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Misiones recibió en enero 1.790 millones de Coparticipación, por debajo de la inflación

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En el primer mes de 2017, Misiones recibió un “cheque” en concepto de Coparticipación Federal de Impuestos por un total de 1.790 millones, lo cual representa un incremento de 25,9 por ciento respecto a enero del año pasado.

El aumento de enero, que no alcanza para cubrir una suba de precios del orden del 40 por ciento (IPC Congreso), al menos mejoró un poco respecto de los últimos meses, cuando los incrementos estaban más cerca del 20 por ciento interanual. Esto es así porque a partir de enero la provincia está recibiendo 3 puntos adicionales de los 15 que retenía la Nación para financiar a la Anses. La Nación le estaba devolviendo 3 puntos y ahora le devuelve seis puntos de esos 15 a Misiones y al resto de las provincias que firmaron el acuerdo en agosto pasado.

El Gobierno central irá devolviendo 3 puntos porcentuales cada año y en el 2020 las provincias recibirán el total de ese 15 por ciento que se les retenía desde los 90.

El incremento de la Coparticipación fue motorizado por la recaudación de la AFIP que subió 30 por ciento enero. “Esto implica una caída en términos reales (es decir, descontando la inflación) del 4,7%”, indicó un informe de la consultora Economía & Regiones.

Casi 20 millones de pesos para los municipios

El otro giro automático que registró un incremento más significativo que la Coparticipación fue el Fondo Federal Solidario de la Soja (FFS) por el cual Misiones recibió 58,45 millones, 31,7 por ciento más que los 44,38 millones que obtuvo en enero pasado.

El Fondo de la Soja mejoró en parte gracias a los mejores precios internacionales y otra parte por la suba del dólar durante el primer mes del año.

“Durante enero los precios FOB medidos en dólares del aceite de soja y los porotos de soja se ubicaron en un 24% y un 15% por encima de los registrados en enero de 2016, mientras que el precio de la harina creció un 17%. Por su parte, el tipo de cambio contribuyó con una devaluación interanual de 16,5%”, dijo E&R en un análisis de las cifras.

Casi 20 millones de pesos del FFS se distribuirán entre los 75 municipios de la provincia para realizar distintas obras de infraestructura, o al menos ese es el destino que deberían tener esos fondos. En épocas de “vacas flacas” no han sido pocos los municipios que no pudieron avanzar con algunas obras, en especial los fondos chicos.

Desigualdad con la región y reparación histórica

Este fin de semana, el ministro de Hacienda, Adolfo Safrán, afirmó que la provincia se sentará a la mesa donde se discutirá una nueva ley de Coparticipación exigiendo una Reparación Histórica, similar a la que solicitan desde los años 90 los sucesivos gobiernos de la provincia de Buenos Aires y que motivó la creación del Fondo del Conurbano en su momento.

Sucede que Misiones es la provincia más poblada de la región y es la que menos dinero recibe por la Coparticipación.

Misiones recibió un “cheque” por $1.790 millones. Corrientes ($1.995 millones), Formosa ($1.905) y Chaco ($2.651 millones). Actualmente la porción de Misiones en la “torta” de la Coparticipación es de 3,34%, superada por Formosa 3,55%; Corrientes 3,74%; y Chaco 4,96%, según datos de la consultora Economía y Regiones.

Misiones tiene 1.100.000 habitantes (censo 2010), más del doble que Formosa y recibe menos dinero mes a mes, tanto en términos absolutos como en términos de dinero/habitante.

Según el Presupuesto 2017, de cada 100 pesos que ingresarán a las arcas provinciales este año, $60 serán de la “Copa”, otros $16 serán otros giros de la Nación por afuera de la Coparticipación, como transferencias del Fonavi, Vialidad o una parte de la remuneración a los docentes y unos $22 corresponderán a ingresos propios de la recaudación provincial.

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El efecto de la economía nacional en Misiones ¿Hacia dónde vamos?

