En octubre Misiones reportó exportaciones en origen por USD 54,2 millones, cifra que representa un crecimiento del 56,1% contra igual mes del año anterior y del 114,3% contra el mes anterior. Medido en cantidades exportadas, fueron 60.495 toneladas (+21,5% interanual y +5,0% mensual), marcando así un precio promedio de exportación por USD 896/Tn, un 28,5% superior a igual mes del 2024.
En este mes, el 51,3% de las exportaciones misioneras fueron de manufacturas agropecuarias, que volvieron a la senda de crecimiento con una importante expansión del 21,9% interanual (y +26,5% mensual). Por su parte, el 27,3% de las exportaciones totales fueron de manufacturas industriales, que mostraron una suba del 46,3% interanual (+0,2% mensual); al tiempo que el 21,3% restante correspondió a productos primarios que exhibieron una expansión de altísima magnitud, llegando a +557,6% interanual (+8,6% mensual).
De este modo, el acumulado de los diez meses presenta exportaciones misioneras por un total de USD 454,2 millones, creciendo 20,9% interanual y mostrando el mayor volumen de ventas al exterior para este período desde 2011.
A la par, Misiones vuelve a ratificar su amplio liderazgo en el NEA: concentra el 38,2% de las exportaciones de la región medido en dólares.
Si se mide en cantidades, las exportaciones misioneras del período acumulado enero octubre fueron por 579.825 toneladas, creciendo 13,4% interanual y exhibiendo el mayor volumen exportado desde el año 2010. En este punto, Misiones concentra el 24% de las exportaciones del NEA.
Al cruzar el volumen de exportaciones en dólares y en toneladas, el precio promedio en Misiones fue de 783 dólares por tonelada en el período acumulado (+6,6% interanual), y tiene el mayor precio promedio del NEA, ubicándose muy por encima de Corrientes (USD 539/Tn), Formosa (USD 387/Tn) y Chaco (USD 340/Tn).
El Gobierno redefine el rol del INYM, Federico Sturzenegger afirma que “se termina la intervención en precios y producción”
Con el Decreto 812/2025, el Gobierno nacional avanzó en una profunda reforma del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), orientada a limitar sus facultades de intervención en el mercado y centrar su funcionamiento en controles de calidad y promoción. Federico Sturzenegger celebró el cambio y aseguró que la desregulación impulsada por el DNU 70/23 ya generó resultados económicos “contundentes” para el sector.
Un nuevo marco regulatorio para el INYM: fin de facultades de intervención y foco en la competencia
El Decreto 812/2025, publicado este viernes en el Boletín Oficial, modifica aspectos centrales del Decreto 1240/2002 y redefine la arquitectura institucional del INYM. La norma establece que el organismo no podrá dictar regulaciones que generen distorsiones de precios, barreras de entrada ni restricciones a la libre iniciativa privada en la producción y comercialización de yerba mate.
En términos prácticos, implica el fin de herramientas históricas como: fijación o intervención en precios mínimos, regulaciones que condicionen la oferta, autorizaciones o restricciones productivas de carácter administrativo, decisiones que puedan actuar como barreras competitivas.
La medida forma parte del capítulo de “modernización regulatoria” que el Ejecutivo lleva adelante sobre distintos organismos públicos. Bajo la premisa de reducir estructuras intervencionistas y fortalecer mecanismos de competencia y eficiencia institucional.
El decreto también ordena al INYM revisar, en un plazo de 30 días, todas las normas vigentes que contradigan los nuevos principios, y deroga artículos del marco original que conferían facultades de intervención directa.
Sturzenegger: “El INYM debe dedicarse a la calidad, no a restringir la producción”
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, fue el principal vocero de la reforma y destacó el giro conceptual que establece la nueva normativa. Su definición fue contundente: “A partir de ahora el INYM deberá focalizarse en la calidad y la promoción.No en ser un interventor de precios y de restricción a la producción”.
