Brecha en Protección Social en América Latina: Un Desafío Urgente

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América Latina y el Caribe enfrentan un panorama preocupante en materia de protección social.

Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que la región tiene un déficit de financiación del 2,7% del PIB anual para alcanzar un nivel mínimo de protección social universal. Si bien este porcentaje es menor al de otras regiones como África (17,6%) o los países árabes (11,4%), sigue siendo una barrera significativa para garantizar el bienestar de millones de personas.

El informe destaca que el desempeño de América Latina se ve afectado por la situación extrema de Haití, país con el mayor déficit de financiación de la región (45,5% del PIB). Sin embargo, incluso excluyendo a Haití, la región aún tiene un camino largo por recorrer.

Brasil, con el mayor PIB de la región y un déficit de financiación del 1,4% (el quinto más bajo entre países de renta baja y media), es un ejemplo positivo. No obstante, aún necesita destinar el 0,8% adicional de su PIB para alcanzar la cobertura universal.

Los países con mayores déficits después de Haití son Venezuela (17,7%), Honduras (12,8%) y Nicaragua (9,9%).

En términos de áreas específicas, la atención sanitaria esencial tiene un déficit de financiación del 1% del PIB anual, mientras que las cinco principales prestaciones económicas de protección social presentan un déficit del 1,7%.

Las áreas más afectadas son la atención de niños (0,7% del PIB), las personas con discapacidad (0,3%), la maternidad (0,1%), la vejez (0,3%) y el desempleo (0,3%).

El listado de países con déficits de acuerdo a la OIT

  • Haití: 45,5
  • Venezuela: 17,7
  • Honduras: 12,8
  • Nicaragua: 9,9
  • Guatemala: 6,4
  • Surinam: 5,8
  • San Vicente y Granadinas: 5,1
  • Bolivia: 4,8
  • Belice: 4,7
  • Perú: 4,4
  • Cuba: 4,1
  • Colombia: 4
  • Paraguay: 3,7
  • Santa Lucía: 3,7
  • El Salvador: 3,4
  • Dominica: 3
  • Granada: 2,9
  • Ecuador: 2,8
  • Argentina: 2,7
  • Jamaica: 2,6
  • República Dominicana: 2,5
  • México: 1,9
  • Costa Rica: 1,9
  • Brasil: 1,4

¿Qué se puede hacer para cerrar esta brecha?

La OIT señala que se necesitan recursos adicionales por un valor de US$1,4 billones (el 3,3% del PIB global en 2024) para alcanzar la cobertura universal.

Para América Latina, esto significa triplicar la ayuda oficial al desarrollo destinada a la protección social. Adicionalmente, es fundamental movilizar recursos internos y explorar mecanismos innovadores de financiamiento.

Sin embargo, la mayor amenaza para la protección social en la región es el pago de la deuda pública. En América Latina y el Caribe, el 54% del gasto en protección social, el 64% del gasto en salud y el 63% del gasto en educación se destinan al pago de intereses de la deuda. Para evitar más deuda, 134 gobiernos en el mundo comenzaron a recortar el gasto público en 2021, una tendencia que se espera continúe hasta 2025.

Lamentablemente, esto incluye la focalización y racionalización del gasto en protección social, lo que podría profundizar aún más las desigualdades.

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La  recuperación del empleo juvenil sigue muy lenta en el mundo

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La pandemia covid-19 perjudicó a los jóvenes más que a cualquier otro grupo de edad y la recuperación del empleo juvenil se produce a un ritmo lento, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), divulgado este martes 11.

La crisis de la covid “ha puesto de manifiesto una serie de deficiencias en la forma de abordar las necesidades de los jóvenes, en particular las de los más vulnerables”, dijo Martha Newton, directora general adjunta de políticas de la OIT.

Newton citó entre ellos a “los que buscan empleo por primera vez, los que abandonan su formación escolar, los recién licenciados con poca experiencia, y los que permanecen inactivos y no por decisión propia”.

Se prevé que 2022 cerrará con 73 millones de jóvenes desempleados en todo el mundo, una leve mejoría con respecto a los 75 millones de 2021, pero se mantienen sin empleo seis millones más de los que había antes de la pandemia, en 2019.

El informe “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022: Invertir en la transformación de futuros para los jóvenes” indica que la pandemia exacerbó los retos que afrontan los jóvenes de 15 a 24 años en el mercado de trabajo, padeciendo una pérdida porcentual de empleo mucho mayor que la de los adultos.

