Alejandro Pegoraro

Director de Consultora Politikon Chaco

Empleo sólido ¿Qué pasa con los salarios?

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Hace días nada más se conoció el reporte del INDEC vinculado al mundo del trabajo en la Argentina que corresponde al primer trimestre del año. Al observar el resultado para el total de aglomerados que mide la EPH, se dio lo esperado: una caída en la tasa de empleo y un alza en la tasa de desocupación, acompañado por una reducción de la población económicamente activa. En ese contexto, y aún con las serias complicaciones en materia laboral que se vieron a lo largo de los tres primeros meses del año, el representante misionero, el aglomerado de Posadas, no solo ratificó su liderazgo en la región del NEA sino que lo expandió a todo el Norte, mostrando mejoras, en claro sendero contrario a la tendencia nacional. 

Posadas mejoró su tasa de actividad y su tasa de empleo en los dos niveles comparativos: interanual e intertrimestral. Contra igual trimestre del 2023, la actividad se incrementó en 1,2 puntos porcentuales (+7 mil nuevos ocupados) y la de empleo lo hizo en 1 punto (+5 mil ocupados). Contra el trimestre anterior (último del 2023), la población activa creció en 5 mil personas (+1,2 puntos porcentuales) y la población ocupada lo hizo en dos mil personas (+0,4 puntos). 

Si bien una buena parte de los nuevos activos ingresó al mercado de trabajo mediante empleo (y de allí el crecimiento de esa tasa) hubo otra que aún no logró hacerlo por esa vía. Naturalmente, esto generó también una suba en la tasa de desocupación: +0,3 puntos interanual y +1,5 intertrimestral. 

Para entender mejor este escenario: viendo el primer trimestre 2024 contra igual trimestre 2023, existieron 7 mil personas que pasaron a ser activas al volcarse al mundo del trabajo. De ese total, cinco mil personas lograron empleo y otras dos mil personas aún lo siguen buscando. Por ende, creció la actividad, creció el empleo y también creció la población desocupada. 

Igual ejercicio podemos hacer en comparación con el último trimestre 2023 y aquí si vemos con mucha más claridad los impactos del escenario actual: la población activa creció en cinco mil personas en Posadas (por ende, sube la tasa de la actividad); de ese total, dos mil personas lograron tener una ocupación (por ende, crece la tasa de empleo) pero otras tres mil personas aún siguen buscándolo (por ende, crece la tasa de desocupación). La proporción de nuevos activos que ingresan al mercado de trabajo vía empleo se invirtió según la comparación tomada: es absolutamente mayor en la comparación interanual. 

Aún con esto en consideración, es destacable el hecho de que Posadas tenga una suba de la desocupación que esté basada en el incremento de la actividad y no en la caída del empleo. Esto es crucial para el mercado de trabajo, cuyo desafío, según estos resultados, es más bien de contener (y lograr ampliar la oferta de trabajo) y no necesariamente de recuperar, como sí se observa en otros aglomerados. 

Este dato ratifica lo que se conoció anteriormente respecto al empleo privado formal, que mostró caídas entre diciembre y enero pero repuntó fuertemente en marzo con casi tres mil empleos creados. Entonces, particularmente para Misiones, el problema central de esta crisis actual no está en el empleo, que pareciera estar contenido. ¿Dónde está el impacto más fuerte entonces? Podemos pensar en el consumo, que muestra descensos significativos en la provincia y en el país; podemos pensar en la actividad económica que también exhibe desempeños negativos con algunas volatilidades según el sector. Son problemas, por supuesto. Pero el mayor problema en términos de impacto social está en otro lado: el salario. 

Hace pocas horas, la Secretaría de Trabajo de la Nación, vía el SIPA, suministró la información vinculada a las remuneraciones promedio del sector privado formal. El golpe que le dio la recesión a los salarios es fenomenal: a nivel nacional, la caída acumulada del primer trimestre 2024 de los salarios en ese segmento fue del 10,8%, el mayor descenso para un primer trimestre de todo el período 2016-2024. Para Misiones, el golpe fue todavía mayor: -15%, también el más importante de por lo menos los últimos ocho años. 

Según esos registros, el salario promedio de los trabajadores registrados en el sector privado formal misionero fue de $ 578.754 en el mes de marzo de este año. Dicho valor representa apenas el 65% del promedio nacional. Por supuesto, hacia dentro de los sectores de actividad hay enormes brechas. Sobre un total de 13 sectores, seis muestran salarios promedios superiores al total provincial y siete presentan niveles inferiores al promedio. Veamos que ocurre en cada caso. 

El sector que en marzo de este año registró el mayor salario promedio fue el de Intermediación Financiera, altamente explicada por el peso de las remuneraciones de bancarios. Fue de $ 1.426.944 la remuneración promedio en ese sector (147% por encima del promedio provincial), aunque cabe mencionar que emplea a solo el 1,4% de los trabajadores provinciales. En segundo lugar se ubica el sector de Electricidad, Gas y Agua con $ 1.298.901 de remuneración promedio, aunque también es un sector de baja empleabilidad (1,8% del total). El podio de mayores salarios promedio se completa con el sector de Servicios Transporte, de Almacenamiento y de Comunicaciones con $ 903.312 aunque con mayor peso sobre el empleo, representando el 8,8% de los trabajadores privados de la provincia. 