Sturzenegger sostuvo que los resultados posteriores a la desregulación del sector. Iniciada con el DNU 70/23, demuestran que un mercado más abierto genera incentivos productivos más eficientes. El ministro enumeró datos que, según dijo, avalan la decisión: La producción total de yerba mate creció 29% en 2024, alcanzando un récord histórico. Las exportaciones aumentaron casi 17%, también en niveles récord. En el mercado interno, el precio real de la yerba cayó 44%, lo que —según su lectura— implicó un alivio directo para millones de familias consumidoras.
Para Sturzenegger, “el caso yerba mate” se convirtió en uno de los principales ejemplos de la política de desregulación aplicada durante la gestión. “La desregulación del sector ha dado sus frutos. Lo que estaba trabado creció, lo que era caro se abarató y lo que era rígido ahora es dinámico”, dijo.
La reforma del INYM, afirmó, busca sostener ese proceso, eliminando la posibilidad de revertir hacia esquemas de intervención.
Impactos sectoriales y nueva hoja de ruta: controles, calidad y promoción
La actualización normativa apunta a concentrar las funciones del organismo en: controles de calidad del producto final, certificaciones técnicas, verificación de estándares y buenas prácticas, campañas de promoción y posicionamiento internacional, investigación y programas de mejora competitiva.
En esta nueva etapa, el INYM se alinea con el enfoque de “regulación procompetencia” que impulsa el Ministerio de Desregulación. El objetivo declarado: un mercado más transparente, dinámico y con reglas estables.
Si bien aún no se registraron reacciones oficiales de cooperativas, productores y secaderos, el decreto impacta de forma directa en un sector. Que históricamente discutió el equilibrio entre regulación estatal y autonomía productiva. En este sentido, los próximos 30 días —plazo para la revisión— serán determinantes para conocer la transición operativa y las primeras respuestas institucionales.
El Gobierno eliminó las retenciones para aceites y lubricantes industriales para acelerar la competitividad exportadora.
Por medio del Decreto 811/2025, el Poder Ejecutivo fijó en 0% el Derecho de Exportación para cinco posiciones arancelarias de aceites y lubricantes de la Nomenclatura Común del Mercosur. La medida apunta a reforzar la competitividad externa, reducir costos fiscales y dinamizar sectores industriales con valor agregado, sin afectar el equilibrio de las cuentas públicas.
Una baja impositiva con enfoque exportador y productivo
El Gobierno nacional oficializó la reducción a CERO POR CIENTO (0%) del Derecho de Exportación (D.E.) aplicable a cinco posiciones arancelarias de la Nomenclatura Común del Mercosur (NCM) correspondientes a aceites y lubricantes industriales. La decisión surge del Decreto 811/2025, publicado este 17 de noviembre, y aplica a las posiciones: 2710.19.31; 2710.19.32; 2710.19.92; 2710.19.93; 2710.19.99.
La norma también deja sin efecto las alícuotas previamente establecidas en el artículo 7° del Decreto 488/2020, adecuando el esquema exportador a un marco de mayor apertura y competitividad global.
El Gobierno justifica la medida en tres ejes centrales: Reducción del costo fiscal y financiero asociado a la exportación.Promoción del valor agregado industrial, orientado a sostener el empleo. Mejora de la competitividad externa en un contexto internacional más exigente.
El texto del decreto señala que el objetivo es “asegurar el máximo posible de valor agregado en el país, promover las actividades productivas y alinear la política comercial con la libertad económica”.
Fundamentos normativos y motivación económica
El Decreto 811/2025 se dicta con base en el artículo 755 del Código Aduanero (Ley 22.415), que faculta al Poder Ejecutivo a gravar o desgravar exportaciones según objetivos de política económica y comercial.
El Gobierno reconoce que la situación internacional —marcada por costos logísticos elevados, cambios en la demanda global y mayor competencia— obliga a adoptar medidas que “permitan sostener y expandir la actividad exportadora sin comprometer la recaudación”.
La decisión está en línea con otras normas recientes, como el Decreto 305/2025, que ya había llevado a 0% las retenciones para diversos productos industriales con valor agregado.
El decreto resalta que esta reducción puntual no afecta significativamente la recaudación, debido al bajo peso relativo de estos productos en el total de exportaciones con derecho de exportación vigente.
Además, la medida fortalece la previsibilidad fiscal, al reducir la distorsión en la formación de precios y mejorar la posición de las empresas locales frente a competidores internacionales que no enfrentan cargas similares.
