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Tres niveles de santidad

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La santidad es la característica de la naturaleza de Dios que está en el centro mismo de su ser. Solo cuando nos encontramos con Dios en su santidad se nos hace posible vernos a nosotros mismos como verdaderamente somos. La visión de la santidad de Dios deja al individuo con una profunda sensación de asombro ante la grandeza de su majestad. Veamos qué más nos dice la Palabra de Dios. 

SER SANTOS POR QUE EL ES SANTO.

Levítico 11:44- 45 “Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed Santos, porque yo soy Santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra.

“Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, Santos porque yo soy Santo.” (Levítico 19:2) (Levítico 20:26)

La santidad es la característica de la naturaleza de Dios que está en el centro mismo de su ser. Solo cuando nos encontramos con Dios en su santidad se nos hace posible vernos a nosotros mismos como verdaderamente somos. La visión de la santidad de Dios deja al individuo con una profunda sensación de asombro ante la grandeza de su majestad. Para el cristiano es imposible quedar indiferente al ser confrontado con la santidad de Dios. La vida práctica del cristiano fluye de la visión del Dios de la santidad.

  • LA EXPERIENCIA DE ISAÍAS.

El nombre Isaías, quiere decir: “La Salvación de Jehová”. Fue uno de los profetas mayores, llamado por Dios 700 años A.C durante el reino de cuatro reyes (Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías) que fueron reyes de Judá, en el reino del sur de Israel en el versículo uno, podemos ver que Isaías empieza su ministerio en la año de la muerte del rey Uzías. La Biblia relata el gobierno de Uzías por alrededor de 52 años, empezando a reinar cuando tenía sólo 16 años. Él no fue el rey más famoso de la historia judía, ni el más importante de la historia judía, pero sí fue uno de los 5 reyes más importantes. (Isaías 6:1–10) 

Uzías logró establecer la última reforma espiritual significativa para su pueblo, fue un rey que hizo prosperar al reino del Sur de Israel de una manera poderosa, como en los tiempos del rey David y Salomón. 

Sin embargo en el último año de su reinado, Uzías en un acto de rebeldía y de irreverencia a Dios, decide ir al templo de Dios a quemar incienso, y está era una tarea que sólo le correspondía a los sacerdotes, como castigo a este acto de rebeldía, se enferma de lepra, y termina sus días aislado, consumido por esta enfermedad. Luego de la muerte de Uzías, Judá entró en un declive espiritual del que nunca pudo recuperarse.

Finalmente Isaías, tuvo la difícil tarea de predicar el mensaje severo y durísimo de juicio sobre el pueblo de Israel, a causa de su idolatría y rebeldía a Dios, y pudo ver que este mensaje caería en oídos sordos que no quisieron escuchar. Además de anunciar el juicio de Dios, también anunció el mensaje de amor y misericordia que Dios quería para Su pueblo, si ellos se arrepentían y volvían a Dios. Lamentablemente no ocurrió así.

La visión de Isaías: dice que él “vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”. Que privilegio tan importante que tuvo este varón de Dios hermanos… ¿alguna vez ustedes se han puesto imaginar, cómo será estar en la presencia de Dios? Contemplar su Santidad? ¿Verlo en su Trono, alabarlo, adorarlo, postrarnos a Él? ¡Isaías tuvo ese privilegio!

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Ahora, el termino que aparece en nuestras Biblias como “Señor” es la palabra hebrea Jehová o algunos rabinos la tradujeron como Adonay, pues ellos tenían un respeto tan grande por pronunciar y escribir el nombre de Dios, que les daba temor. (Isaías 6:1) Es el nombre que Dios usó al revelarse a Moisés en el desierto, cuando dijo: “YO SOY, EL QUE SOY”. Este es el SAGRADO nombre de Dios, el SANTO nombre de Dios, su nombre personal. Isaías identifica inmediatamente al GRAN YO SOY, sentado en su Trono “Alto”, en un trono que es digno de alabar, en un trono que es digno de exaltar, en un trono que es digno de glorificar; y además en un trono “sublime”, un trono supremo, dice que: “[…] y sus faldas llenaban todo el templo”. Sus faldas o como dice en otra traducción, el borde de su manto llenaban el templo.

En la antigüedad el ropaje de los reyes era una muestra de su prestigio, en sus actos ceremoniales, el protocolo internacional reconocería los distintos niveles de su magnificencia.

Por ejemplo las vestimentas de piel armiño era una muestra de un rey de gran prestigio. Ustedes recuerdan en algunas películas medievales, esos reyes cuando eran coronados con sus túnicas grandes, rojas? Estos reyes eran altamente respetados y honrados por sus vestimentas. 

Ahora notemos que Isaías contempló al Soberano, sentado en su trono donde su manto se extendía por todo el templo hasta llenarlo, es decir que este hombre pudo apreciar todo el esplendor de la Majestad Divina.

