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En COP30 fracasa la misión indígena: reconciliar humanidad y naturaleza

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Por Mario Osava / Inter Press Service – La exuberancia de la Amazonia y la masiva participación indígena no fueron suficientes para reconciliar la humanidad con la naturaleza en la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la convención climática mundial en la ciudad de Belém, en el norte amazónico de Brasil.

No se logró aprobar como era lo esperado una hoja de ruta para la reducción de los combustibles fósiles. Las 29 resoluciones de la COP30 ni siquiera mencionan ese factor clave de la crisis climática, responsable de cerca de 68 % de los gases del efecto invernadero, según las Naciones Unidas.

Hubo decisiones positivas, como triplicar el financiamiento de la adaptación al cambio climático hasta 2035, indicadores para monitorear esa adaptación, la creación futura de un mecanismo institucional para promover una transición climática justa y medidas como un acelerador global de implementación para apoyar los países en el cumplimiento de sus metas.

Pero “soñábamos con muchos resultados más”, admitió la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, aplaudida durante varios minutos en su discurso de clausura el sábado 22, en que reconoció que la cumbre tuvo «avances modestos».

Un “paso relevante” fue reconocer la importancia de los pueblos indígenas y tradicionales en la lucha climática, destacó.

“Pero la COP termina sin que los gobiernos del mundo, que tanto insisten en defender que este es un proceso liderado por las Partes de la Convención, dieran muestra de falta de ambición e incluso, interés, por el llamado a la acción urgente”, señaló la “Declaración de los Pueblos Indígenas de la Amazonia en respuesta a los resultados de la COP30”.

La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, Marina Silva, emocionada en la plenaria conclusiva de la COP30, el 22 de noviembre, cuando admitió «avances modestos» en la cumbre y la necesidad de seguir en la lucha climática. Imagen: Ueslei Marcelino / COP30

La demanda de protagonismo

“La respuesta somos nosotros” es la consigna con que las nueve afiliadas a la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) concluyen el balance de la conferencia que tuvo lugar en Belém, del 10 al 22 de noviembre, prorrogada por un día en un intento frustrado de ampliar los consensos.

La Coica articula asociaciones de los ocho países que comparten el bioma amazónico, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela, además del territorio de la Guayana Francesa. Afirma representar 511 pueblos indígenas, entre ellos 66 Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario y Contacto Inicial (Piaci).

El balance empieza por saludar el reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas en el documento más político de la COP30, pero lamenta su insuficiencia en asegurar la protección, incluso por la ausencia del tema en “la parte operativa” de las resoluciones.

También saluda el Fondo de Bosques Tropicales para Siempre (TFFF, en inglés), una iniciativa brasileña que ya captó 6700 millones de dólares en aportes gubernamentales, por destinar 20 % de las utilidades a los pueblos indígenas.

Pero considera esa remuneración “desproporcionadamente pequeña frente al papel que cumplimos en la protección de los bosques”. Además, quieren a sus tierras “libres de petróleo, gas, minería y monocultivos, especialmente los territorios Piaci”.

Avances insatisfactorios identifican los indígenas amazónicos en varios temas discutidos en la COP30. En el financiamiento climático reclaman acceso directo, tanto para mitigación como la adaptación a los cambios.

Es que reclaman un protagonismo imposible en el mundo como está institucionalizado actualmente. Querían, por ejemplo, la copresidencia de la COP30, además de la participación propia y directa en las negociaciones.

Indígenas brasileñas celebran la demarcación de cuatro territorios indígenas por parte del gobierno, en el marco de la COP30. Otras áreas fueron identificadas como indígenas en el proceso de demarcación, luego de algunos años de derechos indígenas bloqueados por un gobierno de extrema derecha. Imagen: Ueslei Marcelino / COP30

Participación, no solo presencia

Las nueve organizaciones amazónicas agradecieron los gobiernos de Brasil, Colombia y Panamá por incluir indígenas en sus delegaciones oficiales en la COP30.

La organización de la conferencia acreditó a más de 900 representantes indígenas de todo el mundo, con acceso a la Zona Azul, donde tuvieron lugar las negociaciones y eventos oficiales, según uno de los lideres brasileños, Kleber Karipuna.

Otros 3500 estuvieron en la llamada Aldea COP30, un campamento instalado para ellos en Belém, y participaron en varias manifestaciones por la demarcación de territorios indígenas y mayor participación en las decisiones.

En una de ellas, indígenas y activistas sociales forzaron la entrada en la Zona Azul, la noche del 11 de noviembre, con actos de violencia contenidos por agentes de seguridad. Protestaban contra su exclusión de las negociaciones.

El trasfondo es la convicción de que el mundo institucional “no reconoce nuestro papel fundamental en la mitigación y adaptación al cambio climático”, como sostiene la declaración de la Coica. “La presencia no es participación plena y efectiva”, constatan los indígenas amazónicos.