Impacto en la industria, las exportaciones y el mercado interno
Un gesto hacia la industria manufacturera
Los aceites y lubricantes alcanzados forman parte de una cadena industrial que alimenta a sectores como: automotriz, metalmecánico, maquinaria agrícola, transporte y logística, petróleo y gas.
La rebaja a 0% elimina costos que impactan en el precio final de exportación y en la estructura interna de costos, especialmente relevante para empresas con alto contenido de insumos importados.
Reacciones esperadas del sector privado
Empresas industriales exportadoras ven la medida como una señal positiva tras años de fluctuación impositiva. La previsibilidad tributaria se vuelve un factor clave para acceder a mercados internacionales donde márgenes de precio y tiempos logísticos son determinantes.
Además, analistas consultados destacan que la eliminación de retenciones en rubros industriales genera un efecto indirecto sobre: inversiones en equipamiento y tecnología, nuevos contratos internacionales, y mayor estabilidad en cadenas de suministro.
El rol del Congreso
Como decreto dictado en uso de facultades delegadas, la norma deberá ser tratada por la Comisión Bicameral Permanente según lo establece la Ley 26.122. La validación legislativa será clave para consolidar la medida y sostener un marco regulatorio estable.
Proyección: hacia un esquema de retenciones más competitivo
El Decreto 811/2025 profundiza una tendencia del Ejecutivo orientada a desarmar gradualmente el esquema de retenciones industriales. Este sendero de reducción impositiva pretende: estimular inversión privada, generar empleo de calidad, aumentar la composición industrial de las exportaciones, mejorar el flujo de divisas sin comprometer el superávit fiscal.
La industria espera que la medida se complemente con mejoras en financiamiento, infraestructura logística y acceso a mercados, para consolidar un crecimiento industrial exportador sustentable.
Estamos pronto a iniciar, por decirlo de algún modo, la segunda etapa del gobierno libertario. Transcurridas las elecciones de medio término y tras haber logrado un amplio apoyo en gran parte del país, el Gobierno nacional retomó la agenda y comienza a dar señales sobre hacia dónde podría orientarse la próxima fase del programa económico. “Será el Congreso más reformista de la historia”, dijo Javier Milei, en línea con la intención del Poder Ejecutivo de avanzar, como mínimo, con una reforma tributaria y laboral. Mucho se habla de estos cambios, pero todavía no existe certeza sobre los contenidos específicos ni se conoce el texto que buscarían impulsar.
En este contexto, el Presidente participó del Congreso de Economía Regional realizado en Corrientes, donde respondió a quienes sostienen que “nadie se está ocupando de la micro”. Según sus palabras, “la macro es la suma de todas las micro” y, bajo esa premisa, si la macroeconomía se encuentra relativamente ordenada y estable, entonces la economía real también debería estarlo. Sin embargo, no existe evidencia que respalde esa interpretación. Por el contrario, los propios datos oficiales la contradicen.
Si efectivamente la economía real estuviera ordenada como resultado de un equilibrio macro, no deberían registrarse caídas en el empleo, en la cantidad de empresas, en los salarios (que esta semana el INDEC confirmó en retroceso real) ni en el consumo esencial, que continúa deprimido. Tampoco se observaría el estancamiento o deterioro de los indicadores de actividad sectoriales, que en su gran mayoría no lograron recuperarse en lo que va de la actual gestión.
Hacia dentro del país, la situación es diversa, pero la tónica general todavía es negativa. Las provincias no sienten los efectos del presunto orden macro y, mucho menos, cuentan con “micros” que ordenen hacia arriba. Para medir este escenario retomamos el Semáforo de Actividad Económica de Misiones, herramienta que permite evaluar el estado de la economía provincial en función de indicadores clave de actividad. Así podremos corroborar si existe solidez en el argumento presidencial (spoiler: no).
Los indicadores recientes de la actividad económica en Misiones muestran un panorama heterogéneo, y si bien algunos sectores exhiben signos de recomposición, otros que son la mayoría continúan bajo un marcado deterioro. Vayamos evaluando la situación por bloques de actividad para entender en mejor medida el panorama actual en la provincia.
