Las eólicas y solares no son energías limpias 

Escribe Carlos Andrés Ortiz

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Entre las muchas falsedades difundidas masivamente por los poderosos intereses creados, que promocionan a ultranza las usinas eólicas y solares, se repite cuan mantra pretendidamente indiscutible que son “energías limpias”, lo cual es una aberrante y maliciosa afirmación. 

Claramente, no son “limpias”, pero para presentarlas así, solo consideran el mero proceso de generación eléctrica, dejando de lado todos los muchos y considerables costos ambientales pre y post generación, lo cual es técnicamente por lo menos un grueso error, sino una evidente maniobra de ocultamiento, de maquillaje para tapar lo impresentable que tira por tierra la imagen supuestamente impoluta que, sin inocencia alguna, sus promotores instalaron. Analicemos: 

• Las superficies afectadas por las propias centrales “renovables sesgadas”, en función de sus muy bajos rendimientos, medidos en energía generada, las solares en particular, no resisten ninguna comparación con otras tecnologías de generación eléctrica, como las hidros, nucleares y las termoeléctricas. Ese dato, contundente en sí mismo, puede no ser relevante en zonas desérticas o poco habitadas, como La Puna y diversos puntos cordilleranos, pero es esencial en provincias con relativa alta densidad demográfica y con tierras escasas y costosas, por ejemplo en Misiones. 

• También las eólicas ocupan mucho espacio, que pasa a ser desproporcionado, pues no solo debe computarse el de cada molino, sino también las amplias zonas circundantes, que, por seguridad, quedan excluidas de toda actividad humana, incluyendo en ello viviendas y áreas de esparcimiento, la agricultura y la ganadería. Esas áreas vedadas son considerables, y varían según las legislaciones de cada país, llegando a superficies de algunos cientos de metros a la redonda, en torno a cada torre. En los casos de parques eólicos, las superficies vedadas llegan a ser muy extensas. Esa superficie vedada tiene un doble motivo: los ruidos molestos de las aspas girando; y los desprendimientos de partes (y de hielo en áreas frías), los cuales pasan a ser proyectiles que pueden impactar a personas, animales y cultivos. 

• Las superficies afectadas a eólicas y solares, también sufren serios impactos ambientales. Las eólicas necesitan enormes plataformas de cemento armado, las que quedan más allá de las cortas vidas útiles, pasando a ser áreas desérticas casi a perpetuidad. Y los parques solares, supuestamente tan “ecológicos”, ocupan proporcionalmente grandes extensiones, que quedan vedadas quitando espacios verdes, incluso en sus entornos, pues las sombras de árboles cercanos afectarían sus ya pobres desempeños, por lo que deben ser mutilados o directamente eliminados. 

• Una muletilla habitual, es repetir como mantra que “el sol y el viento son gratis y usándolos no se contamina”. Por cierto, que las generaciones eólica y solar no son “gratis”, siendo en realidad muy costosas por kWh. Pero en lo ambiental, amañadamente, sus promotores solo consideran aisladamente el propio proceso de generación de energía, sacando de la ecuación ambiental a todos los muchos y elevados costos ambientales que son consecuencias de esas generaciones falsamente limpias. Todo el proceso de fabricación, transporte, instalación, mantenimiento y desguace final, tiene una larga y abultada “huella de carbono”, que esos procesos causan. Y además, el desguace o disposición final, tiene otros elevados costos ambientales, que los ultra ecologistas y otros promotores de las “renovables sesgadas”, omiten; sea por ignorancia, o por cómplice ocultamiento. 

• La disposición final de las abultadas chatarras de muy difícil manejo, en que se convierten las eólicas, al término de sus relativamente cortas vidas útiles, es un serio problema, tanto desde lo estrictamente ambiental, como en lo económico. De por sí, desarmar las voluminosas torres eólicas, con sus gigantescas aspas y otros componentes, es un proceso muy complejo, con costos ambientales en el proceso mismo de desguace, pero también en lo que hace a la disposición final de los componentes. Las partes mecánicas, embebidas en lubricantes y otros componentes tóxicos, terminan en basurales o chatarreros al aire libre, en los cuales el viento y las lluvias vuelcan esos componentes tóxicos, pasando a contaminar la tierra y las aguas de lluvias y de escurrimiento subterráneo. Y las gigantescas aspas, difíciles de ser desguazadas para sus improbables reutilizaciones como materias primas para otros procesos industriales, suelen terminar tiradas en los entornos de sus emplazamientos, como voluminosas basuras y refugios de alimañas. Eso provocó problemas y quejas en España, lo cual fue tratado con sordina, seguramente por “presiones” de los grupos de poder económico que lucran con las promociones a ultranza de las eólicas. • Las chatarras en que se convierten los paneles solares, son también un problema de complejo tratamiento, que parece no ser tenido en cuenta, pese a los elevados riesgos ambientales que pueden ocasionar. Los paneles tienen, entre sus componentes, tierras raras, algunas de las cuales son fuertemente tóxicas para el ser humano. Si no se tratan con sumo cuidado (lo cual no se suele hacer, pues es costoso), esas tierras raras, algunas radioactivas, terminan siendo nocivas en el entorno. Lo propio habría que hacer con los vidrios y otras partes en contacto con esas tierras raras. Los propios vidrios, muchas veces se rompen, y por “simplicidad operativa” los filosos pedazos pueden terminar diseminados en el entorno. ¡Son costos ambientales encubiertos! 

