Semana Santa en Leandro N. Alem: una celebración llena de arte, cultura y tradición

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La ciudad de Leandro N. Alem se prepara para vivir una Semana Santa única en 2025, con una variada agenda de actividades que combinará tradiciones religiosas, propuestas culturales y espectáculos para toda la familia. El programa, que se extenderá del 5 al 20 de abril, tendrá como epicentro el Parque Temático ubicado sobre la avenida Libertador 598, con entrada libre y gratuita.

Desde el primer fin de semana de abril, vecinos y turistas podrán disfrutar de la Casa de los Conejos, la Feria Pascual y la exposición de emprendedores locales. A partir de las 15:30, el parque abrirá sus puertas con talleres infantiles, muestras temáticas y espectáculos artísticos. Cada jornada culminará a las 22:00, salvo los días principales en los que el cierre se extenderá hasta las 23:00.

Entre los momentos destacados se encuentra la obra “La historia del Conejo de Pascuas”, a cargo del grupo teatral Cara y Ceca, que se presentará el domingo 13 de abril a las 17:00. También se realizará la transmisión en vivo del programa televisivo “De Misiones al Mercosur”, el sábado 12.

La Semana Santa tendrá un fuerte componente artístico. Del 17 al 19 de abril se desarrollará el III Encuentro de artistas plásticos con temática pascual, denominado “RESTAURARTE”. Además, las colectividades Alemana y Ucraniana brindarán sus propuestas gastronómicas y culturales en las jornadas del 17, 18 y 19.

La programación religiosa incluirá una Vía Crucis el viernes 18, organizado por el Instituto Espíritu Santo y la Iglesia Católica, e invocaciones religiosas cada noche principal. El sábado 19 se presentará la obra “Miguel Ángel: el artista de Dios”, dirigida por Luis Marinoni y con participación de diversas agrupaciones artísticas.

El mismo sábado, desde las 22:00, se vivirá uno de los momentos más esperados: el espectáculo de Los Tenores del Teatro Colón, junto al conjunto vocal “Unánimes”. A esa propuesta le seguirá una entrega de presentes religiosos a artistas plásticos y la puesta en escena de “Mater Lacrimosa”, a cargo del Ballet Folklórico del Parque del Conocimiento.

El cierre será el domingo 20 con una búsqueda de huevos de Pascua, un show infantil de “Las Pulguitas”, bandas cristianas en vivo y una invocación religiosa. Como en toda la programación, las actividades serán gratuitas y accesibles para todas las edades.

Semana Santa en Alem promete ser, una vez más, una experiencia que combina fe, arte y comunidad, consolidándose como uno de los eventos culturales más importantes del calendario provincial.

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La luz pascual y tantas sombras

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el segundo domingo de Pascua [11 de abril de 2021]

Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó sobre la muerte. Esta es la experiencia gozosa de los Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn 20,19-31). Ellos estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, habían matado a quien ellos seguían y no sabían qué podía pasarles. El texto bíblico nos dice: «Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡la paz esté con ustedes!… Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» (Jn 20,19-20). Esta experiencia de fe era fundamental para que los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar

Quizá nos venga bien repensar estos textos pascuales, para redescubrir cuál es el aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de fe Pascual y de una espiritualidad más profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y desafíos de esta época. Para poner la luz pascual en medio de tantas sombras.

Lamentablemente es común escuchar situaciones gravísimas que expresan la violencia que se experimenta sobre todo en ámbitos juveniles. Muertes y asesinatos, tanto a nivel nacional, como provincial.

En nuestro tiempo no analizamos las causas profundas de los problemas y por eso no generamos las soluciones adecuadas. ¿Por qué se encuentran tantos cargamentos de diversos tipos de droga y nunca nos enteramos quiénes son los «capos» que manipulan ese comercio mortal para nuestros jóvenes? ¿Hay miedos, protecciones…? ¿Por qué nos escandalizamos de las crecientes crisis familiares y después potenciamos todo tipo de películas y novelas, que presentan como normal madres alcohólicas y prostituidas, parejas enredadas en infidelidades y traiciones de todo tipo? Es más, si una familia se presenta como fiel y con hijos, los mismos medios en vez de elogiarla la rotulan como «conservadora» y «tradicionalista». ¿Qué poder protege y promueve el mercado del alcoholismo y de la droga?