El consumo sigue altamente contraído. Las ventas en supermercados continúan en terreno negativo: en agosto (último dato disponible) sigue la baja en la comparación interanual (-7,7%) aunque se destaca que en la variación mensual desestacionalizada hubo una mejora (+1,1%).
Sin embargo, se trata de un dato aislado que no responde a una tendencia de corto plazo: si observamos la variación del último trimestre móvil (junio, julio y agosto vs. marzo, abril y mayo) este indicador presenta baja de 3,8%. Pero también en el mediano plazo se ve el deterioro: contra noviembre de 2023, mes previo al cambio de gobierno, las ventas en supermercados aún están 25,4% por debajo.
Otro indicador de ventas, que corresponde en este caso a los combustibles, presenta quizás un panorama algo más optimismo, aunque aún no del todo: en septiembre (último dato disponible) el gasoil cayó 2,5% interanual pero +8,9% mensual desestacionalizado, logrando cerrar el trimestre móvil en +1,4%; por ende, la mejora mensual de septiembre acompañó un proceso de recomposición incipiente que debe continuar de manera muy sostenida durante un buen lapso de tiempo debido a que todavía está -31,5% contra noviembre de 2023.
Algo similar se ve para las naftas: en el último mes creció 4,4% interanual, +4,3% mensual y +2,5% trimestral, por lo que aquí está más fortalecido este proceso de recomposición, pero aun así sigue siendo incipiente y leve dado que el retroceso acumulado todavía es fuerte: está -25,3% respecto a noviembre de 2023.
Por el lado del consumo de los durables, los patentamientos vienen a buen ritmo pero presentan una pequeña alerta de corto plazo. En el caso de autos, mostró mejoras interanuales y mensuales en septiembre y están muy por encima de noviembre de 2023 pero en el último trimestre móvil cayó 7,4%, que se deduce podría haber sido resultado del ruido económico pre-electoral que tiró arriba el tipo de cambio y encareció notablemente el crédito. Lo mismo se ve para las motos: tiene números positivos a nivel interanual, mensual y vs. noviembre de 2023 pero retroceso trimestral móvil (-13,1%), afectado por las mismas razones que los autos. Si vemos los patentamientos totales (autos, motos, acoplados, transporte y carga y MAVI) el escenario es idéntico. Dado que la caída trimestral está muy apoyada en las condiciones mencionadas previamente, la estabilidad post-elecciones, el ordenamiento de las expectativas y una reducción de la volatilidad de las tasas de intereses podrían volver a impulsar estos indicadores.
En resumen, el consumo muestra dos vías: caídas generalizadas en bienes esenciales (supermercados y combustibles) y mejor situación en durables (vehículos), una situación que se ve en todo el país.
Vamos a otro aspecto de análisis: el empleo. Sobre esto, cabe decir que el mercado laboral continúa evidenciando importantes tensiones. El empleo registrado en el sector privado no logra, siquiera, estabilización ya que aún continua la merma de empleos. El semáforo de este indicador es completamente rojo: en agosto, último dato disponible, cayó a nivel interanual (-1,4%), mensual desestacionalizado (-0,3%), trimestral móvil desestacionalizado (-0,3%) y vs. noviembre de 2023 (-6,3%). En ese contexto de achicamiento laboral, tampoco el salario presenta mejoras necesarias para sostener calidad de vida: si bien hay mejores interanuales (+6,1% en junio, último dato disponible), cayó mensualmente (-1,1%), presentó una tendencia a la baja de orden trimestral (-4,7%) y está -4,8% contra noviembre de 2023. También esto se ve afectado por la cantidad de empleadores en la provincia: caen 2,4% contra el año anterior, -1,0% vs. mes previo y -3,7% en la era Milei, aunque hay una leve señal positiva trimestral (1,6%).
Hay también deterioros en materia fiscal: la recaudación tributaria de Ingresos Brutos mantiene un retroceso del 9,6% interanual en términos reales y también cayó a nivel mensual y se ubica muy lejos de noviembre de 2023 en moneda constante. Se observa así que el impacto de la caída del consumo masivo y la inestabilidad de la actividad económica siguen afectando las cuentas públicas, aunque el dato trimestral desestacionalizado muestra un leve crecimiento del 1,2%.
