios de acción
En efecto, nos encontramos en un momento delicado que debemos “abordar con cuidado”. Esto significa que no solo debemos evitar errores de política, sino también estar seguros de tomar las medidas adecuadas en materia de políticas.
Veo tres ámbitos de acción que se refuerzan mutuamente: las políticas internas; las políticas transfronterizas, y los esfuerzos coordinados para abordar los principales desafíos mundiales a los que todos nos enfrentamos.
Permítanme analizar cada uno de estos ámbitos:
a) Políticas internas para construir economías más resilientes e inclusivas
Ante todo, las políticas deben proporcionar a las personas las condiciones necesarias para prosperar en la vida. Es posible que me hayan oído decir:“¡deberíamos arreglar el tejado!”, especialmente cuando se trata de aplicar reformas estructurales que pueden ayudar a estimular la productividad y el crecimiento a largo plazo. No hay una solución única, naturalmente. Las políticas deben adaptarse a las necesidades de cada país.
Sin embargo, en términos generales, la política macroeconómica debería apuntar a afianzar el crecimiento y la estabilidad. La política monetaria debería seguir siendo acomodaticia en los países cuya inflación se encuentra por debajo de la meta, y debería anclar las expectativas. En los casos en que sea necesario, es importante utilizar la flexibilidad cambiaria para ayudar a absorber los shocks. Además, debería fortalecerse el sector financiero y deberían reducirse los riesgos manteniendo el ímpetu de la reforma regulatoria.
La realidad es que muchas economías no son suficientemente resilientes. Los elevados niveles de deuda pública y las bajas tasas de interés han dejado un margen limitado para actuar cuando se produzca la próxima desaceleración, que inevitablemente llegará.
Para muchos países, esto implica hacer un uso más inteligente de la política fiscal, lo que, a su vez, significa encontrar el equilibrio adecuado entre el crecimiento, la sostenibilidad de la deuda y los objetivos sociales.
Como ex Ministra de Finanzas, puedo asegurarles que no es algo que pueda hacerse fácilmente. Implica acumular reservas fiscales en las épocas de bonanza, creando al mismo tiempo suficiente espacio fiscal para actuar en las épocas difíciles. Implica trabajar arduamente y de forma continua para modernizar los sistemas tributarios, movilizar los ingresos internos, priorizar el gasto favorable al crecimiento y reducir la deuda pública cuando sea necesario.
También significa abordar la desigualdad excesiva. En este ámbito, la política fiscal puede desempeñar un papel fundamental, entre otras formas, promoviendo medidas tributarias progresivas que deberían ser específicas para cada país, y redes de protección más sólidas que puedan ayudar a abordar los trastornos causados por el cambio tecnológico y la globalización.
Ante todo, la política fiscal puede ayudar a crear oportunidades más amplias brindando acceso a educación, atención de la salud e infraestructura de calidad, especialmente para aquellas personas que se hayan quedado rezagadas o excluidas. En muchos países, esto significa prestar especial atención a los jóvenes y a las mujeres.
Este tipo de medidas de política pueden ayudar a fomentar la credibilidad y la confianza, y a superar las percepciones sobre la distribución injusta de los beneficios económicos.
Un ámbito donde estas percepciones van ganando terreno es en la crecienteconcentración de poder de mercado por unos pocos gigantes empresariales.
Un nuevo análisis [ii] del FMI muestra que, en las últimas dos décadas, el aumento del poder de mercado de las empresas en las economías avanzadas tuvo solo un efecto muy pequeño en la inversión, el producto y la proporción del ingreso nacional que perciben los trabajadores remunerados.
Pero también observamos que un pequeño número de empresas muy dinámicas fue responsable de los sobreprecios más grandes. En otras palabras, se genera una dinámica, que es especialmente pronunciada en la economía digital, en la que “el ganador se lleva la mayor parte”.
No digo que actualmente tengamos un “problema de monopolio”. Pero lo que digo es que debemos adoptar las medidas adecuadas, para que no se convierta en un problema.