Los otros tres sectores con salarios promedio superiores a la media provincia, si bien muestran niveles nominales menores, tienen mucha más representatividad en el mercado laboral: Servicios Sociales y de Salud con $ 690.666 de promedio concentra el 3,9% del empleo; Comercio con $ 643.207 de promedio y una representación del 23,6% del mercado laboral; y la Industria Manufacturera con $ 615.697 de salario promedio y participando del 21,1% del empleo. 

Por el contrario, tienen salarios menores al promedio provincial los sectores de Servicios Comunitarios, Sociales y Personales, Servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler; Explotación de minas y canteras; Construcción, Hotelería y Restaurantes; Enseñanza; y Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura. Salvo el caso de Minas y Canteras, el resto de los sectores concentran más del 4% de empleo provincial, cada una, con un pico en el Agro con 7,6% de representación y teniendo el salario promedio más bajo de la provincia, siendo un 48% inferior a la media provincial.

Veamos que pasó con los desempeños sectoriales. Solamente uno logró subas en este primer trimestre y es justamente el sector de mayor salario en la provincia: el de Intermediación Financiera. Impulsada por las paritarias bancarias, las remuneraciones en ese sector crecieron 7,4% real. Por el contrario, los otros doce sectores mostraron caídas aunque hay desvíos de fuerte consideración. 

Con niveles de caída por debajo de la media provincial de -15%, se posicionaron el Comercio (-4,1%), Electricidad, Gas y Agua (-6,4%), Servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler (-9,7%) y la Industria Manufacturera (-12,7%).

A su vez, los sectores con caídas superiores al promedio provincial fueron Servicios Sociales y de Salud (-16,2%), Servicios de Transporte, de Almacenamiento y de Comunicaciones (-18,0%), Hotelería y Restaurantes (-19,8%), Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura (-25,2%), Construcción (-25,3%), Servicios comunitarios, sociales y personales (-26,6%), Explotación de minas y canteras (-27,8%) y cierra Enseñanza (-40,7%).

Como puede observarse del detalle anterior, la enorme mayoría de los trabajadores registrados del sector privado misionero vieron una importantísima reducción en la capacidad de compra de sus salarios, una situación esperable en función del contexto que atraviesa la Argentina desde mediados del 2023 pero que se profundizó a partir de diciembre. De hecho, cuando uno mira la serie mensual de evolución del salario, Misiones había mostrado subas junio y agosto, una leve caída en septiembre, recuperación en octubre y caída nuevamente en noviembre, pero en todos estos casos los descensos reales eran inferiores al 2%. En diciembre, en cambio, con impacto devaluatorio, el salario cayó 18,7% en la provincia; moderó algo más su caída entre enero y febrero (-14,2% y -13,6%) pero volvió a acelerar en marzo al -17,2%.

Observando los datos entre enero 2016 y marzo 2024, hubo otros dos momentos donde el salario caía en cuatro meses consecutivos por encima del 10% real. El primero se observa entre septiembre y diciembre 2018, haciéndolo a un promedio del 12,2%; el segundo, ahí nomas: entre febrero y mayo 2019, la caída promedio fue de 11,1%. Sin embargo, estos cuatro meses de caídas consecutivas entre diciembre 2023 y marzo 2024 fueron a un ritmo promedio del 15,9%, significativamente superior a los demás escenarios. No solo eso: estas caídas detalladas de diciembre 2023, enero 2024, febrero 2024 y marzo 2024 son las más altas para Misiones desde, por lo menos, 2016. 

En términos acumulados trimestrales también es posible verificar el fuerte impacto que el escenario económico actual tuvo en el bolsillo de los trabajadores. Midiendo los primeros trimestres desde 2015 en moneda constante, el de este 2024 es el más bajo de todos. No solo se ubicó 15% por debajo del 2023, sino que está -16,2% contra 2022; -13,2% vs. 2021; -16,1% respecto a 2020; -17,7% vs. 2019; -26,2% contra 2018; -27,3% vs. 2017; -28,3% contra 2016 y -28,8% contra 2015.

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¿En qué invierte Misiones? 

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En este primer semestre del año que ya casi termina, y como hemos analizado muchas veces en esta columna, uno de los puntos que predominó en la agenda política nacional fue la relación entre la Nación y las Provincias. El año inició con una fuerte conflictividad entre el poder central y los distritos que con el correr de los meses se fue calmando al punto de comenzar un nuevo proceso de acercamiento, impulsado principalmente por el hoy Jefe de Gabinete, Guillermo Francos quien tomó el mando de esta relación y mostró cintura política para aliviar tensiones y comenzar negociaciones lejos del ruido que generaba el Presidente con sus dichos públicos hacia los gobernadores. 

Esta disputa puso sobre la mesa un tema muchas veces mencionado, pero poco analizado a fondo, que tiene que ver con la forma en que gastan las provincias. 

El presidente Milei, desde incluso antes de asumir, pero con mayor fuerza desde que se sienta en el sillón de Rivadavia, cuestionó a los gobernadores tildándolos de “degenerados fiscales” y avisó que la Nación ya no financiaría a las provincias. Eso lo cumplió, recortando envíos fuera de la coparticipación, suprimiendo el FONID, poniendo en pausa el financiamiento de las Cajas Previsionales no transferidas, eliminando el Fondo Compensador al Transporte Público, recortando al punto de la extinción la obra pública, entre otras cosas. 

