PERIODISMO

Cómo se informan los futuros periodistas latinoamericanos: redes, microcontenidos y nuevos modos de confianza

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Los jóvenes latinoamericanos que estudian Comunicación y Periodismo se informan principalmente a través de las redes sociales, especialmente Instagram, TikTok, YouTube y X (ex Twitter), y utilizan el celular como dispositivo central de acceso a la actualidad. Así lo revela el informe Transiciones, que analizó los hábitos de 2.985 estudiantes de 38 universidades de 9 países de la región, en una investigación coordinada por la red Investigar en Red.

“En total fueron entrevistados alrededor de 3.800 estudiantes, porque la investigación contó con una fase cualitativa en la que realizamos 97 focus groups en 38 universidades de nueve países, que luego complementamos con una encuesta de 2.985 casos. El informe reúne los resultados de ambas instancias, aunque la encuesta es más reciente”, explicó Francisco Albarello, coordinador del estudio.

El estudio muestra que las prácticas de consumo informativo entre las nuevas generaciones están marcadas por la fragmentación, la inmediatez y la búsqueda de cercanía. Aunque los medios tradicionales aún conservan presencia como espacios de verificación o consumo familiar, las redes sociales se consolidan como la principal puerta de entrada a las noticias.

“El estudio revela un cambio de paradigma: los jóvenes no buscan las noticias, las noticias les aparecen”, señaló Francisco Albarello, editor del informe e investigador de la Universidad Austral.

“Esta exposición incidental genera nuevas formas de atención, pero también obliga al periodismo a repensar cómo construir relevancia y confianza en entornos saturados de información”, agregó.

Entre la credibilidad y el algoritmo

Los estudiantes valoran los medios profesionales por su rigor, pero prefieren informarse a través de las cuentas en redes sociales de esos medios o de periodistas e influenciadores que comunican con un estilo más directo, visual y empático.

“La confianza ya no se otorga por pertenencia institucional, sino que se construye en cada experiencia de consumo”, explicó Albarello.

“Esto implica un desafío para los medios y también para las universidades que forman a los futuros comunicadores, que deberán combinar alfabetización digital crítica con responsabilidad profesional”, sumó.

El informe advierte que la mayoría de los jóvenes reconoce el riesgo de la desinformación y desarrolla estrategias para enfrentarla —como contrastar fuentes o revisar comentarios—, aunque la personalización algorítmica y el exceso de información condicionan su percepción de la relevancia noticiosa.

Otro hallazgo clave fue la consolidación del rol prosumidor: los estudiantes no solo consumen información, sino que también la reinterpretan y producen contenidos propios, en especial en formatos breves, audiovisuales o humorísticos. En este contexto, los memes y los podcasts emergen como nuevos recursos de comunicación e interpretación cultural.

“El humor y la interacción se han convertido en nuevas vías de acceso a la información. La pregunta para el periodismo es cómo integrar esos lenguajes sin perder profundidad ni credibilidad”, concluyó Albarello.

El caso argentino

Argentina tuvo una participación destacada en el informe, con 18 universidades que integran la red Investigar en Red desde su creación en 2020. El proyecto —que se originó en el país y hoy reúne a más de 40 investigadores e investigadoras— muestra que los estudiantes argentinos mantienen un vínculo crítico pero persistente con los medios tradicionales, especialmente con la televisión en vivo, aunque su consumo se da casi siempre dentro del hogar y de manera incidental.

La mayoría se informa a través de redes sociales, pero recurre a portales de medios reconocidos, locales y nacionales, como segunda fuente para confirmar datos. El uso de Instagram es generalizado, mientras que TikTok gana terreno aceleradamente, sobre todo entre los más jóvenes.

Entre los hallazgos argentinos, se destaca la percepción de saturación informativa durante la pandemia de COVID-19 y el posterior desplazamiento hacia plataformas más personales y visuales. Aun así, los futuros comunicadores muestran una fuerte conciencia profesional sobre la verificación de la información y sobre el impacto social de los contenidos que comparten.

“En Argentina se observa un alto nivel de reflexión crítica entre los estudiantes: saben que las redes moldean lo que ven, pero buscan estrategias para no quedar atrapados en burbujas informativas”, resumió Albarello.

Las instituciones argentinas que participaron en el estudio fueron: Universidad Austral, Universidad de San Isidro, Universidad del Salvador, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Universidad Nacional de Quilmes, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Universidad Nacional de San Martín, Universidad Nacional de La Plata, Universidad Blas Pascal, Universidad Nacional de Río Cuarto, Universidad Nacional de La Pampa, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Católica de Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, Universidad Nacional del Comahue, Universidad Nacional de San Juan, Universidad Nacional de Jujuy y Universidad Nacional de Salta.