“Como titulares de derechos y actores fundamentales de la acción climática necesitamos acceso oportuno a la información, participación directa en los espacios de negociación, reconocimiento de nuestras estructuras propias de gobernanza, y la incorporación generalizada de negociadores indígenas en las delegaciones oficiales”, demandan en su declaración.

Se quejan de que la presidencia brasileña de la COP30 no les aseguró “un diálogo sustantivo y continuo” ni se hizo eco de sus prioridades y propuestas, como había propuesto antes de que comenzase la cumbre el día 10 y que se cerró el sábado 22, un día después de lo pautado para sacar adelante el limitado paquete de acuerdos.

Reunión plenaria conclusiva de la COP30, el 22 de noviembre, en que los indígenas no lograron su objetivo de participar con voz propia dentro de las negociaciones. Imagen: Rafa Neddermeyer / COP30

Más que guardianes

No se trata solo de demarcar los territorios indígenas, reconocidos como los que mejor protegen la naturaleza contra la deforestación, los incendios y otras  formas de destrucción, como la extracción ilegal de madera y minerales.

Durante la COP30 el gobierno brasileño homologó cuatro tierras indígenas (como se llaman los resguardos en Brasil), declaró como indígenas otras diez áreas y avanzó en los pasos iniciales de la demarcación de otras 24 áreas.

Atendió así al reclamo de los pueblos originarios por la aceleración en el proceso de demarcación. Brasil tiene 535 tierras indígenas demarcadas y 289 en distintas etapas del proceso de demarcación, según el Instituto Socioambiental, que tiene una amplia base de datos sobre el tema.

La población indígena, según el censo de 2022, se limita a 1,7 millones de personas, 0,8 % de los 213 millones de habitantes de Brasil.

Esas cifras resultan del genocidio sufrido por la población originaria, tal como ocurrió en todo el mundo, donde suman entre 370 millones y 500 millones distribuidos en 90 países, según las Naciones Unidas.

En América Latina había cerca de 45 millones de indígenas en 2010, correspondiente a solo 8,3 % de la población total. Ese porcentaje alcanza 62,2 % en Bolivia, 41 % en Guatemala, 24 % en Perú y 15,1 % en México, países donde más sobrevivieron al genocidio colonial, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Pese a la ínfima minoría disfrutan de una fuerte legitimidad en las cuestiones ambientales y climáticas, por su convivencia con la naturaleza, generalmente en armonía.

El casi exterminio que sufrieron en muchos países, como Brasil y Estados Unidos, acompañó la destrucción de la naturaleza, en la guerra impuesta por la expansión económica y de la civilización occidental hacia el oeste, en el caso de los dos países.

Pueblos originarios, a los que se sumaron las comunidades tradicionales, y la naturaleza sufrieron el mismo proceso exterminador. “Salvajes” y la selva eran obstáculos al progreso económico.

Un vuelco en esa marcha ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, con la puesta en marcha de la vigencia de los derechos humanos, de la diversidad en todas las dimensiones y del ambientalismo, acentuado luego por la emergencia climática.

Ahora que la humanidad trata de reconciliarse con la naturaleza en rebelión, los indígenas aparecen como los mediadores. La simple presencia en las COP en un papel simbólico o como guardianes de los bosques es insuficiente, quieren participar en las decisiones.

“Persiste una falta de comprensión entre sistemas de conocimiento indígena y conocimientos tradicionales, conceptos distintos y con implicancias distintas, incluso jurídicas”, advierten las organizaciones indígenas amazónicas.

“Los sistemas de conocimiento indígena incluyen nuestra relación con el territorio, las tierras y las aguas, nuestra gobernanza y espiritualidad, y todo ello resulta en la conservación de nuestros territorios y en nuestra resiliencia, por lo que deben ser reconocidos en su totalidad, no fragmentados ni reducidos a un componente técnico de adaptación”, concluyen.

En la Amazonia, los indígenas hicieron más que conservación, ya que “domesticaron” los bosques en muchos sitios, con fertilización del suelo reflejada en la llamada tierra negra y mayor productividad vegetal, apunta un grupo de investigadores del brasileño Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia en un artículo que revisa varios estudios recientes.

Esos estudios concluyen que la Amazonia tuvo probablemente una población que ascendía a 10 millones de indígenas cuando llegaron los colonizadores, el triple o cuádruplo de la población rural actual. Uno de los investigadores cree que posiblemente alcanzaron 20 millones, basado en las transformaciones que promovieron en el paisaje amazónico.

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El abuso a las mujeres en la era de la inteligencia artificial y el acoso en línea

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Por Oritro Karim / Inter Press Service – A medida que el panorama digital continúa expandiéndose e integrándose en diversos aspectos de la vida cotidiana, los expertos en derechos humanos expresan su preocupación por los riesgos asociados, en particular porque la inteligencia artificial (IA), el anonimato en línea y la ausencia de marcos de supervisión eficaces aumentan las posibilidades de abuso y acoso.

Las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada por el abuso digital y se enfrentan a riesgos elevados, ya que casi la mitad de ellas en todo el mundo carecen de protecciones legales eficaces.