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Escriben C.P. Leiva Varela Martín y Mgter. Knass Guillermo. ECONEA. 

Los datos crudos muestran una realidad muy adversa que está padeciendo la economía Argentina, la que está inmersa en lo que se denomina en la macroeconomía como “estanflación”, es decir, la combinación de la caída del nivel de actividad económica (recesión) en paralelo con un aumento del nivel general de precios. Donde, el primer indicador -PBI-  conforme al último dato publicado por el INDEC refleja una contracción del nivel de actividad económica que alcanzó una caída del 2,5%  acumulado a Noviembre del 2016 con respecto al 2015 según el E.M.A.E., en tanto, que la inflación acumulada del 2016 superó el 40 por ciento conforme al Índice de Precios al consumidor elaborado por el Congreso.

Sabemos que por equivalencia, una caída del nivel de actividad, implica que vendan menos el comerciante, el proveedor, el fletero, el herrero, el albañil, generando un efecto multiplicador que termina afectando directamente e indirectamente nuestro accionar.

El paquete de medidas nacionales del primer año de gestión (devaluación, tarifazo eléctrico, aumento del precio de los combustibles, gas, transporte, etc) a fin de “sincerar” gran parte de las variables económicas generó la destrucción de un total de 127.905 puestos de trabajo al tercer trimestre del 2016 con respecto al cierre del 2015 en el sector privado. Al considerar que la familia tipo en Argentina está compuesta por 4 personas, es más preocupante aún, porque se estima que un total de 511.619 personas no cuenten con los recursos genuinos necesarios para el día a día.

Para el corriente año, el Gobierno nacional en base a las pautas macrofiscales publicadas en la presentación del Presupuesto nacional, prevé que la economía crecerá en términos reales un 3,5 por ciento, previsión que no contemplaba, entre otros factores, la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, que mediante sus anuncios puede terminar repercutiendo de manera adversa en la actividad económica nacional por diversas razones, como ser:

  1. la adopción de políticas proteccionistas puede ocasionar una merma en las exportaciones nacionales, siendo los Estados Unidos uno de los principales socios comerciales de Argentina, ocupando el tercer puesto por debajo de Brasil y China.
  2. el alza de la tasa de interés generaría un incremento del costo nacional para financiarse con el exterior, sabiendo además que la necesidad de financiamiento nacional anunciada por el ministro de Finanzas, Luis Caputo, para el 2017 asciende a U$S 40.350 millones de dólares;

iii) potencial salida de capitales del país (por el aumento de las tasas y la probable reindustrialización de Estados Unidos) pujaría hacia el incremento del tipo de cambio, que en el caso de no trasladarse sustancialmente a los precios puede oxigenar la competitividad de las regiones.

Ante tal incertidumbre el Fondo Monetario Internacional recortó las expectativas de crecimiento previendo que la Argentina lo hará en un 2,2 %, es decir, 1,3 puntos por debajo de la estimación nacional.

 

¿Qué se puede esperar en Misiones?

Las asimetrías que padece la Provincia  con los países limítrofes por su ubicación periférica, hasta ahora persisten, y seguirán hasta tanto no se tenga un tipo de cambio competitivo, por la razón de que la Nación prevé para el corriente año un tipo de cambio promedio que asciende a $ 17,92 (19 por ciento por encima del observado en 2016) incremento que estaría por debajo de la inflación que según las consultoras privadas rondaría el 23 por ciento. Se generaría así un mayor atraso cambiario que implicó una caía de las exportaciones del 23,5 por ciento en el primer semestre de 2016 con respecto al 2015.

La pérdida de competitividad en la región ocasiona un aumento en las importaciones que no es más que la salida del flujo circular del ingreso de la economía provincial, dado que se crean ingresos para las empresas extranjeras (paraguayas o brasileras) y no para las provinciales, generando una retracción de los volúmenes de venta de los comercios con la potencial injerencia en los puestos de trabajo, afectando de manera negativa la recaudación de los diferentes estamentos  gubernamentales (menor IVA, Ingresos Brutos, etc).