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Débora Vallejos: “Informar bien sobre el suicidio puede salvar vidas”

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Consideró que la responsabilidad periodística en el tratamiento de estos hechos es una herramienta fundamental para cuidar, acompañar y prevenir

En los últimos años, el suicidio y la salud mental han ganado presencia en la agenda mediática. Sin embargo, esa visibilidad no siempre se traduce en un tratamiento periodístico responsable. Cuando los medios informan sobre estos temas sin los cuidados necesarios, pueden provocar efectos no deseados, como la revictimización, la desinformación o incluso la reproducción de estigmas.

Lo señaló Débora Vallejos, integrante de la ONG “Defender la Vida”, quien, durante una charla con periodistas, estudiantes, docentes y egresados de la Carrera de Comunicación Social de la FHyCS de la UNaM, consideró, además, que, en Misiones, “hay mucho para trabajar”, ya que a su entender periodistas, editores y comunicadores enfrentan un desafío central: “¿cómo cubrir estos temas con rigor, sensibilidad y compromiso social?”.

Bajo el título; “Claves para pensar el abordaje del suicidio y la salud mental en el periodismo”, y en el marco del Mes del Periodismo, organizado por la Carrera de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS), -Débora, Licenciada en Psicología, señaló que uno de los principales errores que se comete es el enfoque sensacionalista. “Titulares impactantes, detalles gráficos sobre el método o la escena, o notas que sugieren una explicación simplista (“lo hizo por una ruptura amorosa”) pueden causar más daño que beneficio”. Es más, reflexionó: “lejos de informar, alimentan el morbo y corren el riesgo de incentivar conductas imitativas, especialmente entre personas vulnerables”.

Ante una audiencia atenta y participativa que colmó el Aula Magna del Edificio Anexo de esta Unidad Académica, remarcó que “toda cobertura sobre suicidio debería incluir información útil: líneas telefónicas de asistencia, servicios de salud mental y redes de apoyo”, ya que siguiendo esta práctica se pude transformar una noticia trágica en una “oportunidad para acompañar y prevenir” y, además, “permite mostrar que pedir ayuda es posible y necesario”.

Durante el encuentro, organizado por el Claustro de Estudiantes de la  Carrera, destacó que en la mayoría de los casos “no hay mala intención”.  Simplemente, interpretó que el que construye la noticia “no cuentan con la información o formación necesaria”.  Remarcó que la responsabilidad periodística en el tratamiento de estos temas “no es un detalle”. Si no, una herramienta fundamental para cuidar, acompañar y prevenir. Y sentenció: hablar del suicidio con responsabilidad “no solo informa: puede salvar vidas”.

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Marcelino García: “El periodismo vive una crisis no solo del oficio, sino del sentido”

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El reconocido académico señaló, en el marco del Mes del Periodismo de la Carrera de Comunicación de la UNaM, que mientras “haya alguien dispuesto a decir la verdad, el periodismo todavía tiene algo que ofrecer”

Para el Doctor Marcelino Garcia el periodismo vive en la actualidad una “crisis no solo del oficio, sino también del sentido”.  Encender la televisión y a los cinco minutos apagar por encontrar en la pantalla, panelistas que gritan, titulares que compiten por escandalizar, palabras que se pisan hasta vaciarse, hablan de una actividad parece haberse convertido en un espectáculo, y no precisamente, en uno bueno. 

“Ya no se trata de informar” afirmó el docente e investigador de la Carrera de Comunicación de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM, sino de “opinar; no de construir comunidad, sino de polarizarla”. Y agregó: “A veces se extraña la redacción de antes: las máquinas de escribir, los compañeros serios, el debate cara a cara”, lo que Juan Gelman, recordaba con nostalgia en una contratapa de Página/12: “el periodismo como una tarea compartida, reflexiva, artesanal”.

Estas reflexiones los compartió en el marco del Mes del Periodismo que, organizado por la Carrera de Comunicación de la FHyCS, que bajo la consigna “Desafíos del periodismo en tiempos de cambios: voces que no se callan”, se realiza desde el viernes pasado con la intención de generar disparadores para reflexionar sobre los principales desafíos que enfrenta la profesión en la actualidad. 