Antes de la campaña anual «16 días de activismo contra la violencia de género», cuyo objetivo es aprovechar las plataformas digitales para empoderar a las mujeres y promover la igualdad de género, ONU Mujeres da la voz de alarma sobre la crisis de abuso digital que afecta a las mujeres.

Según sus cifras, aproximadamente una de cada tres mujeres en todo el mundo sufre violencia de género a lo largo de su vida, y entre 16 % y 58 % de las mujeres ha sufrido violencia digital.

«Lo que comienza en internet no se queda en internet», afirmó la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous.

«El abuso digital se extiende a la vida real, sembrando el miedo, silenciando voces y, en los peores casos, conduciendo a la violencia física y al feminicidio», denunció.

Bahous añadió que «las leyes deben evolucionar con la tecnología para garantizar que la justicia proteja a las mujeres tanto en Internet como fuera de ella. Las débiles protecciones legales dejan a millones de mujeres y niñas en una situación vulnerable, mientras que los autores actúan con impunidad».

«Esto es inaceptable. A través de nuestra campaña 16 Días de Activismo, ONU Mujeres hace un llamamiento a favor de un mundo en el que la tecnología sirva a la igualdad, no al daño», dijo.

Esos 16 días de activismo van desde el 25 de noviembre, cuando se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en que arrancan 16 días de activismo contra la violencia de género, que concluye el 10 de diciembre, cuando cada años se celebra el Día de los Derechos Humanos.

En los últimos años, el acoso en línea se ha vuelto cada vez más frecuente, impulsado por el auge de plataformas como Instagram, X (antes Twitter), TikTok, Facebook y otras.

El uso de herramientas de inteligencia artificial generativa también ha contribuido al aumento del acoso cibernético, el intercambio de imágenes no consentido, los deepfakes (ultrafalsos) y la desinformación destinados a humillar e intimidar a las mujeres.

Según cifras del Banco Mundial, menos de 40 % de los países del mundo cuentan con marcos jurídicos adecuados para proteger a las mujeres del acoso en línea, lo que deja a alrededor de 44 % de las mujeres y niñas —aproximadamente 1800 millones— sin protección jurídica contra el abuso digital.

El rápido avance de la IA generativa en los últimos años ha agilizado el proceso de abuso contra las mujeres basado en imágenes, con plataformas fáciles de usar que permiten a los abusadores crear imágenes y vídeos deepfake muy realistas, que luego se comparten en las redes sociales y en sitios pornográficos.

Los ultrafalsos generados por IA pueden replicarse múltiples veces y almacenarse y compartirse en dispositivos privados, lo que dificulta su supervisión y eliminación. La rendición de cuentas sigue siendo un problema importante debido a la falta de protecciones y moderación adecuadas para garantizar un uso seguro y consensuado.

Las nuevas vulnerabilidades que emergen para las mujeres del mundo digital fueron analizados durante el panel “la manósfera: comprender y combatir la misoginia en línea”. La manósfera define el entramado de sitios digitales y foros en línea que promueven la masculinidad, la hostilidad hacia las mujeres o la misoginia, además de una radical oposición al feminismo.

Según ONU Mujeres, el acoso sexual basado en imágenes ha aumentado en los últimos años, y las alumnas se enfrentan a un aumento de las tasas de imágenes falsas de ellas mismas desnudas publicadas en las redes sociales, mientras que las mujeres líderes empresariales son objeto de imágenes deepfake específicas y campañas de acoso coordinadas.

«Existe un refuerzo masivo entre la explosión de la tecnología de IA y la misoginia extrema y tóxica de la manoesfera», declaró Laura Bates, activista feminista y autora, a ONU Mujeres. «Las herramientas de IA permiten una mayor difusión del contenido de la manoesfera, utilizando ajustes algorítmicos que dan prioridad al contenido cada vez más extremo para maximizar la participación», añadió.

«En parte, se trata del problema fundamental de la misoginia: es una cuestión abrumadoramente relacionada con el género, y lo que estamos viendo es una manifestación digital de una realidad más amplia fuera de Internet: los hombres se ceban en las mujeres con violencia y abusos de género», añadió Bates.

La violencia digital puede adoptar muchas formas, como mensajes inapropiados, actos de abuso y control por parte de parejas íntimas y amenazas anónimas, y afecta a mujeres de todos los ámbitos de la vida.

Si bien las mujeres y las niñas de zonas rurales o con bajos ingresos se ven afectadas de manera desproporcionada por la violencia digital, las mujeres y las niñas de casi todos los contextos pueden ser vulnerables a su impacto.

«El abuso en línea puede socavar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y tiene un impacto en la vida real», afirmó Anna Jeffreys, asesora de medios de comunicación y comunicaciones de crisis del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

La especialista añadió: «Puede utilizarse para controlar a las parejas, restringir su toma de decisiones o crear miedo y vergüenza que les impida buscar ayuda, anticonceptivos, información o atención».