Esto significa reducir las barreras a la entrada de nuevas empresas y reformar los marcos de competencia para garantizar la igualdad de condiciones en todos los sectores, ya sean tradicionales o de alta tecnología.
b) Esfuerzos transfronterizos para ofrecer condiciones más equitativas
Esto me lleva al segundo ámbito prioritario de acción: las políticas transfronterizas. Existe una amplia gama de cuestiones económicas que deben abordarse, entre otras, la modernización de la regulación financiera, la mejora de la transparencia de la deuda, la lucha contra los flujos financieros ilícitos.
Pero en lo que se refiere a establecer condiciones igualitarias entre los países, ninguna cuestión ocupa un lugar tan preponderante como el comercio. En este ámbito la Cámara y el FMI comparten mucho terreno común.
Sabemos que, durante muchas décadas, la integración comercial ha contribuido a aumentar la prosperidad, reducir la pobreza, difundir nuevas tecnologías y estimular la productividad. En todo el mundo, ha reducido el costo de vida y ha creado millones de nuevos empleos con salarios más altos.
Al mismo tiempo, sabemos que no todo el mundo se ha beneficiado, que existen distorsiones en el sistema comercial y que es necesario reformarlo.
También sabemos que las barreras comerciales no son la respuesta. Nuevos estudios del FMI —que se publicarán próximamente— muestran lo importante que es evitar errores de política en este ámbito.
Al analizar la experiencia de 180 países en las últimas seis décadas, hemos comprobado que la integración comercial impulsa claramente la inversión, en plantas, maquinaria y muchos otros ámbitos generadores de altos niveles de empleo. En cambio, las barreras comerciales perjudican claramente la inversión y el empleo [iii].
Esta conclusión es especialmente pertinente ahora, en un momento en que las tensiones comerciales podrían dañar aún más la inversión, y en un momento en que la inversión ya es débil.
Por tanto, una vez más, nos encontramos en un momento delicado, y debemos ser cuidadosos.
En particular, analizamos qué ocurriría si los aranceles [iv] a todos los bienes comerciados entre Estados Unidos y China aumentaran 25 puntos porcentuales. Esto, por sí solo, reduciría el PIB anual en un 0,6% en Estados Unidos y en un 1,5%en China [v].
Estas son heridas que pueden autoinfligirse y deben evitarse.
A pesar de ello, las deliberaciones sobre las distorsiones del comercio o las prácticas desleales a menudo están vinculadas al concepto de déficits y superávits comerciales bilaterales, y al de los aranceles.
Históricamente, los desequilibrios comerciales bilaterales se han visto impulsados principalmente por factores macroeconómicos, y no por aranceles bilaterales. En otras palabras, la manera más eficaz de reducir un déficit comercial bilateral es evitar los aranceles, porque los aranceles a los productos de un país solo desvían los flujos de comercio hacia otros países.
Nadie gana una guerra comercial: ¡posiblemente también me hayan oído decir eso! Por eso tenemos que trabajar juntos para reducir las barreras comerciales y modernizar el sistema de comercio mundial, de manera que todos salgamos ganando.
Esto significa abordar cuestiones como los subsidios estatales, la propiedad intelectual y la privacidad de los datos. También significa nuevos acuerdos para liberar todo el potencial de los servicios comercializables y el comercio digital. Y significa contar con marcos basados en reglas que garanticen una competencia leal y reglas de juego equitativas.
Por lo tanto, a medida que avanzamos, necesitamos una acción colectiva para modernizar las principales funciones que desempeña la Organización Mundial del Comercio: desde la negociación hasta la transparencia y la solución de controversias, lo que creará un sistema más fuerte y flexible.
Naturalmente, establecer reglas de juego equitativas entre los países no tiene que ver solo con el comercio. En los últimos días —como tal vez hayan visto— el FMI también ha puesto de relieve la necesidad de mejorar el marco en torno a la tributación internacional de las empresas.