Ante una Aula Magna llega de estudiantes, docentes, egresados y profesionales de los medios, Marcelino -de reconocida trayectoria académica- señaló que “hoy, lo urgente se come lo importante. La cháchara reemplazó a la investigación, y el “Yo opino” se volvió moneda corriente”. Y fue enfático: “la libertad de expresión se confunde con la impunidad de decir cualquier cosa”. Y agregó: “decir la verdad sigue teniendo un precio, y no todos están dispuestos a pagarlo”.

En lo que fue más de una hora de su conferencia sobre los “Márgenes del Periodismo/ Periodismo en los márgenes”, dejó disparadores para pensar la crisis por la que está pasando la profesión. Como el de “Sobran influencers, faltan periodistas”; “Sobran voces, faltan ideas”; “El oficio ha sido absorbido por el algoritmo”, dejó espacio para entrever que no “todo está perdido·

Y apeló a la historia del periodismo argentino que en su entender está hecha de “palabra y coraje”. Citó a Mariano Moreno, Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martínez, Osvaldo Soriano, Juan Gelman, profesionales que creían que escribir “era intervenir en el mundo, no sólo comentarlo”.

Y en este sentido, afirmó que la crisis es también una “oportunidad para reencontrar la ética del oficio, la responsabilidad frente al lector, el compromiso con la verdad”. Y se valió de una frase de David Grossman para decir que “escribir es una forma de no rendirse. Y tal vez, esa sea la misión más urgente del periodismo hoy: no rendirse, no claudicar, no repetir”.

Es en sus palabras, es “volver a escribir con sentido. Volver a hablar con responsabilidad. Volver a preguntar, incluso cuando las respuestas no estén claras. Porque mientras haya alguien dispuesto a decir la verdad, el periodismo todavía tiene algo que ofrecer”.

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Milei apuntó contra periodistas y homosexuales

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El presidente Javier Milei lanzó duras críticas contra varios periodistas y se refirió a la ideología de género en una entrevista con LN+. En sus declaraciones, apuntó contra Pablo Duggan, Ernesto Tenembaum y Luis Novaresio, además de calificar la reciente marcha antifascista en Buenos Aires como un acto político.

Milei cuestionó a Duggan por respaldar un fallo del exjuez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, que, según el mandatario, establecía que un abuso “no es delito porque la luz estaba apagada”. “Uno de los casos más renombrados de Zaffaroni fue el del portero Tiraboschi, que abusaba de menores. Y el fallo decía que si la luz estaba apagada, no era abuso”, afirmó. Luego, desafió: “Ahora, imaginá que uno de tus hijos estuviera involucrado en esa situación y que venga Pablo Duggan a decirte: ‘No, no es delito porque la luz estaba apagada'”.

Sobre Tenembaum, el presidente lo acusó de ser “un defensor de los pedófilos virtuales” y lo vinculó con la idea de los ‘pedófilos virtuosos’, un concepto que describe a personas con impulsos hacia menores que supuestamente no los llevan a la práctica, pero consumen pornografía infantil. “Dijo que lo sacaron de contexto, pero él es el que vive sacando de contexto todo el tiempo”, sostuvo.

Milei también cargó contra Luis Novaresio y criticó la cobertura mediática de sus declaraciones. “El caso más aberrante es Luis Novaresio en una entrevista con Tenembaum, diciendo que yo dije cosas que literalmente no dije. Mintiendo abiertamente. Aceptando cualquier tipo de mentira y acusándome de cualquier aberración”, expresó. Además, lo calificó de “una persona muy limitada que nunca pudo pensar fuera del molde que le presentó el wokismo” y citó como ejemplo una entrevista en la que Novaresio dijo: ‘Ay, tengo que explicar que el agua moja’. “Está claro que es una persona muy limitada”, insistió.

En respuesta, Novaresio defendió su postura y acusó a Milei de manipular sus palabras. “El presidente de la Nación no fue editado, tomó la parte por el todo y dijo que una pareja en Estados Unidos, que era gay, había abusado de sus hijos, y esto permitía concluir que todas las parejas gays son potenciales abusadores”, argumentó.

Por otro lado, Milei calificó la marcha antifascista del sábado en Buenos Aires como un acto con intenciones partidarias y criticó la presencia de dirigentes opositores. “Aparatearon la marcha y apareció el tren fantasma”, dijo en referencia a Martín Lousteau, Axel Kicillof, Cristina Kirchner y Horacio Rodríguez Larreta.

Respecto al colectivo LGBT, el presidente señaló: “Si vos tenés una relación homosexual, ¿en qué me agredís? En nada. ¿En qué afectás a mi libertad? En nada. Yo no tengo nada que decir, hacé lo que quieras. Lo que me molesta es que quieras usar el Estado para imponer cosas, es el punto central que yo ataco en Davos”.

