MORO

Exjuez Moro cambia de partido y abandona carrera presidencial en Brasil

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El exjuez federal y exministro bolsonarista Sergio Moro anunció hoy que retiró su candidatura presidencial tras cambiarse de partido con el objetivo de disputar una banca de diputado en las elecciones de octubre próximo.

“Para ingresar al nuevo partido, renuncio en este momento a la precandidatura presidencial y seré un soldado de la democracia pare recuperar el sueño de un Brasil mejor”, informó Moro en un comunicado difundido luego de afiliarse a la coalición derechista Unión Brasil, con la cual buscará una banca de diputado.

Moro abandonó luego de cinco meses el partido derechista Podemos después de que no pudiera despegar como una opción mayoritaria en las encuestas.

“Moro viene a Unión Brasil con la expectativa de ser uno de los diputados más votados de la historia de Brasil. Le daremos todas las condiciones para eso”, informó el diputado Alexandre Leite en un comunicado.

Unión Brasil es la fusión de Demócratas y Partido Social Liberal, que busca ocupar un espacio como una tercera fuerza para las elecciones del 2 octubre, un escenario polarizado en la encuestas entre el expresidente Luiz Inácio Lula da SIlva y el presidente Jair Bolsonaro.

Moro fue el juez de la Operación Lava Jato y fue considerado parcial por el Supremo Tribunal Federal en 2021 a raíz de haber condenado a prisión al expresidente Lula, dejándolo fuera de la elección general de 2018 en la que se impuso Bolsonaro.

Tras encarcelar a Lula, el exjuez de Lava Jato aceptó ser ministro de Justicia de Bolsonaro, con quien rompió en 2020.

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Exjuez Moro dice que quiere privatizar Petrobras y los bancos públicos

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El exjuez y precandidato presidencial brasileño Sérgio Moro anunció que su propuesta económica estará enfocada en el neoliberalismo, con el impulso a la privatización de la petrolera estatal Petrobras y los dos principales bancos públicos del país.

Según Moro, Petrobras, que es la mayor compañía petrolera de explotación en aguas profundas del mundo, es una empresa “atrasada” al considerar que el petróleo está dejando de ser usado en el mundo.

Moro investigó como juez la corrupción en Petrobras y lanzó su candidatura a fines de 2021 luego de haber servido en Washington durante 11 meses y a cambio de 630.000 dólares, al estudio jurídico Alvarez&Marsal, encargado de la recuperación judicial de la constructora Odebrecht, eje del escándalo Lava Jato.

Moro marcha tercero con poco menos del 10 por ciento de los votos en los sondeos para las elecciones del 2 de octubre, que lidera el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, seguido por el presidente Jair Bolsonaro.

“Petrobras tuvo un importante papel para el país, pero es una empresa atrasada que vive de la explotación del petróleo, un combustible que el resto del mundo ya no usa más. Hoy debemos discutir energías limpias como la energía solar”, dijo en un acto en San Pablo de su partido, Podemos.

Moro defendió su actuación en el escándalo de corrupción del ‘petrolao’, en el cual condenó a prisión por 580 días a Lula y tras dejar la magistratura se sumó como ministro de Justicia al gobierno de Bolsonaro, con quien rompió en 2020.

De las 45 sentencias dictadas en Lava Jato, 8 fueron anuladas por instancias superiores entre ellas la de Lula por existir un proceso de persecución política, según lo determinó el Supremo Tribunal Federal.

El exjuez busca consolidarse como una “tercera vía” que pueda competirle a Lula y a Bolsonaro, pero ese mismo espacio está siendo disputado por los candidatos presidenciales Joao Doria, gobernador de San Pablo, y el laborista Ciro Gomes.

“Si es posible privatizar todo, que se privatice todo”, dijo el candidato al ser consultado por los periodistas sobre su plan económico.

Según Moro, hay que privatizar los bancos públicos Banco do Brasil y Caixa Económica Federal con el argumento de que existen “bancos digitales que tienen éxito”.

