Brasil busca integrar biogás y mercado de proteína animal

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Por Mario Osava – Es la “mejor energía”, según sus productores, pero el biogás de residuos de la ganadería aún carece de un mercado organizado para despegar y materializar sus potencialidades en Brasil, el mayor exportador mundial de carnes.

“Faltan consumidores seguros”, diagnosticó Cícero Bley Junior, un promotor pionero del biogás en el oeste del sureño estado de Paraná, desde cuando era el superintendente de Energías Renovables de Itaipu Binacional (2004-2016).

Itaipu, una gigantesca central hidroeléctrica compartida por Brasil y Paraguay sobre el fronterizo río Paraná, estimula los porcicultores cercanos a aprovechar los excrementos de los animales para la producción de biogás, evitando su descarte en los ríos que desembocan en el embalse, cuya contaminación afectaría a la larga la generación eléctrica.

Las empresas integradoras de la cadena de proteína animal, en general la industria de carnes que adquiere los animales listos para el sacrificio y ofrece matrices (cerdas dedicadas a la cría) y asistencia técnica a los ganaderos, deberían comprar también el biogás y su derivado biometano de los productores, propone Bley.

“La cadena de proteína animal debe asumirse también como generadora de energía, tal como el sector de la caña de azúcar se autodefine como sucroenergético desde que empezó a producir etanol hace casi 50 años”, dijo a IPS.

Pero las integradoras no lo hacen, ninguna se afilió a la Asociación Brasileña de Biogás (Abiogás), lamentó. La industria láctea podría reducir mucho sus costos de recogida de leche en las granjas, si sustituyese el diésel por biometano en sus camiones, ejemplificó.

Sin tal decisión, tampoco hay grandes inversiones en motores a gas, que puede ser el natural o el biometano, que es equivalente y al que también se le llama gas natural renovable.

Además de los beneficios ambientales, como la descontaminación hídrica y la descarbonización energética, el biogás ofrece ventajas económicas, al aprovechar residuos antes considerados desechos y convertirlos en biofertilizante, un estiércol purificado de los gases.

También promueve una nueva industria de equipos y el desarrollo local, al descentralizar la producción de energía y de fertilizantes.

“Es la mejor energía, seguro”, sostuvo Anelio Thomazzoni, porcicultor de Vargeão, un pequeño municipio de 3500 habitantes en el oeste del estado de Santa Catarina, en el sur brasileño. Su granja tiene una planta eléctrica a biogás con potencia de 600 kilovatios y otra solar de un megavatio.

“El uso correcto de los desechos en la siembra, como abono tras la biodigestión, me permitió reducir en 100 % la compra de cloruro de potasio y de fósforo”, antes fertilizantes indispensables, destacó a IPS, por teléfono desde su localidad.

Potencial frustrado

Aun así, Brasil produce hoy solo 0,5 % del biogás que podría resultar de los desechos agrícolas, ganaderos e industriales, de la basura urbana y las aguas residuales, estimó Bley, fundador en 2013 del Centro Internacional de Energías Renovables-Biogás (CIBiogás).

Brasil tendría el potencial para sustituir 70 % de todo el diésel que consume, si destinase todo el biogás al biometano, según Abiogás. En términos de electricidad, podría alcanzar casi 40 %, pero se limita hoy a 353 megavatios, según los datos de la gubernamental Agencia Nacional de Energía Eléctrica, algo cercano a 0,0018 % del total.

En términos mundiales, Brasil se sitúa solo en el noveno puesto en generación eléctrica a biogás, con 2,1 % del total global, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, en inglés).

La adhesión del sector cañero hace cinco años impulsó el biogás, con plantas mayores para generación eléctrica o refinación del biometano en el sureño estado de São Paulo. Nuevas iniciativas intentan acelerar el desarrollo de ese mercado energético en la región Sur de Brasil, que concentra dos tercios de la producción nacional de carne porcina.

