Aldea Lobos: la marca misionera que nació con 3.000 pesos y hoy se vende en todo el país
Quien quiera llegar a grandes cosas no espera a que pasen las cosas por sí solas, las debe buscar, las debe trabajar y mantener siempre el objetivo. Aunque no exista una fórmula para lograr un éxito asegurado y sostenido, esperar no es una opción.
Yamila Coutoune es una joven diseñadora industrial que entendió perfectamente esto, desde el minuto en que empezó a forjar su vida profesional. Yamila gestó Aldea Lobos, un emprendimiento de diseño de interiores que ya tiene forma de pequeña empresa y que no tiene techo. Con un crecimiento sostenido en los últimos años, esta tienda impone su estilo llegando a lo largo y ancho del país.
El éxito de Aldea Lobos, que inició con la fabricación de cuadros tallados en madera y que ahora provee de espejos, tapices, lámparas, entre otros productos, a 147 tiendas mayoristas de todo el país, es fruto de la ambición y el trabajo de Yamila.
Posadeña, emigró a Capital Federal con el objetivo de formarse profesionalmente y forjar su futuro, pero sin olvidar sus raíces, de donde viene. Empezó en la carrera de Diseño de Indumentaria, mientras estudiaba en paralelo Diseño de Calzado, siendo esta última la que culminó. “Luego me cambie a Diseño Industrial, que fue el amor de mi vida por 5 años que me llevó terminarla. Cambiarme a industrial fue la mejor decisión que tome”, explicó a Economis.
Para fines del 2020, con la modalidad virtual, Yamila, que hoy tiene 29 años, se recibió en la Universidad de Buenos Aires, cuando su proyecto productivo ya estaba dando sus primeros pasos. De hecho, fue alrededor del tercer año de cursado cuando descubrió que el área en el que deseaba desempeñarse era el de Desarrollo de Producto.
Desarrollo de Producto, según explica la joven empresaria, es el proceso integral de creación del producto. Desde entender una necesidad, el estudio del cliente, hasta una propuesta formal que se adapte a la fabricación nacional, no a las cantidades, donde se van optimizando los procesos, en función de las necesidades.
Es así que, al elegir esa rama de su profesión, Yamila se dio cuenta de un inconveniente: la poca salida laboral y lo mal remunerado que estaba, para sus pretensiones. “Es una rama del Diseño Industrial que no hay demasiado trabajo, creo que en ningún lado, pero fundamentalmente en Argentina. Cuando me estaba por recibir me di cuenta que me iba a ser muy complejo conseguir trabajo de lo que yo quería”.
A grandes problemas, grandes soluciones. Yamila decidió crear lo propio, algo que le guste, donde se sentiría satisfecha y que le permita ganar, lo que ella quería ganar. “Me daba cuenta que lo que estaban pagando en el medio era, no sé si bueno o malo, pero no era lo que yo quería ganar”.
Yamila recuerda que, en aquellos años, contaba con las herramientas y que recibió la ayuda de un montón de personas que la acompañaron en el proceso y la animaron a emprender. “Me propuse construir mi trabajo, no depender de nadie, así que fui por ahí”, señaló.
La propuesta final fue también producto de un estilo de vida que llevaba desde su época de estudiante, donde confiesa que valoraba mucho el espacio donde habitaba, la decoración. “Vivo sola hace mucho tiempo y, más allá del tamaño de las cuestiones, yo me encargaba de que sea un lugar lindo de habitar, de los detalles de estar en todo. Esto sin dedicarme todavía a la decoración, porque antes de estudiar Diseño Industrial, también estudié genética y después estudié diseño de indumentaria, pero siempre estuve muy vinculada a lo estético”.
Los primeros pasos fueron con cuadros de madera tallados, los primeros productos que creó desde Aldea Lobos. “Me pareció una idea muy interesante y me pareció que estas personas, si bien habían hecho algo que estaba muy bueno, había bastante más por crear alrededor, porque veía que a nivel diseño era bastante pobre la propuesta, así que quise darle una vuelta de rosca”.
De esta manera empezó con la fabricación de cuadros tallados en madera, personalizados, aunque la idea no prosperó mucho tiempo. “Esa es otra particularidad de Aldea Lobos, que fue mutando en el tiempo, a la par de que yo me fui transformando, porque, algo que todos los emprendedores entendemos es que tu emprendimiento está muy vinculado a vos como persona”, aclaró.
Estas primeras producciones las desarrolló durante su tercer año de cursado, por lo que se trataba de propuestas generadas durante un proceso de aprendizaje que, según cuenta, fue tanto en el plano profesional, como en el personal. “Fui aprendiendo mucho más, fui cultivándome como profesional y como persona, me pasaron un montón de cosas importantes en el medio, que sumaron a esta transformación”.
La producción y venta de los cuadros de madera se mantuvo por un año, aproximadamente, hasta que empezó con el desarrollo de lo que sería el primer producto insignia de su empresa y que sería el inicio de una nueva etapa: espejos decorativos. Con esta nueva propuesta empezó a compartirlos en Instagram, escribir a las marcas que conocía, generando una publicidad orgánica porque, como todo emprendedor, no tenía fondos suficientes en ese momento para pagar publicidades.
