Sturzenegger: “La industria yerbatera estaba encapsulada, tenía que abrirse al mundo”
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado habló con Bloomberg Línea sobre la apertura económica, la industria yerbatera y el futuro del Estado argentino
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El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, recibió a Bloomberg Línea para una conversación extensa que giró en torno a los efectos de la política de desregulación impulsada por el gobierno de Javier Milei. Uno de los temas centrales fue la yerba mate, producto emblemático de la cultura nacional que ahora, según el funcionario, tiene una nueva oportunidad para crecer sin ataduras. El ministro de la “motosierra” defendió la desregulación y la caída del precio de la materia prima como hecho positivo para “los 47 millones de argentinos”, aunque en la práctica, el precio no bajó en la misma línea que la hoja verde.
“La yerba es un caso paradigmático. El 96 por ciento de las familias argentinas la consume. Pocas industrias tienen esa capilaridad. Tenés todo el mundo por conquistar. Pero la industria estaba encapsulada, miraba hacia adentro”, sostuvo. Para Sturzenegger, el enfoque anterior se centraba en un sistema de controles que impedía crecer y exportar. “No puede ser que en un país esté prohibido plantar yerba”, agregó. En esa línea, defendió la eliminación de las restricciones a nuevas plantaciones y la liberación del precio, antes fijado por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Si bien el organismo sigue existiendo formalmente, “en la práctica dejó de cumplir sus funciones regulatorias”, aclaró. La eliminación del sistema de estampillas, que financia al INYM, aún está pendiente de tratamiento legislativo.
La apertura del sector yerbatero, argumentó, forma parte de una lógica más amplia: bajar precios, aumentar la competencia y reducir el peso del Estado en la economía. “Hubo una caída significativa del precio de la yerba en términos reales, lo cual es un beneficio para 47 millones de argentinos”, dijo. Comparó el caso con la apertura de las importaciones de celulares o la irrupción de Starlink, facilitada por el DNU 70 que liberalizó el acceso a la internet satelital. “Argentina es un país obvio para Starlink: baja densidad y grandes extensiones. Hoy, en la Ciudad de Buenos Aires, ya está saturada la capacidad de los satélites”, comentó.
En su oficina, Sturzenegger instaló un contador que marca cuántos días quedan de las facultades delegadas que le otorgó el Congreso. “Nos quedan 53 días. No vamos a pedir prórroga. Todo lo que podamos hacer con esas herramientas se hará antes de que venza el plazo. Después será tarea del Congreso”, explicó. En ese tiempo, aseguró, se emitirán una serie de decretos para cerrar, fusionar o centralizar organismos estatales. “Nos enfocamos en eliminar estructuras que solo generaban trámites para recaudar”, afirmó.
De cara al futuro, anticipó que las próximas reformas –como la laboral, la previsional y la tributaria– dependerán del respaldo que el oficialismo consiga en las elecciones. Pero insistió en que la agenda del presidente Milei es clara: equilibrio fiscal, apertura económica y desregulación del mercado. “La inflación va a desaparecer antes de lo que muchos creen. Eso obliga a replantear la rigidez del mercado laboral. Ya no va a haber inflación que licúe los salarios”, advirtió.
Sturzenegger también respondió a las críticas por la posible pérdida de empleos en sectores protegidos. En particular, por los cambios en el régimen industrial de Tierra del Fuego. “Estamos hablando de 2000 personas sobre una masa laboral de 6,5 millones. Si un celular cuesta menos, la gente tiene más plata en el bolsillo, que se gasta en otras cosas. Eso genera más empleo que el que se pierde”, aseguró. Y destacó el potencial estratégico de la isla: reservas de gas, pesca, acuicultura y turismo. “Tierra del Fuego tiene todo para tener el ingreso per cápita de un país europeo. Pero, por ejemplo, prohibieron la acuicultura, algo que en Chile genera 6000 millones de dólares y 70 mil empleos. Es absurdo”.
En la charla también se refirió al impacto de las reformas sobre el tipo de cambio y el temor a la pérdida de competitividad exportadora. “Con tipo de cambio flotante, cada importación genera su exportación. Si importás mucho, sube la demanda de divisas y eso estimula la exportación. Si cerrás la economía, matás la exportación. No hay contradicción”, explicó. Ante la preocupación de la UIA y algunos economistas por una apreciación cambiaria prematura, insistió en que se trata de un proceso saludable: “Países como Japón vivieron apreciaciones del tipo de cambio cuando se convirtieron en grandes exportadores. Nosotros vamos hacia eso”.
Sobre el futuro político de las reformas, fue enfático. “Para que los cambios duren, hay que desarmar el triángulo de las Bermudas argentino: sindicatos, empresarios prebendarios y el peronismo como gestor del statu quo. No se trata solo de cambiar leyes. Hay que cambiar la arquitectura legal que sostiene privilegios”. Y puso como ejemplo la eliminación de la intermediación en los planes sociales, lo que derivó –según él– en la desaparición de los piquetes. “Cuando sacás el financiamiento de esas estructuras, pierden poder de presión”, afirmó.
El ministro evitó referirse en profundidad al tipo de cambio o la política monetaria, pero aseguró que el gobierno no tiene ansiedad. “Entendemos que para los inversores Argentina era un país de oportunidades de corto plazo, nunca de largo plazo. Eso está cambiando. El que fue el peor alumno de la clase ahora entrega los trabajos, hace los deberes y tiene superávit fiscal”.
Respecto a su vínculo con Elon Musk, fue claro: “Nunca hablé con él, pero sí lo hizo el presidente. Creo que conectó con nuestra agenda de desregulación, por lo que vivió con SpaceX. Quizás fuimos una inspiración modesta”. Y cerró con una visión de largo plazo: “Queremos que Argentina sea un país rico, con salarios altos y estabilidad macro. Para eso, hay que abrir la economía y garantizar derechos de propiedad. Lo demás llega solo”.
