Aseguran que la certificación de madera estructural impulsará el desarrollo de la construcción
El sector maderero está avanzando en un consenso para concretar “en los próximos meses” un sistema voluntario de certificación de madera, un paso necesario para impulsar la construcción con ese producto, en un proceso que ya cuenta con un importante desarrollo en varios países.
El sector maderero está avanzando en un consenso para concretar “en los próximos meses” un sistema voluntario de certificación de madera, un paso necesario para impulsar la construcción con ese producto, en un proceso que ya cuenta con un importante desarrollo en varios países.
Así lo señaló Daniel Vier Zanelli, presidente de la Cámara Argentina de Aserraderos de Madera (Cadamda) y vicepresidente primero de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima), días después del encuentro de empresarios, profesionales y funcionarios del área en la reunión técnica llevada a cabo en la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial.
Vier consideró que la certificación significará “con total seguridad” un impulso a la actividad de la construcción con madera y enfatizó que “es un cambio de paradigma inexorable, va a llegar sí o sí”.
“En el mundo se está construyendo cada vez más y mejor con madera, con una arquitectura de calidad y características técnicas infinitamente superiores a otras tradicionales”, agregó.
“Cuándo va a ocurrir, eso va a depender de nosotros”, puntualizó, en referencia a la necesidad de no desaprovechar las ventajas ambientales y de eficiencia energética que la actividad muestra en relación con la construcción húmeda tradicional.
Uno de los principales obstáculos que la construcción con madera tiene para impulsar su desarrollo en el país pasa por la falta de una normativa uniforme sobre certificación o rotulado.
“Hace mucho tiempo, unos 30 años, que en el sector maderero tratamos de desarrollar algún sistema para que el comprador sepa qué tiene que buscar y adquirir, para que el producto le de las prestaciones que pretende por diseño, estructura o cálculo”, expresó Vier, quien planteó las dificultades “que van desde lo cultural”.
En ese sentido, sostuvo que “por la cercanía que todos tenemos con la madera, nadie se pregunta cuáles tienen que ser sus características técnicas; a nadie se le ocurre hacer una viga de hormigón sin hacer los cálculos, pero con la madera se cree que una viga tiene que aguantar, y eso no es lo correcto, porque así como hay un cálculo exacto para una viga de hierro u hormigón, también tiene que haberlo para la madera”, remarcó.
“Hay una clasificación muy cercana a lo subjetivo, algo que no pasa con el cemento u otro insumo para la construcción tradicional”, insistió, para completar señalando que el proceso que en algún momento derivará en una normativa uniforme y obligatoria “no es un camino fácil, pero ya hay bastante recorrido transitado”.
La falta de una normativa uniforme “es un problema, sin lugar a dudas -reconoció-, sobre todo para los que pertenecen al ámbito de la construcción (arquitectos, maestros mayores de obras, etc), aunque para los que venimos del mundo de la madera es más simple”, debido a la acumulación de “años de prácticas individuales”.
Esas prácticas, indicó, “tratamos de congeniarlas en una normativa” en especial para ayudar al comprador, que cuando llegar al mostrador de un corralón “no sabe qué producto es el adecuado para lo que necesita y comienza a haber una puja por los precios antes que por la calidad”.
“Eso va en desmedro del producto y quizás la construcción no queda en buenas condiciones, pero porque no se usó el material adecuado”, explicó.
Vier indicó que “existe mucha nomenclatura, literatura y normativa internacional que pueden ser una base para el desarrollo de una normativa nacional”, si bien advirtió que no puede tratarse de una traslación automática “porque las maderas en la Argentina tienen características diferentes a las de otros países” e incluso diferencias entre las distintas cuencas forestales dentro del país.
Una normativa uniforme, aclaró, “no depende sólo del acuerdo entre los participantes de una determinada cadena productiva sino de las instituciones que se dedican a esa tarea”, que en nuestro país es el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM).
Las normas del IRAM, sostuvo Vier, “llevan mucho tiempo, porque son muchos los actores que tienen que trabajar en ellas” y en el caso de la madera estructural se choca con una dificultad adicional, que es la clasificación por especie.
Por tal razón -y mientras se aguarda que llegue el momento de la certificación uniforme y obligatoria- la normativa voluntaria acordada entre profesionales y empresarios del sector podría ser un paso intermedio para no detener el avance de la construcción con madera y permitir que la Argentina desarrolle esa actividad a la par de muchos otros países, aprovechando los recursos naturales que posee.
“Estamos abocados a tratar de sacar algún tipo de sello o rotulado que avale que la calidad y dimensiones del producto, tanto para el arquitecto como el constructor o el consumidor. Es algo que se va a resolver en los próximos meses, sólo hay que consensuarlo”, anticipó.
Vier destacó el rol de Sabina Vetter desde marzo del año pasado al frente de la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial, en un área históricamente caracterizada “por las dificultades para programar una mesa de trabajo, cuando los interlocutores cambian permanentemente”.
Ponderó que Vetter “es una persona que viene de la industria maderera (fue gerente de Bioenergía de la maderera Lipsia durante doce años) y conoce las complejidades particulares del sector, algo que nos ha dado muchísimo aliento para impulsar una agenda activa”.