Los sectores energéticos y de construcción exponen dinámicas divergentes. La demanda de energía muestra rojos en todos los niveles comparativos: en septiembre quedó -2,3% interanual, -1,6% mensual, -6,3% trimestral y -16,1% vs. noviembre del 2023, interpretado esto como un indicador aún débil de actividad. En la construcción, los permisos de obra y la superficie autorizada muestran descensos muy marcados, también con rojos en todos sus niveles comparativos.
Las exportaciones de Misiones, en cambio, brindan una señal positiva. Las exportaciones totales crecieron 38,9% interanual medidas en dólares, con un aumento también mensual del 11,5% y una suba acumulada del 84,4% respecto de noviembre de 2023, aunque en el último trimestre redujo la velocidad. Si se mide en cantidades, también las exportaciones provinciales presentan buenos números. Parte de este buen desempeño se explica por el buen comportamiento del complejo yerbatero, donde el mercado externo creció 49,1% interanual pero, en contraste, el consumo interno de yerba mate continúa débil, con una baja del 2,5% interanual y -11,0% contra noviembre 2023.
El turismo receptivo también muestra una dinámica mixta. La cantidad de viajeros (consolidado de Posadas y Puerto Iguazú) registró en agosto 2025 un crecimiento interanual del 12,6%, aunque está todavía -2,2% contra el 2023.
Finalmente, los datos del sistema financiero revelan una reaparición del crédito, aunque aún en niveles moderados. Al segundo trimestre, los depósitos del sector privado subieron 17,9% interanual en términos reales, y los préstamos un significativo 93,3%, aunque posiblemente veamos una disminución importante hacia el tercer trimestre producto de la inestabilidad financiera y el encarecimiento de tasas vistas en ese período, sumado a un crecimiento de la morosidad.
¿Qué podemos concluir de todo esto? La economía misionera muestra señales heterogéneas y todavía insuficientes para sostener el argumento presidencial de una macro que, por el mero efecto derrame, ordena a las micro, ni mucho menos que sea un proceso inverso. Existen dinámicas positivas en comercio automotor, exportaciones y turismo, pero persisten debilidades profundas en consumo esencial, empleo, ingresos laborales, recaudación y construcción. La recuperación, si se consolida, será gradual y no exenta de tensiones, y difícilmente pueda explicarse bajo el supuesto simplificador de que un orden macro garantiza automáticamente bienestar general.
El desafío, entonces, para la etapa que inicia el gobierno nacional será reconocer la complejidad real de las economías provinciales y diseñar políticas que atiendan, de manera específica y sostenida, sus necesidades productivas, sociales y fiscales.
Por Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez* – El mundo se debate entre un nuevo orden económico internacional y el rescate del multilateralismo de probados resultados para los países en desarrollo. Por el momento, los cambios casi diarios en la política comercial de los Estados Unidos no han afectado seriamente la actividad mundial pero sí han provocado un menor flujo de inversiones y un reacomodamiento del comercio. El desacople entre los Estados Unidos y China es el efecto más importante que está modificando la relación de China con América del Sur. Argentina puede aprovechar oportunidades, pero deberá ejercer una estrategia de balance para mantener sus buenas relaciones con los Estados Unidos.
En 1947, en el mundo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, los países firmaron el Acuerdo General de Comercio y Aranceles (GATT) con el objetivo de relanzar la economía internacional reduciendo paulatinamente las barreras comerciales. En 1995, ese acuerdo se amplió con la formación de la Organización Mundial del Comercio.
