La caída del cuco
La condena a catorce años de prisión efectiva para Germán Kiczka y a doce para su hermano Sebastián, por los delitos de tenencia, facilitación y distribución de material de abuso sexual infantil, cierra un capítulo horrendo para la sociedad misionera, que durante meses observó atónita los gustos sexuales aberrantes de un diputado provincial y como otro confesaba entre risas que utilizaba un “yuyito” para subyugar sexualmente a “guainas, gurises” o “guainos”, depende del gusto de cada uno. “Me quedé sin yerba”, se reía Pedro Puerta, quien ahora también será investigado por posible falso testimonio en el juicio a su amigo y socio político.
Los fiscales sienten que Pedro se sigue riendo: en la respuesta por escrito que envió al Tribunal, contestó que no era amigo de Germán y que nada sabía de sus preferencias ni había intercambiado material sexual. Hay frondosa prueba en manos de Martín Rau y Vladimir Glinka que dice lo contrario. La palabra “fotija” será una clave a seguir cuando se abra la investigación paralela, que posiblemente quede en manos de la fiscal Patricia Inés Clerici. Puerta eludió responder esa pregunta de los fiscales, pero todo indica que tiene un significado vinculado a lo sexual.
Kiczka era un dirigente poderoso dentro de Activar, el sello que armó el hijo del ex gobernador para colarse primero en Cambiemos y después en las filas de la Libertad Avanza. Sus aliados políticos, macristas, radicales y ahora los libertarios, se llamaron a silencio, un mutismo que dice mucho más que las palabras de compromiso.
¿Por qué es relevante ese silencio? Porque desnuda intereses, preocupaciones que se enfocan exclusivamente en los cargos y una escasa vocación real de transformación positiva de la sociedad. La desesperación radical por quedarse con la banca del expulsado Kiczka en la Legislatura, será largamente recordada. El desdén del propio Pedro y su padre, el ex gobernador Ramón Puerta, durante los primeros días de la investigación, es síntoma del mismo trastorno.
No fue un juicio por “videítos” bajados de Internet, como intentó minimizar la defensa de los Kiczka. No fue un beso robado y una “tocada de cola”, a una nena de 13 años, sino un minucioso trabajo de seducción de un hombre 30 años mayor que le enviaba fotos de su miembro y exigía “bajarle la calentura” a una preadolescente. Durante la audiencia final, se exhibieron algunos videos de los encontrados en las computadoras y teléfonos de los hermanos. “Cuando era chico me asustaban con el cuco. ¿Saben qué señores jueces? El cuco está en la red y el cuco son personas que hacen este tipo de cuestiones”, aseguró Rau.
Los rostros demudados de jueces y fiscales contrastaron con la llamativa abstracción de los abogados de la defensa. Los acusados -los degenerados, como los definió Glinka- prefirieron salir de la sala antes de ver nuevamente lo que tenían en sus computadoras.
En el juicio también se recordó al pasar que se halló entre los chats de Germán una conversación en la que quedaba en evidencia el modus operandi de los hermanos. “Lo que pasó en la pileta (…) no fue consentido, así que no te vuelvas a acercar a mi. “Si me volvés a hablar o acercar, te denuncio”, advierte la mujer. Nunca hubo denuncia. La joven se suicidó dos años después, con un cuadro de depresión, según contaron allegados de la familia.
Los abogados Sebastián Paredes y María Laura Alvarenga -por Sebastián- y Gonzalo De Paula, por Germán, mostraron escasa empatía por las víctimas. “No sabemos ni de dónde son”, dijo Paredes por las nenas que aparecían en los “videítos”. “No se podrá probar” -el abuso sexual de la menor de Apóstoles- y “no fue una violación”, agregó. Al final del proceso, Alvarenga se despidió de los periodistas entre risas al insistir en que se trató de un “resultado cantado”. De Paula llevó al extremo la estrategia coordinada de cargar la culpa en Sebastián, “el compulsivo”. “Se orinaba en la cama hasta los 14 años”, machacó en su afán de mostrarlo como un enfermo y salvar a Germán.
Para los fiscales y los jueces, en cambio, el ex diputado de Activar fue más responsable que su hermano. Lo culparon por dos casos de distribución y facilitación y otro de tenencia de videos de pedofilia de menores de 13 años. El hecho de haber encuadrado esos delitos en un concurso real les permitió subir el monto de la pena a catorce años -uno menos que la sugerencia de los fiscales-.
Aunque hubo una disidencia de Viviana Cuckla, de la que se agarraron los defensores de los Kiczka, hubo plena coincidencia en la autoría de los delitos. Los jueces Gustavo Bernie y César Yaya fueron los más duros y votaron por los catorce años, mientras que Cukla optó por ocho años para el ex legislador.
Con Sebastián, Cukla admitió un planteo de nulidad de la defensa respecto del abuso sexual y pidió seis años de cárcel por tenencia, facilitación y distribución de MASI. Rara la liviana posición de la magistrada. Bernie y Yaya coincidieron con los fiscales y avalaron los 12 años de prisión.
