“Ahora vamos a ir al plan Guazaratí”, prometió convencida la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
No busque la palabra en el diccionario ni en el traductor. No existe ese vocablo en guaraní. La ministra confundió Guazaratí con Guazurarí o Guaçurarí, el apellido del indio misionero, ascendido a general del Ejército Argentino por decreto nacional del 1 de abril de 2014. No fue el único desliz. La ministra estaba anunciando un “nuevo plan” de seguridad, apuntado a militarizar Bernardo de Irigoyen, que comparte frontera con Brasil y por donde circulan diariamente miles de personas en un tráfico vecinal comercial, turístico y familiar.
La ministra equiparó a la frontera misionera con Piedras Blancas, el municipio de Salta que comenzará a construir un alambrado de 200 metros para “evitar” el ingreso de migrantes y de cocaína boliviana, en una frontera que se extiende por 742 kilómetros. Como en el municipio salteño, donde hasta los concejales libertarios salieron a protestar por no haber sido consultados y a advertir que el alambrado tendrá un impacto comercial, pero nulo en la seguridad, en Misiones también los comerciantes de Bernardo de Irigoyen señalaron que el tráfico vecinal en esa ciudad es cultural y ajeno a grandes problemas de seguridad. Cuando les conviene, vienen los brasileños y cuando no, cruzan los argentinos, como sucede ahora. No es una zona de grandes conflictos y, a pesar de los anuncios, ya tiene una fuerte presencia militar, con el Ejército y de seguridad, con Gendarmería y Policías, que trabajan en forma coordinada.
¿Cuál es el trasfondo de la confusión y la descoordinación? Hace unos días vino a Misiones una funcionaria de la cartera de Seguridad a “conocer el terreno”. Estuvo en Iguazú y se quedó sorprendida cuando la llevaron a conocer la frontera seca de Bernardo de Irigoyen y Dionisio Cerqueira. Con un poco de sentido común, en la Provincia le hicieron notar que la frontera noreste no es la más problemática, sino la frontera oeste, desde Puerto Libertad hacia abajo, por donde ingresa la marihuana de Paraguay y donde las fuerzas federales compiten entre sí con escasa eficiencia. No hubo forma de convencerla de que lo que había visto no era ciudad de Juarez. Así se pergeñó el “plan” que inicialmente iba a ser bautizado simplemente Bernardo de Irigoyen, pero que, nuevamente la Provincia, sugirió que sea denominado Guaçurarí, para al menos equipararlo con el héroe salteño Juan Manuel de Güemes. La ministra lo rebautizó Guazaratí.
“¿Sabés qué va a pasar?”, preguntó un veterano oficial de una fuerza de seguridad que opera en la Triple Frontera -zona estigmatizada si las hay-. “Nada”, se respondió. Para el especialista el “plan” Güemes, Guazaratí o Guaçurarí, no son más que un poco de ruido para tapar una realidad que está a la vista en el Conurbano bonaerense, que en algunas zonas parece tierra de nadie, y particularmente en Rosario, donde la propia Bullrich desembarcó con toda la pompa con la promesa de bajar la inseguridad, pero los muertos se siguen contando de a varios por día. Claramente, tanto en Buenos Aires como en Santa Fe, la seguridad es un problema mal atendido y que no ha mejorado con la militarización, como sucedió en Rosario. Los funcionarios nacionales, como en otras gestiones -Bullrich no es siquiera original-, pretenden imponer recetas, muchas veces parecidas o iguales, para zonas con problemáticas distintas y sin escuchar a los actores locales. Un problema del unitarismo histórico de la Argentina, que cíclicamente parece agigantarse.
Para el presidente Javier Milei, los gobernadores son unos “gastadores compulsivos” y administradores ineficientes que “despilfarran” los recursos que generosamente les gira “la Nación”.
Sin entrar en discusiones abstractas sobre el concepto ni sobre la preexistencia de las provincias, lo cierto es que no todas las situaciones son iguales ni todas las provincias están administradas de la misma manera.
Ahora la discusión es sobre la carga fiscal de las provincias en la economía. Misiones desde hace décadas tiene a la producción primaria libre de impuestos, pero es rigurosa con los demás eslabones de la cadena, lo que generó una inédita autonomía económica y recursos propios para sostener políticas aún en tiempos de contracción como los actuales.
Los unicornios como Mercado Libre y los pooles sojeros, claman por baja de impuestos para aumentar ganancias, pero se desentienden de las demandas que deben ser atendidas localmente.
En Santa Fe, Marcos Galperín se quejó por una suba de Ingresos Brutos a las operaciones de Mercado Libre, pero se llamó a silencio cuando el gobierno de esa provincia reveló que sólo en diciembre del año pasado hubo más de 40 mil operaciones en negro a través de la aplicación. Doble moral que le dicen.
Los números oficiales también revelan una profunda asimetría en el reparto de los recursos federales, que, una vez más, no pertenecen a “la Nación”, sino que son generados por las provincias. En 2024 Misiones nuevamente fue la que más aportó al Tesoro Nacional, en el NEA, en materia de recaudación de impuestos nacionales, pero fue la que menos recibió por esos conceptos. Si se suma la recaudación de IVA, impuesto a las Ganancias, Bienes Personales, Impuestos Internos y Monotributo impositivo (todos coparticipables) el NEA recaudó, 762.828 millones. De ese total, Misiones aportó el 35,4%, un valor superior a Corrientes, que sumó el 26,6%, Chaco el 25,3% y Formosa el 12,7%.