Finalmente, insistió en su postura sobre la ideología de género. “Si no adherís a la ideología de género, sos un homofóbico, y no. La ideología de género llevada al extremo conduce al abuso, por ende, son pedófilos”, concluyó.

Sin dejar lugar a dobles lecturas, Milei cuestionó la ideología de género y su relación con el Estado, y consideró que el Ministerio de la Mujer no sirvió porque “Alberto Fernández cagaba a trompadas a la mujer”.

“Para qué sirvió el Ministerio de Mujer si Alberto Fernández cagaba a trompadas a la mujer, si (José) Alperovich violaba a la sobrina, si (Fernando) Espinoza acosaba a la secretaria”, subrayó.

En declaraciones a LN+ sostuvo: “¿Cómo creés que eso se arreglaba? ¿Con Ministerio de Mujer y cantitos? No, con mano dura”.

En tanto, cuestionó a la ex mandataria Cristina Kirchner y dijo que es una figura política de “cabotaje”.

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Murió Jorge Lanata a los 64 años: el periodista que nunca dejó de hacer preguntas

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Estaba internado en el Hospital Italiano desde el 14 de junio pasado. La vida de un prohombre del periodismo que fundó medios de comunicación, que tuvo éxitos y fracasos, que desafió a la política, que fue amado y odiado, y que nunca se cansó de cuestionar

Jorge Lanata murió hoy a los 64 años en el Hospital Italiano, donde estaba internado desde el 14 de junio pasado. En el medio, el conductor tuvo varios ingresos a la clínica de rehabilitación Santa Catalina, con la intención de ir un paso más allá en su recuperación. Sin embargo, el miércoles 18 de septiembre, tuvo que volver a ser trasladado al nosocomio de Almagrodonde ingresó por guardia a las 12.48 para ser atendido por un cuadro de neumonía y se decidió internarlo en terapia intensiva. Con ese mismo diagnóstico había ingresado hace tres meses. Su estado, ya delicado, se había agravado el viernes 27 de diciembre. Su muerte era cuestión de tiempo.

Fundador de los diarios Página/12 y Crítica de la Argentina y de varias revistas, también fue el creador de exitosos programas de televisión que marcaron época, como Día DPeriodismo Para Todos y Lanata Sin Filtro. Líder en la radio durante más de una década, realizó documentales, escribió diversos libros de ficción y no ficción, y hasta fue primera figura de una revista en el Maipo. Todos sus proyectos tuvieron el signo de la desmesura. Destapó los casos más resonantes de corrupción de los noventa y de la era kirchnerista: fue el periodista más influyente de la Argentina en las últimas décadas. Provocó fervores y odios de una intensidad poco usual.

Fue polémico y disfrutó siéndolo. Nunca lo incomodó estar en medio del campo de batalla. No lo molestaban las luces, ni ser el centro de atención. Muchas veces la noticia fue él mismo.

Si se hubiera retirado a los treinta años, este obituario tendría la misma importancia. Había fundado y dirigido Página/12, el diario que marcó una ruptura en la manera de comunicar. Pero no se quedó ahí. Siempre siguió moviéndose. Algunas veces chocó de frente y debió volver a empezar.

Acompañó los cambios de los medios, del consumo de las noticias, aunque muchas veces renegó y batalló contra ellos. Ahí está la experiencia de Crítica de la Argentina para demostrarlo: fundar un diario cuando los diarios de papel estaban en retirada. Su lema contenía el desafío a los tiempos y también su derrota: El Último Diario de Papel.

Cuando alguien le reprochaba que a lo largo del tiempo su manera de pensar, en especial políticamente, había cambiado, Lanata citaba Historia del Señor Keuner, un relato de Bertolt Brecht: Keuner se cruza por la calle con un viejo amigo, con alguien a quien no veía hacía treinta años; el amigo le dice “estás igual” y Keuner se angustia, se desespera “¿Igual que hace treinta años? Una desgracia”.

Creía que el tiempo lo había mejorado. Que la experiencia le había evitado repetir algunos errores, que con los años había ganado en serenidad y que sus lecturas eran mejores, más diversas. Y la idea de finitud, la conciencia de no ser inmortal, también modificó su perspectiva.

Cuando era chico soñaba con ser periodista, quería escribir en Gente o, idealmente, en Siete Días, en alguna de esas revistas de actualidad que su tía Nélida compraba y leía cada semana. Otro que lo empujó fue el profesor Luis Iglesias. En el colegio le mostró cómo de un recorte con una noticia policial podía escribir un cuento. Supo que a eso se quería dedicar.