Entre medio, en 1964 las Naciones Unidas organizaron la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) para ayudar a los países en desarrollo a integrarse a la economía mundial mediante el comercio y las inversiones. Más recientemente, desde la crisis financiera internacional de 2008, el G-20 reúne a los países de mayor peso en las decisiones mundiales para trazar un rumbo de acción en numerosos temas que incluyen también al comercio y las inversiones. A estos organismos se suman otras asociaciones de países (OCDE, BRICS), varios organismos temáticos (FAO, Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su panel de expertos, el IPCC) y, por último, los organismos financieros multilaterales (FMI y Banco Mundial como resultado del Acuerdo de Bretton Woods de 1944) como facilitadores del crecimiento de los países en desarrollo. En el curso de casi 80 años y a pesar de numerosas crisis políticas y económicas, ese andamiaje internacional tuvo éxito en reducir la pobreza, elevar la esperanza de vida y nivelar el campo de juego entre países de distinto poder de acción. Entre fines de los 90 y 2015, además, la “era de la globalización” se caracterizó por una nueva etapa de cambio tecnológico y la conformación de grandes cadenas de valor que volvieron difusas las fronteras económicas y ayudaron a una mayor convergencia del ingreso promedio en el mundo.
Esta última etapa de alto crecimiento ocultaba, con todo, un desgaste de la institucionalidad económica internacional que se reflejaba en el tejido de acuerdos preferenciales de comercio, uso frecuente de barreras no arancelarias y agendas ampliadas de los organismos multilaterales que descuidaban las prioridades de mayor consenso como la de la seguridad alimentaria o la salud. En ese marco, la crisis financiera de 2008, sus consecuencias en Europa en 2012, la irrupción del COVID 19 y los riesgos de las nuevas tecnologías para el empleo, entre los factores más importantes, llevaron a resultados económicos insatisfactorios en muchos países avanzados, empujando a sus votantes hacia agendas más conservadoras.
En ese contexto, en 2025 el nuevo gobierno del presidente Trump en los Estados Unidos decidió separarse del camino que su país había liderado, ejerciendo una nueva estrategia que utiliza la penalización comercial hacia otros países, tanto competidores como aliados políticos, para construir un “nuevo orden” que asegure el bienestar de sus conciudadanos (menos impuestos, menos inmigración, cambio de agenda social hacia una posición más conservadora), a la vez que busca el mantenimiento de la primacía económica internacional de su país. Para el logro de esos objetivos se han mantenido negociaciones abiertas con escalamiento y desescalamiento de amenazas comerciales.
Estas medidas se sustentan en legislación especial que a lo largo de los años ha permitido a los presidentes norteamericanos administrar situaciones de excepción y urgencia sin pasar por el Congreso. Este hecho hace que el propio Congreso de los Estados Unidos lleve un inventario de las medidas que muestra las idas y vueltas de las decisiones ejecutivas caso por caso (https://www.congress.gov/crs-product/R48549). En el plano político internacional, el gobierno del presidente Trump buscó reafirmar la calidad de potencia mundial de su país activando su rol de garante de paz en conflictos localizados. A la vez, su peso estratégico en la seguridad internacional ha sido parte de los incentivos para llegar a acuerdos comerciales rápidamente con el Reino Unido, la Unión Europea y Japón.
Varios factores jugaron por detrás de ese cambio de estrategia externa norteamericana, pero sin duda el principal de ellos fue la competencia tecnológica con China. Una de las alertas observada en los Estados Unidos fue el resultado del plan chino “Made in China, 2025” lanzado en 2015 y que, actualmente, sigue evolucionando sin etiquetas, pero con claras acciones para el desarrollo de la inteligencia artificial, energías verdes, vehículos eléctricos y un desarrollo futuro basado en las propias capacidades tecnológicas.
Este tipo de políticas ya han sido ampliamente utilizadas por China permitiéndole trepar a lo largo de las cadenas de valor desde su rol como un proveedor genérico de insumos hasta los niveles más altos de diseño tecnológico y toma de decisiones.
Como efecto colateral, las políticas chinas también han mostrado falencias, por ejemplo, con la generación de sobreproducción de acero, aluminio y paneles solares, entre los casos más importantes, lo que ha terminado afectando a los mercados internacionales.
Otro punto de preocupación de los Estados Unidos es la intención de China y sus países socios en BRICS por reemplazar al dólar como moneda en las transacciones comerciales internacionales. Más recientemente, el conflicto por las tierras raras como insumo para industrias tecnológicas puso en evidencia que China abastece el 70% de ese insumo a los Estados Unidos.