Las Provincias no pueden inferir en determinadas variables económicas que son exógenas (tipo de cambio, inflación, entre otros) que repercuten ineludiblemente en el nivel de actividad económica local, por lo que es vital situarse correctamente en el problema que se plantee, distinguiendo cuales son las variables sobre las que se puede inferir mediante determinados instrumentos.

A partir de tal situación, la Provincia de Misiones que viene en esa senda, decretó la creación del Programa de fomento de consumo denominado “Ahora Misiones” con el objeto de estimular la demanda de bienes. El inédito programa con el correr de los meses fue adoptando una mejor performance pasando de una venta de 9.491.095 pesos en el primer mes de vigencia (fines de agosto) a 30.532.972 en Diciembre del 2016 –según los datos preliminares-, implicando un incremento del 221,71 por ciento, con la aclaración de que en este último mes tuvo un mayor impacto por la estacionalidad de la demanda y el mayor descuento (20 por ciento) cofinanciado entre la Provincia, el Comercio y los Bancos.

Además, en vistas a un desarrollo económico de largo plazo, el Gobernador anuncio de la Constitución del Fondo de Créditos para las Pequeñas y Medianas Empresas (Caja de fomento), la que va a generar un apalancamiento significativo en el aparato productivo provincial, dado que no solo va a otorgar créditos a una tasa de intereses muy por debajo de la del mercado, sino que tendrá una visión de inclusión a nuevos emprendedores, como la transmitida por Passalacqua, que generará un mayor valor agregado en la producción misionera y por consecuencia más empleo.

 

Por ello, la Caja de Fomento morigeraría el efecto negativo de las medidas que adoptó el BCRA, como ser, la elevada tasa de interés (para contener la inflación) a comienzos de su gestión que contrajo claramente a la inversión por la sensibilidad de tal agregado económico a la misma, donde al 30 de Septiembre del 2016, el stock de préstamos a la industria manufacturera provincial que participa en un 23 por ciento en la actividad económica cayó en un 25 por ciento en términos reales en Misiones. Este es un eslabón clave en la cadena productiva que se estimulará fuertemente a través de este nuevo ente de financiamiento.

 

 

 

 

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El muro de la ignorancia

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Apenas ha pasado una semana del régimen de Trump y Putin, y ya nos está costando trabajo llevar la cuenta de los desastres. ¿Recuerdan el berrinche de Trump sobre la multitud vergonzosamente escasa de su toma de protesta? Ya lo vemos como una cosa del pasado.

Pero me gustaría hacer una pausa, solo por un minuto, en la historia que acaparó las noticias el jueves, antes de ser superada, a lo Trump, por el escándalo en torno a prohibir a los refugiados la entrada al país. Como tal vez recuerden —o tal vez no, con tanta cosa descabellada sucediendo tan rápido— la Casa Blanca primero pareció decir que impondría aranceles del 20 por ciento a las importaciones de México, pero tal vez estaba hablando de un plan fiscal propuesto por los republicanos del congreso que no implica un arancel a productos mexicanos; después dijeron que era solo una idea para luego olvidarse del tema, al menos por ahora.

Por su crueldad, las habladurías sobre los aranceles no se comparan con cerrarle la puerta a los refugiados, nada más y nada menos que en el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. No obstante, la historia de los aranceles es un epítome del patrón que estamos viendo en este gobierno caótico: un patrón de disfunción, ignorancia, incompetencia y traición de la confianza.

La historia, como mucho de lo que ha sucedido últimamente, parece haber iniciado con el ego inseguro del presidente Trump: la gente se mofa de él porque México no pagará el muro inútil a lo largo de la frontera, tal como él prometió durante la campaña. Y así fue como su vocero, Sean Spicer, apareció ante los medios y declaró que el impuesto fronterizo a los productos mexicanos, de hecho, financiaría el muro. ¡Ahí tienen!