La proporción de jóvenes desempleados o que no siguen ningún programa educativo o de formación (jóvenes “nini”) en 2020, el último año para el que se dispone de datos a escala mundial, aumentó hasta 23,3 %, un incremento de 1,5 puntos porcentuales con respecto a 2021, y no alcanzado desde hace 15 años.

Esos “ni-ni” con edades entre 15 y 24 años llegan a ser 31 % de las mujeres y 16 % de los varones, según el departamento de estadística de la OIT.

“La necesidad más acuciante de los jóvenes es contar con un mercado de trabajo eficaz, que brinde oportunidades de empleo decente a los jóvenes que ya forman parte de ese mercado de trabajo, y oportunidades de educación y formación de calidad a aquellos que aún no se han incorporado al mismo”: Martha Newton.

Los índices más altos son alcanzados en los Estados árabes (21 % de los varones y 51 % de las mujeres), en el sur de Asia (16 y 48 %), en el norte de África (20 y 39 %) y en América Latina y el Caribe (18 % de varones y 30 % de mujeres).

Donde hay menos “ni-ni” es en Europa del norte, oeste y del sur (11 % de varones y 12 % de mujeres) y en América del Norte (14 % para uno y otro sexo).

Ese segmento de jóvenes corre el riesgo de que sus oportunidades y logros en el mercado de trabajo sigan mermados en el futuro, por los efectos a largo plazo del aumento del desempleo juvenil.

El informe prevé que este año 27,4 % de las mujeres jóvenes de todo el mundo estén empleadas, frente a 40,3 % de hombres jóvenes.

Se pone así de manifiesto que la brecha de género, que ha dado pocas señales de reducirse en los últimos dos decenios, es mayor en los países de ingresos medianos bajos, a saber, de 17,3 puntos porcentuales, y menor en los países de ingresos elevados, en los que se registran 2,3 puntos porcentuales.

Se prevé una recuperación dispar frente al desempleo juvenil entre los países de ingresos bajos o medianos y los de ingresos elevados, los únicos donde se estima que a finales de 2022 tendrán índices de desempleo equiparables a los de 2019.

En los países de América Latina y el Caribe, el índice de desempleo juvenil sigue siendo muy elevado, y se cree que alcance 20,5 % en 2022. Históricamente, ese índice ha sido más elevado en el caso de las mujeres que en el de los hombres, y la crisis exacerbó esa tendencia.

La situación es muy diferente en América del Norte, donde se prevé que el índice de desempleo juvenil sea de 8,3%, inferior al promedio mundial, de 14,9 %.

El Europa y Asia Central probablemente el índice de desempleo juvenil llegue a 16,4 % y la OIT estima que los efectos de la guerra en Ucrania, tanto los ya presentados como los susceptibles de producirse, influyan en los resultados.

En Asia y el Pacífico el índice alcanzará 14,9%, el mismo promedio mundial, aunque existe una amplia disparidad en cuanto a subregiones y países.

En África, el índice (12,7 %) no tiene en cuenta que muchos jóvenes han decidido abandonar por completo el mercado de trabajo. En 2020, más de uno de cada cinco jóvenes africanos estaba desempleado o no seguía ningún programa educativo o de formación, situación que se ha visto agravada desde entonces.

Finalmente, los Estados árabes poseen el índice de desempleo juvenil más elevado y de aumento más rápido en todo el mundo. Se prevé que alcance 24,8% en 2022, y 42,5 % en el caso de las mujeres jóvenes, casi el triple del promedio mundial.

El análisis de la OIT indica que tanto las mujeres como los hombres jóvenes pueden beneficiarse del desarrollo de las economías verde y azul (relativa a la utilización de los recursos oceánicos de forma sostenible).

Según el informe, para 2030 podrían crearse 8,4 millones de nuevos empleos para jóvenes mediante la aplicación de medidas políticas de índole verde o azul.

Por otro lado, la realización de inversiones específicas en tecnologías digitales podría contribuir sustancialmente a la creación de empleo juvenil.

El informe destaca que, de alcanzarse una cobertura universal de banda ancha para 2020, podría lograrse un aumento neto de 24 millones de empleos en todo el mundo, de los cuales 6,4 millones corresponderían a personas jóvenes.

Inversiones en los sectores asistenciales también pueden facilitar hacia 2030 la creación de 17,8 millones de nuevos empleos destinados a jóvenes.

“La necesidad más acuciante de los jóvenes es contar con un mercado de trabajo eficaz, que brinde oportunidades de empleo decente a los jóvenes que ya forman parte de ese mercado de trabajo, y oportunidades de educación y formación de calidad a aquellos que aún no se han incorporado al mismo”, resumió Newton.

Fuente IPS Noticias

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