Secadero Klingbeil, excelencia con tradición y vanguardia

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En la chacra de los Klingbeil lo tradicional y lo moderno se mimetizan, a tal punto que es difícil decir qué tiene más fuerza: si las raíces de inmigrantes alemanes / polacos bien plantadas o la audacia innovadora que trae la nueva generación, y que juntas, logran un resultado formidable.
Sin temor a exagerar, podemos describir de esta manera el trabajo de Ernesto y de Pablo Klingbeil, padre e hijo, un trabajo que transformó el viejo y querido barbacuá en un secadero a cinta y que, a poco de obtener el certificado de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), con apoyo del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), ya está focalizado en identificar y poner en marcha nuevas herramientas que permitan mejorar aún más la calidad de la yerba mate procesada.
Ubicado en los cerros de la zona centro de la provincia de Misiones, en el departamento Oberá, el secadero de los Klingbeil comenzó a funcionar en el año 1983. “Era tipo barbacuá, y lo fuimos construyendo nosotros, hasta el ladrillo que se usó fue fabricado acá”, contó Ernesto, repasando sus primeros pasos en la chacra que heredó de sus padres Elfrida Gampel y Víctor Klingbeil, quienes llegaron de la vieja Europa en busca de mejores condiciones de vida. ”Cuando era chico vivimos primero en la ciudad y luego la chacra, y de acá no me voy más”, agrega el agricultor que echo raíces y se animó a innovar, confiando en la impronta que su hijo le da al emprendimiento familiar. “Pablo estaba estudiando y un día vino y me dijo: ´hacemos algo distinto?’, y me convenció; con él repensamos y rearmamos toda la estructura del secadero, desde abajo, paso a paso y con la misma gente, siempre buena gente”, expresó.
La incorporación de elementos de vanguardia en el secadero se inició en el año 2004. “Estaba terminando la escuela técnica; teníamos un barbacuá con capacidad para almacenar 13 mil kilos de hoja verde y me preguntaba qué se podía hacer para producir más. Entonces decidí hacer el trabajo final de estudio con todos los planos del secadero a cinta, y es el que está funcionando hoy”, recordó Pablo. “Fueron largos meses de probar, de ver si funciona o no… los kilos que se pasaban por hora entonces eran unos 1300 kilos de hoja verde en el barbacuá y hoy se está pasando 10 mil kilos de hoja verde con dos líneas de sapeco y dos líneas de pre seco, y se hace el envasado en bolsones, garantizando homogeneidad en la canchada”, agregó.
La meta es mejorar la calidad.”Acá se pone el corazón en lo que se hace, se tiene una visión de buscar la excelencia. Hemos elegido la calidad por sobre todas las cosas; tenemos sapecadores que no tienen carbonilla y esto nos llevo a otra exigencia: lograr homogeneidad en el color, y se ajustaron cosas en el secado y canchado, luego fuimos mejorando el envasado en bolsas y la humedad en la canchada final bolsón por bolsón”, indicó.
La decisión de los Klingbeil de formar parte de la capacitación en Buenas Prácticas de Manufactura – iniciativa que brinda el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM)- se enmarca en la búsqueda constante de superación. Luego de alcanzar las etapas e implementar las mejoras en las instalaciones y en el personal, el secadero recibió el certificado que acredita un proceso de secado que confiere más calidad a la yerba mate.
“Han mejorado y mucho las condiciones de trabajo; el operario lo que tiene que hacer es cuidar las temperaturas y llevar adelante el control de las mismas; cada sector tiene su mejora, el encargado monitorea toda la empresa a través de cámaras, los foguistas cargan chip a través de pantallas, y trabajan siete personas por turno para procesar entre 9 y 10 mil kilos de hoja verde por hora”, detalló Pablo.
Siempre con su padre cerca, Pablo ya piensa como seguir optimizando y modernizando el secadero. “Pienso que en los tiempos en que estamos viviendo no nos podemos quedar; me doy cuenta que el secadero ya quedó chico y tenemos nuevos desafíos; es algo en lo que ya estamos trabajando”.
Tienen una historia de vida carga de esfuerzos y con buenos resultados. ¿Cuál es su mayor satisfacción? “La familia… y que todos disfrutemos en paz y también los que nos rodean, ser amigos de la gente”, enfatizó Ernesto Klingbeil. Eso, unido a un lineamiento de trabajo presente durante toda su vida y para todos quienes forman parte de la empresa familiar: “A todos les digo siempre: Si entró hoja verde, muchachos allá bajo tiene que salir seco… cada uno tiene su compromiso”.
Otros seis secaderos con BPM
Un total de seis secaderos recibieron el 7 de agosto de 2018 los certificados en Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), iniciativa que impulsa y financia el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y que se implementa a través del Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), dando cumplimiento al Plan Estratégico para el Sector Yerbatero.
Los certificados fueron entregados a los secaderos Klingbeil Ernesto (Oberá), Productores de Yerba Mate de Santo Pipó S.C.L. (Santo Pipó), Valois S.A.C.I.F.I.A. (Gobernador Roca), Anra S.R.L. (San Pedro), Establecimiento Imhoff S.R.L. (9 de Julio) y JS S.A. (Oberá) durante un acto en la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (INYM), presidido por su decano Luis Brumovsky, el presidente del INYM, Alberto Re y el gerente de Capacitación Zona Litoral del IRAM, Jorge Coulter.
La capacitación que brinda el INYM y el IRAM a los secaderos “es rigurosa y su implementación demanda realizar inversiones y cambios en las instalaciones y en el personal, pero es algo que tenemos que asumir no sólo porque la yerba mate es un alimento que debemos ofrecer con inocuidad sino también porque nos posiciona mejor en el mercado”, sostuvo Alberto Re.

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