«Los jóvenes que sufren acoso o extorsión en línea suelen evitar por completo los servicios de salud. En casos extremos, puede afectar a la salud mental, al progreso profesional e incluso poner en peligro la vida», dijo Jeffreys a IPS.

Según ONU Mujeres, las mujeres jóvenes, las periodistas, las políticas, las activistas y las defensoras de los derechos humanos son objeto habitual de insultos sexistas, racistas u homófobos, mientras que las personas migrantes, discapacitadas y LGBTI+ se enfrentan a la misoginia combinada con otras formas de discriminación.

«Cuando te alejas de tus agresores, te sientes más o menos segura, pero la violencia digital te sigue a todas partes», afirmó Ljubica Fuentes, abogada de derechos humanos y fundadora de Ciudadanas del Mundo, una organización que promueve la educación libre de violencia de género en todos los sectores educativos.

«Siempre tienes que estar preparada a 120 % para expresar tu opinión en Internet. Si eres feminista, si eres activista, no tienes derecho a equivocarte. Ni siquiera se te permite tener un pasado», añadió.

Estudios recientes de ONU Mujeres muestran que la violencia digital, asistida por tecnología basada en inteligencia artificial, se está expandiendo rápidamente tanto en escala como en sofisticación, lo que tiene consecuencias en el mundo real que impregnan por completo las plataformas digitales.

La violencia digital se ha asociado cada vez más con el aumento de los índices de extremismo violento, ya que los abusos silencian a las mujeres y las niñas en la política y los medios de comunicación. Además, se asocia con el aumento de los índices de feminicidios en contextos en los que la tecnología se utiliza para acosar o coaccionar.

En Filipinas, 83 % de las sobrevivientes de abusos en línea denunciaron daños emocionales, 63 % sufrieron agresiones sexuales y  45 % sufrieron daños físicos. En Pakistán, el acoso en línea se ha relacionado con el feminicidio, el suicidio, la violencia física, la pérdida del empleo y el silenciamiento de las mujeres y las niñas.

En los Estados árabes, 60 % de las mujeres usuarias de Internet han estado expuestas a la violencia en línea, mientras que en África, 46 % de las mujeres parlamentarias han sufrido ataques en línea.

En América Latina y el Caribe, 80 % de las mujeres que participan en la vida pública han restringido su presencia en línea por temor a sufrir abusos.

ONU Mujeres insta a reforzar la cooperación mundial para garantizar que las plataformas digitales y los sistemas de inteligencia artificial cumplan las normas de seguridad y ética, pidiendo una mayor financiación para las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres que apoyan a las víctimas de la violencia digital, así como mecanismos de aplicación más estrictos para que los autores rindan cuentas.

«La clave es avanzar hacia la rendición de cuentas y la regulación, creando sistemas en los que las herramientas de inteligencia artificial deban cumplir las normas de seguridad y ética antes de ser puestas a disposición del público, en los que las plataformas sean responsables del contenido que alojan y en los que la responsabilidad de la prevención pase de las víctimas potenciales a quienes crean y se benefician de las tecnologías nocivas», afirmó Bates.

La organización también pide a las empresas tecnológicas que contraten a más mujeres para facilitar la inclusión y una amplia variedad de perspectivas. Se insta asimismo a las empresas tecnológicas a eliminar los contenidos nocivos y a atender las denuncias de abusos de manera oportuna.

ONU Mujeres también destaca la importancia de invertir en medidas de prevención, como la alfabetización digital y la formación en seguridad en línea para mujeres y niñas, así como en iniciativas que desafíen las culturas tóxicas en línea.

Jeffreys explicó a IPS que Unfpa está en primera línea ayudando a las sobrevivientes de la violencia digital de género, colaborando con los gobiernos para revisar y mejorar las leyes y políticas nacionales, al tiempo que trabaja directamente con las comunidades, las escuelas y los equipos de primera línea para fomentar la alfabetización digital, promover prácticas seguras en línea y garantizar que las sobrevivientes puedan acceder a un apoyo confidencial.

«Las plataformas digitales pueden ser herramientas poderosas para ampliar el acceso a la información, la educación y los servicios de salud esenciales, especialmente para los jóvenes. Pero estas herramientas deben ser seguras», afirmó Jeffreys.

Unfpa, aseguró, «colabora con los gobiernos, los educadores y los grupos dirigidos por jóvenes para promover la alfabetización digital y el pensamiento crítico, y pedimos a los gobiernos, los proveedores de tecnología y otras entidades que refuercen las medidas de protección para evitar que los espacios en línea se utilicen para dañar a las mujeres y las niñas».

Esto incluye un diseño de productos más seguro, mejores mecanismos de denuncia y la responsabilidad por los contenidos nocivos. Cuando las plataformas digitales son seguras, pueden contribuir a promover la igualdad de género en lugar de socavarla», concluyó.

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Cumbre climática se extravía en la selva amazónica

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Por Emilio Godoy / Inter Press Service – “Frustración”. Esa es la palabra que eligió la ministra chilena del Medio Ambiente, Maisa Rojas, para describir la jornada de cierre, durante el viernes 21, de la cumbre climática que acoge la ciudad amazónica de Belém.