China también ha buscado el acercamiento con los países de su entorno mediante acuerdos comerciales y de inversiones con Vietnam, Camboya, o Indonesia, entre otros. Desde el inicio, la estrategia de China fue la de responder con represalias a las iniciativas arancelarias de los Estados Unidos para, eventualmente, sentarse a negociar desde posiciones niveladas. Y, por el momento, parece tener resultados acordes.
Tanto por la forma como por el tamaño de los flujos de comercio e inversiones involucrados por las medidas proteccionistas de los Estados Unidos, se temió por los niveles de actividad mundiales. Notablemente, y por el momento, la economía internacional se ha mostrado resistente a estos shocks. Así, el crecimiento mundial se pronostica con una leve desaceleración del 3,3% en 2024 al 3,1% en 2026 (datos del FMI, octubre 2025) y el comercio mundial de mercancías mantiene su crecimiento entre 2024 y 2025 en volumen con un 2,8% y 2,4%, respectivamente (según la OMC, octubre 2025). Aunque en este último caso debe tenerse en cuenta que en lo que va del año, las importaciones de los Estados Unidos fueron un récord debido a la acumulación de inventarios que hicieron las empresas con anterioridad a la entrada en vigor de los “aranceles recíprocos”.
Las novedades sobre acuerdos y rupturas comerciales entre los Estados Unidos y el resto del mundo se suceden con frecuencia diaria. Entre los países en desarrollo de mayor porte económico, Brasil e India han sufrido la imposición de aranceles generalizados del 50% como “castigo” político (prisión de Bolsonaro en Brasil y compra de combustible a Rusia en India). Entre los aliados históricos de los Estados Unidos, Canadá enfrenta una gran hostilidad comercial y México ha logrado una tregua a la vez que estos tres países se acercan a una nueva renegociación del acuerdo preferencial de América del Norte (USMCA). Corea del Sur ha anunciado un nuevo acuerdo durante la visita del presidente Trump a la reunión del ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático conformada por Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) y se espera la concreción de una nueva “tregua” en el caso de China.
Mientras esto ocurre los principales países en el comercio internacional buscan mantener sus acuerdos preferenciales y consolidar sus esferas de influencia. Por ejemplo, en el caso del ASEAN se trata de hacer avanzar el acuerdo del RCEP (Asociación Económica Integral Regional) con Australia, China, Japón, República de Corea y Nueva Zelanda, a la vez que se han establecido conversaciones estratégicas con países tan diversos como India, Rusia y los Estados Unidos.
A estos acuerdos se suman el APTA (Acuerdo Comercial de Asia-Pacífico), la cooperación económica de Asia-Pacífico (APEC) y la Asociación del Trans-Pacífico (CPTPP) a la que también pertenecen los países latinoamericanos de Perú, Chile, México. La Organización Mundial del Comercio (OMC) tiene registradas 691 notificaciones de acuerdos comerciales regionales con más de la mitad en funcionamiento.
La multiplicación de las negociaciones bilaterales y regionales junto con el debilitamiento de los organismos multilaterales abre un interrogante con respecto a los riesgos en el futuro inmediato, especialmente para los países en desarrollo. A diferencia de los pronósticos moderados pero sostenidos de la actividad mundial, este riesgo está afectando los flujos de inversiones entre países, que en 2025 volverán a caer por segundo año consecutivo.
En este capítulo de las inversiones extranjeras directas (IED), los países de América Latina siguen, en promedio, la tendencia de caída de los flujos de entrada de inversiones entre 2024 y 2025. Sin embargo, en el corriente año se verifica un mayor número y valor de proyectos anunciados hacia el futuro en Argentina, Brasil y México. Es interesante notar que comparando la recepción de los flujos a lo largo del tiempo desde los años 90, China y los países de América del Sur han participado con niveles semejantes. Sin embargo, la naturaleza de las inversiones fue diferente, ya que en China esos flujos permitieron el desarrollo de cadenas de valor industriales y tecnológicas y en América del Sur se concentraron en la explotación de recursos naturales. Sin embargo, un aspecto distintivo hasta muy recientemente ha sido que, en oportunidad de cada crisis financiera internacional, las inversiones totales decrecían y China disminuía su participación mientras América del Sur la mantenía o la mejoraba (Gráfico y Cuadro 1).