Pero en este contexto, cabe hacerse la pregunta ¿Cómo gastan las provincias? El ejército libertario, en redes sociales principalmente, instaló la idea de que los gobiernos locales dilapidan recursos en salarios públicos y otros gastos vinculados a sostener estructuras políticas de poder. En cierto modo, instalaron una posverdad que no fue contrarrestada por otra postura con igual intensidad. Pero la realidad es algo más compleja (y distinta) que la que aquellos críticos describen. 

Hay muchas formas de evaluar el gasto provincial. Hemos ya en otras oportunidades analizado la ejecución presupuestaria, particularmente para Misiones pero también para otros distritos, en base a los resultados fiscales, evaluación que mostró lo contrario a lo que se instaló en redes: las provincias exhiben en términos generales, equilibrio fiscal

Pero hay otra forma de evaluar la ejecución del gasto que tiene que ver con los objetivos. Vamos para allá. 

La forma más utilizada de evaluar el gasto provincial es la que se hace por “Finalidad y Función”. La clasificación funcional presenta el gasto público según la naturaleza de los servicios que el estado y sus instituciones públicas brindan a la comunidad. Los gastos clasificados por finalidad y función permiten determinar los objetivos generales y los medios a través de los cuales se estima alcanzar éstos. Los objetivos de esta clasificación son analizar las tendencias de los gastos en funciones determinadas, facilitar la elaboración de estadísticas del gasto que a su vez permitan realizar proyecciones; y conocer en qué medida el gasto realizado cumple funciones económicas o sociales. 

Las Finalidades son cinco: Administración Gubernamental, Servicios de Seguridad, Servicios Sociales, Servicios Económicos y Deuda Pública. A su vez, cada finalidad tiene dentro sus funciones. Veamos en detalle qué significa esto y cómo se analiza el gasto público para Misiones. 

La Administración Gubernamental refiere a gastos destinados a acciones inherentes al Estado en el cumplimiento de funciones tales como: legislativas, justicia, dirección superior ejecutiva, relaciones interiores y exteriores, administración fiscal, control de la gestión pública e información estadística básica. Básicamente, se trata del gasto que hace al funcionamiento del Estado. Para el conjunto de las 23 provincias y CABA, esta finalidad representó en 2023 el 22,0% del gasto público; sin embargo, para Misiones representó el 18,4%, el cuarto menor nivel de todo el país (solo por encima de Buenos Aires, San Luis y CABA). Este no es un dato menor: si hay un menor peso de esta categoría en el gasto, entonces hay más margen de acción para otras finalidades que brindan servicios específicos a la comunidad, como se verá más adelante. 

En resumen, Misiones es la provincia del NEA y de todo el Norte Grande que menos recursos de su presupuesto destina al gasto político, y podría traducirse esto en el hecho de que es la provincia donde el Estado es el que menos gasta para sí mismo, tirando por la borda muchos de los comentarios que instalan, principalmente, los libertarios. 

En relación con la finalidad Servicios de Seguridad, son las acciones inherentes al mantenimiento del orden público interno, y acciones relacionadas con el sistema penal. Entre sus funciones se encuentran la Seguridad Interior (preservar la seguridad de la población y de sus bienes); la Seguridad Penal (vinculada a la reclusión de personas en cumplimiento de órdenes de prisión preventiva o de condena); y la Administración de la Seguridad. En 2023, esta categoría representó el 9,8% del gasto para el consolidado de provincias y CABA; en Misiones, fue de 7,4%, siendo la provincia del NEA con el segundo mayor nivel de gasto en esta finalidad por detrás de Corrientes, aunque se destaca que toda la región se ubica por debajo del promedio nacional.

Por su parte, los Servicios Sociales son las acciones inherentes a la prestación de servicios de salud, promoción y asistencia social, seguridad social, educación y cultura, ciencia y técnica, trabajo, vivienda y urbanismo, agua potable y alcantarillado y otros servicios urbanos. Históricamente es el concepto donde más gastan las provincias, principalmente por el hecho de tener a su cargo los servicios educativos y sanitarios, pero también porque aquí se incluyen gran parte de los conceptos presupuestarios destinados al desarrollo. En 2023, los Servicios Sociales explicaron el 57,7% del gasto total del consolidado de provincias y CABA; para Misiones, representó el 59,8%. Es decir, casi 60 de cada 100 pesos ejecutados por la Provincia se destinaron a estas acciones, siendo el segundo mayor nivel en el NEA. 

Los Servicios Económicos, que se definen como aquellas acciones inherentes a la producción de bienes y servicios significativos para el desarrollo económico, incluyendo acciones de fomento, regulación y control de la producción del sector privado y público, es otro de los puntos centrales del gasto provincial. Incluye funciones como ser Energía y Combustibles, Comunicaciones, Transporte, Ecología y Medioambiente, Agro, Industria, Comercio y otros. Por ejemplo: los subsidios a la energía eléctrica entran en esta categoría, pero también lo hacen los subsidios, aportes o inversión aplicada a la industria o al fomento del comercio local. En 2023, esta finalidad, pese a su gran importancia en términos de desarrollo local y crecimiento económico, representó solamente el 8,5% del gasto total del consolidado de provincias y CABA. Sin embargo, en Misiones representó el 13,9%, el cuarto mayor nivel de todo el país y el más alto en el NEA. 