La marcha de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) en sus horas finales “nos lleva a reflexionar sobre negociar con quienes tienen la voluntad de hacerlo y seguir avanzando”, ante acuerdos previos rotos, dijo la ministra a IPS sobre la reunión iniciada el día 10 en la urbe del noroeste de Brasil.

El albor del último día oficial de negociaciones vio la salida de los borradores de la COP de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc), que oficialmente debía cerrarse este viernes 21, pero que en vista de las posiciones enfrentadas sobre los borradores presentados por la presidencia brasileña se pronostica ya que se extendería un día más.

«Débil e inútil», fueron algunas de las reacciones ante alguno de los textos.

Para decepción de las naciones del Sur global y de docenas de organizaciones de la sociedad civil, la propuesta de declaración política final de Belém (Mutirão global) no menciona los combustibles fósiles ni indica un plan de su salida progresiva, ignora los llamados a triplicar el financiamiento para acciones de adaptación en 2030 y edulcora el impulso a una transición energética justa a alternativas energéticas menos contaminantes.

“El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son caras de la misma moneda. Y por mucho dinero que haya para adaptación, sin un plan para reconocer las causas”, es trabajo insuficiente, enfatizó Rojas.

Con 18 menciones a la palabra “adaptación”, el borrador solo reconoce la necesidad de incrementar los recursos dirigidos a adaptación en los países en desarrollo e invita a “hacer esfuerzo” para triplicar el dinero en 2030, en comparación con los niveles de 2025.

Algunas personas esperan a las puertas de una de las salas de negociación de la COP30 en Belém, en la Amazonia brasileña. Los grupos negociadores y la presidencia brasileña de la cumbre climática dialogan a marchas forzadas en sus horas finales, cuyo cierre podría alargarse al sábado 22. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Al dirigir la COP, Brasil planteó el logro de un mutirão (esfuerzo conjunto por un propósito común, en portugués) basado en transparencia de las medidas climáticas, énfasis en controlar el recalentamiento planetario en 1,5 grados centígrados, para evitar daños irreversibles sobre ecosistemas y las personas; un plan global de adaptación a los efectos de la catástrofe climática y triplicar el financiamiento respectivo en 2035.

Pero el documento de propuestas diluye el espíritu de estos planteamientos. De hecho, Brasil vendió la cumbre como la COP de la adaptación, y el desarrollo de la cita no refleja ese cometido. En los borradores de este viernes 21, no aparece la muñeca diplomática de Brasil para gestionar las diferencias entre los 197 gobiernos del mundo presentes en Belém.

Juan Monterrey, enviado especial para Cambio Climático del Ministerio de Ambiente de Panamá no ocultaba tampoco su decepción.

Las propuestas “van en contra de la ciencia, las necesidades del cambio climático, de los llamados de las comunidades afectadas”, dijo el negociador a IPS, quien no ahorró palabras como “absurdo” y “fracaso” ante la marcha de las negociaciones.

Los resultados parciales marcan una desviación del derrotero tomado desde la COP28, celebrada e 2023 en Dubái, y siembran dudas de la trayectoria a seguir durante 2026.

Manifestantes preparan protesta contra los combustibles fósiles, con una imagen gigante de un barril de petróleo. La cumbre climática de Belém, en el nordeste brasileño, parece encaminada a ignorar el rol de los hidrocarburos en el desencadenamiento de la catástrofe climática. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Bloqueo

Con la Unión Europea (UE), Japón, Rusia y otras naciones ricas a la cabeza, y secundados por naciones como Arabia Saudí, los villanos climáticos bloquearon el progreso hacia un mundo con menos producción y consumo de fósiles.

En adaptación, el borrador de comienzos de la tarde de este viernes 21 presenta un conjunto de 59 indicadores de monitoreo y verificación modificados, de la lista inicial de 100, de aplicación voluntaria.

De esa forma, la COP30 accede a demandas africanas, reflejadas en el planteamiento del Proceso de Belém-Addis Abeba (la capital etíope que será sede la COP32), para armonizar las políticas de adaptación e incorporar salvaguardas en la aplicación de los indicadores.

Andreas Sieber, director asociado de Políticas y Campañas de la no gubernamental 350.org, cuestionó la postura de la UE de dar la espalda al financiamiento adaptativo.

“No es una situación aceptable. Tiene que haber un esfuerzo para mejorar los borradores. Las cosas no están mejorando”, dijo a IPS.

Las necesidades financieras de adaptación suman 120 000 millones anuales en 2030 de países del Norte global hacia los del Sur global.

La COP30 se alista a echar el cierre en el nuevo Centro de Convenciones de la ciudad amazónica de Belém, en el noroeste de Brasil, a donde su presidente Luiz Inácio Lula da Silva se empeñó en traerla para mostrar al mundo la Amazonia. Imagen: COP30 Brasil

El argumento del fin del mundo

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva defendió la exposición material, discursiva y exhaustiva de una ciudad amazónica para reforzar que esta sería una COP centrada en lo ecológico.