Los residuos de la producción de azúcar y etanol de la caña representan 48 % del potencial biogasífero de Brasil, seguido de la cadena de proteína animal, con 32,2 %, estima Abiogás. Lo demás corresponde a residuos agrícolas y del saneamiento.

Iniciativas innovadoras

La Central de Bioenergía en construcción por CIBiogás, una institución de tecnología e innovación sin fines de lucro, en Toledo, municipio de 156 000 habitantes en el occidente de Paraná, busca “validar un posible modelo de negocio”, explicó Juliana Somer, ingeniera de construcción y gerente de operaciones de ese Centro.

Los porcicultores aportan el “sustrato” y reciben de vuelta una parte de «digestato», como se denomina al excemento convertido en un abono mejor, sin los gases que componen el biogás, extraído en el proceso de biodigestión. Con eso fertilizan sus tierras.

Para genera electricidad el biogás debe tener por lo menos 55 % de metano. El dióxido de carbono (CO2) es otro componente, con cerca de 40 %. El ácido sulfhídrico hay que extraerlo para evitar la corrosión de los equipos.

“Los objetivos son ambientales, sociales, energéticos y la difusión de tecnologías”, resumió Rafael Niclevicz, ingeniero ambiental de CIBiogás. Para eso se eligió un área de gran densidad porcina, con cerca de 120 000 cerdos en cinco kilómetros cuadrados.

Los excrementos se recolectan diariamente, un 70 % por camiones y los mismos porcicultores, mientras el resto por ductos desde las granjas más cercanas. Inicialmente 16 porcicultores, cuyos rebaños suman unos 40 000 animales, abastecen la Central que recoge también carcasas de puercos muertos sin enfermedad, con los cuidados sanitarios debidos.

“El modelo tiene sentido para el porcicultor que no quiere invertir en instalaciones para producir biogás por su cuenta. Resuelve el problema de la destinación de los desechos y hay beneficios socioambientales para todos”, observó Somer.

Esa central constituye un proyecto conjunto de la alcaldía, que cedió el terreno, e Itaipu Binacional que aportó recursos. La meta es tener una capacidad instalada de un megavatio.

En Ouro Verde, a 22 kilómetros de Toledo, otra planta similar, Enerdinbo, recibe el “sustrato” de 40 granjas en un radio de 15 kilómetros, donde se crían más de 100 000 puercos, para una capacidad de generación total de dos megavatios, a los cuales se suman 500 kilovatios de una planta fotovoltaica.

Es lo suficiente para proveer electricidad a 5000 residencias, estima EDB Energía do Brasil, la empresa que ofrece a empresas y consumidores residenciales la posibilidad de reducir 10 % de sus cuentas eléctricas inscribiéndose en la cooperativa que se beneficia de la electricidad generada por Enerdinbo.

El negocio de EDB, creada por empresarios en Cascavel, a 60 kilómetros de Ouro Verde, es implantar pequeñas centrales de energía renovable para distribuir entre miembros de la cooperativa los beneficios de la generación distribuida, con la inversión de los propios consumidores para ahorrar costos energéticos.

Enerdinbo y la Central de Bionergía de Toledo buscan expandir el biogás al soslayar la dificultad de los porcicultores y otros pequeños agricultores o ganaderos de invertir en el negocio energético.

Reclamo de productores de proteína animal

“Los pequeños y medianos productores rurales son verdaderos héroes que enfrentan riesgos variados al decidir, aisladamente, implementar un proyecto de tratamiento de residuos generados en la cadena de proteína animal para la producción de biogás en sus propiedades”, señaló un manifiesto de esos productores y especialistas en bioenergía.

Divulgado en el Foro Surbrasileño de Biogás y Biometano el 18 de abril en Foz do Iguaçu, en el extremo oeste de Paraná, reclama un mayor apoyo del sector público y de las empresas “integradoras” de la industria de carnes al biogás, por su “valor estratégico para la transición energética brasileña”.

Mario Osava El premiado Chizuo Osava, más conocido como Mario Osava, es corresponsal de IPS desde 1978 y encargado de la corresponsalía en Brasil desde 1980

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