Sin embargo, como se apresuraron a señalar los economistas, el exportador no es quien paga los aranceles. Con algunas reservas menores, en esencia, son los compradores quienes los pagan, es decir, un arancel impuesto a los productos mexicanos sería un impuesto a los consumidores estadounidenses. Por ende, quien acabaría pagando el muro sería Estados Unidos, y no México.

Ups. No obstante, ese no era el único problema. Estados Unidos forma parte de un sistema de acuerdos —un sistema que construimos nosotros— que establece reglas para las políticas comerciales y una de las reglas clave es que los aranceles que se había acordado disminuir en las negociaciones previas no se pueden elevar unilateralmente.

Si a Estados Unidos se le ocurriera romper esta regla, las consecuencias serían graves. El riesgo no tendría tanto que ver con las represalias, aunque también está eso, sino con la imitación: si despreciamos las reglas, los demás harán lo mismo. El sistema de comercio en su totalidad podría comenzar a desbaratarse, con efectos tremendamente perturbadores en todos lados, incluyendo, en gran medida, la manufactura estadounidense.

¿De verdad la Casa Blanca planea tomar ese camino? Al concentrarse en las importaciones de México, Spicer dio esa impresión; sin embargo, también dijo que estaba hablando sobre “una reforma fiscal integral cuya finalidad era cobrar impuestos a las importaciones de países con los que tenemos un déficit comercial”. Esta pareció ser una referencia a un ajuste propuesto a los impuestos corporativos, que incluiría “impuestos fronterizos ajustables”.

La cosa es que ese ajuste no tendría para nada los efectos que él sugirió. No estaría dirigido a los países con los que tenemos déficits, y no hablo solo de México; también aplicaría a todo el comercio. Y no se trataría en realidad de un impuesto a las importaciones.

Para ser honestos, este es un punto ampliamente malinterpretado. Muchas personas que deberían saber mejor lo que hacen creen que los impuestos al valor agregado, que imponen muchos países, desalientan las importaciones y subsidian las exportaciones. Spicer hizo eco de esa malinterpretación.

Sin embargo, los impuestos al valor agregado son, en esencia, impuestos nacionales sobre las ventas, que no desalientan ni fomentan las importaciones (sí, las importaciones acaban pagando ese impuesto, al igual que los productos locales).

El cambio propuesto a los impuestos corporativos, aunque en cierto sentido difiere del impuesto al valor agregado, tendría, de igual modo, un efecto neutral en el comercio. Esto quiere decir en específico que, si algo no lograría, es hacer que México pague el muro.

Lo que menciono aquí es un tanto técnico; consulten mi blog para mayor información. Pero ¿no se supone que el gobierno estadounidense entendería bien las cosas antes de lanzar lo que suena como una declaración de guerra comercial?

En resumen: el secretario de Prensa de la Casa Blanca dio lugar a una crisis diplomática al intentar proteger al presidente de hacer el ridículo en cuanto a su fanfarronería, hecha tan a la ligera. En el proceso, demostró que nadie con autoridad sabe de economía básica. Después trató de recular en todo lo que dijo.

Todo esto debería interpretarse en el más amplio contexto de la credibilidad en picada de Estados Unidos.

Nuestro gobierno no siempre ha hecho lo correcto, pero sí había cumplido sus promesas, tanto a las naciones como a las personas. Ahora todo eso está en duda.

Todo el mundo, desde las naciones pequeñas que creían estar protegidas de la agresión rusa hasta los empresarios mexicanos que pensaron que tenían acceso garantizado a nuestros mercados, así como los intérpretes iraquíes que pensaron que el servicio que prestan a Estados Unidos significaba una garantía de asilo, ahora tienen que preguntarse si se les tratará como a los engañados proveedores de un hotel de Trump.

Esta es una gran pérdida. Y, muy probablemente, irreversible.

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El consumo de cigarrillos sufrió en 2016 la peor caída de los últimos 26 años

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Durante el año pasado, y debido a las nuevas políticas tributarias establecidas por el Gobierno para el sector tabacalero, el consumo de cigarrillos sufrió la peor caída de los últimos 26 años.

