¿Hay señales de brotes verdes?
En marzo y abril la actividad económica tocó piso y desde ahí, solo comenzaremos a ver recuperación y crecimiento. Eso lo dijo el presidente Milei y el ministro Caputo hace no mucho tiempo atrás. Podíamos pensar que algo de cierto había, ya que no era saludable pensar que el piso estaba todavía más abajo.
Usando ese argumento, el gobierno nacional usó una cortina de humo reversionada: ya no usa otro tema para tapar la caída de la actividad (aunque sí, pero de menor trascendencia) sino que directamente te dice que lo peor ya pasó. La economía real, sin embargo, rechaza esos argumentos. Pasó el mes de mayo y no hemos visto nada que nos pueda hacer pensar que llegamos a ese piso.
El consumo, parecería estar lejos de comenzar a recuperarse. Veamos lo que ocurre con las ventas minoristas relevada por CAME. Es cierto que en marzo y abril recortaron bastante la caída (-12,6% y -7,3%, respectivamente, contra -25,5% y -28,5% de febrero y enero). Sin embargo, continuar esa tendencia desaceleratoria de la tasa de caída para pasar a uno de crecimiento llevará todavía un par de meses en el mejor de los casos. Pero lo más grave aún es que las ventas minoristas caen contra meses en que ya había caída. Por caso, en abril 2024 el descenso fue del 7,3% en relación con abril 2023 que también había caído (-1,6%). Esto evidencia que el indicador empeora de manera significativa.
Sigamos con el consumo. En marzo las ventas en supermercados cayeron 9,3%, desacelerando también contra enero y febrero pero sosteniéndose en niveles de descenso muy alto. De nuevo, dejar atrás esa baja para comenzar a recuperar mostrando alzas reales demandará todavía unos meses. La comercialización de combustible también está en plena caída con la diferencia de que no recorta la caída, sino que la profundiza. En abril fue -13,7%, una variación negativa que estuvo por encima de todos los meses previos y fue además la peor caída en 41 meses.
En los indicadores de la demanda, los patentamientos de autos de mayo cayeron 13,8%, acelerando la velocidad de descenso respecto al -5,2% que marcó en abril. Las motos, por su parte, cayeron 7,1% en igual situación: el descenso de mayo fue mayor al de abril (-4,4% en ese momento). Siguiendo en el rubro, en abril la producción de automóviles cayó 21%, levemente menor a la de marzo (-29,4%) pero en mayo, aunque aún no están los datos, no se observó un movimiento muy distinto. Por su parte, la venta mayorista de vehículos cayó 33,6% en abril, aún más fuerte que en marzo (-20,8%).
El despacho de cemento cayó 36,1% en abril y había mostrado bajos del 42,9% en marzo. A la par de esto, la construcción cayó 29,9% en marzo, un ritmo mayor al que mostró en enero y febrero (-18,8% y -20,7%).
La actividad económica exhibe un claro debilitamiento: según el EMAE INDEC, en marzo se vio una merma del 8,4%, muy por encima del -3,0% que marcó febrero. En ese marco, la Industria Manufacturera tuvo su peor caída desde la pandemia (-19,6%) al igual que el Comercio (-16,7%).
Lógicamente, esto impactó hacia dentro de las economías locales. La impericia del gobierno nacional en relación con el cuidado y fortalecimiento de las economías regionales generó situaciones críticas a lo largo y ancho del país. En nuestra región, por ejemplo, la importación de yerba mate creció 521% en el primer cuatrimestre del año con el claro perjuicio que ello ocasiona a productores locales.
Veamos que pasa en Misiones y en la región. El freno de la obra pública, basado en una cuestión estrictamente ideológica, provocó que en marzo Misiones vea la peor caída del empleo desde que se mide ese indicador, que lleva ya 27 años de vida. Lo mismo se ve en el resto de la región. La venta de automóviles 0km. continúo en descenso: durante mayo, en Misiones cayeron 26,6%; en Corrientes -15,1%; en Chaco -31,5% y en Formosa -16,1%.
Ni hablar de lo que ocurre con el consumo. En el combustible, más allá de la influencia fronteriza que existe, Corrientes, Misiones y Formosa muestran los mayores descensos del país en un contexto donde salvo dos (débiles) excepciones todos muestran bajas. En supermercados, otro tanto: caídas en la región que promedian más de -20%.
El empleo, que fue la variable estrella durante 2022 y buena parte del 2023, se derrumba: -4,9% en el NEA en febrero y proyectamos que en marzo será aún más fuerte.
No existen variables que hayan mostrado buenos resultados y todos los indicadores que ya conocemos resultados de marzo y abril no nos permiten pensar en una recuperación pronta. Lo que el Gobierno nacional ignora (por elección) es que en procesos recesivos de la economía argentina, es el Estado el que impulsa la recuperación y no hay ninguna señal de aparición de ese actor. Si pensamos en las crisis más fuertes de las últimas décadas, como puede ser el 2001 o la propia pandemia, vemos un denominar común: aún con errores, con decisiones sujetas a críticas, con muchas cosas por cuestionar, el Estado fue la locomotora. No se trata de ser keynessiano; se trata de conocer la historia y entender el protagonismo de la política y de los gobiernos en épocas de vacas flacas.
La situación fiscal es igualmente preocupante. Pese a continuar vendiendo espejitos de colores mostrando superávits forzados, lo fiscal está comprometido por estar atado a ingresos extraordinarios (impuesto país o impuesto a las ganancias de sociedades como vimos en mayo) y no a la verdadera dinámica de la actividad económica. Justamente en mayo se vio una nueva prueba: la recaudación por ganancias, según lo que surge de los envíos coparticipables, creció 80% real por la liquidación de las declaraciones juradas de cierre 2023 de sociedades. Con la devaluación de diciembre, los balances de empresas con activos dolarizados (principalmente bancos) se dispararon y generó que paguen más del impuesto. Pero fue devaluación, no fue crecimiento económico. El IVA, por su parte, tuvo una caída fenomenal en mayo: -19,3%, un descenso mucho más profundo que en abril (-8,1%) y que en marzo (-16,5%). El IVA es justamente el impuesto más atado a la actividad económica y al consumo. Por ende: no, no veremos recuperación en mayo.
Entre tanta mala, podemos destacar una buena. Justamente esa suba del impuesto a las ganancias traccionada por sociedades, las provincias tuvieron un respiro. La coparticipación y otros recursos automáticos creció fuerte en un momento bastante oportuno: no solo por paritarias y acuerdos salariales que se vio en muchas provincias, sino también por el desafío que las administraciones provinciales tienen en junio que es el pago del medio aguinaldo.
Todas las provincias tuvieron en mayo un récord de ingresos en moneda corriente pero lo verdaderamente relevante es que tuvieron un fuerte salto real de esos recursos. Pero a no engañarse: aún con un gran resultado de mayo, aún no se compensa todo lo perdido en el año. En Misiones puede graficarse el escenario: la suba de mayo de la coparticipación equivale a un extra (comparando con inflación) de $32 mil millones, pero entre enero y abril perdió $ 70 mil millones; es decir, todavía está $ 38 mil millones abajo.