Analizan construir centro subterráneo para residuos nucleares en Argentina

Argentina avanza con un proyecto para almacenar residuos nucleares en depósitos a más de 500 metros de profundidad, bajo el mayor dilema de la licencia social.

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Argentina avanza con un proyecto para almacenar residuos nucleares en depósitos a más de 500 metros de profundidad, bajo el mayor dilema de la licencia social.

En la Argentina, donde hay reactores nucleares en funcionamiento desde 1958, los combustibles gastados se han ido almacenando en piletas de agua dentro del complejo Atucha, en Lima, en el Centro Atómico Ezeiza, y en la Central de Embalse, en Córdoba, donde después de seis años se trasladan a un almacenamiento en seco en silos de hormigón. En el Centro Atómico Atucha, desde este año los combustibles gastados se empezaron a trasladar a los silos del nuevo edificio de Almacenamiento en Seco de Elementros Combustibles Quemados de la Central Atucha 1 (ASECQ-1), en ese mismo predio.

Es que tras terminar su vida útil, los combustibles gastados que se utilizan para la generación de energía nuclear suelen ser almacenados en piletas con agua, para mantener baja su temperatura y aislar al ambiente de radiación. Pocos años después de este proceso se pueden almacenar en recipientes de hormigón, pero el mayor problema es que algunos componentes de estos combustibles gastados pueden seguir emitiendo radiación por decenas de miles de años.

Los residuos radioactivos provenientes de la actividad nuclear todavía no tienen un destino definitivo en la Argentina

Por ello, es que en todo el mundo se evalúan alternativas para hacer una disposición final que pueda garantizar que estos residuos no sean liberados al ambiente en muchísimos años sin necesidad de ser vigilados. Y una de las soluciones técnicas que genera más consenso es la de almacenarlos en depósitos a más de 500 metros de profundidad, en zonas de piedra granítica adonde no haya filtración de agua.

A principios de este mes, el Programa Nacional de Gestión de Residuos Radioactivos de la CNEA hizo la presentación del proyecto ConfinAR Geo, bajo el título de “Primeros diálogos sobre disposición de residuos radioactivos y combustibles gastados en la Argentina”.

Se trata de las primeras reuniones con especialistas para encarar el proyecto de construir un almacenamiento geológico para la disposición en forma permanente de los residuos nucleares “de forma segura y sin necesidad de mantenimiento”.

Pero la mayor complejidad de este tipo de proyectos es conseguir la licencia social de las comunidades locales para ubicarlo.

Participaron de los encuentros distintas áreas de la CNEA, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN, ente regulador) y representantes de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), que es la operadora de las tres centrales nucleares y la principal generadora de residuos de alto nivel del país.

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La idea es que pueda estar operativo en algunas décadas. Pero si bien los plazos son extensos, va en línea con lo que están demorando otros países con proyectos similares como Canadá, Francia… o Finlandia, donde los habitantes de Eurajoki y Rauma parecen estar conformes con todas las decisiones gubernamentales.

Es que se espera que la iniciativa tenga una etapa de discusión interna dentro del ámbito nuclear hasta 2024, luego una etapa de evaluación de sitios (que puede durar de 5 a 10 años), una etapa de caracterización de sitios (que puede tomar de 15 a 20 años), una etapa de construcción de las instalaciones (de 10 a 20 años), y una etapa de operación, de 120 años.

La etapa final, de clausura, podría durar entre 30 a 50 años. Al ser un proyecto de muy largo aliento, debe ser tan flexible como sea posible para adaptarse a los cambios y al desarrollo tecnológico que vayan a darse en los próximos 200 años…

Esta es la cuarta vez que la Argentina inicia los trabajos para realizar una instalación de disposición final.

En 1998, se promulgó la Ley 25018, que creó el Programa Nacional de Gestión de Residuos Radioactivos (PNGRR) y que le otorga la responsabilidad de todos los residuos nucleares a la CNEA. Dado que en la Argentina está prohibida constitucionalmente la importación de residuos radioactivos o peligrosos, solo se refiere a los generados localmenteLicencia social

El evento contó con la presencia de expertos de Canadá, Francia y Suecia, que relataron sus experiencias en proyectos similares en sus países, y el patrocinio del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Karina Lange, especialista en residuos radioactivos del OIEA, afirmó que “en todo el mundo hay 183.500 toneladas de residuos nucleares almacenados en piletas y 80.000 toneladas en instalaciones de concreto, y se avanza en la creación de depósitos definitivos geológicos a más de 500 metros de profundidad. Es difícil conseguir la licencia social para su instalación porque se los ve como basureros nucleares”.

Por ejemplo, en Francia, la jefa del Departamento de Comunicación y Diálogo con la Sociedad de la Agencia Nacional para la Gestión de Residuos Radioactivos (ANDRA), Annabelle Quenet, explicó que una exigencia desde las comunidades dispuestas a recibir los repositorios es que la disposición pueda ser reversible por lo menos por 100 años, es decir, que se si se decide que los residuos sean sacados de allí y llevados a otro lado esto resulte técnicamente posible. “Lleva mucho tiempo construir las relaciones de confianza con las comunidades y así y todo es muy frágil. Hay que ser flexibles para adaptarse a sus necesidades”, dijo.

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Durante el encuentro, desde el público surgió la pregunta sobre si OIEA aprueba el tránsito internacional de residuos nucleares para instalar almacenamientos geológicos extraterritoriales. La respuesta de Lange fue que “OIEA no emite opinión sobre eso pero hay países como Croacia y Eslovenia que están pensando en compartir su repositorio y el organismo no se opone”.

Otra de las preguntas fue sobre si las instalaciones de la mina de Sierra Grande (Río Negro), que ya tiene decenas de kilómetros construidos y está en una zona geológicamente estable y de roca dura, no serían las ideales para la instalación del repositorio.

Victoria Altinier, responsable por CNEA del proyecto de cooperación técnica con OIEA, respondió que “lo más importante es conseguir la licencia social y una vez que se tiene eso se pueden conseg uir las soluciones técnicas para cualquier lugar. Aunque lo ideal sería una roca granítica, en otros países estudian hacer las instalaciones bajo mantos de arcilla o hasta roca caliza”.

Por último, Lucrecia Gringauz, responsable de Comunicación del PNGRR, agregó que el proyecto obedece a una responsabilidad ética intergeneracional. “Si somos quienes usufructuamos los beneficios tenemos que hacernos cargo de los costos”, sostuvo.

“La idea de imponer a la sociedad un proyecto determinado no va a funcionar. Ese es uno de los aprendizajes de la comunidad científica internacional. Los países que más avanzaron tardaron tres, cuatro y hasta cinco décadas en ordenar el debate”, indicó Gringauz.

Además, comentó que la Argentina no está urgida de tiempo: “Tenemos dónde ubicar los residuos. De hecho, se está construyendo más lugar para más almacenamiento en seco. Pero el tiempo pasa y este proyecto debería empezar a avanzar, justamente para que en ningún momento haya urgencias“.

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