¿Qué poder protege y promueve el consumo de la violencia y la crisis familiar? ¿Por qué esta hipocresía de escandalizarnos por lo que pasa con la violencia juvenil y después avalar este poder consumista que daña mortalmente a nuestros jóvenes? Es cierto que en la realidad se dan estas situaciones, y queremos acompañarlas con misericordia y verdad, pero también se dan de las otras, donde hay jóvenes responsables, que trabajan, que estudian, que son sanos. Familias que luchan, con problemas, pero creen en el amor comprometido, se alegran y construyen silenciosamente una cultura con valores.

Hay muchas situaciones que podemos señalar que son buenas noticias de nuestros jóvenes. El pasado viernes 9 fue ordenado diácono el seminarista Juan Emanuel Pérez en la parroquia Santa Rita de Posadas, experimentando el llamado de Dios al sacerdocio y respondiendo a su llamado de entregar la vida en bien de sus hermanos.

He señalado muchas veces la necesidad de plantearnos qué imagen de hombre, o sea de varón y mujer, queremos sustentar. En una visión materialista donde el hombre no tiene capacidad de trascendencia, (los judeo-cristianos diríamos, donde el hombre no tiene la dignidad de ser «imagen y semejanza de Dios») las consecuencias serán el consumo indiscriminado tan promovido por el vigente capitalismo salvaje y, por lo tanto, sus lógicas consecuencias de violencia y corrupción.

Vuelvo a la Pascua. Hoy especialmente necesitamos de Dios, de tener experiencia del Cristo resucitado, de buscar una espiritualidad más profunda, que nos humanice. No dudo que como se dio en el encuentro de Jesucristo resucitado con los Apóstoles en el relato del Evangelio de San Juan de este domingo, su presencia en nuestro encuentro personal, familiar y social nos aportará su saludo tan significativo: ¡La paz esté con ustedes!

¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Los laicos, testigos de la Pascua

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El texto del Evangelio de este domingo (Lc 24,35-48), nos relata la aparición de Jesús resucitado a los Apóstoles. Ellos necesitaban tener este encuentro Pascual para llevar adelante la misión de anunciar el Reino. Habían convivido con el Señor, sabían de su muerte y resurrección, pero aún estaban turbados y con temor. Por eso el texto señala: «Entonces les abrió la inteligencia, para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito; el Mesías, debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando en Jerusalén, en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”». (Lc 24,45-48)
Al reflexionar sobre la necesidad de centrar nuestra fe en Jesucristo resucitado y sus enseñanzas, llegamos a una conclusión que, aunque obvia, es bueno recordarla: no podemos llamarnos cristianos, si no deseamos y buscamos tener un encuentro con Jesucristo, el Señor, el que murió y resucitó. Para los Apóstoles fue fundamental este encuentro personal y pascual con el Señor. Esto les cambió la vida y permitió ser sus “testigos”.
En realidad, esto que vivieron los Apóstoles no fue una experiencia exclusiva de ellos, todos estamos llamados a tener esa experiencia pascual, con Jesucristo vivo y resucitado, para ser testigos. ¿Esto es sólo algo teórico? ¿Una abstracción distanciada de la realidad?  Considero conveniente acentuar que hay muchos hombres y mujeres que nos dan testimonio y responden con sus vidas ejemplares a estos interrogantes.
En este tiempo, y con la gracia del acontecimiento y el documento de Aparecida, vamos acentuando la necesidad de asumir como cristianos un camino discipular para la misión. Es cierto que esto es difícil en un contexto que a veces es hasta agresivo con las propuestas del Evangelio, e incluso con los valores y la visión del hombre que la revelación cristiana nos propone. Hay que señalar que los malos ejemplos que puedan dar quienes se apartan de la fe cristiana, así como nuestras propias fragilidades, no invalidan el Don de Dios del encuentro con Jesucristo y su revelación, ratificado en el testimonio de tantísimos hombres y mujeres que viven con fidelidad y entrega este regalo maravilloso de ser cristianos.
Por esta misma razón en este tiempo deberemos acentuar este discipulado y misión, en todos, pero especialmente en nuestros laicos, que son la mayoría del pueblo de Dios, para humanizar y evangelizar nuestra cultura habitualmente bombardeada por ideologías materialistas que consideran a la persona como objeto de consumo, potenciando sólo sus instintos, y eliminando su espiritualidad que implica inteligencia, voluntad, libertad y la capacidad de trascendencia.
En relación a la necesidad de humanizar y evangelizar la cultura, Aparecida señala: «Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamado a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios. La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que se traduce en un conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. Para una adecuada formación de la misma, será de mucha utilidad el compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La V Conferencia se  compromete a llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas.
El discípulo y misionero de Cristo que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le dé la fuerza necesaria no solo para no sucumbir ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él un consenso moral sobre valores fundamentales que hacen posible la construcción de una sociedad justa» (505-506). Convocados por tantos testigos de la Pascua nuestro tiempo necesita de discípulos y discípulas portadores de esperanza.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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La alegría de la Pascua