La suba de la presión tributaria del 60% al 80% establecida por las autoridades en abril de 2016 con el objetivo de financiar a las provincias productoras de tabaco hizo que las empresas del sector aumentaran los precios de sus atados en un 50%. durante el mismo año.

Como consecuencia directa, el consumo se derrumbó en niveles impensados para un sector que desde hace varios años se encontraba en una situación de amesetamiento.

De hecho, y según un informe de IES Consultores asegura que la demanda cayó 11% entre enero y noviembre de 2016, “en términos históricos, la mayor baja registrada en el consumo desde 1990, con un total de 1621 millones de paquetes vendidos contra los 1821 millones de igual período de 2015”. De todos modos, la facturación de las empresas llegó a $ 54.382 millones, lo que implica un fuerte incremento de 41%, aunque se debe precisamente a las subas de precios. El trabajo también estima que el actual consumo per cápita es de 42 atados por habitante, 12% menos con relación al año pasado, aunque no por las subas de precios sino por un cambio cultural, orientado a desarrollar una vida más sana. “La industria tabacalera continuó con un panorama contractivo, con fuertes mermas en la producción de cigarrillos, que provocó cierre de plantas y la suspensión de trabajadores”, se argumenta en el trabajo de IES Consultores, donde también se sostiene que la menor producción de cigarrillos “obedece a la fuerte caída del consumo que se intensificó en año pasado como consecuencia del fuerte aumento de precios y la pérdida de poder adquisitivo de los hogares”.

En este sentido, se agrega que hasta noviembre de 2016, “la producción presentó una merma de 9,3% según la medición Oficial del EMI con relación a igual periodo de 2015”. A su vez, la suba impositiva generó un mayor contrabando, en tanto que las importaciones cayeron 9,2% y u$s 49,6 millones contra los u$s 54,7 millones de 2015. En volúmenes, la baja fue mayor del 12,5%, y alcanzaron a las 9503 toneladas. Los precios medios de importación, por su parte, se incrementaron 3,8%. Mientras que las ventas externas arrojaron cifras positivas ya que, por ejemplo, se exportó el 79,3% del total producido. Esto responde a la quita de retenciones y a stocks disponibles que no lograron ser volcados en 2015.

En cuanto a las perspectivas para este año, el informe de IES Consultores asegura que la evolución del sector dependerá del mercado externo y de la forma en la cual se pueda volcar la producción de tabaco en el exterior.

Sobre el consumo interno se anticipa que seguirá la tendencia decreciente “como consecuencia de cambios de hábitos en la población y una mayor conciencia de los efectos nocivos del tabaco, al priorizar un estilo de vida más saludable”.

A su vez, el alto precio de los atados y la caída del poder adquisitivo generarán también menores ventas.

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Equilibrio fiscal de las provincias, o el unicornio azul

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Por Félix Piacentini. Aunque cuando se miran las cuentas fiscales de las provincias, uno se da con que hasta septiembre venían mostrando una situación bastante buena, la estimación oficial incorporada por el ministerio de hacienda en el presupuesto 2017 para el consolidado de las 24 provincias es tan pesimista que proyecta un déficit de $ 105 mil millones en 2016, duplicando por ende el rojo consolidado de $ 52 mil millones que se presentaba en 2015. De aquí se desprenden dos reflexiones. O el último trimestre del año pasado fue una catástrofe en las provincias en el plano fiscal, o los técnicos de hacienda erraron sus estimaciones. Como hay un delay importante en la publicación de la ejecución de algunas provincias, como por ejemplo de la más grande y la que más influye en el resultado final como es Buenos Aires, tendremos que confiar en la proyección oficial hasta que se demuestre lo contrario.