Su argumento era mostrar la importancia de la Amazonia, el principal macizo selvático del mundo, y las condiciones de vida de Belém, una urbe de 1,2 millones de personas donde hay expresiones de pobreza elocuentes, pero también de la riqueza de un bioma único.

La saga inició con la elección de un sitio inadecuado para organizar una COP, por infraestructura insuficiente y logística problemática, para atender a más de 40 000 personas presentes y alcanzó su clímax el jueves 20 con el incendio por una falla eléctrica de un módulo en la Zona Verde, el área destinada a alojar a puestos de los países asistentes y de organizaciones no gubernamentales. Desde entonces, la mitad de la Zona Verde permanece cerrada.

Los pasillos del Centro de Convenciones y Ferias de la Amazonia cobraron este viernes un ritmo frenético conforme se intensifican las negociaciones de los textos y con el tic-tac el reloj climático encima de sus cabezas, tanto el cronómetro de las negociaciones mismas como el del figurado por el avance de tormentas devastadoras, aumento de la temperatura y sequías, todas potenciadas por el impacto humano en procesos naturales ahora desbocados.

La COP30 ha sido muy reveladora de la realidad actual de emisiones contaminantes continuadas e impactos ya irreversibles, y Belém es la ventana a un futuro probable marcado por los desastres y determinado por la pasividad de los Estados, especialmente los causantes de la catástrofe climática por envenenar cada centímetro del planeta, y las corporaciones destructoras de la vida en todas sus formas.

En octubre, lluvias intensas devastaron cinco estados del centro y el sureste de México, mientras el huracán Melissa arrasó el Caribe días después, sucesos ambos alimentados por la catástrofe climática, como el calor alojado en los océanos.

Más de 30 años después de los primeros intentos por lograr acuerdos internacionales, el fracaso adopta el traje de emisiones que crecen año con año, de recalentamiento global acelerado y de indicadores que se acercan peligrosamente a un punto de no retorno, luego de lo cual no será posible volver al mundo que fue.

Lula quería posicionar a Belém en el mapa mundial con la que prometió como «la COP de la verdad». Quizá lo logró (o tal vez no), pero seguramente no por las razones que el presidente pretendía.

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Pasada la mitad de la COP30, emergen puntos conflictivos en áreas clave

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Por Joyce Chimbi / Inter Press Service – Las negociaciones de la COP30 han superado ya la mitad de su recorrido. Hasta ahora, las deliberaciones sobre acuerdos históricos avanzan, retroceden o se estancan, dependiendo de a quién se le pregunte. Las cuestiones más urgentes sobre la mesa son las finanzas, la adaptación, la eliminación gradual de los combustibles fósiles y la justicia climática.

Las promesas ambiciosas y de amplio alcance en estas cuestiones no se están traduciendo fácilmente en acciones en la COP iniciada en la calurosa y hospitalaria Belém el lunes 10 y que debe concluir el viernes 21, aunque muchos dan por hecho que se prolongará un día más, como ya es habitual en este tipo de cumbres.

El primer día de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre el cambio climático, que hospeda la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, el Fondo de Respuesta a las Pérdidas y Daños -creado en la COP27 y puesto en marcha en la COP28- lanzó la convocatoria de solicitudes de financiación para su fase inicial.

A partir del 15 de diciembre de 2025, los países del Sur en desarrollo tendrán seis meses para solicitar financiación para proyectos y programas de entre 5 y 20 millones de dólares.

El fondo total asciende a 250 millones de dólares, lo que es muy poco en comparación con lo que se necesita. En materia de pérdidas y daños, los países en desarrollo necesitaban 395 000 millones de dólares solo en 2025.

La cuestión de la financiación no es un punto conflictivo en sí mismo en la COP30, pero se ha identificado como el hilo conductor que conecta todas las demás áreas temáticas, tal y como se resume en la «Hoja de ruta de Bakú a Belém».

Cuando la COP29, celebrada en Bakú hace un año, no logró alcanzar un acuerdo ambicioso sobre la financiación climática, esta hoja de ruta se añadió en el último momento para ampliar los 300 000 millones de dólares anuales de financiación acordados en la capital azerbaiyana.

Pero esta hoja de ruta no es un objetivo único que se deba alcanzar.

Se trata de unir fuerzas para «aumentar la financiación climática a corto y largo plazo con el fin de garantizar que la financiación climática anual pase de 300 000 millones de dólares a, como mínimo, 1,3 billones (millones de millones) de dólares al año para 2035.

La hoja de ruta consiste en aumentar la financiación de todos los fondos climáticos, ya sea para prevenir, reducir o adaptarse al cambio climático.

Los debates sobre la financiación climática se han centrado en la movilización de nuevas fuentes de financiación, incluidos mecanismos innovadores como el propuesto Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF).