Finalmente, la finalidad de Deuda Pública, definida como los gastos destinados a atender los intereses y gastos de la deuda pública interna y externa, representó en 2023 el 2,1% del gasto total para provincias y CABA; ese número, para Misiones, es mucho menor: 0,5%, ubicándose así entre los cinco distritos con menor peso de deuda. 

Detengámonos específicamente en Misiones. Como se indicó previamente, el 59,8% del gasto de Misiones se centró en los Servicios Sociales, en línea con el promedio histórico de los últimos cuatro años que fue del 60,3%. Dentro de esta finalidad, las funciones con mayor peso en el gasto provincial son Educación y Cultura (49% del total de la finalidad), Salud (20%) y Seguridad Social (19%). Una buena forma de analizar el desempeño de este tipo de gasto es comparándolo en moneda constante contra el año 2019, a los fines de evaluar de punta a punta la gestión de gobierno al respecto. En Misiones, la inversión en Servicios Sociales, que son aquellos que impactan de manera directa en la comunidad por los servicios que recibe, creció 16,3% entre 2019 y 2023, un valor muy por encima del consolidado de provincias y CABA que lo hizo en 7,6%. 

Además, se destaca que es la provincia con el tercer mayor crecimiento en todo el país (y la mayor del NEA), graficando así una fuerte impronta de la gestión en brindar más y mejores servicios de impacto directo a la comunidad. 

Hacia dentro de esta categoría, se destaca por ejemplo, que la inversión en Ciencia y Técnica (incluye investigación y desarrollo, transferencia de tecnología, educación de postgrado para formación de investigadores y promoción de las actividades científicas y técnicas), si bien representa un valor menor en el total, creció 58,1% entre 2019 y 2023 (cuando a nivel país creció 24,4%) marcando así un perfil de gestión orientado al desarrollo de tecnología que puede verificarse en acciones como Silicon Misiones y los programas de robótica, entre otros. 

La inversión en Seguridad Social creció 27,5% vs. solo 3,0% promedio nacional; en Salud, la inversión creció 23,9% contra el 13,9% promedio nacional; en Educación y Cultura el aporte se expandió 25,7% cuando a nivel nacional solo fue del 6,3%. En este punto en particular, la suba del gasto misionero es la más alta de todo el país. 

Como dato negativo se puede ver al gasto destinado a Vivienda y urbanismo, que cayó en Misiones 36,5%, similar a lo que se observa en Agua Potable y Alcantarillado donde la merma alcanzó el 25,9%. 

Sin dudas, son dos puntos centrales donde la provincia enfrenta desafíos principalmente de financiamiento y acompañamiento nacional. 

Al respecto de esto, son importantes los anuncios expresados esta semana por autoridades del gobierno provincial, que detallaron que el IPRODHA, tras un acuerdo con el gobierno nacional, activará la finalización de 1.449 viviendas.

Volviendo a los desempeños de las finalidades, si bien los Servicios Sociales crecieron a buen ritmo (+16,3% en 2023 vs. 2019, como se detalló antes), no fue la más creció. Por caso, los Servicios de Seguridad lo hicieron en +23,3% y los Servicios Económicos lo hicieron en +16,8%. También positivo, aunque a la inversa, es la evolución del gasto en Deuda Pública cayó 30%. 

Se puede concluir, siguiendo la lectura de los datos antes detallados, que aún con todas las mejoras que indefectiblemente deben realizarse, la forma en que gasta la provincia está en línea con dos de los objetivos centrales: sostener equilibrio fiscal que permita solvencia de las cuentas públicas, y brindar servicios a la comunidad (sean sociales y/o económicos) que redunden en una mejora de las condiciones de vida. 

En contextos de crisis como los que estamos viviendo, es fundamental sostener (y profundizar, si es factible) estas premisas de modo tal que el Estado pueda seguir garantizando un piso mínimo de servicios de impacto directo en la sociedad.

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La Industria misionera resiste la crisis nacional y está en el lote de provincias que más empleo creó

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La industria manufacturera en el país está atravesando un muy delicado momento en el escenario recesivo que vive la economía nacional. Los datos de INDEC marcan que el Índice de producción industrial (IPI) manufacturero tuvo una caída en marzo del 21,4% interanual y del 4,1% mensual. La Utilización de la capacidad instalada en la industria estuvo en el 53,4%, bajando casi catorce puntos porcentuales contra igual mes del 2023. 

En relación con el empleo industrial, los datos de marzo muestran una merma del 0,4% contra el mes anterior, al tiempo que si se los compara contra diciembre de 2023, la caída es del 0,9%. Son unos 10.276 empleos perdidos en la industria, en todo el país, en lo que va del año

Sin embargo, y como suele suceder en muchos indicadores de la economía, al analizar los desempeños hacia dentro del territorio nacional, son evidentes las altas heterogeneidades. Si bien el escenario global es malo, se rescata que algunas provincias, principalmente a partir de la fuerza de sus propias economías y estructuras productivas, pueden mostrar resultados positivos. 