A los 14 años tuvo su primer empleo. Fue como redactor en el informativo de Radio Nacional. Para que lo contrataran necesitó a su padre: Ernesto debió firmar el contrato y dar consentimiento para que su hijo ocupara el puesto.

En gráfica comenzó a trabajar en la Revista El Porteño, creada y dirigida por Gabriel Levinas. En poco tiempo fue el miembro más joven del consejo de redacción. En 1986, tras la salida de Levinas, Lanata, a los 25 años, fue nombrado director de la revista que quedó en manos de una cooperativa de periodistas.

Página 12 apareció el 26 de mayo de 1987. En poco tiempo quedó claro queencarnaba una revolución. Que había llegado para modificar el lenguaje periodístico argentino. Cuando salió, algunos de los grandes diarios nacionales, todavía titulaban de manera engolada: “Inaugurose el Mundial de Fútbol”. Los títulos y las tapas de Página/12 combinaban humor, toma de posición, un lenguaje llano con referencias a la cultura pop (canciones, títulos de películas, declaraciones de personajes de la farándula) y desafío. Los artículos contrariaban el manual de estilo de cualquier diario del mundo. En el primer párrafo no se contestaban las preguntas que en inglés empiezan con W (qué, quién, cómo, cuándo, dónde); el inicio podía ser una descripción, una anécdota, un dato de color, un aforismo ingenioso.

Página fue una de las pocas grandes novedades del periodismo local en los ochenta (las otras podrían ser: la revista Humor, Víctor Hugo y Sport 80, la Rock & Pop y en televisión La Noticia Rebelde: todos ejemplos de nuevos lenguajes, de cambios radicales en el modo de expresarse de cada medio). El diario superó las propias ambiciones de sus fundadores: fue un éxito de ventas, instaló temas en la conversación pública, y contagió e influyó al resto del periodismo.

Página tenía grandes firmas: Osvaldo Soriano, José María Pasquini Durán, Horacio Verbitsky, Tomás Eloy Martínez, Juan Gelman, Miguel Bonasso, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, Juan Sasturain, Alsina Thevenet, Román Lejtman, Ernesto Tenembaum, Juan Forn, Rodrigo Fresán y muchísimos otros. Ese elenco casi soñado de periodistas, veteranos con mucho prestigio que habían estado en las grandes revistas de los sesenta (primera Plana, Confirmado) y en La Opinión de Timerman eran dirigidos por un chico de 26. Lanata se guiaba por su intuición, por la falta de temor a equivocarse, por su impulso, su propensión a la novedad, a cambiar lo establecido.

Un diario suelto, desinhibido y progresista que nació casi con modestia: 16 páginas -la idea inicial era que sólo tuviera 12, de allí su nombre- y una decena de miles de ejemplares distribuidos. A las pocas semanas tanto la tirada como las páginas se habían duplicado. Pronto el diario se metió en las charlas cotidianas y en la agenda pública. Y su director, un joven de 26 años, comenzó a convertirse en un personaje público.Si hoy se revisa la colección de Página se puede apreciar que la publicación fue adquiriendo solidez y terminando de definir su perfil con el tiempo. El ataque al regimiento de La Tablada fue un cimbronazo fuerte: se supo que uno de los financistas del diario eran el MTP y Gorriarán Merlo, el grupo responsable del ataque. La hiperinflación y la inestabilidad y la incertidumbre del ‘89 le dieron un empujón: los lectores buscaban información y se cumplió un viejo dogma del periodismo respecto a los diarios de papel: cuanto mayor la crisis, mayores ventas. Pero la fisonomía definitiva del diario, la época más potente de Página 12 fue en los primeros años del menemismo. Las denuncias contra la corrupción eran permanentes y solían ocupar la portada del diario que seguía creciendo en ventas y en influencia. El Yomagate, el Swiftgate, el Narcogate, el caso de la leche de Spadone fueron algunos de los escándalos que destapó el diario dirigido por Lanata.

En esos años, Lanata tuvo un programa de radio nocturno en la Rock & Pop, Hora 25, en el que tenía largas y pausadas conversaciones con personajes relevantes. Se mostró no sólo como un hábil entrevistador sino como alguien que podía crear un clima, que podía desenvolverse con probidad en otros medios más allá de la prensa gráfica. Un programa que con los años se convirtió en mítico.