“No podemos estar atados al pasado”, subrayó.

La semana pasada, Moro reveló que cobró más de 600.000 dólares para trabajar en una división de Alvarez&Marsal, encargada de la recuperación judicial de Odebrecht, empresa a la que condenó cuando había sido juez.

Es por eso que el Tribunal de Cuentas de la Unión pidió detalles del contrato de Moro para determinar si no incurrió en conflicto de intereses con su actuación en Estados Unidos, donde residió 11 meses.

Moro fue el único ministro de Justicia de Brasil en visitar el cuartel general de la agencia de inteligencia estadounidense, la CIA, durante una gira realizada en 2019 con el presidente Jair Bolsonaro a Washington.

Respecto de la elección de octubre próximo, dijo que en un escenario de balotaje entre Lula y Bolsonaro, prefiere “votar a una cabra” aunque confía en que llegará a la segunda vuelta.

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Moro admitió que Lava Jato fue un instrumento para combatir al Partido de los Trabajadores

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“Hay gente que combatió al PT a lo largo de la historia de una forma mucho más efectiva, mucho más eficaz (que el gobierno de Bolsonaro). Fue el Lava Jato”, dijo Moro, precandidato presidencial para el 2022.

El exjuez y exministro bolsonarista Sérgio Moro, considerado parcial por la corte suprema por ejecutar la persecución política contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, admitió este miércoles la existencia de un plan llevado adelante por la Operación Lava Jato para “combatir” al Partido de los Trabajadores (PT).

“Hay gente que combatió al PT a lo largo de la historia de una forma mucho más efectiva, mucho más eficaz (que el gobierno de Jair Bolsonaro). Fue el Lava Jato”, dijo Moro, precandidato presidencial del partido de derecha Podemos, luego de haber sido el magistrado que envió 580 días de prisión a Lula por causas que fueron anuladas por estar contaminadas con ‘lawfare’ (persecución jurídica contra una persona).

En una entrevista con Radio Capital, de Mato Grosso, Moro ofreció esta escandalosa declaración sobre para qué sirvió la Operación Lava Jato, cuando se refería a las críticas hacia su exlíder político, el presidente Bolsonaro, de quien fue ministro de Justicia.

“Cómo podemos defender a un gobierno como este. Con gente con hambre haciendo fila para buscar huesos en las carnicería, un gobierno negligente con las vacunas, que ofende a la gente, un gobierno que desmanteló la lucha contra la corrupción”, dijo Moro.

La condena por corrupción hacia Lula dictada por Moro como juez de la ciudad de Curitiba a cargo de la operación anticorrupción Lava Jato y la prisión del líder PT en 2018 le abrieron el camino triunfante a Bolsonaro, excapitán del Ejército que usó a los desvíos en la estatal Petrobras como una bandera de campaña para derrotar a la izquierda.

En otro tramo de la entrevista, Moro buscó rectificarse y dijo que Lava Jato “apenas descubrió los mecanismos de corrupción y mostró como es verdaderamente el PT”.

El exjuez Moro se encuentra tercero en las encuestas de intención de voto del 9%, contra el 48% de Lula y el 22% de Bolsonaro, según el sondo del 16 de diciembre de la empresa demoscópica Datafolha, de cara a las elecciones de octubre.

Rápidamente, el diputado Paulo Teixeira, del PT, abogado y miembro de la mesa directora del partido, acusó a Moro de ser un “justiciero y criminal” tras la declaración.

“O sea que en acto fallido, Moro confirmó que la Operación Lava Jato fue un proyecto político de lucha contra el PT”, opinó por su parte Nelson Barbosa, exministro de Planificación y último ministro de Economía de Dilma Rousseff, la presidenta destituida en juicio político en 2016, al calor de las manifestaciones callejeras de apoyo a Lava Jato.