He llegado incluso a afirmar que el sistema está básicamente desfasado. Y creo que compartimos la opinión de la Cámara de que es contraproducente que los países adopten un enfoque unilateral.
Es necesario un esfuerzo a escala internacional.
La reforma de la tributación empresarial internacional es un reto para todos los países. Pero las economías en desarrollo dependen en especial de los ingresos tributarios de las empresas para financiar inversiones esenciales en las personas y en infraestructura.
Según nuestros análisis, los países que no son miembros de la OCDE pierden alrededor de USD 200.000 millones al año porque las empresas pueden trasladar utilidades a jurisdicciones de baja tributación [vi].
Esta pérdida de ingresos dificulta aún más la tarea de los países de bajo ingreso de impulsar el crecimiento y el empleo, y de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la fecha acordada de 2030.
Afortunadamente, se están llevando a cabo esfuerzos para modernizar el sistema de tributación internacional de las empresas. Pero aún queda mucho por hacer. El FMI ha presentado algunas opciones sobre cómo trabajar conjuntamente para lograr que el sistema sea más justo y se adapte al futuro.
Me he referido hasta ahora a dos ámbitos prioritarios para la adopción de medidas de política: a escala nacional y entre los países . Pasemos al tercer y último ámbito prioritario: los desafíos a escala mundial.
c) Colaboración para abordar los desafíos a escala mundial
Estas son cuestiones que ningún país puede resolver por sí solo, y la lista es larga: factores demográficos, migración, ciberriesgos y, por supuesto, la amenaza existencial del cambio climático.
En relación con esta cuestión, sé que la Cámara considera que la colaboración entre el sector público y el sector privado, así como la innovación y la tecnología, tienen un gran potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El FMI también está profundamente comprometido con esta cuestión: desde una perspectiva macroeconómica, por supuesto.
Nos hemos centrado en particular en el precio de las emisiones de carbono y en la reducción de los subsidios a la energía, que ascienden a alrededor de USD 5,2 billones al año, es decir, un 6,5% del PIB mundial [vii]. Ambos instrumentos de política podrían contribuir en gran medida a mitigar los efectos del cambio climático.
Hace poco, he sido abuela, y debo decir que el desafío de convertir el planeta en un lugar mejor para nuestros hijos —y nietos— ha adquirido especial resonancia para mí.
En mis conversaciones con jóvenes de todo el mundo, también he aprendido que el cambio climático es uno de los dos desafíos que, a su juicio, revisten mayor importancia para su futuro.
El otro es la corrupción.
Este también es un ámbito en el que el FMI ha intensificado la atención que presta a los efectos macroeconómicos en los países miembros.
El costo anual de los sobornos por sí solo asciende a más de USD 1,5 billones [viii], aproximadamente el 2% del PIB mundial. El lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo son otras dimensiones graves del problema, en las que el FMI ha estado trabajando con más de 100 países.
Nuestros estudios más recientes ponen de relieve el elevado costo fiscal de la corrupción, que provoca una pérdida masiva de ingresos públicos y un gasto público de menor calidad. Estos nuevos análisis confirman lo que todos sospechamos desde hace tiempo: la corrupción reduce el crecimiento. Aumenta la desigualdad. Alimenta la desconfianza.
¿Hay esperanzas de combatir la corrupción? Creemos que sí, y estamos convencidos de que las respuestas de política económica adecuadas pueden tener un impacto significativo.
En un nuevo estudio, estimamos que dentro de un grupo de economías similares, un menor nivel de corrupción está asociado a un nivel más elevado de ingresos tributarios; de hecho, se observa una diferencia significativa de hasta 4 puntos porcentuales del PIB entre los países [ix]. También existe un vínculo entre una mejor gestión de gobierno y puntuaciones académicas más altas y un gasto más eficiente en infraestructura esencial: en carreteras, o escuelas y hospitales.
Esto destaca el enorme beneficio potencial de frenar la corrupción, y no solo el beneficio fiscal, sino también el beneficio potencial para toda la sociedad.