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¡Cuánto deseo compartir la alegría profunda de la celebración de la Pascua! La necesidad de expresar que no es suficiente celebrar este día solamente con algunos adornos especiales, ambientación, o bien una comida diferente, sino de pedir la gracia a Dios de poder tener una experiencia de fe personal y comunitaria del encuentro con la persona de Jesucristo, el que murió y resucitó.
El Evangelio de este domingo (Jn. 20,1-9), nos muestra el desconcierto que sintieron quienes fueron al sepulcro aquella madrugada del domingo no encontrando el cuerpo del Señor: «Pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos…» (Jn. 20,9). Algunos versículos más adelante San Juan en dicho Evangelio nos relata el gozo que experimentaron los Apóstoles con el encuentro con Jesucristo, resucitado: «Al atardecer de aquel día, el primero de la semana estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “la Paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos “se alegraron” de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: “La Paz esté con ustedes”, como el Padre me envió, también yo los envío» (Jn. 20,19-21).
Esta experiencia del envío y de la evangelización, desde el encuentro Pascual con Jesucristo, el Señor, es lo que estamos experimentando en el caminar de nuestra Diócesis en estos años.
Renovando permanentemente nuestro encuentro con Él y buscando caminos y desafíos a asumir en la evangelización nos llevan a tener una actitud de profundo agradecimiento por su presencia salvadora. Durante estos años en las Asambleas Diocesanas buscamos mejorar la comunión en la pastoral orgánica como Pueblo de Dios, con luces y sombras y experimentar al Cristo Resucitado.
Esta experiencia pascual es la que nos lleva a repetir aquello que señala Aparecida y que expresa tan bien el fruto del encuentro con el Resucitado. «En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo.
La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y compasión. La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo» (28 y 29).
Este gozo pascual que debemos experimentar tanto personalmente como en comunidad eclesial no parte de la nada. Hubo en nuestras tierras testigos de Jesucristo resucitado durante varios siglos y es bueno hacer memoria. El substrato católico que está en nuestra gente expresado sobre todo en tantas manifestaciones de religiosidad popular fue establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Está ante todo la labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, San Roque González, San Juan del Castillo y San Alonso Rodríguez, entre otros… quienes nos enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el Evangelio, en su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América Latina como signo de grandeza espiritual y verdad divina.
Como en nuestro pasado, hoy también la celebración de la Pascua nos renueva en la esperanza. Como los Apóstoles en el texto del Evangelio de este domingo, como tantos santos, mártires, hombres y mujeres en nuestra historia, nosotros también necesitamos encontrarnos con Cristo Resucitado, para ser signos de esperanza y transformación en nuestro tiempo.
¡Les envío un saludo cercano y Feliz Pascua! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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