Esta es la única referencia que hay en toda la Biblia sobre estas criaturas que Dios llamó Serafines. La Biblia no da mayor información sobre estos seres, solo podemos saber que ellos fueron creados por Dios como parte de sus huestes celestiales, para servir al Señor día y noche en su Santa Presencia. 

Ahora quiero que veamos la descripción que hace Isaías sobre los serafines:

Dice que tenían 6 alas. (Difícil imaginar como pueden ser ellos, verdad?)

Cada par de alas tenía una función; ahora, pensemos en lo siguiente: cuando Dios crea una criatura, lo hace con su sabiduria creativa, los hace con una habilidad para adaptarse a su entorno. Dios creó a los peces con escamas y aletas, para que pudieran vivir en el agua. Dios creó a las aves con alas y plumas para que pudieran volar, porque su medio ambiente es el aire. De la misma manera Dios cuando crea seres celestiales lo hace con una naturaleza apta para el medio ambiente en el que viven, y en este caso es del servir en la misma presencia del Dios Supremo. 

Ahora, pensemos en esto: estos seres celestiales le sirven a Dios en su misma presencia, y uno diría, bueno, sólo con dos alas es suficiente para que puedan volar, sin embargo, como los serafines le ministran a Dios sin ningún velo, la gloria de Dios es tan reluciente, tan resplandeciente y tan penetrante que incluso ellos deben protegerse con sus alas de mirar directamente a su rostro. Imaginen que tan esplendida y refulgente es la Gloria y Santidad de Dios. 

  • LA EXPERIENCIA DE MOISÉS.

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Moisés tuvo por un segundo la oportunidad de ver la gloria de Dios, y dice que sólo pudo ver la espalda de Dios, porque sí hubiese visto el rostro de Dios directamente, él no habría vivido. Ahora luego de que Moisés estuvo en la presencia de Dios en el Monte Sinaí, el descendió para dar instrucciones al pueblo de todo lo que Dios había ordenado, sin embargo la Palabra de Dios dice que la piel de su rostro resplandecía de tal manera que produjo miedo en Aaron y todas las personas del pueblo de Israel que estaban allí. 

El rostro de Moisés sólo fue un reflejo de la gloria de Dios indirecta que él pudo apreciar por unos segundos. Ahora vemos que los serafines deben cubrir sus ojos en la presencia de la gloria de Dios, porque no pueden verlo directamente a Su Rostro. (Éxodo 33:18–23) 

También el texto de Isaías nos dice que los serafines cubrían sus pies con el otro par de alas. La Biblia no nos explica por qué los serafines cubrían sus pies, pero aquí podemos notar una posición de total reverencia hacia Dios, pues los pies, de acuerdo a algunos teólogos, denotan la condición de criaturas creadas por Dios tanto en los ángeles como en los humanos; nuestros pies son de barro, porque somos tomados del polvo de la tierra, y cuando Moisés estuvo en el desierto Madianita y Dios lo llama, el Señor le dice a Moisés que “quite su calzado, porque el lugar en el que está, Santo es”. Así como Moisés mostró su condición de reverencia a Dios como criatura al quitar su calzado y postrarse, del mismo modo los serafines tapan sus pies, mostrando su condición de criaturas y reverencia a Dios. 

Mis queridos hermanos, sólo hay un atributo de Dios que se eleva a una repetición verbal SUPERLATIVA mencionada por los serafines, y es ésta: que Dios es SANTO, SANTO, SANTO. 

“La Biblia NO dice que Dios es simplemente santo, ni siquiera santo, santo. Él es santo, santo, santo. La Biblia nunca dice que Dios es amor, amor, amor o misericordia, misericordia, misericordia o ira, ira, ira o justicia, justicia, justicia. Dice que Él es santo, santo, santo y que toda la tierra está llena de su gloria”.

  • LA EXPERIENCIA DE PABLO.

Podemos leer la historia de Pablo, quien era perseguidor de los cristianos, hasta que un encuentro con la Santidad del Señor lo deja ciego, a partir de allí él obedeció al Señor, se arrepintió de su maldad, ayunó por tres días y luego recobró la vista: fue alumbrado espiritualmente y nunca más fue igual (Hechos 9:3-9). 

  • LA EXPERIENCIA DE JUAN.

El Apóstol Juan, tuvo una visión hermosa de la Santidad del Señor (Apocalipsis 1:9- 18) 

Nosotros debemos comprender que para poder participar de la gloria de Dios que proviene de su Santidad, debemos decidir ser santos en alma, cuerpo y espíritu, arrepentirnos y humillarnos, decidir apartarnos de todo mal para poder ser transformados y de esa manera estar listos para ser usados por el Señor para dar a conocer el Evangelio a toda la tierra.
Que Dios te bendiga y tengas una semana de completa victoria!
 

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