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“Mis dólares, mi decisión”: rechazo al blanqueo y desafección democrática marcan el clima político argentino

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El último estudio de la consultora Zuban Córdoba revela dos tendencias críticas que configuran el actual estado de ánimo político en la Argentina: la negativa ciudadana a involucrarse en los planes económicos del gobierno y una creciente desafección democrática que pone en cuestión el vínculo entre la ciudadanía y la política.

Según la encuesta realizada entre el 7 y el 9 de junio de 2025, apenas un 19,9% de los argentinos mayores de 16 años declara tener ahorros en dólares. De ellos, apenas un 12,2% estaría dispuesto a blanquearlos en el marco del nuevo régimen fiscal propuesto por el gobierno, pilar de la estrategia económica oficial para los meses que restan del año.

El dato cobra mayor dramatismo si se considera que más del 55% de quienes poseen dólares guardados afirma que no usará esos fondos “solo porque se lo pide el Gobierno”. La frase “Mis dólares, mi decisión” resume, con contundencia, una postura ampliamente compartida: una desconfianza estructural hacia las decisiones gubernamentales que busca preservar los escasos capitales individuales ante escenarios volátiles.

Una imagen ilustrativa de este distanciamiento la brinda otra afirmación incluida en el relevamiento: el 57,8% de los ahorristas está de acuerdo con que “lo último que se me ocurre es gastar los dólares porque Milei y su gobierno me lo piden”. Incluso frases más provocadoras, como “Cuando los ministros de Milei traigan sus dólares del exterior, voy a gastar los míos”, cuentan con la adhesión del 45,4% de los consultados con ahorros.

El fenómeno del “dólar colchón”, históricamente anclado en la clase media argentina como defensa frente a la inestabilidad económica, parece reforzarse como estrategia defensiva y, ahora también, como símbolo de rechazo a la conducción económica oficial.

Malestar político: la democracia como trámite

Pero la distancia con el gobierno no se agota en lo económico. El módulo electoral del estudio revela un malestar institucional más profundo, que compromete incluso la legitimidad del sistema democrático. Aunque un 65% de los encuestados se manifiesta a favor del voto obligatorio, se observa un debilitamiento de la convicción democrática, especialmente entre los jóvenes.

Solo el 43,7% de los encuestados considera que “sentir que su voto puede generar un cambio” es una razón suficiente para participar en elecciones. En cambio, la falta de confianza en los candidatos y partidos (25%), la desconfianza en el sistema electoral (17,7%) y la sensación de que “el voto no genera cambios” (17,5%) emergen como los principales factores de desmotivación electoral.

Esta desconfianza se expresa con mayor intensidad entre los votantes jóvenes (16 a 30 años), donde el 29,4% señala que su principal razón para no votar es la falta de confianza en la oferta electoral. En este grupo también adquiere peso el “cansancio por la cantidad de elecciones” (9,9%), fenómeno que se incrementa entre los votantes de Javier Milei en el balotaje (17,3%).

Paradójicamente, incluso entre quienes se manifiestan desencantados con la política, la mayoría sigue defendiendo la obligatoriedad del voto. Esta ambivalencia -reclamo de participación sin representación efectiva- expresa una ciudadanía que exige cambios pero no encuentra canales confiables para vehiculizarlos.

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