El exjuez Moro fue considerado parcial por 7 a 4 por parte del Supremo Tribunal Federal y ejecutor de una “stasi tropical”, tal como lo calificó el magistrado de la corte Gilmar Mendes, por haber desempeñado un rol de persecución contra Lula.

Moro deberá dar explicaciones al Tribunal de Cuentas de la Unión (ente de control del Estado), que pidió las pruebas de cuánto ganó durante su trabajo entre 2019 y 2021 para la consultora internacional Alvarez&Marsal, en Washington, firma que lleva adelante la recuperación judicial y quiebra de la constructora Odebrecht, eje de los sobornos delatados en la Operación Lava Jato.

Por otra parte, Moro minimizó heste miércoles el hecho de que uno de los contrabandistas de dinero y lavador de divisas más importantes de Brasil, Alberto Yousef, condenado en Lava Jato a 120 años de cárcel pero libre porque se convirtió en delator premiado, haya financiado prestando su avión privado al senador Alvaro Dias, fundador del partido Podemos.

Dias, quien llevó a Moro a Podemos, recibió en 1998 como donación de campaña vuelos en el jet privado de Youssef, quien en 2003 fue condenado por Moro en el escándalo del vaciamiento del banco público Banestado y luego en 2017, en la Operación Lava Jato, por ser el lavado de dinero de empresas y dirigentes políticos que recibían sobornos.

Dias fue un importante dirigente del sur de Brasil del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), al que abandonó en 2018 para ser candidato presidencial por Podemos.

“Yo no conocía al senador Días en la época y ni sabía quien era Youssef, a quien condené en 2003”, explicó Moro.

El exjefe de los fiscales del Lava Jato, Deltan Dallagnol, acusado de manipular causas en contra del PT y de buscar recuperar para su propio equipo de investigadores el dinero desviado de Petrobras, se afilió al partido Podemos luego de renunciar al Ministerio Público para evitar ser sancionado por sus ilegalidades en Lava Jato, obtenidas por las filtraciones de sus chats en Telegram.

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Esclavitud legitimada: en Brasil proponen abolir la justicia laboral

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Brasil hoy ya es un país de derechos devastados. Tierra de la Reforma Laboral, privatizaciones y que transita la previa a la Reforma Previsional tan añorada por la mano derecha de Bolsonaro, el Ministro de Economía Paulo Guedes. Como si no bastara el sin fin de saqueos al pueblo brasileño, el diputado Eduardo Martins del partido PSC quiere acabar con la Justicia Laboral.

Con el desempleo que hay, desigualdad en ascenso y varios problemas en el mercado de trabajo, la intención de algunos diputados es de profundizar la desarticulación del sistema laboral, sin que les importara las desigualdades sociales. Un país con trabajo esclavo, accidentes laborales y precaria inclusión igualitaria, no puede simplemente prescindir de las redes de protección. Estamos, en una época lamentable en la que perdemos los límites de lo imposible o improbable”, afirmó Noemia Porto de la Asociación Nacional de los Magistrados de la Justicia Laboral (ANAMATRA)

La Constitución de Brasil prohíbe una alteración que afecte la separación de los poderes del Estado. “No es a través de la destrucción de instituciones que llevan más de un siglo y son responsables en garantizar la justicia social, que se solucionaría los problemas de desempleo y desigualdades de ingresos”, sentenció Angelo da Costa presidente en la Asociación de Procuradores del Trabajo (ANTP).

La justicia social como blanco de destrucción

El diputado Martins defiende una “renovación” de instituciones judiciarias que según él, estarían “superadas” construidas en la época de Getúlio Vargas (conocido como padre de los pobres por proteger los derechos de los trabajadores en Brasil). Alegó también, como factor contribuyente en la Reforma Laboral, una supuesta litigiosidad en aumento.