En los últimos años China pasó de receptor neto a colocador neto de inversiones en proyectos de infraestructura distribuidos en el mundo, con gran presencia en África y América Latina. En este último caso, la inversión de empresas estatales chinas en los puertos latinoamericanos ha buscado facilitar los flujos de comercio especialmente en las costas del Pacífico, pero también hacia y desde Brasil. Así, se han desarrollado los puertos de Chancay en Perú, Balboa y Cristóbal en Panamá, y terminales portuarias en los puertos de Paraguaná y Santos en Brasil. China también cuenta con terminales en los principales puertos de México. Las navieras chinas operan rutas seguras hacia América del Sur y esa facilitación del comercio ha contribuido al crecimiento de los flujos de mercaderías que transportan insumos industriales y productos terminados hacia los puertos sudamericanos mientras que los países de América del Sur envían minerales (cobre, hierro, zinc), combustibles (carbón, petróleo y gas natural) y productos agroindustriales (soja, carnes, frutas) a China. Más recientemente, en los últimos cuatro años China ha buscado un perfil diferente como inversor en países en desarrollo limitando su interés por la infraestructura y avanzando en inversiones tecnológicas, energía solar (Argentina) y minería, y automóviles eléctricos (Brasil).
Volviendo al capítulo del comercio, el reacomodamiento de la oferta y demanda chinas como consecuencia del desacople de intercambio con los Estados Unidos ya es visible en países de América Latina como Brasil y la Argentina. Ese es el caso, por ejemplo, de la soja. Hasta el inicio de la “guerra comercial”, la mitad de la soja de los Estados Unidos se vendía a China (en torno al 20% de la demanda de importaciones de soja de China). En la actualidad, Brasil y la Argentina ocuparon ese espacio.
El avance de la presencia china en América Latina ha vuelto ha despertar el interés de los Estados Unidos por nuestra región y explica, en parte, el fuerte apoyo a la Argentina y el reciente acercamiento con Brasil, a pesar del enfrentamiento tarifario aún vigente.
En el caso de la Argentina, el efecto directo de las medidas arancelarias del presidente Trump se centran en la imposición de un arancel general del 10% (antes era, en promedio, inferior al 2%), lo que encarece nuestros productos hacia uno de nuestros destinos más importantes (tercer mercado para las exportaciones argentinas, rondando un 10% de participación). En el caso de productos particulares, como el acero y el aluminio los aranceles son más altos (50%), a la vez que sobre petróleo y productos de la minería los tratamientos han sido inicialmente más favorables. Frente a países competidores como Brasil que, por el momento y como ya se mencionara, enfrenta un arancel del 50%, la Argentina mantiene una mayor competitividad.
En el marco del apoyo de los Estados Unidos a nuestro país, también se anunció la negociación de condiciones más favorables para algunos productos como una posible ampliación de la cuota de carne vacuna, vinos, cítricos, etc. Los productores de los Estados Unidos han manifestado su fuerte oposición a esa iniciativa.
El efecto indirecto de estas medidas se ha empezado a ver por el intercambio ampliado con China y también nuestro saldo comercial deficitario con ese país (ver Gráfico 2). En el futuro cercano, el mantenimiento de los aranceles norteamericanos, sumado a los acuerdos comerciales con la Unión Europea, podría significar un redireccionamiento importante de nuestra oferta agroindustrial hacia los países asiáticos.
Para finalizar, cabe una advertencia: esta breve síntesis de la situación del comercio y las inversiones internacionales, aunque amplia, no llegará actualizada al lector ya que los cambios, con marchas y contramarchas, se observan a diario. La discusión de los analistas se centra en determinar la permanencia de este nuevo orden económico internacional en construcción. Las ventajas probadas del multilateralismo sugieren que, con reformas y nuevas iniciativas, la mayoría de los países del mundo buscarán mantener su vigencia. En el proceso, los costos pueden ser importantes y encuentran a la Argentina en un momento económico crítico, lo que agrega una prueba más a nuestros habituales y recurrentes desafíos externos
*Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez – economistas FIEL