En marzo Misiones registró el octavo mayor volumen de puestos de trabajo en la Industria Manufacturera de todo el país. Con casi 20 mil empleos en ese sector, queda por debajo únicamente de las provincias “grandes”, a la vez que es la provincia del NEA con mayor empleo industrial y la segunda en el Norte Grande, solo por debajo de Tucumán. Esta es una foto que se observa en gran parte de la serie histórica vinculada a este indicador, y un dato no menor al respecto es que, dentro del NEA, Misiones tiene más empleo industrial que las otras tres provincias juntas

Específicamente, Misiones concentra el 51% del empleo en la industria del nordeste; es decir, 1 de cada 2 empleos en ese sector. 

Pero más allá del volumen, que sigue una tendencia histórica, es verdaderamente relevante observar los desempeños, particularmente por la marcada crisis que vive la Industria a nivel nacional, tal como lo detallan los indicadores que mide el INDEC. 

En marzo, Misiones dio la nota al mostrar la mayor suba del empleo privado formal de todo el país, con un alza del 2,7%. Esto se dio en un contexto donde sólo otras tres provincias tuvieron subas, mientras que las veinte restantes presentaron bajas. Al desagregar estos datos por sectores de actividad, se observa que la industria particularmente creció 2,4% y colaboró con la creación de 465 empleos. Estos datos eran impensados al mirar el devenir de la economía nacional: no solo la creación del empleo global, sino también y sobre todo el industrial. Para alcanzar esa suba en el empleo industrial, la provincia estuvo apoyada por los puestos de trabajo que crearon las actividades de elaboración de productos de tabaco, de la elaboración de alimentos, y de la fabricación de papel y productos de papel, específicamente. 

El dato es positivo en sí mismo. Pero lo es aún más al ponerlo en perspectiva nacional: Misiones fue la provincia con la segunda mayor creación de empleos industriales de todo el país en marzo, quedando solo por debajo de Mendoza (logró crear 851 empleos). Naturalmente esto posiciona a la provincia en la mirada nacional por su capacidad de resistencia (y resiliencia) que está fuertemente basada en sus virtudes propias: el tabaco, la yerba mate y té (que concentran la parte del empleo en la actividad de elaboración de alimentos) y la madera (que explica buena parte del empleo en la fabricación de papel y productos de papel). 

En el plano regional, Misiones creó más empleo que todo el resto de NEA en su conjunto: Corrientes logró generar, contra el mes previo, 125 empleos, Formosa 88 y el Chaco cayó 34. Por ende, el resultado global del NEA en términos de creación neta de empleo industrial fue de 644, y Misiones explicó el 72% de ese total. 

Por supuesto que el dato de un mes en particular, puede ser engañoso en función de la trayectoria que traía el sector en particular. Por ello, es tan o aún más importante ver el desempeño del empleo industrial en el acumulado del año, comparándolo contra diciembre del 2023. Esto permite observar la capacidad de aguante -o no- del empleo sectorial en contextos altamente complicados para la industria y para la economía nacional. 

Misiones no solo vuelve a mostrar subas, sino que además, lo hace a mayor velocidad: el incremento acumulado del año es de 3,7% para la industria misionera, que equivale a 700 puestos de trabajo creados desde diciembre. Se trata de un dato con magnitudes inmensas, repetimos una vez más, por el contexto. En términos relativos, se ubica entre las 8 provincias que presentaron incrementos. Ahora bien, en valores absolutos, el posicionamiento provincial está nuevamente al top: es la provincia con el tercer mayor número de empleos creados en la industria. 

Esos 700 puestos de trabajo quedan por debajo, únicamente, de Mendoza y Chubut, y son un número considerablemente mayor a otras provincias que también presentaron alzas y que tienen fuerte presencia del empleo industrial como ser Tucumán (+600), Entre Ríos (+347) y Santa Fe (+322), entre otros. Otras potencias industriales, en cambio, exhiben caídas en el empleo, como ser Córdoba (-1.604) y Buenos Aires (-3.500). 

En el NEA, Misiones explica el 85% de los puestos de trabajo industriales creados, ratificando una vez más la centralidad que tiene la provincia en el contexto regional. 

Misiones presenta ahora un desafío: la diversificación. La suba del empleo industrial, como se dijo antes, estuvo fuertemente atada a las principales economías regionales de la provincia como la yerba mate, te, tabaco y madera, pero en otros sectores de la industria, más vinculados a la metalmecánica, alimentos por fuera de yerba, maquinaria y textiles, se observan descensos en diferentes magnitudes. 

Justamente, entre el 2022 y 2023, la industria misionera ya había mostrado importantes crecimientos en el empleo de la mano de sus principales economías pero que estuvieron acompañadas por actividades secundarias que mostraron mayor presencia en la provincia. En estas columnas, de hecho, hemos destacado en más de una oportunidad esa situación: aún con volúmenes bajos de empleo, la tendencia al alza era más que importante. Ahora esa parte en particular está en juego. Bien por la resistencia con escudos propios, pero a no desatender las otras áreas que aún con menor tamaño, son grandes aportantes de valor.