Para Anamatra y ANPT, la Justicia Laboral también actúa para mantener el funcionamiento del sistema de combate al trabajo infantil y al trabajo esclavo, opera contra la desigualdad de derechos de mujeres y negros en el mercado laboral, pero todo el colectivo en general, muchas veces no reconocida esa labor.

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Joaquim Barbosa, conserje, magistrado… ¿presidente de Brasil?

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SÃO PAULO, New York Times. Este mes, justo cuando el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, el favorito para ganar las elecciones presidenciales en Brasil, se entregó a la justicia para comenzar a cumplir una sentencia de doce años por corrupción, un ministro en retiro del Supremo Tribunal Federal debutó con sigilo en el escenario político, y tiene bastantes posibilidades de llevarse la victoria.

El 6 de abril, Joaquim Barbosa —quien hizo historia en 2003 al convertirse en el primer ministro de raza negra del Supremo Tribunal Federal de Brasil— se registró con el Partido Socialista Brasileño, de centroizquierda, un día antes de la fecha límite para que los candidatos presidenciales se unieran a un partido.

Aunque todavía le falta comenzar una campaña de manera formal, los líderes del partido han pasado las últimas semanas construyendo una estrategia que se inspira en la extraordinaria biografía de Barbosa: después de superar la pobreza y la discriminación para alcanzar el pináculo de la profesión legal, Barbosa se convirtió en un cruzado de la lucha anticorrupción, la principal preocupación de los votantes brasileños.

 

 

“Su campaña no se basará en la polarización”, afirmó en una entrevista Carlos Siqueira, el presidente del partido. “Se hará con base en su rectitud y honestidad y en el hecho de que es un hombre negro de orígenes humildes que llegó al Supremo Tribunal Federal y ahora podría ser presidente”.

En la primera encuesta que llevó a cabo Datafolha, la cual se publicó el 15 de abril, Barbosa quedó ubicado en la tercera posición con un nivel de apoyo del 10 por ciento, en una competencia que excluye al expresidente. El sondeo tuvo un margen de error de muestreo del dos por ciento e incluyó más de 4100 entrevistas.

El lugar que ocupó Barbosa en la encuesta es extraordinario si consideramos que se ha mantenido lejos de la atención pública y que en realidad aún no ha confirmado que se postulará.

“Para alguien que no frecuenta espacios públicos, no da entrevistas y lleva una vida tranquila, es una cifra bastante buena”, comentó Barbosa a los reporteros cuando le preguntaron la semana pasada acerca de los resultados de la encuesta mientras se dirigía a una reunión con los líderes del partido en Brasilia.

Sin embargo, Barbosa advirtió que su candidatura no era un hecho y citó “dificultades personales” no específicas.

Hace poco tiempo, Eurasia, una consultora que sigue de cerca la política brasileña, llamó a Barbosa “el verdadero comodín de esta elección”.

A solo seis meses de que los brasileños emitan sus votos en las elecciones presidenciales más controvertidas que se hayan dado desde mediados de la década de los ochenta, cuando el país regresó a la democracia, el otrora líder de la contienda, Da Silva, está tras las rejas y su base izquierdista no tiene un sucesor al cual brindar su apoyo.

El actual presidente, Michel Temer, es uno de los líderes de la vieja guardia que han recibido el desprecio generalizado del electorado debido a la gran cantidad de reportajes sobre la corrupción sistemática que los caciques políticos que han dirigido Brasilia han ejercido durante décadas.

Esto podría montar el escenario para un enfrentamiento sorprendente.

Sin contar a Da Silva, el líder en las encuestas es Jair Bolsonaro, un congresista y capitán retirado del Ejército con tendencias ultraconservadoras que hace poco fue acusado de instigar el racismo y la discriminación en contra de los negros.

Después de Bolsonaro se ubican Marina Silva, una exministra del Medioambiente, y Barbosa, quienes son de las pocas personas negras que han logrado entrar con fuerza al más alto escalafón del poder en Brasil; en ese país,  poco más de la mitad de los habitantes se describe como negra o mestiza.

