
Y el consumo, ¿Cuándo se recupera?
Hay mucha diferencia entre el inicio de marzo de este año respecto al del año pasado. En primer lugar, y muy importante, la estabilización en torno a la inflación, la calma del tipo de cambio y el crecimiento mostrado en el último tiempo de la actividad económica. Este escenario es radicalmente opuesto a inicios de marzo de 2024 cuando la inflación seguía descontrolada, veíamos todavía un alto impacto de la devaluación y la economía comenzaba a entrar en la fase más fuerte de la recesión. Por ende, las perspectivas son notoriamente diferentes.
Sin embargo, no hay que descansar en esos escenarios. Respecto a la inflación, que venía estable más cerca del 2% que del 3%, los datos provisorios muestran que podría tener un repunte en febrero impulsada por un sector de alimentos y de servicios. Cuando antes veíamos la posibilidad de que el índice marcara una suba cercana al 2,1%, ahora la estimación se elevó al 2,7%. Siendo esta la principal bandera política del gobierno, naturalmente ese repunte sería un leve paso atrás para la agenda del gobierno.
Por otro lado, el tipo de cambio sigue en el centro de debate por su posición de atraso y por las fuertes intervenciones del BCRA. A la par, corren rumores semana a semana de un supuesto pedido del FMI de devaluar la moneda, que tuvo estos días un nuevo capítulo con el informe del BofA que proyectó un dólar a $ 1.400 para fin del año con salida del cepo, lo que implicaría una devaluación cercana al 25%. Esto, por supuesto, pondría un acelerador a la inflación.
En tercer lugar, la actividad económica creció fuerte en diciembre y cerró el año en niveles de caída inferiores a los proyectos, pero esa contención de la caída estuvo muy ligada a sectores puntuales mientras que otros que son claves de la economía nacional mostraron bajas de importante magnitud: por caso, el comercio cerró bien diciembre con +7,4%, aunque tiene un arrastre estadístico importante. Lo relevante para ese sector es el acumulado anual: cayó 7,5% en 2024.
Quedémonos un rato en la pata optimista: si la economía viene creciendo, la inflación sostiene niveles “aceptables” y salarios muestran alza de recuperación, ¿entonces cuándo arranca la recuperación del consumo?
Veamos brevemente cuáles fueron los últimos datos que conocimos para la provincia de Misiones particularmente. Como era de esperar, el año 2024 cerró con ventas en supermercados en fuerte retroceso: -24,5% en términos reales, con caídas de doble dígito en todos los meses en la comparación interanual. Dígitos más, dígitos menos, esto era esperable por varias razones: en primer lugar, el volumen de consumo de los meses finales del 2023 estaba afectado por la propia incertidumbre que generó la inflación: en esos momentos, valía más tener un producto que tener un billete, por lo que se generó un factor de stockeo muy importante. En segundo lugar, no es menor que también durante el 2023 Misiones, como otras provincias de frontera, tenían un volumen de venta que provenía de países vecinos, algo que desapareció el año pasado. En tercer lugar, y quizás lo más importante, es que la recuperación parcial e incipiente que tuvieron los ingresos durante el último tramo del año no fue del todo suficiente para levantar el consumo: un poco por insuficiente de las recuperaciones, un poco de incertidumbre, y un poco porque otros gastos de los hogares se encarecieron mucho más y ello impide que toda mejora salarial se vuelve al consumo masivo.
Aun con todo esto, y aún con ventas cayendo año/año, los últimos tres meses mostraron en Misiones una tendencia a la recuperación: comparando mes/mes, las ventas crecieron 5% en octubre, 4% en noviembre y 10% en diciembre. Si esta tendencia continúa e incluso mejora bajo el supuesto de que los ingresos podrían profundizar una tendencia al alza, entonces podemos pensar que para el final del primer trimestre el consumo también se descompondrá en la provincia.
Pero ¿por qué pensamos que los ingresos podrían mejorar? En primer lugar, porque si bien el crecimiento de la actividad es todavía altamente heterogéneo, comienza a verse un “derrame” paulatino sobre otros sectores que podría llevar a la recomposición de salarios; por otro lado, la base comparativa va a ayudar; y en tercer lugar, el empleo mostraría mejoras de la mano de la actividad y ello impactaría de lleno en los ingresos de los hogares. Posiblemente, en este último punto esté la clave. Hace unas semanas mencionamos este problema actual y los datos específicos del sector de la construcción que conocimos esta semana lo ratificaron: estamos transitando (muy lentamente) un cambio de tendencia: de mucho empleo con salarios a la baja al “poco” empleos con salarios al alza. En la construcción, vimos que la provincia tuvo una notable mejora del salario real sobre finales del 2024 pero con empleo todavía a la baja, una situación que debería revertirse o, por lo menos, achicarse, en la medida que se recompone el sector en general. En otros sectores vemos también un fenómeno similar: se perdieron puestos de trabajo por la imposibilidad de sostenerlo desde los costos y por la merma en la actividad durante gran parte del año pasado y, con el repunte de la misma, el primer impacto fue la mejora salarial (baja de inflación mediante) pero dejando al empleo en segundo lugar.
Si todo sale bien (no podemos garantizar) el empleo debería iniciar una relativamente veloz mejora, a la par que los ingresos sostendrían una tendencia, aunque sea leve, al alza. Esto será la clave para que el consumo repunte de manera importante: que los ingresos de los hogares mejoren no solo por recomposición salarial, sino también, y sobre todo, por empezar a recuperar ingresos perdidos por pérdida de empleo. El factor multiplicador de este fenómeno, si se da, será de fuerte magnitud.