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El impacto del freno a la obra pública en las provincias

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Un par de gobernadores desfilaron por la Casa Rosada durante esta semana, cerrando acuerdos con el Jefe de Gabinete Guillermo Francos relativos a la reactivación de la obra pública. Los anuncios fueron mínimos para no exponer la verdadera naturaleza de los convenios: no se trata de financiamiento nacional para la puesta en marcha de las obras paralizadas, sino del traspaso del marco legal de las mismas para que las provincias lo lleven adelante con recursos que ellas mismas dispongan

Por lo tanto, llamarlos convenios de reactivación es, cuanto menos, engañoso: la reactivación se podrá dar si aparecen los fondos para ello. ¿Qué cambió? Que los contratos ahora lo manejan las provincias. 

La reactivación de la obra pública es una condición necesaria para que repunte la economía nacional y más aún en provincias del norte, donde la construcción es un sector altamente dinamizador de las economías locales. El panorama actual es altamente negativo y desesperanzador en cuanto se observa un Estado nacional que está, convencidamente, ausente. No es igual que en otras épocas donde por restricciones presupuestarias se dejaba de lado la inversión bajo la premisa de recuperarla luego, sino que se trata de un Gobierno nacional donde la obra pública es sinónimo de gasto y de corrupción. 

Todos recordaremos las palabras de Javier Milei cuando hablaba de que una obra que el privado no contempla hacerlo, el Estado tampoco debería encararla porque se trataría, palabras más palabras menos, de un gasto absurdo. Del paradigma conceptual que maneja el presidente de la Nación, si un pueblo del interior profundo no tiene rutas que la conecten con el resto de su provincia es porque no es necesario tenerlas. Caso contrario, un privado lo habría hecho. Parece chiste, pero es real. 

Más allá de las declaraciones, los números confirman esta situación altamente alarmante respecto al posicionamiento del Estado nacional en la obra y la inversión pública. todas las provincias sufren este nuevo paradigma reinante en el poder central. Misiones, que aunque históricamente ha financiado la mayor parte de sus obras con fondos propios, no está exenta de esto. 

Entre enero y mayo de este año, la inversión real directa del Estado nacional en Misiones cayó 95,4%. Pasó de $ 2.488 millones en los primeros cinco meses del 2023 a apenas 433 millones en igual período de 2024. La inversión real directa refiera a las erogaciones que realiza la Nación, como el nombre lo indica, de manera directa. Por ejemplo, la licitación, adjudicación y pago de una obra en particular. 

Por su parte, las transferencias de capital del Estado nacional a la provincia, que son los fondos que la nación manda al gobierno provincial para financiar proyectos de inversión pública, cayeron este año 99,8%. Pasaron de $ 4.068 millones entre enero y mayo de 2023 a $ 33 millones en igual período 2024. 

Si se agrupa la inversión real directa y las transferencias de capital a Misiones, la caída es del 98,1%. De $ 6.556 millones a $ 467 millones. Estamos hablando de una virtual desaparición de fondos. En otras palabras: un freno total de la asistencia nacional para el desarrollo de proyectos. 

Hace rato se viene diciendo que se trata de una caída histórica, pero pongámoslo en números. La inversión realizada en este 2024 se ubica en un mínimo de la década y por amplísimo margen. Si se mide el agrupado de inversión real directa y las transferencias de capital desde 2014 a precios de este 2024, las diferencias son abismales. A dinero de hoy, entre enero y mayo de 2014 la inversión total nacional en Misiones fue por $ 47.762 millones; en 2015 por $ 99.727 millones; en 2016 por $ 63.062 millones; en 2017 por $ 78.197 millones; en 2018 por $ 25.260 millones; en 2019 por $ 24.566 millones; en 2020 (pandemia de por medio) por $ 21.041 millones; en 2021 por $ 22.400 millones; en 2022 por $ 24.169 millones y en 2023 por $ 25.015 millones. En 2024, por $ 467 millones. Es tal la magnitud de la caída que no tiene siquiera adjetivos para graficarlo. 

En el año 2016, por ejemplo, la caída real interanual de la inversión nacional en la provincia fue del 37% y la del 2018 fue del 68%, situación que provocó (principalmente la del 2018) una fuerte crítica al entonces gobierno de Cambiemos. En ese momento, por lo menos en las declaraciones públicas, la administración Macri no negaba la importancia central de la obra pública; por el contrario, la ratificaba, pero la puso en segundo lugar en un escenario de fuerte debilitamiento económico que llevó luego a una recesión. Hoy, con caídas mucho más profundas, el presidente las celebra. “Se terminó el curro” dijo. Vaya uno a saber cuá sería el curro al que se refiere cuando hablamos de proyectos de saneamiento ambiental, conectividad terrestre, ferroviaria y áerea, educativos, de fortalecimiento de la salud y tantos otros. 

Es cierto que la obra pública fue un nido de corrupción frecuente en la Argentina a lo largo de su historia, pero la responsabilidad fue de los jugadores, no del juego. No se erradica la corrupción eliminando la obra pública, de igual modo que no se erradica el despilfarro y la ineficiencia eliminando al Estado. “Muerto el perro se acabó la rabia” no aplica para el manejo del Estado, aunque para Milei si y lo festeja: hace pocos días atrás, dijo de él mismo que se metió en la política para romper el Estado. 