Fue así que, con los espejos decorativos, llegó la primera venta mayorista de Aldea Lobos, a través de una importante marca que la contactó y que le compró 10 espejos. “De pronto me lo empezó a pedir un montón de gente y yo empecé a tocar un montón de puertas, porque la realidad es que yo no me senté y empezaron a pasar las cosas solas, salí a buscar que las cosas pasen y es lo que hago todos los días”, sentenció Yamila que recuerda su capital inicial, en aquellos años, era de apenas $3.000.
“No tenía para pagar publicidad, tuve que salir a buscar los clientes de otra manera. Les escribía uno por uno a todas las tiendas de decoración, tocaba las puertas y de pronto a la gente le empezó a gustar mi producto, lo empecé a vender y me hice muy fuerte dentro de los productos que fabrico, pero en la venta mayorista”.
El crecimiento fue gradual, algo vertiginoso, pero firme, al punto de contar actualmente con casi 150 clientes de compra mayorista en todo el país, algo que representa alrededor del 80% de su facturación. “Prefiero la comercialización mayorista, porque el cliente minorista es complejo, lleva un montón de tiempo y lo que me gusta hacer es entender la necesidad del cliente, del mercado y poder darle una solución”.
“El foco en Aldea Lobos está puesto en la fabricación y no en la venta, es por eso que nos gusta ser mayoristas, porque nos gusta y enriquece mucho la relación con el cliente, que no es la misma relación con el cliente minorista, que muchas veces termina siendo un número”, agregó.
Yamila destaca la relación que tiene con sus clientes, donde asegura conocer a cada uno de ellos, gracias al trato que mantienen. “Los conozco a todos, sé el nombre de todos y eso que se genera, es espectacular. A nosotros nos interesan mucho las construcciones de las relaciones humanas, nos enfocamos un montón en eso y por eso es que volvemos a defender la postura mayorista, porque vendemos más volúmenes, con márgenes menores, pero tenemos acceso a la relación personal con el cliente que es lo que nos interesa y generamos lazos comerciales muy fuertes que se prolongan en el tiempo”.
Una estrategia que, sostiene, les llena el corazón. “Cuando uno trabaja bien y tiene predisposición, la gente responde muy bien y eso es excepcional”.
Aldea Lobos, indica Yamila, no se hace sola. A pesar de ser un emprendimiento personal, donde ella lo encabeza como directora y es quien toma todas las decisiones importantes, es también producto de un trabajo en equipo.
Puertas adentro tiene una encargada del taller y la producción y cuenta con varios proveedores de servicios y materia prima, como ser los contadores, un ingeniero a cargo de la organización de la información y un equipo de tejedoras que se encargan de la línea Ether, una cadena productiva que recibió una distinción nacional del Sello del Buen Diseño.
Respecto a los productos que comercializa actualmente Aldea Lobos, cuentan con una línea de espejos orgánicos, otra de lámparas y tapices (que son las premiadas), una línea de jarrones de vidrio, una de jarrones de porcelana, una de jarrones de cerámica y una línea de complementos. Por otra parte, actualmente están en desarrollo una línea de jarrones en gres, otra de jarrones en cerámica y una línea de candelabros en cerámica.
Un nombre con identidad
El nombre Aldea Lobos surge en un brainstorming, combinación de palabras que, además de satisfacer varios requerimientos de marketing, representa la esencia de Yamila. “Aldea refiere a mi parte más humana, cálida, donde entiendo que los objetivos se cumplen a partir del trabajo en equipo y las relaciones interpersonales y Lobos representa mi parte más voraz, depredadora, la que tiene la fuerza para avanzar contra cualquier adversidad. De hecho, logotipo de la marca es “Aldea Lobos” escrito en cursiva de mi puño y letra”.
A pesar del creciente éxito, Aldea Lobos no descansa y Yamila explica que avanzan sobre el objetivo de consolidar las líneas productivas actuales, adquirir plantas productivas propias y exportar sus producciones, en principio, a países limítrofes.
Modelaje
Desde su arribo a Buenos Aires, Yamila empezó a trabajar en el mundo del modelaje, aunque lo tomó como un trabajo part time y de manera provisoria. “Si bien, recibía ayuda económica de mis padres, no podían sostener la vida que me gustaba llevar, entonces siempre trabajé, como modelo en publicidad y gráficas. Fue un trabajo excelente: hice grandes campañas y publicidades, paga bien y me dejaba tiempo para estudiar, combinación perfecta”, explicó.
Aunque todavía trabaja como modelo, explica que es algo a lo que dedica actualmente menos tiempo. “Sigo trabajando, pero poco, selecciono solo los trabajos que más me gustan (y mejor pagan), ya que todo me resta tiempo de trabajo en Aldea Lobos, y para llegar a ser grande se hace con trabajo”, asevera.
A pesar de tener todas estas ventajas, confiesa que es un rubro que no lo apasiona debido a que, si bien le permite acceder a ciertos círculos, es un medio que entiende que se valora poco las esferas del intelecto y las emociones, algo que hizo que le resultara poco atractivo. “Trabajé de modelo durante la carrera, quería retirarme hace tiempo, y cuando Aldea Lobos empezó a funcionar muy bien pude hacerlo; hoy en día lo sigo ejerciendo pero eligiendo que campañas o publicidades hacer, como no es una obligación, lo disfruto mucho más. Me demanda poco tiempo y esfuerzo entonces se relaciona perfectamente con mi empresa”, finaliza.