De esta forma el año pasado se habría alcanzado el mayor déficit de al menos los 12 últimos años, llegando a representar el 1,3% del PBI y superando el ahora viejo máximo del 0,9% presenciado en 2015. Este pésimo resultado se registró en un año no electoral, y cuando las provincias comenzaron a recibir 3 puntos de una devolución gradual de 15 puntos de coparticipación (en el caso de Córdoba, Santa Fe y San Luis por el fallo de la Corte la devolución fue completa), más 6 puntos extra en préstamos de Nación a tasa subsidiada. También ocurrió cuando las jurisdicciones pudieron volver a financiarse en el mercado de crédito internacional, emitiendo unos US$7.050 millones en colocaciones locales.

Es decir, un año en el que las provincias contaron con ingresos inéditos del 7,2% del PBI en concepto de coparticipación, no lograron contener el gasto y llegaron a este penoso récord. En cuanto al nivel de endeudamiento, las obligaciones en moneda extranjera mencionadas implican que el stock de deuda en pesos se expandió un 41% en 2016 sólo por ese concepto. Aunque este ritmo de endeudamiento asusta, el nivel total todavía no es preocupante y no hay riesgos en el corto plazo. Pero ciertamente hay provincias como Buenos Aires en donde el cociente Ingresos Totales sobre stock de deuda ya estaría en un 52% y otras como Jujuy, CABA y Mendoza donde se encontrarían en torno al 40%. Más que nada para éstas sería aconsejable moderar la trayectoria futura de financiamiento para evitar que el nivel de endeudamiento se convierta en un problema.

En la búsqueda de causas se encuentra que el deterioro fiscal de las provincias sigue siendo consecuencia de la práctica todavía vigente de nombrar personal muy por encima del crecimiento poblacional, lo que ha llevado a un exceso de personal del 34% superior al nivel óptimo y que tiene un sobrecosto fiscal de 2 puntos del PBI por año. En el año 2005 los Gastos Totales del agregado de las 24 provincias representaban 13 puntos del PBI y hoy se llevan 18 puntos. Esos 5 puntos de ampliación del gasto público se destinaron casi completamente a gastos de personal, que pasaron de 5 a 9 puntos del PBI. Mientras tanto la inversión pública permaneció estancada en 2 puntos del PBI, casualmente lo que gastan en exceso por empleo público. Es decir que si no se hubieran nombrado en demasía a unas 500 mil personas, las provincias podrían agregar el doble de infraestructura cada año. Desde el plano fiscal podrían haber tenido superávits ininterrumpidos desde 2004, en lugar de la mayoría de déficits.

¿Y para el 2017, año eleccionario, qué podemos esperar? La historia nos dice que en años eleccionarios es muy difícil contener el gasto, siendo usual que la obra pública explote y que los aumentos salariales a los 2,2 millones de empleados públicos provinciales superen la inflación. Por el lado de los ingresos las jurisdicciones subnacionales contarán con mayores recursos, ya que la devolución adicional de coparticipación ya será de 6 puntos porcentuales de los 15 detraídos para financiar al ANSES, lo que llevará a que si lo expresamos en porcentaje del PBI las transferencias automáticas lleguen a casi 8 puntos, otro pico histórico de las últimas décadas.

Pero claro, la cuestión es cuán capaces pueden ser de evitar un desborde electoral del gasto. Si aumentara en el mismo porcentaje que el gasto nacional previsto para este año, un 22%, el déficit consolidado de los 24 distritos podría rondar los $ 97 mil millones o el 1% del PBI. En esta hipótesis de “prudencia” fiscal el déficit sería menor al 1,3% del PBI que se habría registrado en 2016. Si por otro lado somos desconfiados, la experiencia nos avala, y el gasto se expandiera al 25% el déficit total ya redondearía $ 140 mil millones y sería mayor al de 2016, representando 1,4% del producto. El lector se preguntará porqué ni siquiera mencioné la posibilidad de un equilibrio presupuestario de las provincias en 2017. Para llegar a ese “unicornio azul” el gasto debería crecer a tan sólo el 15%. Físicamente imposible.

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