Dirigió Página/12 hasta 1997. Su renuncia fue discreta y hasta signada con algo de misterio y rumores, una salida que evitó lo explosivo que solía merodear cada uno de sus movimientos. La relación posterior con su creación (tal vez la mayor) ya no fue pacífica. Cuando el diario cumplió 25 años, se organizó un festejo en el que la oradora principal fue la entonces presidenta Cristina Kirchner. Lanata no fue invitado, ni siquiera fue mencionado en los discursos.La omisión fue notoria. Él respondió con una carta pública dirigida a la presidenta.

Fue durante muchos años unos de los Jóvenes Rebeldes del periodismo argentino. Vivía rápido, con intensidad.No escapaba a las polémicas, ni parecía estar demasiado pendiente de lo que opinaran los demás. Decía malas palabras en la tele, entraba y salía de los proyectos a su antojo y podía cambiar de rumbo cada vez que lo quisiera.

Una de las características de Lanata siempre fue que sus colaboradores, los periodistas jóvenes que trabajaron a su lado, luego hicieron grandes carreras en la profesión. Su buen ojo para detectar talentos periodísticos no siempre fue reconocido. Desde Ernesto Tenembaum a Nicolás Wiñazki, de Rodrigo Fresán a la sección deportiva de Crítica en la que brillaban jóvenes talentos entonces desconocidos como Alejandro Wall o Andrés Burgo (a Boca y a River lo comentaban Juan José Becerra y Gustavo Noriega), de Zlotogwiazda a Martín Sivak. Sus proyectos se valieron de jóvenes muy capaces que Lanata supo detectar y darles un lugar para darse a conocer: “Yo veo en ellos algo que ellos no ven, pero que ellos tienen. Mi trabajo es lograr que ellos sean lo más ellos que puedan. Lo más libres que puedan dentro de lo que ellos son. Cuando armo el equipo, trato de trabajarlo así”, le dijo a Gustavo Noriega en una entrevista para la revista española Jotdown.

Iba detrás del impacto, no le gustaba pasar desapercibido, por eso, también sus sacos de colores y a cuadros. Pero también perseguía con denuedo buenas historias: “Yo creo que todas las notas son interesantes porque, siempre digo, no hay malas notas, hay malos periodistas. O sea, tenemos que poder hacer una buena nota con cualquiera. Cualquiera tiene una historia para contar, lo interesante es poder sacársela”, dijo hace un tiempo.

Entendía que el periodismo debía molestar, no ser complaciente,decir aquellos que los poderosos querían callar. Fue el impulsor de las grandes denuncias de corrupción del menemismo y del kirchnerismo.

En televisión triunfó con Día D. Un programa que salía por el Canal América en el que lo acompañaba buena parte de sus periodistas de Página y que en eso momento escribían en su revista Veintitrés: estaban Verbitsky, Tenembaum, Zlotozwiagda y Adrián Paenza. Eran los tiempos convulsionados de la Alianza, el fin de la convertibilidad. Tuvo muchísimo rating. El final fue escandaloso. Dejó el programa durante un mes y cuando quiso regresar, sus viejos colaboradores habían tomado el mando y no estuvieron dispuestos a ser, de nuevo, partenaires. Hubo enojos personales, algunos llegó a zanjar con el tiempo.

En el medio había dirigido una revista de actualidad que tuvo a principios del milenio un enorme suceso inicial: Veintiuno (después cambió de nombre a Veintidós y se plantó finalmente en Veintitrés). Revistas con agujeros en el medio, diseños estrambóticos, regalos inesperados. Otra vez las denuncias y el impacto con la marca de Lanata: la vitalidad.

Durante un tiempo pareció que su estrella se apagaba. Sin lugar en la TV, sin Página, sin la revista, con la caída estrepitosa de su portal Data 54. Estaba en Radio del Plata y tuvo algunos programas en el cable. Desde allí resurgió. Comenzó a tener récords de audiencia para Canal 26. En 2012 desembarcó en el grupo ClarínPeriodismo para Todos en la televisión los días domingo, Lanata Sin Filtro todas las mañanas en Radio Mitre y la columna en la página 2 del diario todos los sábados. Fueron doce años de un enorme éxito.PPT se convirtió en el programa político más visto de la televisión y probablemente en uno de los más influyentes de la historia del medio: sus investigaciones sobre la Ruta del Dinero K, Lázaro Báez y Cristina Kirchner fueron vitales para la erosión de su imagen y para que se difundieran las denuncias de corrupción.

En la radio su programa no abandonó desde el día del estreno el primer puesto entre los más escuchados en su horario. Llegó a tener casi el 50% del share.En los últimos tiempos duplicaba en audiencia al que lo seguía.

