Tras años en desuso, el carrusel del Club Iplyc volvió a cobrar vida

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Después de quince años de inactividad, el carrusel del Club Iplyc volvió a cobrar vida. Fue en la tarde del martes cuando un grupo de ansiosos chicos pudo, finalmente “dar la vuelta inaugural” luego de ocho arduos meses de tareas de reparación.
Fue adquirida en 1997 por el propietario de ex Villa del Parque como un atractivo para el lugar. Y si bien fue novedosa para ese entonces aún hoy se destaca por la maquinaria, la tecnología y el diseño.
El corte de cinta estuvo a cargo del Supervisor General del IPLyC Confort Créditos y Servicios, Juan Re, rodeado de niños, integrantes de los diferentes Programas Sociales del Instituto y los payasos Poca Sopa y Medio Kilo, la Gallina Turuleca y la Vaca Lola, entre otros referentes infantiles.
Juan Re manifestó que “estamos muy contentos porque el proyecto de restauración estaba latente desde hace un tiempo. Desde que adquirimos el predio para convertirlo en Club Iplyc, la veíamos abandonada y por fin concretamos la reactivación”.
Al referirse a los usos, dijo que quienes alquilen el salón para una fiesta para niños tendrán la opción de alquilar el carrusel para que los invitados puedan disfrutar del entretenimiento. Adelantó que en ciertos días y horarios “será accesible para todo público, sin necesidad de ser socio o empleado del Instituto” y que “más adelante” se trabajará con delegaciones escolares.
Sostuvo que “estábamos buscando dar una impronta al predio. Además de los salones de fiestas, de las piletas –cuya temporada se inaugurará el 4 de noviembre- y quinchos, se suma este atractivo para toda la familia. Es una reliquia, tiene un valor histórico, y brindará diversión, alegría y sacará muchas sonrisas”.
A nuevo
Con dedicación e ingenio, Juan Carlos Amarilla se ocupó de la restauración del carrusel, ubicado ahora en un lugar estratégico del club. “Muchos ya no creían que se pudiera lograr porque estaba en un pésimo estado pero quedó como nueva. Hubo tareas de pintura, cambio de piso, de engranajes y motores nuevos, la instalación eléctrica y la de 750 focos para lograr una buena iluminación. A buena parte de los caballitos había que rearmarlos porque les faltaban las patas, la cabeza. Fue un trabajo de ocho meses porque estaba muy deteriorado, roto, en un 80%”, recordó.
Esta tarea tuvo mucho que ver con su ocupación diaria ya que desde hace 25 años trabaja sobre fibra en la reparación de vehículos, lanchas, cúpulas. “Pero esto es más artesanal. Para arreglar el paragolpes de un auto uno se guía por el molde pero si acá se pierde la pata de un caballo hay que fabricarla. Hay que tener muchas ideas. Todo tiene que lucir, combinar colores, las piezas tienen que tener vida”, comparó.
Amarilla se animó a decir que “este carrusel es único que se rescató en Misiones” y explicó que a diferencia de una calesita, “éste sube y baja, la calesita solamente gira. Es más atractivo porque da la sensación que van montados sobre un pony”.
Emocionado, confió que en otros carruseles restauró algunos detalles pero que en éste la tarea fue más compleja, desde la base hasta la lona del techo. “Es de origen italiano, tendrá unos 30 años pero se nota las consecuencias de permanecer a la intemperie. Ahora puede brindar alegría por otros 30 años siempre y cuando se cumpla con el mantenimiento”, agregó.

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