Pero Misiones apenas recibió apenas el 21,3% de los fondos que llegaron al NEA, el valor más bajo en la región, ya que Chaco captó el 31,8%, Corrientes el 23,9% y Formosa el 23%.
En el Gobierno señalan que la asimetría es incluso más profunda, ya que los datos de la Afip contemplan las empresas por jurisdicción y muchas compañías que operan en Misiones tienen domicilio fiscal en Capital Federal y por ende tributan allí. Si se evaluara por lugar de operación, el municipio ahora gobernado por Jorge Macri no sería el más productivo, como se jacta con desdén el primo del ex presidente.
Sin embargo, esa idea de “Nación responsable” y provincias nadando en la abundancia del despilfarro, se impone en la discusión política y alimenta la centralidad del discurso presidencial. Pocos se animan a contradecirlo en tiempos en que las encuestas le son favorables.
El gobernador Hugo Passalacqua marcó distancia al señalar que Misiones no sube alícuotas y desde hace años tiene a toda la producción primaria exenta del impuesto a los Ingresos Brutos. Ese modelo se mantiene firme, mientras que el alivio fiscal llega a través de la suba del piso, como en el caso de los sujetos obligados a la percepción y retención de Ingresos Brutos o los beneficios anunciados para el pago del Impuesto al Parque Automotor, un tributo que aumentó por debajo de la inflación. La economía se puede incentivar por distintas vías. Bajar impuestos no es el único camino. Durante los 90 Misiones tenía impuestos cero para la industria. El resultado no fue positivo: Estado desfinanciado y endeudado, IETE, desempleo en alza y pobreza récord. No pasó hace tanto, aunque algunos parezcan tener memoria de corto plazo.
El intendente de Concepción de la Sierra, Hugo Humeniuk, un miembro del partido Activar, que lidera Pedro Puerta, el hijo del ex gobernador de los 90, aplicó una inédita suba de las tasas por Carnaval. Para aprovechar los días de celebración popular, el alcalde decidió cobrarles -por anticipado- hasta 185 mil pesos por día a los comercios locales que abran en los lugares de desfile. Puerta, quien por estas horas intenta eludir los coletazos del escándalo de su amigo y socio político Germán Kiczka, en sus discursos suele prometer una rebaja de impuestos para “impulsar una provincia productiva”. Haz lo que digo…
Los impuestos no definen resultados económicos. La producción yerbatera, que tiene impuestos cero, atraviesa ahora una profunda crisis con un desplome de los precios de la materia prima producto de la desregulación que impuso el presidente Javier Milei en diciembre de 2023. En paralelo, el consumo interno cayó durante el año pasado 9,33 por ciento, en lo que fue el peor año desde 2017. La industria cerró un año en rojo, con costos operativos que se dispararon y ventas en baja. Apenas las exportadoras “salvaron el año” con un récord de envíos al exterior.
Paradójicamente, el radicalismo que tuvo mucho que ver con el diseño del Instituto Nacional de la Yerba Mate, se dedicó en los últimos años a minar la confianza en esa institución -salvo durante la gestión Cambiemos- ahora insta a los productores a “autorregular” la cosecha para presionar por mejores precios. “Cosecha por goteo”, sugirió un veterano boina blanca.
Pero con la cosecha del año pasado, que llegó a los 986.737.613 kilos, con un alza de 27,35 por ciento en relación con 2023, la industria tiene suficiente stock para también “autorregular” los precios. El factor externo que significó la desregulación, golpeó de lleno a todo el sector. Habrá que ver quienes sobreviven en el mediano plazo.
En el sector forestal también se siente pleno el cambio de época económica. Por la caída del mercado interno y externo, en Corrientes y Entre Ríos los aserraderos están de remate. Acon Timber, el aserradero más grande del país, recién instalado en la vecina provincia vecina, dejó de exportar por el dólar bajo y la escasa rentabilidad. En Misiones, donde desde hace unos años se regula el precio de la materia prima, las empresas se mantienen en funcionamiento, aunque también sufren por las bajas ventas. Las quejas empresariales por los impuestos aquí no encuentran eco: en Corrientes no hay precio mínimo de la materia prima. El factor externo, el plan “guazaratí” económico, influye mucho más de lo esperado, aunque la economía de Misiones se mantiene por encima de las demás provincias de la región, con algunas señales claras de reactivación. En enero se patentaron 861 cero kilómetro, lo que significa un aumento del 92,6% en comparación con el mismo mes del año pasado. En términos mensuales, el crecimiento fue del 209,7% respecto a diciembre de 2024.
De todos modos, el presidente Javier Milei goza de una imagen positiva que se mantiene -la última encuesta de CEOP arroja quizás una luz amarilla, con un empate técnico entre quienes lo desaprueban (48,7 contra 48 de imagen positiva) y una proyección negativa- y que le permite tallar en las negociaciones políticas de cara a las elecciones. El Cambiemos residual se debate entre encolumnarse en silencio o jugar en soledad y mantener identidad. De cualquier modo, el partido encabezado por Macri ha perdido centralidad y ya no es una “opción ganadora” ante un mileísmo que tiene una base electoral similar. El desbande en la alianza es inevitable: los dirigentes quieren salvar la ropa, aunque en las fuerzas del cielo no son del todo bienvenidos. En Misiones, la relación con la Renovación es más fiable que cualquier acuerdo con lo que queda de Cambiemos. En definitiva, el modelo de gestión económica exhibe resultados que se parecen mucho a los objetivos trazados por Milei.