Brasil, el país anfitrión de esta cumbre climática, ha definido los océanos y los bosques como las dos áreas prioritarias para el debate en la COP30.

El TFFF es una iniciativa liderada por Brasil que tiene como objetivo movilizar cerca de 125 000 millones de dólares para la conservación de los bosques tropicales. Se trata de una solución radicalmente nueva para combatir la deforestación.

Sin embargo, Brasil se ha mostrado «sorprendido» de que Reino Unido no se haya sumado a Alemania, Noruega y otras naciones para contribuir a los fondos del TFFF, a pesar de que el país británico ha ayudado a diseñar la iniciativa de conservación de los bosques tropicales.

Brasil ha insistido en destacar a la Amazonia, la mayor selva del planeta, como anfitriona y condicionante de los temas de la cumbre, y de hecho define a la COP30 como la cita de Brasil-Amazonia en todas sus comunicaciones oficiales.

La COP30 está decidida a tender un puente entre las promesas y los resultados, las palabras y las acciones, y hay múltiples puntos conflictivos en el desarrollo de este puente.

En otras palabras, es una «COP de implementación», como insiste en definirla el presidente de la COP30, André Corrêa do Lago. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, le ha añadido otro ingrediente: «Esta es la COP de la verdad», dijo durante su inauguración.

A diferencia de las cuestiones de la eliminación gradual de los combustibles fósiles y las finanzas que definieron las últimas COP, la COP30 parece ser, entonces, el momento de la verdad.

No hay que olvidar que, en su conjunto, los fósiles representan 75 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y 86 % de todas las emisiones de dióxido de carbono, el mayor emisor.

Al fin y al cabo, con los acuerdos para abandonar los combustibles fósiles, el Fondo de Pérdidas y Daños y las peticiones de financiación para la adaptación al clima, los detalles técnicos de cómo estas promesas se convierten en acciones son el punto conflictivo.

En cuanto a los combustibles fósiles, aquellos cuyas economías no dependen del petróleo, el gas o el carbón quieren una transición inmediata. Los que dependen de los combustibles fósiles piden tiempo para encontrar una vía que facilite la transición, mientras buscan alternativas para amortiguar sus economías.

Esta es una de las cuestiones más controvertidas en materia de mitigación del cambio climático.

Pero aún no todo está perdido; parece haber un movimiento notable en esta dirección, solo en 2024 se invirtieron más de 2,2 billones de dólares en energías renovables, lo que supera el producto interno brruto (PIB) de más de 180 países.

En medio de una geopolítica frágil y fragmentada, la COP30 pone a prueba el multilateralismo.

Los líderes de China, Estados Unidos, Rusia y la India están ausentes. Algunos dicen que esto es simbólico y podría descarrilar las negociaciones sobre el clima, pero muchos observadores afirman que interpretar esto como una señal de que el apoyo político a las iniciativas climáticas internacionales está disminuyendo es engañoso.

Algunos observadores del continente africano, rico en recursos naturales, afirman que el mundo en desarrollo simplemente tiene que empezar a gestionar el negocio del clima de otra manera, especialmente en lo que respecta al comercio de sus recursos naturales con el Norte global.

Para ser claros, lo que define esta COP no es necesariamente la financiación, la adaptación, los combustibles fósiles o incluso la justicia climática; para muchos, se trata de una COP de implementación. Las negociaciones en curso se enfrentan al reto de traducir las ambiciosas promesas en acciones.

Brasil ya ha puesto en marcha el Círculo de Ministros de Finanzas de la COP30, una iniciativa clave bajo la presidencia de la COP30 para apoyar el desarrollo de la hoja de ruta de Bakú a Belém. Este círculo será una plataforma para consultas periódicas a lo largo de 2025.

Otra novedad en la historia de las COP es que la Cumbre de Propietarios de Activos se incluye en la agenda oficial de la COP.

Los propietarios de activos, que representan aproximadamente 10 billones de dólares, se reunieron en Belém durante la primera semana de la COP para trabajar con científicos climáticos, bancos multilaterales de desarrollo y gobiernos con el fin de satisfacer las necesidades financieras del clima.

Un punto importante de debate es cómo pasar de los préstamos a otras formas de financiación, centrándose en aumentar la financiación para la adaptación y garantizar la transparencia. Los préstamos para la financiación climática siguen siendo una cuestión sin resolver.

Para los países en desarrollo, los países desarrollados cuya revolución industrial es responsable de alterar el sistema climático tienen la obligación moral de financiar la lucha contra el cambio climático en términos y condiciones que tengan en cuenta que los países en desarrollo son las víctimas.

Los países industriales, por su parte, ven los préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático como una oportunidad de negocio: por cada cinco dólares recibidos en préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático, devuelven siete dólares.

El activismo ha sido un tema determinante en la COP30, al igual que el aumento de la participación y la visibilidad de los pueblos indígenas.