Volviendo al asunto, la ejecución de fondos que se detalló anteriormente, que está en mínimos históricos, probable y casi seguramente no tome velocidad en lo que va del año. En este contexto, hay tres cuestiones centrales a resolver por la provincia: cual es su espalda financiera para financiar las obras que la Nación deja de hacerlo; cual es el margen de acción que puede tener con organismos internacionales de crédito; y cual será la postura, si es que cambia, en relación con el endeudamiento. Vamos de a una. 

Respecto a los fondos, es harto sabido y en estas columnas hemos hablado mucho sobre el tema, el fuerte deterioro fiscal que sufren las provincias y Misiones particularmente en este año producto de la caída de la recaudación nacional y provincial. El respiro que dio la coparticipación en mayo fue apenas eso, pero no hay que esperar resultados similares en los próximos meses. Si la actividad económica muestra alguna recuperación podrá actuar de consuelo pero no aún recomponer las fuertes pérdidas que han tenido en el inicio del año. En ese contexto, con una ingeniera financiera delicada, el gobierno provincial respondió las demandas salariales de sectores de la administración pública que implican una fuerte erogación extra de recursos. Para poder financiar eso, necesariamente hay que reasignar partidas presupuestarias y ello quita posibilidades de desarrollar proyectos de obra que sean significativos; en todo caso, se podrá financiar obras menores que sostengan un mínimo de actividad, pero en ese escenario difícilmente pueda la provincia ser la locomotora de la recuperación del sector. 

Respecto a organismos internacionales, existen en la actualidad líneas de financiamiento administradas por el poder nacional, que podrían ser traspasadas a la provincia de manera tal de ejecutar proyectos. Podría ser una solución inicial, como ya algunas provincias lo están planeando.

En tercer lugar, la política de endeudamiento. Hay provincias con un muy perfil de deuda que pusieron en marcha estos mecanismos. Por caso, hace solo unos días, Córdoba colocó $ 120.000 millones en títulos públicos para financiar proyectos de infraestructura. Mendoza lo hizo ya a finales del 2023, seguramente con cierta previsión del contexto actual. 

Misiones comparte con estas dos provincias una característica: son buenos deudores, es decir, tiene una buena calificación de crédito. Pero Misiones se diferencia en un aspecto central: su volumen de deuda es muy inferior y está entre las más bajas del país, con el plus de que durante el 2023, con megadevaluación, logró disminuir su stock cuando la gran mayoría de las provincias lo incrementaron. Otro plus, que esta vinculado a lo anterior, es su bajísima exposición de deuda en dólares. Esto le permite a Misiones ser visto con buenos ojos en el mercado de crédito siendo altamente probable que, si la provincia quisiera salir al mercado de colocación de bonos, por ejemplo, tenga muchas y buenas ofertas. 

Tomar deuda en condiciones favorables (que te la da tu propio perfil), en este contexto, podría ser una solución. Se trataría de una deuda para inversión de capital, que brinda valor en la provincia y que movilizaría la cadena productiva, industrial y de la construcción. No es una recomendación que me atreva a realizar, sino que es un escenario posible para la provincia para reactivar con cierta fuerza la obra pública y todo los servicios y actividades conexas a ella.

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¿Hay señales de brotes verdes?

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En marzo y abril la actividad económica tocó piso y desde ahí, solo comenzaremos a ver recuperación y crecimiento. Eso lo dijo el presidente Milei y el ministro Caputo hace no mucho tiempo atrás. Podíamos pensar que algo de cierto había, ya que no era saludable pensar que el piso estaba todavía más abajo. 

Usando ese argumento, el gobierno nacional usó una cortina de humo reversionada: ya no usa otro tema para tapar la caída de la actividad (aunque sí, pero de menor trascendencia) sino que directamente te dice que lo peor ya pasó. La economía real, sin embargo, rechaza esos argumentos. Pasó el mes de mayo y no hemos visto nada que nos pueda hacer pensar que llegamos a ese piso. 

El consumo, parecería estar lejos de comenzar a recuperarse. Veamos lo que ocurre con las ventas minoristas relevada por CAME. Es cierto que en marzo y abril recortaron bastante la caída (-12,6% y -7,3%, respectivamente, contra -25,5% y -28,5% de febrero y enero). Sin embargo, continuar esa tendencia desaceleratoria de la tasa de caída para pasar a uno de crecimiento llevará todavía un par de meses en el mejor de los casos. Pero lo más grave aún es que las ventas minoristas caen contra meses en que ya había caída. Por caso, en abril 2024 el descenso fue del 7,3% en relación con abril 2023 que también había caído (-1,6%). Esto evidencia que el indicador empeora de manera significativa. 

Sigamos con el consumo. En marzo las ventas en supermercados cayeron 9,3%, desacelerando también contra enero y febrero pero sosteniéndose en niveles de descenso muy alto. De nuevo, dejar atrás esa baja para comenzar a recuperar mostrando alzas reales demandará todavía unos meses. La comercialización de combustible también está en plena caída con la diferencia de que no recorta la caída, sino que la profundiza. En abril fue -13,7%, una variación negativa que estuvo por encima de todos los meses previos y fue además la peor caída en 41 meses. 