Mientras que Silva compitió en las dos elecciones presidenciales pasadas, Barbosa es un rostro fresco dentro de la escena política, lo cual podría ser una ventaja en un momento en que los votantes están exigiendo que haya una ruptura con el pasado.

Barbosa es el mayor de ocho hijos y fue criado en Paracatu, una ciudad pobre del estado de Minas Gerais, donde su padre trabajaba de albañil. De adolescente, fue conserje en un juzgado de Brasilia. En sus días de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Brasilia, era el único estudiante negro.

Barbosa, de 63 años, comenzó su carrera en el gobierno con un cargo diplomático de corta duración, pero dejó el servicio exterior después de llegar a la conclusión de que no iba a avanzar mucho en una burocracia que percibía hostil hacia los negros. Estudió en el extranjero, aprendió inglés, francés y alemán, y trabajó como procurador federal antes de ser juez.

En 2003, Da Silva nombró a Barbosa para el Supremo Tribunal Federal, quien encabezó la cruzada en contra de los políticos involucrados en un escándalo de sobornos conocido como mensalão, una referencia a los pagos que recibían cada mes los legisladores a cambio de votos. La investigación llevó al encarcelamiento de varios miembros incondicionales del Partido de los Trabajadores de Da Silva.

 

Las elecciones de este año, a celebrarse en octubre, serán las primeras que se llevarán a cabo después de una investigación de corrupción conocida como Lava Jato, la cual tocó a una buena parte de la élite política.

Tan solo a mediados de abril, Aécio Neves, el candidato presidencial que perdió por un margen reducido en 2014, recibió la orden de someterse a juicio ante el Supremo Tribunal Federal después de que se le acusó de haber aceptado un soborno y haber obstruido la justicia. Temer está acusado en dos casos de corrupción, pero no se ha entablado ningún juicio.

Mientras estuvo en funciones en el Supremo Tribunal Federal —del cual se retiró en 2014—, Barbosa se volvió famoso por su estilo directo y las críticas que emitía desde su cargo como ministro.

Sin embargo, sigue siendo un misterio cómo actuaría en campaña. Tampoco está claro cómo reaccionarían ante Barbosa muchos de los simpatizantes tradicionales de Da Silva, quien se espera que designe a un heredero en los próximos meses.

Mauro Paulino, el director de la firma encuestadora Datafolha, dijo que esta era la contienda más fracturada de la que se haya tenido memoria en  los años recientes.

El enojo hacia el sistema político tradicional ha funcionado a favor de los que se presentan como gente ajena a este. Bolsonaro, quien se percibía como un legislador periférico que tendía a hacer comentarios escandalosos, ha creado un grupo significativo de seguidores con la promesa de extirpar la corrupción y detener la violencia dando mayor libertad a los cuerpos policiacos para que ejerzan la ley según su consideración.

“Estas elecciones giran alrededor del miedo”, comentó Paulino. “Los votantes nunca habían tenido tanto miedo. Temen al crimen, por eso recibe apoyo Bolsonaro”.

Ninguno de los principales candidatos tiene el respaldo de un partido político con una fuerte presencia a nivel nacional. Ana Lúcia, una especialista en relaciones públicas de Río de Janeiro, señaló que ese podría ser el talón de Aquiles de Barbosa.

“Es una persona con integridad que combate la corrupción”, explicó. “Pero, por otro lado, es nuevo en la política, no tiene conexiones con los partidos y por eso no podría realizar los cambios necesarios”.

Barbosa podría estar en una posición firme para atraer a los votantes que apoyaban a Da Silva.

Miguel Oliveira, un conserje de edificio de 47 años cuya familia es del empobrecido noreste de Brasil, dijo que siempre había votado por Lula.

“Pero en definitiva tendría en cuenta a Joaquim Barbosa”, añadió Oliveira. “Al menos sabe qué significa ser pobre en un país donde los políticos se roban todo el dinero”.

 
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