Decía que este era el último año en que haría PPT y la radio. Que era mucho desgaste el programa diario, las cuatro horas por día hablando de la actualidad. A eso se sumaban sus ciclos documentales y la columna de los sábados. Quería tener más tiempo para escribir, deseaba publicar “dos o tres libros buenos más”. Recordaba, además, que él no era de permanecer demasiado tiempo en ningún lado. Ni en los trabajos ni en los matrimonios. Hasta ese momento Página había sido su trabajo más duradero, 10 años. PPT Lanata Sin Filtro lo superaron. Quería evitar las fórmulas, trabajar con piloto automático, por eso buscaba nuevos horizontes: “Soy muy profesional laburando, pero en el fondo quiero laburar como un no profesional, quiero poder jugar. Mientras puedas jugar, divertirte, eso vale. Cuando se transforma en un trabajo, cagaste, porque ya está, es como que no tenés nada más para dar”.

Varios años atrás, registró una marca, un nombre: Cada TantoQuería sacar un diario que saliera cada tanto, sólo cuando había noticias importantes, cuando los hechos lo justificaran y no por costumbre: elecciones, una catástrofe, un gran partido de fútbol, una muerte célebre, una investigación exclusiva. La idea (como tantas de las suyas) era original y seductora pero también inviable: se dio cuenta de que no podría conseguir anunciantes y que se le iba a complicar hacer saber a los lectores que su diario discontinuo estaba en la calle. Algo de esa idea sobrevolaba el primer Página 12: fue precursor en no tener un editorial todos los días; la opinión del diario, el editorial ceñudo se reservaba sólo para los grandes momentos, para las tomas de posición concretas.

Escribió varios libros. Entre los de ficción se destaca Polaroids, su primer libro de cuentos editado en la Biblioteca del Sur, colección de Planeta que comandaba Juan Forn. Ahí mismo publicó Historia de Teller y muchos años después una ficcionalización de la primera aventura guerrillera en suelo argentino que terminó precozmente y con militantes ejecutados por sus propios compañeros.

Su gran best seller fue Argentinos, los dos tomos de historia argentina que vendieron cientos de miles de ejemplares. Unos años atrás salió 56 (la edad que tenía en el momento de la aparición del volumen), una compilación de parte de su obra periodística con un prólogo en primera persona. Su último proyecto fue Óxido, una historia de la corrupción en Argentina.

No todos sus emprendimientos fueron un éxito de público o negocios relucientes. Sus fracasos fueron varios.El ambicioso portal de noticias Data 54, el documental DeudaCrítica, el programa de TV El Argentino Más Inteligente, la revista Ego, una publicación que comandaba junto a Miguel Brascó cuyo tamaño evocaba la Interview de Andy Warhol.

Su periodismo combinaba mismas dosis de audacia, desparpajo, intuición y creatividad. Esa impronta que le dio a los años iniciales de Página 12, ese tono, es el más característico de él y el que le va a proporcionar su lugar en el olimpo periodístico argentino.

En 2016 ganó cuatro Martín Fierros en diferentes categorías de radio y TV y el de Oro. Fueron uno de los tantos premios que recibió a lo largo de su trayectoria. En esa ocasión, desde el escenario, discutió con algunos actores de procedencia kirchnerista que le gritaron desde sus mesas. Sin embargo la aparición más memorable fue la de los Martín Fierro de 2013. Allí, en su discurso de agradecimiento, le puso nombre a lo que sucedía en el país. Habló de La Grieta. Poder de síntesis e impacto, y la denominación a un estado que queda instalada para siempre.

En los últimos años condujo varias series documentales para canales de cable que se transmitieron en toda América Latina. 26 personas que cambiaron el mundo y Hache fueron las más recientes.

De todos los trabajos que encaró Lanata, sin dudas, el más sorpresivo lo llevó a cabo en 2008. Convocado por Lino Patalano, encabezó la revista La Rotativa del Maipo. Rodeado de vedettes y humoristas, Lanata en un traje rutilante y metalizado hacía un monólogo de actualidad a la usanza de los grandes capocómicos de la revista porteño como Pepe Arias o Tato Bores. Ese desafío, algo fallido según quienes lo vieron, lo definía: se daba gustos, asumía riesgos y no tenía miedo de perder prestigio con apuestas arriesgadas.

Su vida, no solo la profesional, parece escrita por un guionista ingenioso, con algo de maldad. Por eso Pampa Films y Star Plus planificaban una miniserie, una especie de biopic de Lanata.“A mí me pasó de todo: tengo una vida muy rara”, dijo.