• El mantenimiento de eólicas y solares, también es fuente potencial y prácticamente certera, de serios costos ambientales, así como de serios accidentes humanos y otros problemas, que nunca computan los promotores a ultranza de esas generadoras; y que casi todos los comunicadores sociales y otros responsables públicos (como los legisladores que aprueban esas instalaciones, desconocen, o no les dan las debidas importancias). Por caso, las reparaciones de los elementos mecánicos de las eólicas, se deben hacer a grandes alturas, lo cual es fuente potencial de graves accidentes, y las piezas desechadas, contaminadas con lubricantes y otros elementos, suelen terminar tiradas por error o desaprensión, en sus entornos. 

• Un tema esencial, especialmente ocultado por los que pretenden imponernos al como sea las dudosas “grandes soluciones” de eólicas y solares, es lo vinculado con sus insalvables intermitencias (o sea que se “prenden y apagan” o varían abruptamente el voltaje, según el sol y los vientos cambian), lo que tiene varias consecuencias negativas. Esas intermitencias hacen a esas energías solo aptas como meros Complementos, y nunca como energías de Base, lo cual limita mucho sus reales potencialidades. Pero además, para estabilizar las energías que producen eólicas y solares, evitando bruscas alteraciones en el voltaje, y para tapar sus abruptas salidas de servicio, necesitan contar con el respaldo (en caliente, o sea funcionando), de una Central de Base, generalmente turbinas de gas o ciclos combinados, los cuales consumen petróleo o gas, o sea contaminan. Con lógica técnica, esa contaminación debe ser computada y achacada a las “renovables sesgadas” eólicas y solares, pues se vinculan a las mismas. Pero, contra toda lógica técnica, los tecnócratas y periodistas promotores de estas poco eficientes usinas, omiten ese cómputo de costos ambientales que deben ser atribuidos a las falsamente limpias “energías renovables sesgadas”. 

El tema no se agota, pero en mérito a la brevedad, acotemos el listado de costos ambientales de las nada limpias energías eólica y solar. 

Caben sí, tres observaciones. 

1 – La severísima crisis energética europea, demuestra la total inutilidad de eólicas y solares para sustituir a las energías de base. Por eso no pueden suplir las muy acentuadas carencias en los suministros de gas y de petróleo, insumos de Usinas de Base de tipo termoeléctrico. En particular, Alemania está pagando muy cara su irracional adhesión a los postulados de tipo talibánico de los “verdes ultras”, que vociferaron poder reemplazar a las canceladas Usinas de Base nucleares con los “ventiladores” eólicos y los “espejitos de colores” solares. 

2 – Es muy evidente que el Acuerdo de Paris, que pretende obligar a instalaciones masivas y compulsivas de eólicas y solares (que hoy, ante la severísima crisis, los europeos -para ellos- dejan de lado, pasando a considerar “ambientalmente positivas” al gas natural y a la energía nuclear), es otra maniobra del neocolonialismo del siglo XXI, para obligarnos a los subdesarrollados a aceptar costosas y muy poco eficientes inversiones en eólicas y solares, lo cual tendrá efectos a varias puntas: por una parte, seguir con el negocio de ventas de esos equipos, en parte a ser provistos por los europeos y sus socios Atlantistas; y por otra, atarnos al subdesarrollo crónico, con el salvavidas de plomo de energías muy caras y muy poco eficientes, provocando caos en nuestras matrices eléctricas. 

3 – En Argentina, urge anular las leyes de promoción a ultranza de las “renovables sesgadas” (son sesgadas, pues omiten del concepto de renovables a las hidroeléctricas de más de 60 MW), y con esa anulación terminar con las costosas prebendas de subsidios, despacho de energías “renovables” privilegiadas sin importar el costo, y otras ventajas abusivas, con las que se disimulan los muy altos costos reales de esas energías. Prebendarias ventajas incompatibles con la necesaria cuidadosa administración de los escasos recursos de nuestro Estado Nacional.

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