Es un paso en la dirección correcta que 15 gobiernos nacionales, entre ellos Brasil, Colombia, la República Democrática del Congo, Ghana, Tanzania, el Reino Unido y Alemania, y un gobierno subnacional hayan anunciado formalmente su apoyo al Compromiso Intergubernamental sobre la Tenencia de la Tierra.

Se trata de un acuerdo mundial histórico para garantizar y reforzar los derechos de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas y las comunidades locales en 160 millones de hectáreas en países con bosques tropicales.

En cuanto al resultado de la COP30, cada día hasta el viernes 21 será más crítico, a medida que la cumbre climática de las Naciones Unidas se acerque a su fin.

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Doce países pactan combatir la desinformación sobre el clima

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Inter Press Service – Doce países, entre ellos los latinoamericanos Brasil, Chile y Uruguay, pactaron defender la integridad de la información sobre el cambio climático, combatir el contenido falso en línea y poner fin a los ataques a los periodistas ambientales, científicos e investigadores que trabajan con base en evidencia.

El objetivo es “crear una ola de verdad”, resumió João Brant, secretario de Políticas Digitales de Brasil, al informar sobre la “histórica” Declaración sobre la Integridad de la Información en el Cambio Climático, adoptada en la COP30 que se realiza en esta ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña.

Suscribieron la declaración los representantes de los gobiernos de Alemania, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Países Bajos, Suecia y Uruguay, presentes en la 30 Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Esta es la primera vez que un grupo de Estados parte de la convención sobre el cambio climático se compromete formalmente a garantizar la integridad de la información y luchar contra la desinformación climática.

El enviado especial de la COP30 para la Integridad de la Información, Frederico Assis, había planteado que “la desinformación, impulsada por visiones del mundo oscurantistas, alimenta el extremismo político y pone vidas en riesgo”, incluso en el contexto de desastres relacionados con el clima.

También advirtió sobre la interferencia de la desinformación en las negociaciones de las COP, de modo que “todos nuestros esfuerzos estarán en riesgo si no abordamos adecuadamente la desinformación que proviene del negacionismo”, sobre la evidencia del cambio climático.

El documento de los 12 países propone compromisos compartidos para abordar de forma agresiva la desinformación sobre el clima, y promover información precisa y respaldada por la ciencia sobre cuestiones climáticas críticas, con llamados al sector privado, los gobiernos, los financiadores, la sociedad civil y el mundo académico.

Se piden medidas concretas y urgentes para contrarrestar el impacto cada vez mayor de la desinformación, la información errónea, el negacionismo y los ataques deliberados contra periodistas, defensores, científicos e investigadores medioambientales, que están socavando la acción climática.

Ya en la jornada inaugural de la COP30, el lunes 10 de noviembre, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, planteó que “vivimos en una era en la que los oscurantistas rechazan la evidencia científica y atacan a las instituciones. Es hora de asestar otra derrota al negacionismo”.

El secretario general de la ONU, António Guterres, sostuvo entonces que “debemos combatir la información errónea y la desinformación, el acoso en línea y el lavado de imagen verde”, en alusión al trabajo de compañías de combustibles fósiles y otras empresas que enmascaran sus responsabilidades en el cambio climático.

La declaración de los 12 exige que el sector privado, incluidas las grandes empresas tecnológicas, se comprometa a garantizar transparencia en sus prácticas comerciales y responsabilidad con los derechos humanos, la integridad de la información y el periodismo confiable.

En particular “instamos a las empresas tecnológicas a evaluar si la arquitectura de sus plataformas contribuye a socavar la integridad del ecosistema de información climática y, en caso afirmativo, cómo lo hace, facilitando a los investigadores el acceso a los datos para garantizar la transparencia y construir una base de evidencia”.

Los firmantes se comprometen a promover una acción climática informada e inclusiva, y el acceso a información precisa, coherente, basada en la evidencia y comprensible, sobre el cambio climático, para todas las partes interesadas.

También se proponen fomentar la cooperación y el desarrollo de capacidades a nivel nacional, entre los Estados, las organizaciones multilaterales, el ámbito académico, la sociedad civil y el sector privado para abordar las amenazas a la integridad de la información sobre el cambio climático.

En ese sentido exhortan a los gobiernos para que implementen políticas y marcos jurídicos que promuevan la integridad de la información sobre el cambio climático.

En especial piden a los gobiernos que “respeten, protejan y promuevan los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información; y que garanticen la seguridad de los periodistas, defensores, científicos, investigadores y otras voces públicas del medio ambiente”.

También demandan que los gobiernos garanticen la transparencia, y facilitar el acceso a los datos públicos y a la información fiable relacionada con el cambio climático y el medio ambiente.

A la sociedad civil y al ámbito académico se solicita sumen a su trabajo el tema de la integridad de la información climática, y que promuevan y participen en las redes existentes para compartir buenas prácticas y colaborar en esta materia.

“Al respaldar esta Declaración, reafirmamos nuestra responsabilidad compartida de garantizar que las sociedades de todo el mundo cuenten con el conocimiento y la información necesarios para actuar con urgencia y decisión ante la crisis climática”, concluye el documento.

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