No debería haber atenuantes cuando se trata de menores de edad -en este caso, explotados sexualmente-. Mucho menos si se advierte un patrón que insulta la inteligencia: “No sabía que era ilegal consumir esos videos”, se excusó Sebastián, con un cinismo que parece heredar de familia. “¿Menor de edad? 12, 13 años, si tienen posibilidad de votar ya son mayores”, dijo Leonardo, el jefe del clan en una dudosa defensa de su hijo y su gusto por las nenas. No parece ser una posición aislada, sino un patrón de conducta naturalizada. La madre, quien no quiso declarar en el juicio, también emitió un polémico comentario a la menor que fue abusada por Sebastián. En un encuentro casual en Apóstoles, la ciudad natal de la familia, le contó a la adolescente que le había preguntado a su hijo -30 años mayor- porqué no aparecía más la “nuerita”.
En Argentina la edad legal para votar es de 16 años, pero para la ley, una relación sexual de un adulto con un menor de 18 años es estupro. Sebastián fue condenado también por abuso sexual simple de la chica que tenía menos de quince años al momento de ser atacada en un gimnasio de Apóstoles.

Que el miércoles, mismo día de la condena, Misiones haya cancelado una vieja deuda con el Club de París es una notoria ironía del destino. El gobernador Hugo Passalacqua firmó un acuerdo de finalización de pasivos mutuos con el ministro de Economía, Luis Caputo. En el paquete había una deuda de más de ocho millones de dólares tomada por Ramón Puerta el 30 de junio de 1997 con The Export-Import Bank of Japan. Se canceló también una forma de hacer política.
Las ausencias de Germán Kickza y de Pedro Puerta en las listas opositoras, solo serán las más notorias. La oposición sufre una sangría sin precedentes. A dos meses de las elecciones el radicalismo sufre abandonos diarios, con algunos portazos notorios, como el de Úrsula Waidelich en Iguazú.
La jefa del Comité de la ciudad de las Cataratas apuntó directamente a Ariel Pianesi por la imposición de candidatos y el nepotismo en el reparto de cargos. Pianesi impuso en la Convención a Santiago Koch, otro apellido patricio que bloquea a dirigentes y militantes de a pie. En los principales lugares de la lista de diputados están Héctor Falsone -otro heredero- en el tercer lugar; Graciela Maidana, en el cuarto; y Carlos Aguilera.
En la misma jugada, Pianesi logró expulsar a Martín Arjol, su ex socio en la embestida contra la vieja guardia y también a Rodrigo De Arrechea, quien renunció a la presidencia para ser funcionario de Javer Milei y cobrar en dólares como asesor de Yacyretá.
El PRO ocupará los eslabones faltantes, por ahora con incógnitas y ausencia de nombres de peso. La fuerza tiene como principal exponente al diputado provincial Miguel Nuñéz, que quiere como candidato a Ramón Amarilla, el expolicía detenido desde septiembre por “sedición” y “conspiración” como líder de los levantamientos policiales de 2024.
En contraste, son muchos los radicales que decidieron sumarse a las filas del Frente Renovador. Muchos jóvenes dirigentes decepcionados con la conducción y la falta de perspectivas, dejaron cartas que servirán para graficar el momento político a la deriva que vive el partido centenario. En los últimos días, quizás la más notoria haya sido la renuncia de Waidelich, pero en Iguazú también hizo ruido la de Maiu Paredes, referente de la Juventud Radical que será candidata en el sublema el Cambio es Ahora, que lidera el renovador Javier Bareiro, actual presidente del Concejo Deliberante y uno de los nombres a tener en cuenta en la Iguazú de mediano plazo. Bareiro viene del sector privado y se rodeó de profesionales independientes para diseñar un plan de desarrollo de la ciudad que necesariamente debe dar un salto de calidad acorde al destino maravilla. Entre las problemáticas más notorias que pretende corregir, aparecen el agua, los problemas de energía en momentos de alta demanda, la basura, que en algunos puntos de la ciudad duele en los ojos y la sustentabilidad, que debe imitarse del sector privado. Iguazú debe dejar de ser pueblo y ponerse a la altura de su vecina brasileña. La metrópoli que rodea a las tres fronteras incluye 1,5 millones de habitantes.
El armado de Bareiro es similar al que ocurre en otras ciudades. Se anotaron 347 sublemas para competir el 8 de junio. Los de la Renovación están llenos de jóvenes y profesionales que quieren aportar su visión a la política. En Posadas habrá una competencia intensa entre los candidatos renovadores, con listas que bien podrían ser competitivas en una elección a intendente. Todas tienen la foto con Leonardo Stelatto, considerado el mejor intendente del país. En la oposición, hasta este sábado estaban buscando candidatos.
El entusiasmo político en Misiones contrasta con la apatía generalizada en el ámbito nacional. Hace poco más de un año el presidente Javier Milei, ganó en casi todo el territorio. Hoy sus candidatos no hacen pie en las provincias -en Santa Fe su referente terminó tercero y lejos en las constituyentes- y él mismo tiene que ponerse al frente de la campaña en Buenos Aires y Capital Federal para poder mejorar las chances de sus laderos.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional fue un ganatiempo pero no una solución para los problemas agobiantes de la economía y la falta de trabajo –más de 187 mil empleos registrados se perdieron en la Argentina durante la era Milei-.
El amanecer del dólar flotante no hace más que extender la agonía. El dólar a la baja profundiza los problemas para los exportadores e incentiva las importaciones, que dañan a la industria local. En paralelo, la suba de precios no se frena, particularmente en los alimentos, lo que afecta el agotado poder adquisitivo. Los bancos subieron las tasas de plazo fijo para que los pesos no se vayan al dólar pero esto hizo que en la misma medida se encarezcan cuatro puntos promedio las tasas para los créditos, lo que proyecta una economía todavía débil. Un combo difícil en año electoral.