En los indicadores de la demanda, los patentamientos de autos de mayo cayeron 13,8%, acelerando la velocidad de descenso respecto al -5,2% que marcó en abril. Las motos, por su parte, cayeron 7,1% en igual situación: el descenso de mayo fue mayor al de abril (-4,4% en ese momento). Siguiendo en el rubro, en abril la producción de automóviles cayó 21%, levemente menor a la de marzo (-29,4%) pero en mayo, aunque aún no están los datos, no se observó un movimiento muy distinto. Por su parte, la venta mayorista de vehículos cayó 33,6% en abril, aún más fuerte que en marzo (-20,8%).

El despacho de cemento cayó 36,1% en abril y había mostrado bajos del 42,9% en marzo. A la par de esto, la construcción cayó 29,9% en marzo, un ritmo mayor al que mostró en enero y febrero (-18,8% y -20,7%). 

La actividad económica exhibe un claro debilitamiento: según el EMAE INDEC, en marzo se vio una merma del 8,4%, muy por encima del -3,0% que marcó febrero. En ese marco, la Industria Manufacturera tuvo su peor caída desde la pandemia (-19,6%) al igual que el Comercio (-16,7%).

Lógicamente, esto impactó hacia dentro de las economías locales. La impericia del gobierno nacional en relación con el cuidado y fortalecimiento de las economías regionales generó situaciones críticas a lo largo y ancho del país. En nuestra región, por ejemplo, la importación de yerba mate creció 521% en el primer cuatrimestre del año con el claro perjuicio que ello ocasiona a productores locales

Veamos que pasa en Misiones y en la región. El freno de la obra pública, basado en una cuestión estrictamente ideológica, provocó que en marzo Misiones vea la peor caída del empleo desde que se mide ese indicador, que lleva ya 27 años de vida. Lo mismo se ve en el resto de la región. La venta de automóviles 0km. continúo en descenso: durante mayo, en Misiones cayeron 26,6%; en Corrientes -15,1%; en Chaco -31,5% y en Formosa -16,1%. 

Ni hablar de lo que ocurre con el consumo. En el combustible, más allá de la influencia fronteriza que existe, Corrientes, Misiones y Formosa muestran los mayores descensos del país en un contexto donde salvo dos (débiles) excepciones todos muestran bajas. En supermercados, otro tanto: caídas en la región que promedian más de -20%.

El empleo, que fue la variable estrella durante 2022 y buena parte del 2023, se derrumba: -4,9% en el NEA en febrero y proyectamos que en marzo será aún más fuerte. 

No existen variables que hayan mostrado buenos resultados y todos los indicadores que ya conocemos resultados de marzo y abril no nos permiten pensar en una recuperación pronta. Lo que el Gobierno nacional ignora (por elección) es que en procesos recesivos de la economía argentina, es el Estado el que impulsa la recuperación y no hay ninguna señal de aparición de ese actor. Si pensamos en las crisis más fuertes de las últimas décadas, como puede ser el 2001 o la propia pandemia, vemos un denominar común: aún con errores, con decisiones sujetas a críticas, con muchas cosas por cuestionar, el Estado fue la locomotora. No se trata de ser keynessiano; se trata de conocer la historia y entender el protagonismo de la política y de los gobiernos en épocas de vacas flacas. 

La situación fiscal es igualmente preocupante. Pese a continuar vendiendo espejitos de colores mostrando superávits forzados, lo fiscal está comprometido por estar atado a ingresos extraordinarios (impuesto país o impuesto a las ganancias de sociedades como vimos en mayo) y no a la verdadera dinámica de la actividad económica. Justamente en mayo se vio una nueva prueba: la recaudación por ganancias, según lo que surge de los envíos coparticipables, creció 80% real por la liquidación de las declaraciones juradas de cierre 2023 de sociedades. Con la devaluación de diciembre, los balances de empresas con activos dolarizados (principalmente bancos) se dispararon y generó que paguen más del impuesto. Pero fue devaluación, no fue crecimiento económico. El IVA, por su parte, tuvo una caída fenomenal en mayo: -19,3%, un descenso mucho más profundo que en abril (-8,1%) y que en marzo (-16,5%). El IVA es justamente el impuesto más atado a la actividad económica y al consumo. Por ende: no, no veremos recuperación en mayo. 

Entre tanta mala, podemos destacar una buena. Justamente esa suba del impuesto a las ganancias traccionada por sociedades, las provincias tuvieron un respiro. La coparticipación y otros recursos automáticos creció fuerte en un momento bastante oportuno: no solo por paritarias y acuerdos salariales que se vio en muchas provincias, sino también por el desafío que las administraciones provinciales tienen en junio que es el pago del medio aguinaldo. 
Todas las provincias tuvieron en mayo un récord de ingresos en moneda corriente pero lo verdaderamente relevante es que tuvieron un fuerte salto real de esos recursos. Pero a no engañarse: aún con un gran resultado de mayo, aún no se compensa todo lo perdido en el año. En Misiones puede graficarse el escenario: la suba de mayo de la coparticipación equivale a un extra (comparando con inflación) de $32 mil millones, pero entre enero y abril perdió $ 70 mil millones; es decir, todavía está $ 38 mil millones abajo.

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