Nació en Mar del Plata pero creció en Sarandí, en la zona sur. Era una casa de clase media baja. Ernesto, su padre, se recibió de dentista ya siendo grande. Pero trabajó pocos años en su profesión. Un tsunami golpeó a la familia. Cuando Jorge tenía seis años, su madre Angélica tuvo un tumor cerebral que la dejó sin habla y con medio cuerpo paralizado. Ernesto se dedicó a cuidarla con devoción, a cumplir con los votos matrimoniales. Jorge fue a vivir a la casa de Nélida, una tía soltera que, junto a su abuela, se encargó de criarlo. Angélica vivió en ese estado desde 1968 hasta su muerte en 2004.

Esa enfermedad, esa situación, afectó la vida de cada miembro de la familia. Todo pareció detenerse, callarse, como si cada ambiente de la casa estuviera cubierto por una espesa nube gris. Había silencio, tristeza, poco movimiento. Una casa que ni siquiera celebraba los cumpleaños ni se iba de vacaciones.

No iban al Italpark, al zoológico, ni siquiera a la plaza. Tampoco al cine. Casi como un hito, Lanata recordaba una cena en una pizzería cuando él tenía 10 u 11 años: una pizza para los dos, alguna porción de fainá pero casi ninguna palabra: otra cena callada. La promesa era siempre la misma: todo iba a mejorar, el cambio se iba a producir cuando la madre sanara. Los dos, padre e hijo, sabían que no se iban a curar ni la madre ni la relación entre ellos.

“Tal vez mi pasión (o necesidad) por el periodismo viene de la mudez de mi madre. Yo le hacía preguntas y ella no podía responder. Apenas sí y no. Pero me sonreía y me agarraba fuerte de la mano en los momentos buenos y en los muy malos. Me hubiera gustado hablar con ella. Conocer su voz”, declaraba.

El padre era un hombre hosco, de pocas palabras y casi ningún gesto de afecto. La relación entre ellos era tensa. Cuando cumplió 55 años llegó una nueva revelación. A través de una prima marplatense se enteró de que era adoptado. Angélica había perdido un embarazo de mellizos y lo adoptaron a él, luego de fingir un embarazo para que los vecinos no sospecharan. No buscó a su familia biológica. Decidió mirar para adelante y lidiar con la nueva revelación, con la sensación de (nuevo) abandono que se le instaló en el cuerpo.

Se casó cinco veces. La primera vez siendo muy joven con Patricia Orlando. La segunda con la periodista Silvina Chediek, cuando ambos ya eran famosos. Con Andrea Rodríguez, productora, fue el tercer intento. Con ella tuvieron a su primera hija, Lola. La artista Sarah Stewart Brown fue la cuarta esposa (la que donó su riñón) y madre de Bárbara, su segunda hija. En 2022 celebró la boda con la abogada Elba Marcovecchio, su última esposa; con ella vivía en el Palacio Estragamou, aunque cada uno en un departamento diferente.

Sus problemas de salud eran de larga data. En 2015 recibió un trasplante de riñón. Fue el primer trasplante cruzado de Latinoamérica. Su esposa de entonces, Sara Stewart Brown, donó su riñón a otro paciente y la madre de éste a Lanata. Padecía diabetes e hipertensión. En los últimos años debió ser internado en diversas oportunidades.

Es imposible imaginarse a Lanata sin un cigarrillo. Durante años fue la única persona que seguía fumando en cámara,el único que estaba autorizado a fumar en todo el medio. Cuando las prohibiciones cada vez fueron mayores, estipulaba en sus contratos que él tenía permitido fumar en los estudios.

También confesó que durante una década consumió cocaína. Eran los tiempos en que publicaba Página 12 y aparecía en las revistas de actualidad en sus salidas nocturnas con rockeros y otras celebridades o en vacaciones zarandeadas en Punta del Este.

En una entrevista reciente decía: “Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico.Por eso el periodismo militante es la antítesis de lo que soy: ellos están llenos de respuestas y están dispuestos a aplicarlas. Soy periodista porque no sé. Preguntar es un modo de desobedecer, de cuestionar. Al objeto o al sujeto que está ahí se le pregunta: ¿sos lo que decís?, ¿sos lo que mostrás?, ¿qué sos? Preguntar es cuestionar y cuestionar es conocer”.

Jorge Lanata tenía 64 años. Fundó medios, tuvo audiencias enormes, preocupó a varios poderosos, vivió al límite, fracasó varias veces. Fue amado y seguido por millones, y odiado por otros tantos. Él siguió sus vocaciones: la de no pasar desapercibido, la de no quedarse quieto, la de disfrutar y, por supuesto, el periodismo.

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