Esto tiene claramente una dimensión internacional. Transparency International, por ejemplo, actualizó recientemente su Índice de Percepción de la Corrupción[x], en el que 100 significa “muy transparente”. Según este índice, dos terceras partes de todos los países obtienen una puntuación inferior a 50, lo que indica que tienen graves problemas para prevenir la corrupción.
Es evidente que los países deben asumir la responsabilidad de lo que ocurre dentro de sus fronteras. Pero la corrupción es una plaga internacional. Para combatirla eficazmente es necesaria la cooperación internacional.
4. La cooperación internacional en materia de políticas y el FMI
Sé que la Cámara reconoce el valor de la cooperación. Desde la Segunda Guerra Mundial, en un país tras otro, en una crisis tras otra, la cooperación ha sido beneficiosa para el mundo.
El FMI a menudo ha desempeñado una función central en esos esfuerzos.
Durante la crisis financiera mundial, el FMI pudo comprometer más de USD 500.000 millones para ayudar a evitar otra Gran Depresión. En la década transcurrida desde entonces, hemos apoyado los programas económicos de más de 90 países.
Y nuestra labor continúa. Piensen en el asesoramiento que brinda el FMI a los países para ayudarlos a abrir sus mercados y fomentar la inversión.
O piensen en el apoyo brindado recientemente a programas esenciales para los países: en Egipto, Túnez y Jordania. O en Ucrania, o Argentina.
Para que nuestro trabajo sea eficaz, por supuesto, debemos contar con suficientes recursos en el futuro. Para ello, confiamos en el respaldo de nuestros 189 países miembros. Este es otro tema que espero que los ministros y gobernadores examinarán durante las Reuniones de Primavera que se celebrarán la próxima semana.
Tengo la certeza de que el apoyo de nuestros países miembros sigue siendo sólido.
5. Conclusión
Para concluir, quisiera volver a referirme al carácter inspirador de este magnífico edificio.
Inscritas en los muros del edificio original de la Cámara están las palabras del gran estadista estadounidense, Daniel Webster:
Desarrollemos los recursos de nuestras tierras —dijo Webster— invoquemos todos sus poderes, fortalezcamos sus instituciones, promovamos todos sus grandes intereses, para ver si también nosotros, en nuestros días y en nuestra generación, podemos hacer algo memorable” .
En este momento delicado para la economía mundial, trabajemos juntos para hacer algo memorable.
Muchas gracias.

 


[i] Discurso inaugural, 1905.
[ii] Informe WEO de abril de 2019, capítulo II, “El aumento del poder de mercado de las empresas y sus efectos macroeconómicos”.
[iii] Informe WEO de abril de 2019, capítulo III: “El precio de los bienes de capital: ¿Un motor de la inversión en peligro?”
[iv] Este análisis incluye los aranceles, las medidas no arancelarias y los acuerdos bilaterales de compra.
[v] Informe WEO de abril de 2019, capítulo IV: “Los factores determinantes del comercio bilateral y los efectos de contagio de los aranceles”.
[vi] Documento de Trabajo del FMI: “ Base Erosion, Profit Shifting and Developing Countries”.
[vii] A nivel mundial, en 2017 los subsidios a la energía alcanzaron aproximadamente una cifra de USD 5,2 billones; Documento de Trabajo del FMI: “Global Fossil Fuel Subsidies Remain Large: An Update Based on Country-Level Estimates ”, de próxima publicación.
[viii] Nota de Análisis del Personal Técnico del FM (Mayo de 2016): “ Corruption: Costs and Mitigating Strategies”. Esta estimación para 2015 es una extrapolación de Daniel Kaufmann basada en su estimación anterior de USD 1,1 billones en Kaufmann (2005).
[ix] Edición de abril de 2019 de Fiscal Monitor.
[x] Transparency International, Índice de Percepción de la Corrupción 2018 (29 de enero de 2019). Artículo de Forbes .
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